Disclaimer: Digimon no me pertenece. Este fic es para Sybilla's song por su cumpleaños, ¡felicidades!
Nota: Está ambientado en el final de la película Diaboromon Strikes Back.
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Eres idiota
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—Eres idiota.
—Gracias.
—Hablo en serio, idiota de verdad. No entiendo por qué soy tu amiga.
—Ya. Pues yo tampoco lo entiendo.
Mimi resopla. No es como se dice en las películas, no está más guapa cuando se enfada. Está fea. Con el ceño fruncido y los ojos pequeñitos de mirar mal a todo lo que le rodea. Pero está graciosa. Aunque Koushiro nunca lo admitiría.
—Se supone que eres educado.
—Lo soy. Mis padres me lo han inculcado.
—¿Entonces por qué me has recibido así?
—Mimi, de verdad, no sé por qué te lo tomas personal. Le habría puesto la misma cara a cualquiera.
—¡Es que yo no soy cualquiera! ¡Vengo desde Estados Unidos y lo primero que veo al llegar es esa cara!
—Era una situación complicada, un digimon estaba atacando la ciudad. ¿No te vale con eso?
Ella se cruza de brazos. Da largos pasos hasta la ventana y mira al cielo. Ya es de día, en su casa debe ser de noche. Nunca le ha gustado eso. Todo el mundo debería tener la misma hora, porque parece que ella vive tarde. En Japón se acaban los días cuando Mimi los está empezando y le da la sensación de que su tierra natal envejece demasiado rápido para ella.
Koushiro bosteza. Lleva despierto muchas horas seguidas. Ha sentido demasiadas emociones, sobre todo miedo y alivio. No tiene cabeza para pensar en ganarse el perdón de su amiga. Cuando cierra los párpados y apoya la cabeza en la mesa, no se da cuenta de que es una mala idea. Una muy mala.
Hikari entra en la habitación justo a tiempo para ver a Mimi vengándose. Se alegra de llevar su cámara siempre a mano. No se puede perder esa sonrisa traviesa, tampoco la boca abierta de Koushiro, ni la asombrosa pila de libros que puede soportar sobre la cabeza mientras duerme. Y se va, porque sabe que sobra en el lugar. Se asegurará de entretener a los demás un rato.
Unos minutos después se oye un golpe seco, fuerte. Y otros tres, tan seguidos que parecen uno solo. Menudo estruendo forman los libros al caer al suelo. Mimi se ríe cuando Koushiro abre un ojo.
—Duermes como un tronco.
—No eres cualquiera.
—¿Qué? —Ella se sonroja, él se estira.
—Que no eres cualquiera. Eres Mimi. La única capaz de entrar tan sonriente con lo que estaba pasando, de ponerme un montón de libros sobre la cabeza, de llorar si no te hago caso. Pase el tiempo que pase, siempre serás Mimi. Pero eso no significa que no ponga esa cara cuando tengo otras cosas en que pensar.
Ella se deja caer en la silla, con los ojos fijos en sus manos y la cara muy roja. Koushiro parece despertarse del todo.
—¿Te encuentras mal? Tienes mala pinta.
—¡Eres un idiota! ¡Eso no se le dice a una chica!
Y vuelta a empezar. Ninguno está seguro de que hablen el mismo idioma. Aunque, esta vez, ella sonríe cuando le da la espalda. Él solo quiere dormir, con libros incluidos si con eso Mimi se queda un poco más.
Al menos algo está claro. Nunca se van aburrir juntos.
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Querida Sybilla, espero que mi pequeño detalle haga aún más especial tu día. Como estoy sin ordenador, ando un poco desconectada y llevaba mucho sin revisar el calendario. El aviso de la nueva historia de Japi es lo que me ha recordado tu cumpleaños. Tendrías que haber visto mi cara, ha sido un poema. Así que he robado un ordenador y me he puesto a escribir como loca. No es gran cosa, pero no quería que te quedaras sin un regalito.
Gracias a Japi por recordármelo y por la inspiración (quien lea Inseguridades sabe de qué hablo, y quien no lo lea no sé a qué está esperando). Y feliz cumpleaños a Sybilla, ¡que cumplas muchos más!
