La observa.

Sesshomaru tiene puesta su atención en Rin mientras se encuentra recostado en un árbol con una pose indiferente, mirándola de reojo, dedicando algunas veces a cerrar los ojos, escuchando su risa y su habitual habladuría con su sirviente.

Siente el viento soplar fuertemente por el prado, moviendo levemente el pasto, las hojas de los árboles y los pétalos de las flores como el cabello de Rin que es mecido con fuerza por el viento.

Ya con sus ojos cerrados, la risa de Rin se escucha como eco, sus sonrisas se hacen visibles en el fondo de su mente. Y al poco tiempo ella siempre se acerca al demonio, abre los ojos, y ve flores enfrente de él. Este las acepta y ella se va corriendo con las manos al costado con una gran sonrisa asomándose por su rostro.

Luego al poco rato de recorrer de aqui para allá, ella se queda rendida acostada sobre el césped y rodeada de flores. Él se acerca donde esta Rin mientras su cabello se mueve a causa del viento, la levanta del suelo y la lleva en sus brazos, quien siente un olor singular, inmediatamente se percata de que no proviene de las flores, es ella, el olor de humana.

– Me gusta su aroma –Piensa Sesshomaru respecto a Rin.

Mientras sigue caminando con su pose firme y tranquila, entretanto se levanta un milímetro la comisura de sus labios. El motivo fue, que nunca creyó que le iba a gustar el olor de un humano, aborrecía ese aroma, pero con Rin era diferente...

Porque con el tiempo lo empezó a tolerar y al de ella, precisamente, le comenzó a gustar.