¡HEY! ¿Qué tal? Pues les traigo este nuevo Fic Yuffintine, hace tiempo que quería subirlo y skdhfalsjdfh, hasta hoy se me hizo, espero lo disfruten y me encantaría leer sus opiniones en algunos reviews :3
La bella y la bestia
Capítulo 1: Tu nombre es Vincent
¿Qué les depara a los maldecidos? Tras años de tormentos aprenden a vivir con la pesada y oscura carga que se les impuso brutalmente en el pasado, mas siempre tendrán aquel dolor, ese que les separo hace tanto tiempo de la humanidad, dándoles un aspecto distinto, tenebroso, pues la maldición mas grande que puede existir, es aislar a una persona de toda vida, pues lo que se convirtió, era algo horrible a quien le miraba a simple vista o no veía nada más que los enormes cuernos negros a los costados, o aquel rostro tan pálido que aun en la oscuridad desprende un leve rastro de luz, dando presente a uno de los terrores más antiguos de Wu-tai. Durante muchas eras le describieron como una bestia enorme, un hocico tan grande como para aplastar la cabeza de una persona adulta con el, las piernas de un lobo y las garras de un oso, su rugir era tan poderoso que provocaba avalanchas en lo alto de la montaña y estremecía los corazones de quienes le escuchaban y los ojos, los ojos tan rojos y penetrantes como cientos de flechas que se incrustan en la carne en un instante, dejándote petrificado. Muchas de esas cosas eran ciertas, el era una bestia, sí, pero no tal cual como la describen, hace mucho fue una persona, una con un rostro hermoso y unos ojos profundos y brillantes que captaban la atención de cualquier persona que los mirara; Pero fue maldecido, maldecido por jugar con el corazón de muchas personas y le fue otorgado ese aspecto de bestia. Vago mucho tiempo por los bosques, bajo el velo de la noche, pues solamente encontraba consuelo en la luna, tan alta y brillante, vivía con el deseo de acariciarla y llorar con ella, pues sus penas eran demasiado grandes, ella era su única amiga, el único ser que parecía escucharlo y el único que le vigilaba todas las noches, cuando a veces escuchaba los tumultos de gente que le daban caza acercarse y el, tenía miedo, no de lo que le pudieran hacer, mas bien, de lo que él tendría que hacer con ellos. Nunca murieron tantos, pero el tuvo que hacerlo como forma de ultimátum, con lágrimas en sus ojos desgarro a sus perseguidores y colgó sus cuerpos a la entrada del bosque como advertencia y en los árboles escribió con la sangre "Aléjense". La peor de las maldiciones es recluir a una persona de la civilización, o más bien, es obligar a la persona a hacerlo.
Han pasado ya unos 20 años desde entonces, la gente se alejó del bosque y aun se trataban las cicatrices que dejo aquel suceso hace tantos años, no volvieron a cazar ni a cortar madera de aquel bosque por temor a despertar el enojo de la bestia. En ocasiones de le escuchaba dormir en alguna de las cavernas cerca del pueblo, era entonces cuando ponían varios vigilas en la frontera entre el poblado y el bosque, pero la bestia nunca volvió a aparecer.
Saltamos de nuevo en el tiempo, ahora 1000 años, aquellas leyendas solo se consideran parte del folclore antiguo y eran utilizadas principalmente para asustar a los niños traviesos de ese entonces, estamos maso menos en el 1996, el pequeño pueblo ya no es tan pequeño y no conserva mucho de su antigua fachada antigua, era ahora una enorme ciudad, de edificios altos, caminos largos transitados por montones de autos y muchas luces que opacan las estrellas en lo alto del cielo, la montaña y él bosque aún están ahí, a las espaldas de la ciudad, las advertencias escritas con sangre ya no son mas que palabras borrosas y sin sentido en la corteza de árboles secos y sombríos. Los esqueletos de igual forma fueron retirados y dejados en lapidas donde pudieran descansar en paz, el lugar se consideraba solamente un atractivo turístico, pero aun así el paso se encontraba restringido, pues el terreno era bastante inestable y en más de una ocasión alguna avalancha lastimo a más de una persona. Fue aquella noche de otoño, donde una pequeña que vivía en lo mas retirado de la ciudad, entro al bosque sin la vigía de nadie, la curiosidad que la impulso a avanzar lentamente por aquellos oscuros lares pronto se convirtió en terror al ver que la luz proveniente de la ciudad ya no estaba ahí, estaba rodeada por una oscuridad horrible y tenebrosa, la luna no se hacía presente, ningún rastro de luz que le permitiera siquiera ver sus manos frente a ella, se tiro al piso a llorar y a gritar por ayuda, pero el bosque es muy grande y denso y ningún sonido llego a escapar, ella estaba sola, asustada, el viento meneaba las ramas secas y cualquier sonido que escuchara parecía alguna criatura horrenda al acecho. Lloro por unos minutos mas hasta que el cielo comenzó a despejarse poco a poco y se alcanzaban a ver unas siluetas alrededor de la pequeña, pero eso no la consolaba, ciertamente, le aterraba mas, pues ahora con la tenue luz de la luna, alcanzo a distinguir una enorme figura frente a ella, desde lejos parecía enorme, con brazos largos y unas uñas monstruosamente retorcidas y dos puntos rojos brillantes que danzaban con el andar de la criatura hacía ella, cada paso aplastaba algunas hojas secas y el crujir hacía que el corazón de la niña latiera muy rápido, sus ojos estaban llorosos y no podía articular palabra alguna, mas que una pequeña, dicha meramente como un susurro
