Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, todo es obra de J.K Rowling. Solo la historia y unos pocos personajes son de mi imaginación.

Advertencias: Violencia, tortura, Harry Harem, Harry Criatura.

Arregle la última parte y algunas cosas les sugiero que le den un vistazo.

o0o0o0o

I

Ira desatada

El cielo estaba teñido de rojo por las explosiones lejanas. Un hombre atravesaba las ruinas de una ciudad, carga en brazos el cuerpo sin vida de una mujer dejando un rastro de sangre sobre las piedras azuladas.

¡Lord Hyron! –grita otro hombre con una armadura negra y azul corre hacia ellos. Aunque de armadura solo quedan piezas partidas.

Hragon… –responde Hyron antes de caer de rodillas debilitado, sin soltar el cuerpo de su mujer aunque sus fuerzas se le escapan.

Su majestad, debemos sanar sus heridas, –Hragon retira su casco revelando su cabello gris oscuro. –Mi señor… la reina… –dice al ver el cuerpo sin vida de la mujer.

No hay tiempo, Hragon, ayúdame a llegar a la sala del trono.

Hragon le ayuda a levantarse pero el sacude los brazos.

No, a mi no, solo carga a Thania, no la puedo dejar aquí.

Hragon levanta el cuerpo de la mujer mientras Hyron se vuelve a alzar con dificultad del piso. Una de las piernas la tenía bañada en sangre y se le ve el hueso, la armadura esta irreconocible, parece más un manojo de metal y hierro.

No dejare… que los humanos ganen este lugar…– Hyron tose mientras se dirigen a las puertas de un castillo en ruinas.

Aún podemos ganar, milord.

Nuestros aliados nos han abandonado, Hragon, la humanidad ha ganado demasiado poder mahnico para que los dos podamos contra ellos. Mira lo que le han hecho a mi amada Thania después de pasar cinco días capturada por ellos.

Hragon mira al cuerpo de la reina. La que alguna vez fue la mujer más hermosa del Clan Hydraigous, estaba irreconocible. Una herida la abría toda desde entre las piernas hasta el pecho, el interior esta vacío, le han sacado todo. Solo podía imaginar todo el dolor que tuvo que soportar, ya que sabe que los humanos mantenían concientes a sus prisioneros durante todo el proceso.

Es horrendo, ¿cómo a esas viles criaturas les pudo venir la idea de que torturando a las criaturas ancestrales pueden robar el Mahna y utilizarlo ellos?

No tengo la menor… –se detiene frente a la puerta a toser más sangre, apoya las manos frente a la puerta de metal.

Milord, debería descansar…

Olvídalo, Hragon, no me queda mucho… tiempo y prefiero defender la tierra sagrada de los Hydraigous.

Pero si no quedan más de ustedes…

Muévete, viejo amigo…

Hyron empuja la puerta principal y arrastra los pies por varios pasillos, están igual de mal que la ciudad y se puede percibir el olor del fuego a la distancia, tambien las nubes oscuras de humo apagando el color del cielo.

Majestad… esta no es la sala del trono…– dice Hragon con inseguridad al notar las puertas negras con runas rojas y azules.

No, esta… mi viejo amigo, –Hyron hace un esfuerzo por respirar, –es la sala de la guerra… dejamos de usarla después del tercer conflicto… con los tritones y sirenas.

Majestad, deje de hablar, –Hragon le mira con angustia pero el hombre hace un simple ademán con la mano y empuja la puerta.

Dentro hay una sala llena de polvo y maleza. Una enorme mesa en forma de media volteaba hacia una tarima, después le sigue tres sillas de piedras ornamentadas que parecen creadas por manos hábiles; pero no se comparan en nada a las ultimas dos, un par de tronos empolvados llenos de musgo y maleza, apenas se puede ver el color ónix de los tronos.

Hyron empieza a caminar hasta los tronos.

Hragon… se que será mucho pedir esto… pero; –casi se cae de rodillas al suelo sino se hubiera sostenido de una de las sillas.

