Ok, aquí estoy con una nueva historia de Harry Potter y The Avengers, con Ginny como protagonista (mi nuevo fanatismo por este súper crack pairing todavía no está superada)
Espero que haya alguien por allí a quien le guste o quien se anime a leer y dejarme su opinión respecto al fic.
La letra de la canción que aparece en este capítulo es "Breathe Again" de Sara Bareilles.
Dissclaimer: Ni los personajes ni el mundo de Harry Potter o los Vengadores me pertenecen. Yo sólo los uso para mi entretenimiento.
Capítulo 1. Este no era el viaje planeado.
El partido acabó cuando Natalie atrapó la Snitch, y todas se precipitaron sobre ella, abrazándose felices mientras la multitud gritaba y aplaudía, y las luces iluminaban el estadio.
Ginny no podía creerlo. Aquel debía ser uno de los momentos más felices de su vida.
Era su primera temporada jugando como un miembro titular de las Arpías de Holyhead, y acababan de ganar el último partido que las coronaba como campeonas de la temporada, por primera vez más de dos décadas.
- ¡Ginny, felicidades! – Neville y Luna fueron los primeros en llegar a felicitarla luego de que ella llegara a los vestidores.
- ¡Vinieron!
- Por supuesto, no podríamos perdernos algo así – dijo Neville.
Entonces ella miró por encima del hombro de su mejor amigo, esperando encontrar a la persona que más quería ver aquella noche… Harry dijo que la estaría esperando allí, pero aún no lo había visto.
- ¡Hola, Ginny, estuviste fantástica! – exclamó Hermione, que venía de la mano de Ron.
- Gracias, - dijo ella sonriente - ¡todavía no puedo creerlo!
Entonces, poco a poco, su sonrisa fue dando lugar a una expresión más contenida.
- ¿Y Harry? – preguntó.
Hermione y Ron se miraron. No era necesario que ninguno dijera nada, ella ya lo había adivinado aunque no quería creerlo. Él había prometido que esta vez, por fin, podría ir, y sabía lo importante que era para ella.
- Es que se presentó un asunto… - dijo Ron – y ya lo conoces, dijo que no podía dejarlo en manos de nadie más.
- Ah… vale.
Ella lo sabía. Estaba bien, eso era lo que se repetía a sí misma cada vez que ocurría. Solamente que, allí dentro, no se sentía de esa manera.
- No tiene importancia, - dijo, fingiendo una sonrisa alegre – hay una fiesta en El Castillo de Morgana, y están todos invitados.
No dejaría que aquella pequeña decepción arruinara su noche.
El auto está estacionado, el equipaje está hecho,
¿pero qué clase de corazón no mira atrás?
Ginny acabó de hacer su equipaje, todo lo que necesitaba guardado en el pequeño bolso, y echó una última mirada a Grimauld Place. Nunca se imaginó a si misma extrañando ese lugar, pero en ese momento sintió un agudo dolor en el pecho, pensando en todo lo que dejaba atrás.
En el cómodo resplandor del porche que todavía llamo tuyo
Todas las palabras se vinieron abajo, y ahora no soy la única
No quería irse. No quería dejarlo. ¿Cómo, después de todos esos años? Le había querido desde que era una niña, y ambos habían estado juntos por más de cuatro años.
Pero ya había tomado su decisión.
Incluso en ese momento, Harry ya no estaba con ella. Media hora antes habían estado allí, en la sala, con él insistiendo en que aquello no era necesario y que podían arreglarlo, pero entonces un asunto urgente le había requerido en la oficina de Aurores y se había ido. Como siempre.
Frente a los fantasmas que deciden si el fuego aún arde en el interior
Ella entendía que era lo que él tenía que hacer, pero a veces su compromiso con su trabajo sobrepasaba todos los límites hasta volverse más bien una obsesión, como si Voldemort fuera a volver si él tan sólo frenara por un momento.
Había querido apoyarlo, de verdad, pero últimamente sentía que todo el esfuerzo en aquella relación era de parte suya. Ginny era quien siempre lo aguardaba cuando él se retrasaba, preocupada porque él estuviera en alguna misión peligrosa. Era ella quien buscaba escuchar qué sucedía en su día a día, a veces sacando la información a cuenta gotas.
Hubo un tiempo en que hablar con Harry había sido fácil. Incluso sin palabras, ella podía entenderlo. Incluso después de la guerra, cuando ambos estaban rotos y perdidos, lograron salir adelante juntos porque simplemente iban en la misma sintonía. Pero ese ya no era el caso.
Todo lo que tengo, todo lo que necesito, él es el aire que mataría por respirar
Sostiene mi amor en sus manos, y yo todavía estoy buscando algo
Él nunca estaba, nunca cuando ella lo necesitaba. Y todo se había caído a pedazos, lo cual dolía horriblemente.