-Ayúdenme – La niña se había tirado en el piso y se arrastraba sin despegar el ojo de la criatura, pero fue una verdadera sorpresa cuando el se agacho y estiro su brazo, un brazo humano, aquello que vio tan largo y monstruoso era una rama ubicada en el punto preciso para dar la ilusión de un brazo, al acercarse más la niña pudo notar el rostro de lo que ella llamaba "Bestia" un muchacho de no más de 20 años, con el cabello largo y negro y unos ojos, que vistos desde ese ángulo, eran profundos y hermosos, su rostro le dio paz y la calmo, de hecho, ignoro los enormes cuernos que el chico tenía en su cabeza
-¿Te encuentras bien? – Pregunto aquella criatura que tomo la mano de la niña y la ayudo a levantarse
-Sí, gracias, estoy perdida, no sé cómo regresar – Dijo la pequeña recuperando el aliento
-Tranquila, este lugar no es tan malo – El joven tomo a la niña entre sus brazos y fueron caminando, visto de una forma más tranquila, era cierto, el bosque que ahora era iluminado por la luna danzaba alegremente con el viento creando un sonido alegre y relajante, los árboles blancos brillaban como si de plata se tratase y el bosque tomaba otra apariencia, incluso el chico tomaba una apariencia más humana, exceptuando por las uñas de ambas manos, que poseían unas garras negras, llevaba unas ropas negras bastante viejas, sus pies descalzos y una capa roja con la cual cubría a la niña, ella solamente lo veía con los ojos brillantes, sin darse cuenta de cuánto tiempo había pasado caminando, hasta que al fin pudo notar las luces de la ciudad
-¡Ahí esta! ¡Salimos! – Gritaba la niña señalando la ciudad
-Sí, ahora, ve a casa y no vuelvas por aquí…es peligroso – Termino diciendo la criatura depositando a la pequeña niña sobre el pasto, cerca del camino que dirigía hacia la ciudad
-Muchas gracias – Dijo la niña haciendo una leve reverencia – Mi nombre es Yuffie, Yuffie Kisaragi ¿Y tú?
-Ya muchos años atrás olvide mi nombre, dijo la criatura acariciando la cabeza de la pequeña
-¿Por qué?
-Hace ya tantos años que no he conversado con nadie, mi única compañía es la luna, que me vigila y me cobija con su luz en las noches, pero aun que es mi fiel acompañante, nunca me llama por mi nombre, ni me dirige la palabra, solamente me cuida
-¿No tienes ningún amigo?
-No
-Yo seré tu amiga ¿Ok?
-¿No me tienes miedo? – Pregunto mientras se hincaba para igualar la altura de la niña
-Al principio sí, pero no eres malo ¿Verdad?
-No lo sé, realmente no lo se
-Para mí no lo eres, bueno, es tarde, espero podamos encontrarnos en otra ocasión – Dijo la niña depositando un pequeño y tierno beso en la mejilla de la criatura para salir disparada hacía su casa, él la observo desde lo alto de un árbol para vigilar que su retorno fuera satisfactorio, incluso ubico la casa donde vivía la pequeña, realmente no era muy lejos de ese camino viejo y deprimente, tal como se sentía la criatura que vigilaba la ciudad, desde ahí se podían escuchar el murmullo del rio que cruzaba el lugar, el meneo de los árboles, sonidos que ya el mismo monstruo conocía e interpretaba, fue así como dio media vuelta y comenzó a recorrer aquel solitario bosque y comenzó a lamentarse en la oscuridad como hacía cada noche, miro nuevamente hacía el cielo y la vio ahí, cuidándolo e iluminando su camino, solo dio un leve suspiro y prosiguió hacía aquella iglesia abandonada al pie de la montaña, un edificio pequeño a comparación de otros, pero con cimientos de piedra resistentes a los años, la puerta de madera estaba en pie y al abrirla producía un chirriante sonido, tenía unas cuantas ventanas aun intactas, las demás estaban rotas y dejaba entrar por ellas un aire gélido, las bancas de madera estaban tiradas y otras partidas por algún arranque de ira que tuvo la criatura muchos siglos atrás. Miro el lugar y suspiro nuevamente, el aire que entraba por las ventanas destruidas era gélido, podía notarse el aliento de la criatura al respirar, pero al ya no le importaba, hacía muchos años que no sentía el calor o el frio, tampoco el hambre o la locura, ni la necesidad de compañía ni de sueño, él se llamaba a su mismo un muerto en vida; Se recostó en la pared del viejo edificio y ahí cerro sus ojos sin resultado alguno, se sentaba en la oscuridad a esperar el pasar del tiempo, los libros viejos que había en la iglesia ya los había leído una y otra vez y el hacerlo era realmente absurdo, simplemente, se sentó en silencio a esperar el amanecer, que por alguna razón, le traía esperanzas.
