Beth's Boyfiend
Una historia de Walking Dead, que pertenece a sus respectivos autores, yo solo uso sus personajes para entretenimiento personal y no recibo ninguna clase de regalía o ganancia por ello.
/¡Hola!
Demonios, tengo mucho sin pasarme por acá, ya voy a darme un tiempo para actualizar todas mis historias pendientes, es justo y necesario. Espero que me perdonen por durar siglos para actualizar (llora amargamente en algún rincón).
En fin, esta vez les traigo una historia de Walking Dead, es mi primera historia publicada de este fandom y espero que no quede tan peor haha. Serán capítulos cortitos y fáciles de actualizar, o eso espero.
Son bienvenidas ideas, quejas, sugerencias y correcciones (mira que sigo sin beta).
Nos leemos luego!/
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La primera vez que Glenn ve al novio de Beth está tan sorprendido que apenas puede moverse, se queda ahí como imbécil a medio camino entre las escaleras de su edificio y el contenedor de basura; con las manos llenas de bolsas con restos de pizza de hace casi dos semanas, latas de Dr. Pepper, bolsas de frituras y demás porquerías que cualquier veinteañero, soltero y viviendo solo puede consumir.
¡En motocicleta! ¡Salvaje! Y en realidad no alcanza ni a verle la cara (para su mala suerte los Greene viven en las casas de la acera de enfrente, son pasadas de las siete de la tarde y el fulano tiene el cabello casi hasta los hombros y desarreglado, muy desarreglado), pero el tipo en cuestión debe tener los mejores brazos de toda la maldita Atlanta, brazos que se envuelven alrededor de la pequeña cintura de la ni tan inocente Beth.
La dulce Beth, quien siempre canta con su voz de ruiseñor en las reuniones mensuales de vecinos en el centro comunitario; la amable Beth, que siempre se ofrece de niñera para cuidar a Judith cuando al recién divorciado Rick se le juntan las horas extras en la comisaria; la tierna Beth que rescata gatos en medio de la lluvia para que nadie los vaya a atropellar; Beth, de dieciocho recién cumplidas primaveras, con todo un futuro brillante por delante. ESA BETH ANDA CON ESE TIPO.
Debe de ser por lo menos unos diez años mayor que ella, que digo diez, ¡Unos quince! El tipo sin duda es mayor que Glenn. Lleva, además del cabello largo, toda la pinta de ser uno de esos motociclistas que se pelean a golpes y a botellazos en los bares a la más mínima provocación: jeans desgastadísimos, botas de trabajo bien trabajadas, la típica camisa de cuadros negros y rojos, pero con la variación de que las mangas parecen haber sido arrancadas, nótese ni siquiera cortadas. ¡Por Dios, ya empezó el otoño! ¿Qué no tiene ni un poquito de frío?
Ve a la rubia reír de algo que el tipo le dice bajito al oído, separarse un poco para darle un beso rápido y correr casa adentro. El tipo no se mueve, sigue sentado sobre su moto como esperando algo y Glenn también sigue ahí parado, pensando en si debe llamar a Maggie o a la policía o a los cazafantasmas, okey no, eso no. Pero tanta es su concentración en el asunto, que Amy, (su vecina del departamento de enfrente que también lleva su basura a tirar), se dá de bruces contra él e inmediatamente comienza lo que sin duda es una grosería, pero Glenn se voltea inmediatamente y la mira suplicante para que no haga ruido alguno. Esta seguro que el tipo podría reaccionar mal de saber que tiene como diez minutos espiándolo.
– ¡Glenn! ¿Qué dem…?
– ¡Shhh!
– ¡No me chites!
– ¡SHH!
Como puede se agazapa entre la RV de Dale y la pickup de T-Dog, y le hace señas para que voltee al otro lado de la calle y Amy tan chismosa que es, inmediatamente capta el mensaje. Gleen puede ver perfectamente como su expresión cambia de molestia a evaluadora curiosidad, y de curiosidad a total asombro y entonces él se vuelve a incorporar para seguir mirando.
La menor de las Greene ha salido de nuevo, lleva entre sus manos una bolsa de papel grande y un termo, se las entrega al pervertido misterioso, quien las acomoda meticulosamente en las bolsas laterales de su moto (Esta vez Amy también se agacha para evitar ser descubierta). Luego enciende el motor y su novia le da un abrazo rápido antes de devolverse a la casa, y solo después de que se ha asegurado de que Beth cierra bien la puerta, el tipo se arranca y se pierde entre la noche.
Glenn se levanta entonces, le dirige una mirada a su vecina que sigue mirando a la casa de enfrente como tratando de armar todo el rompecabezas; y al ver que no se mueve se adelanta y bota sus bolsas de basura si siquiera mirar, por el escándalo seguramente Amy hizo lo mismo. Ambos entran al edificio sin decir ni pío.
– ¡¿Qué acaba de pasar?!– Amy explota apenas cruzan la puerta de su departamento.
– Carajo...
Ni siquiera intenta definirlo, su mente aun no acaba de procesarlo. Se deja caer pesadamente en el sofá de las Harrison, deja escapar un suspiro largo y se queda mirando al techo. Amy se sienta en el piso recargando la espada en el mismo sofá.
– ¿Cómo es que Beth se consigue un hombre así y yo no?
Eso logra sacarle una risa. Ambas son rubias y bonitas, pero Beth tiene ese encanto de chica tímida del campo, sabe bordar y hacer pays, todos los animales le gustan y tiene los ojos grandes y expresivos; Amy es más la típica adolescente de ciudad, con muchos amigos en Facebook y la suficiente actitud para haber estado en el escuadrón de porristas de la secundaria.
– ¿Amy? ¿Amy, la reina del drama? No sabía que te gustaban así...
– ¿Y a quién no? ¡¿Que no viste al tipo!? ¡Ay bendito!...
– ¡AMY!
– ¿QUÉ?span style="mso-spacerun: yes;" /spanEs la verdad...
Ambos ríen un buen rato esta vez, y se quedan luego en silencio, como desinflados, sin duda aun están en shock.
– ¿Crees que la esté amenazando o algo?
– Yo digo que le quitó la virginidad...
–¡AMY! – Le avienta el primer cojín que le queda al alcance, pero la rubia logra esquivarlo fácilmente.
– Oh, por favor. No se me ocurre otra manera de ande con un tipo así. Piénsalo, le hizo el amor lentamente, una tarde cerca del bosque al calor del verano, en la caja de su vieja pickup. ¡Imagínate! ¡Así ni como negarse!
Y por supuesto que puede imaginarlo: una tarde entera de risas, miradas de complicidad y roces tímidos de piel; un romántico picnic junto al lago; Beth ahí tumbada entre las flores, el sol haciendo brillar su cabello, con su mejor vestido floreado siendo levantado poco a poco, las mejillas coloreadas, los ojos brillantes y los labios rojos de tanto besar; unas manos ásperas paseando por la piel tersa de sus muslos, unos brazos fuertes que lo aprietan contra un cuerpo desconocido, contra ese aroma masculino que lentamente hace que pierda la cordura…
– Ni siquiera sabemos si el tipo tiene una pickup, parece de esos que van en moto hasta a la tienda de la esquina– Añade cuando nota que Amy se le queda mirando como esperando una respuesta.
La imagen mental le produce una sensación extraña dentro de sí, Glenn podrá negar lo que quiera, pero ese malestar se queda con él hasta muy entrada la noche, mientras se retuerce entre sus sabanas y mira por un largo tiempo hacia la ventana, tentado a asomarse, esperando a ver esa motocicleta estacionada frente al buzón de los Greene.
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