Siempre había conservado las esperanzas. Incluso en ese momento, mientras decía adiós, todavía creía que ese viaje y un tiempo apartada de aquello tal vez le sirviera, y quizá en el futuro… a sus veintiún años, había estado segura de que Harry sería el hombre con el que formaría una familia y pasaría el resto de su vida. Simplemente, un futuro con un hombre ausente y que vivía en el pasado… eso no podía suceder.
Sin aliento, me quedo con la esperanza de que alguna vez vuelva a respirar
Amaba demasiado a Harry como para simplemente irse. Pero era lo mejor para ella, para los dos. Lo sabía.
Ella para volver a encontrar la fortaleza que necesitaba dentro de sí misma. Y él, para descubrir qué era lo realmente importante en su vida. Y esos descubrimientos, tal vez, los volvieran a unir en el futuro. O tal vez no.
Ábrete y tus secretos se convierten en mi verdad
Y la distancia en la cual me estaba refugiando se revela plenamente
- ¿La señorita desea algo más? – preguntó Kreacher, asomándose a la sala.
Ella miró al elfo, y por alguna razón, fue entonces que encontró difícil contener las lágrimas.
- No, todo está listo, Kreacher, gracias. – dijo ella, logrando controlarse – y no prepares la cena muy temprano hoy, Harry probablemente no vuelva antes de las diez.
La criatura asintió y volvió a desaparecer por el corredor, murmurando en voz baja algo sobre las tonterías de los jóvenes amos.
Y ella pensó en Harry solo con Kreacher allí, y cómo no deseaba dejar a Harry solo.
Pero la cosa era, ella ya no podía ser ningún apoyo. Había sido dejada sola hace bastante tiempo, y ya no sabía cómo dar algo que no podía recibir.
Cuelga mi cabeza, rompe mi corazón construido a partir de todo lo que he desgarrado
Así que, con un par de silenciosas lágrimas resbalando por sus mejillas, cruzó la puerta que daba a la calle y se alejó de Grimauld Place.
Y mi carga es soportar un amor que no puedo seguir llevando conmigo
Ella pasó la noche en casa de Luna, bebiendo chocolate caliente y desahogándose. Luna también era amiga de Harry (prácticamente todos sus amigos eran amigos comunes) pero ella y Neville eran probablemente las dos únicas personas con las que podía contar que no pondrían primero los intereses de Harry o no le aconsejarían volver a su casa, como estaba segura de que Hermione y Ron, o cualquiera de sus hermanos, haría.
Por eso, eran los únicos que sabían de su intención de pasar unas semanas en Nueva York y luego comenzar un recorrido por toda América.
Hacer ese tipo de viaje sin que su familia o Harry se enteraran era en extremo complicado, teniendo en cuenta todos sus contactos con el Ministerio y que ella era una figura bastante popular en la comunidad mágica de Inglaterra.
Cuando Ginny había hablado del tema con Luna, ella le había hablado de un nuevo tipo de traslador que había conseguido de Rusia y que pensaba utilizar en sus próximos viajes de investigación, que pasaba totalmente desapercibido por los controles del Ministerio.
Era un tipo de traslador permanente, de forma cúbica, que no necesitaba ser encantado para cada viaje sino apenas realizar ajustes de destino. Algo no muy legal, Ginny creía, pero perfecto para sus propósitos. Por lo que ambas prefirieron no decirle una palabra a Neville, cuyo trabajo como Auror podría ponerlo en una posición difícil.
- No olvides llamarme en cuanto llegues – le dijo Luna, emocionada – y decirme cómo funciona. ¡No puedo esperar a probarlo yo misma!
- Lo haré, no te preocupes – Ginny sonrió ante el entusiasmo de su amiga. – Saluda a Rolf de mi parte, una pena no haberlo visto en estos días…
Le dio un último abrazo a su amiga y ajustó el destino del traslador antes de poner su mano en el signo en el que se le indicaba.
Se produjo una explosión luminosa, y Ginny se encontró tirada hacia atrás y viajando más rápido que nunca antes, aunque también el destino parecía inalcanzable.
No había tenido problemas en aterrizar de un traslador desde que tenía como diecisiete años pero cuando por fin llegó, aterrizó de bruces contra el suelo frío y duro.
Con las rodillas y las palmas de las manos adoloridas, Ginny intentó incorporarse, pero apenas se había levantado sintió un frío metálico contra la cabeza, que la dejó paralizada.
- ¿Quién demonios eres y cómo llegaste hasta aquí?
Ella se giró para ver a un hombre de cabello largo y oscuro, con el rostro magullado, mirándola con el ceño fruncido. Tenía un brazo de metal, con el que le apuntaba a la cabeza.