A la mañana siguiente, el vio salir el sol desde el campanario de la iglesia, era un espectáculo realmente hermoso, ver a aquella esfera luminosa levantarse poco a poco, haciendo que el mundo despertase, que las aves cantasen y que los colores que avivaran, uno de los pocos placeres que tenía la bestia. Bajo de un salto del campanario y se dispuso a dar una pequeña caminata matutina, sus pasos fueron en cualquier dirección o al menos eso pensaba, fuera por coincidencia o por alguna jugarreta de su subconsciente, termino en aquel lugar donde se encontró a la pequeña y en el suelo pudo ver un pequeño relicario dorado en forma de corazón con la inicial "YK" en la parte trasera del objeto
-Lo habrá perdido anoche – Susurro la criatura mientras tomaba el objeto con aquel brazo con garras que tenía – Deberé dejarlo en su casa esta noche – Hablo consigo mismo guardando el pequeño objeto en su bolsillo y prosiguiendo con su caminata. Llegada la madrugada, tomo dirección hacía el pueblo, cubierto por el velo de la noche y avanzando entre el lugar con una enorme velocidad, solo parecía un relampagueante objeto rojo que en la oscuridad parecía una simple ilusión. Llego a la casa donde vivía la pequeña, realmente humilde, de dos pisos con un elegante jardín delantero y uno trasero protegido por una cerca de madera blanca, escalo sigilosamente por las paredes exteriores asomándose por las ventanas buscando señal de la pequeña hasta que la encontró, la habitación era de color verde manzana con algunas mariposas blancas dibujadas, había muchos juguetes regados en el piso y en la cama junto a la ventana había una pequeña niña dormida, cubierta por una sabana azul, la vio y sintió como el corazón le palpitaba un poco mas rápido, por primera vez en mas de un milenio se sentía alegre de encontrarse con alguien, aunque fuera solo una niña, no se sintió como una bestia junto a ella, abrió lentamente la ventana y salto hacía a la habitación, no fue mucho el ruido que hizo, miro de nuevo que la pequeña estuviera dormida y dejo el objeto en una mesita de noche junto a la puerta, fue entonces que escucho una pequeña voz
-Buenas noches – Era la pequeña Yuffie mirándolo con una tierna sonrisa
-Vuelve a dormir – Dijo acercándose nuevamente a la ventana
-¿A qué has venido? – Bostezo la niña
-Olvidaste esto – Dijo tomando nuevamente el relicario y depositándolo nuevamente en las manos de la pequeña
-¡Ahí estaba! Creí que lo había perdido, mamá y papá me regañaron mucho
-Lamento no habértelo podido traer antes, no puedo salir de día
-¿Eres un vampiro? – Dijo emocionada la niña asomando los pequeños colmillos
-No, pero la gente suele asustarse al verme – Dijo mientras volvía a recostarla en su cama y la arropaba
-Pensé mucho en ti y se me ocurrió una idea – Dijo la niña tomando un pequeño oso café, sus ojos eran de botón y tenía alguno que otro hilo suelto – Él es Fufu, es un buen amigo mío y quiero dártelo, podrá hacerte compañía, a veces es un poco quejumbroso, pero es bueno – Estiro sus pequeños brazos para ofrecérselo a la bestia, él lo tomo con ambas manos con cuidado de no dañarlo con las garras
-Muchas gracias – Dijo con una expresión realmente fría, pero se sentía muy conmovido en su corazón
-Y otra cosa, de ahora en adelante te llamare – Guardo silencio un momento mientras lo observaba – Vincent – Rio la niña para recostarse en la cama y cerrar sus ojos - ¿Volveremos a vernos? – Susurro con los ojos cerrados
-Si – Dijo Vincent acariciando la cabeza de la pequeña y sujetando al oso para salir por la ventana y recorrer todo el camino de forma silenciosa hasta su deprimente hogar, fue entonces que vio al pequeño oso y sintió algo cálido en su pecho, algo que creía muerto en el hace ya muchos años, se sentó en una de las bancas donde había un montón de hojas viejas y empolvadas con muchos escritos a cursiva por la mano de Vincent, algunos eran poemas, otros pensamientos tristes, pero lo que escribió fue totalmente diferente:
Martes 25 de Noviembre, me encontré con una pequeña niña perdida en los bosques, me acerque a ella y me dio el mejor regalo que jamás pudiese haber recibido, me acepto, la lleve hasta un lugar seguro y volví a verla al día siguiente para entregarle algo que le pertenecía y ella me dio una nueva pertenencia, una que ahora atesorare más que cualquier riqueza, me ha preguntado si nos volveríamos a ver y desde el fondo de mi corazón, deseo que sí.
Miro el escrito y lo dejo junto a los demás, para sentarse nuevamente en un rincón del lugar y cerrar sus ojos para esperar el amanecer.