Hragon deja a la reina con mucho cuidado en el piso, soltándose la capa para cubrirla y se acerca a Hyron, ayudando a que pueda llegar a uno de los tronos. Hyron logra sentarse sobre el más grande, donde de un lado estaba una espada tan larga como él y eso que casi supera los dos metros. El arma es puramente negra con tintes rojizos y anaranjados a lo largo de la hoja, la empuñadura en forma de alas en ambos lados.

Pon a Thania en el otro trono… merecemos irnos juntos.

Hragon de mala gana obedece, volviendo a levantar en brazos a la reina y llevándola en el otro trono, asegurando de cubrirla mejor con la sabanas.

Mi señor, ¿me quería pedir algo? –pregunta mientras Hyron toma en sus manos la espada.

De inmediato las alas se levantan hacia la hoja formando un arco triple con otros dos pares de alas.

No me queda… mucho tiempo más… Los Hydraigous han acabado su existencia y nuestra era se extingue… –tose dejando caer la sangre sobre el trono, inmediatamente esta es absorbida por el metal.

¡Su majestad no diga eso!

Cállate y escucha, no me queda nadie, mis concubinas están muertas y mi reina asesinada cruelmente… no se donde quedo el único de mis nietos que se que aún… esta vivo. No puedo dejar… que este reino caiga en manos humanas.

Levanta con dificultad la espada y la apunta al suelo.

Ve en su búsqueda, Hragon… Necesitaran a lo Hydraigous cuando llegue el momento… y necesitarán de tu guía… busca a mis descendientes, a los únicos que serán puros de sangre…

Clava con fuerza la espada en el suelo por un hueco en forma de estrella. Inyectando lo poco que le quedaba de mahna en el arma. El suelo brilla de un intenso azul eléctrico formando un patrón de runas y líneas por toda la habitación y el exterior, llagando más allá del castillo y hacia la tierra que lo rodeaba.

¡Solo los puros de sangre podrán volver al reino… y darle vida!

La tierra tiembla y truena.

Para horror del único ejercito en las cercanías, ve como una gigantesca isla se levanta por los aires, dejándolos atrás. Solo pueden ver desde abajo como el gigantesco cristal rojo como la sangre brilla propulsando la isla hacia arriba, desapareciendo entre las nubes y ascendiendo aún más. Hasta que el brillo de los cristales incrustados en la parte inferior desaparecieran.

Nadie vio la distante sombra de un dragón desaparecer en la distancia. Hragon tiene una misión que cumplir, sin importar los años que tarde en lograrlo.

¡No canten victoria aún, esta no es la última vez que sabrán de los Hydraigous! –ruge el wyvern mientras se aleja.

x-x-0-x-x

Hadrian despierta bruscamente, sacudiendo la cabeza de lado a lado. Sus ojos verde amarillentos tardan en acostumbrarse a la poca luz que entra por la ventana desde la calle, pero estos parecen dos faros en la oscuridad. Se sienta con pereza sobre la cama tratando de recordar que le había despertado. Solo tiene cuatro años y hasta él sabe lo importante que es dormir.

Recuerda todavía el sueño, un poco extraño eso si, había estado en una tierra muy hermosa donde puede ver las estrellas tan cerca que las puede tocar, pareció un mundo sacado de uno de sus libros de cuentos.

Hadrian deja de pensar en eso y mira su alrededor, puede ver la cuna de su hermano menor del otro lado, por suerte Connor aún no se levanta. Duda que lo haga pronto, el bebé suele dormir la noche entera sin problema, aunque pasara el camión de la basura. No es su caso, siempre se despertaba por cualquier minima cosa, no saben porque ninguno de sus familiares. Solo sucede.

–Que fastidio, –se queja antes de descender al suelo.

No esta seguro de porque pero algo en el ambiente le pone los pelos de punta, no es por el frío, aún estaban en otoño. De momento lo ignora y sale de la habitación, tal vez podría pasar un rato con sus abuelos. Incluso comer un pedazo de su pastel de cumpleaños.

Camina por el pasillo, esta adornado con calabazas y brujas feas en escobas que volaban de un lado a otro. Sonríe al recordar que su padre llevo a Connor y a él a pedir dulces de puerta en puerta esa tarde. Aunque no se pudieron quedar para celebrar el resto de su cumpleaños, se tuvieron que ir a una reunión. Sabe que es de un grupo o algo así, pero desconoce el nombre.