- Oh, por Merlín, creo que no ajusté muy bien el traslador.
- ¿El qué?
La puerta de metal se abrió, y Ginny se percató de que se encontraba en un espacio no mayor que el de la habitación de su casa.
- Buck, ¿qué ha sido ese ruido? – preguntó otro hombre, alto y rubio, que apenas acabó de preguntar la vio a ella.
También él frunció el ceño, y Ginny tanteó el bolsillo de su chaqueta, notando con alivio que su varita seguía en su lugar. Sólo tenía que tener cuidado y encontrar el momento correcto para desmemorizarlos y correr de allí.
- Parece que tenemos un polizón a bordo – dijo el hombre que al parecer se llamaba Buck. - ¿Qué hacemos con ella?
- ¿A bordo? ¿Cómo que a bordo? – preguntó ella sorprendida y confundida- ¿Dónde estamos?
¿Dónde diablos había ido a parar?
- Sobrevolando el Atlántico – dijo el rubio, quien parecía estar a cargo. – Así que dinos, ¿cómo llegaste hasta aquí sin que te detectáramos?
Genial. Estaba allí, con dos hombres armados, que podrían cometer alguna tontería y lastimarse si no tenía cuidado y esperaba por el momento correcto, y que por otro lado, podrían matarla si no salía de allí. Y estaba en medio del maldito océano.
- Yo… - no podía decirles la verdad - no lo sé. ¿Podrían bajarme en la siguiente parada? Estaba yendo rumbo a Nueva York…
- No mientas – dijo Buck. – Steve, no podemos continuar los planes, podría ser una espía de Ross, y ellos ya estarán informados a estas alturas de que vamos para allá.
Ginny no tenía idea de lo que estaba sucediendo.
- Disculpen, pero creo que esto ha sido un pequeño error.
El rubio, Steve, la miró. Estaba analizándola, tratando de ver a través de ella con sus grandes y claros ojos azules. Era el tipo de mirada, ella sabía, que podía desarmar a la gente, hacerlos retroceder, y a ella le recordó en cierta manera a Harry.
O tal vez ella simplemente veía a Harry en todos lados.
Le devolvió la mirada, desafiándolo a encontrar algo que pudiera usar contra ella.
- Baja el arma, Buck. – dijo, suspirando – T'challa la mantendrá vigilada cuando lleguemos. No podemos cancelar los planes ahora, podría ser nuestra última oportunidad de salvarlos.
- ¿Salvar a quién? – preguntó Ginny con curiosidad.
Steve arqueó una ceja y se acercó dos pasos a ella.
- ¿Realmente no sabes quienes somos, verdad?
- ¿Por qué debería saberlo?
- Es difícil no oír de Los Vengadores cuando hemos estado en la mira del mundo durante los últimos meses.
- ¿Los Vengadores?
- Tienes que estar bromeando – dijo Buck - ¿dónde has estado viviendo?
- Londres – dijo ella, encogiéndose de hombros.
Entonces una pantalla al fondo del cuarto se encendió.
- "Tony Stark, dueño de las industrias Stark y también conocido como Iron Man, ha declarado no tener conocimiento del paradero de sus ex-compañeros del grupo conocido como los Vengadores, el Capitán Steve Rogers y la agente Natasha Romanoff…" – Ginny vio los rostros del hombre frente suyo y de otra mujer pelirroja, apareciendo en la pantalla – "así mismo, el soldado James Barnes, también sigue prófugo, presuntamente en compañía del Capitán Rogers. Se teme que este conflicto pueda traer consecuencias similares al ataque de Sokovia o la invasión alienígena del 2012…"
Ginny siguió observando las imágenes de batallas colosales, en las que se podía observar a la pelirroja de antes, a un hombre verde y otro con un martillo, todos peleando en medio de explosiones.
Y cayó en la cuenta de algo que había oído y que la dejó helada.
- Espera, ¿dijo 2012?
- Ese fue el año de la invasión Chitauri a Manhattan. – Steve repitió - ¿Es que…
Ginny perdió el equilibrio, y hubiera caído al suelo si Steve Rogers no la hubiera sostenido.
- ¿Qué sucede? – había algo de sincera preocupación en su voz.
- ¿En qué año estamos?
- 2016. – Ginny palideció - ¿Estás bien?
No lo estaba, definitivamente. ¿En qué se había convertido el mundo en todo ese tiempo? Oh, por todos los cielos, tenía que encontrar a Luna.
- Creo que hubo un error de cálculos en mi destino más grande de lo que pensé. No sólo salí de Londres, sino que me salté varios años en el tiempo. Y no tengo la más mínima idea de lo que está sucediendo.
