Prólogo

Ser un soldado rebelde era lo contrario a sencillo, el sacrificarse por algo de lo que no se está seguro que siquiera se cumpla tras de su muerte. Este soldado caminaba a través de la plataforma de aterrizaje, más bien realizando su patrullaje de horario que indicó su superior.

Era realmente un patrullaje aburrido, las extrañas creaturas de Chopper Base volando por los cielos o arrastrándose por el arenoso suelo al lado de las plataformas metálicas cubiertas de polvo, volteando más a su derecha podía ver al chico jedi, Ezra Bridger, aquel que era muy popular en toda la base, al igual que todos los de su tripulación con sus capacidades que sobrepasaban lo ordinario por una gran escala, este soldado caminando con su casco puesto cuyos lentes reflejaban los colores cálidos del cielo frente a él, Dante no quería nada más que unirse a esa extraña tripulación y ser de la élite rebelde.

Dante siguió caminando a través de la plataforma, examinando cada esquina entre las naves con la vista, tal como un oficial de patrullaje debería, no como los inútiles stormtroopers que servían al Imperio, cualquiera podría derribarlos si el miedo por una blaster era ignorado. Un sonido de ignición venía detrás de él, pero sonaba un tanto peculiar, extraño a más decir, un sonido que no se escuchaba todos los días a menos que hubiese un jedi cerca, volteó a sus alrededores y oyó unos pasos resonar contra la plataforma metálica cada vez más cerca pero no de la manera más amigable, hasta que repentinamente pararon y frente a él se encontraba un chico de cabello negro corto y vibrantes ojos azules frente a él, con un sable color verde posado en su mano, como si estuviera listo para atacarle en cualquier momento.

-¿Tú eres Ezra Bridger?- preguntó Dante con una pizca de admiración por el chico, porque a él no le importaban los rumores de toda Chopper Base, aquellos que etiquetaban al adolescente como un loco como el resto de su extraña tripulación, Dante estaba conociendo a uno de los últimos jedi.

-Sí.- contestó el chico con una mirada fría. -¿Y tú eres Dante Clerson?- el soldado asintió removiendo su caso revelando su cabello castaño que se movía con el fresco viento del atardecer. –Lo siento.- esto dejó un tanto confundido a Dante que antes de siquiera procesar sus pensamientos sintió un punzante y ardiente dolor desarrollándose justo en el centro de su pecho, donde ahora había un sable color verde atravesándole y quemándole, arrebatándole su vida a manos de Ezra Bridger.

-¿Por qué?- susurró Dante cayendo lentamente al suelo sintiendo como el sable se desactivaba así solo dejando una enorme quemadura en el centro de su pecho, donde sangre debería estar saliendo más Dante sentía como la oscuridad lo absorbía y su respiración estaba parando.

-Sólo estabas en el lugar y momento inapropiado.- contestó Ezra mirando a la derecha de Dante, donde se encontraba otro cuerpo, un cadáver cuya cabeza había sido cortada dejando un cuello con una inmensa quemadura separándolo de su cráneo. –Buenas noches Dante.- le susurró Ezra, aquel jedi al que el solía admirar, aquel que en un instante le asesinó.

Aquel atardecer Dante Clerson murió como un soldado más, aunque no por una causa en la que creyera, o conociera.