–¿Charlus, quieres un café? –escucha a su abuela en la cocina cuando alcanza las escaleras.

–Me vendría bien… ¿Harry, qué haces despierto? –pregunta su abuelo cuando lo nota.

Es un hombre entrado en sus setenta, con el cabello plateado y ojos castaño claros detrás de unos grandes lentes cuadrados. Viste una bata de dormir color café.

–No puedo dormir, –contesta Hadrian restregando uno de sus ojos. Solo sus familiares y amigos cercanos le decían Harry.

–Demasiada emoción ¿eh? –Charlus sube las escaleras para cargar a su nieto. Le revuelve el cabello negro como la noche del niño.

–Abuelo, me despeinas, –Hadrian se ríe mientras descienden los últimos escalones y van a la cocina.

–¿El cumpleañero sigue levantado? –pregunta Dorea, una mujer bonachona de la misma edad que Charlus, su cabello aún tiene rastros negro. Sus ojos tienen un color azul oscuro.

–Quiero pastel, –habla Hadrian con una enorme sonrisa.

–A este paso no podrás dormir, –ríe Charlus.

–Mejor te preparare un chocolate caliente, –sonríe Dorea, –¿por qué no dejas que tu abuelo te lea uno de tus libros?

Hadrian afirma moviendo la cabeza con violencia. Charlus lo deja en el suelo y corre a la sala, donde sabe que esta su baúl de juguetes. Ya no hay el desastre de dulces y juguetes que Hadrian junto con sus primos Altaír y Lyra habían causado. Sus primos se fueron hace horas, cuando su tía vino a buscarlos.

Abre el cofre, empezando a buscar algún libro cuando se detiene nuevamente. Puede sentir su cabello erizarse, aunque no se le note. Deja de buscar para mirar a su alrededor, no estaba seguro porque pero se siente observado y no es ninguno de sus abuelos. Puede oler algo en el aire, nada que él conociera, pero le esta dando miedo.

–¿Qué pasa, Harry?, ¿tienes frío? –pregunta Dorea mientras entraba a la sala y nota el temblor de su nieto.

Hadrian niega con la cabeza, estaba bien abrigado con su pijama y aún esta la chimenea encendida. Una sensación electrizante le recorre la espalda y voltea de golpe hacia la cocina. Suelta un grito cuando ve del otro lado de una de las ventanas un par de ojos rojos.

–Harry, tranquilo, –dice Charlus acercándose al niño, –¿por qué gritas?

–Vi- vi- vi- algo, –tartamudea el pequeño señalando la cocina. Mira de nuevo y la luz brillante de un relámpago ilumina una figura sombría en la ventana. Pero su grito se vio apagado por la el rugir del trueno.

–Tranquilo, tranquilo Harry. Solo es una tormenta que se acerca, no te pasará nada mientras estés en casa.

–Pe-pe-pe-pero… –intenta advertir Hadrian, mirando con miedo a la cocina, ya no ve al hombre encapuchado o los ojos rojos. –Yo vi algo…

Dorea le da la taza con chocolate caliente.

–Seguramente fue la luz del trueno, cariño, no te preocupes nada te hará daño.

Hadrian mira a su abuela, no esta seguro de creerle a su abuela, seguía teniendo una horrible sensación y un olor impregna el aire que no puede identificarlo.

–Traeré galletas, creo que eso te levantará el animo, –Charlus camina hacia la cocina, –los rayos asustan a cualquiera.

–No, no, no, abuelo, –murmura Hadrian y camina rápido detrás del anciano.

Pero el niño se detiene a pocos pasos de la puerta de atrás. Un miedo irracional comienza a apoderarse de él y poco a poco voltea ver el cristal de la puerta. La lámpara de la terraza estaba apagada, pero podía ver la perfecta silueta de alguien detrás del pórtico.

–Abuelo… abuelo… ¡Abuelo! –empieza a llamar a Charlus hasta el punto de gritar.

Pero su abuelo tarda mucho en darse cuenta. Hadrian ve como se ilumina el cerrojo de la puerta antes de que se abriera de golpe, azotándose contra la pared.

El niño ve con terror al hombre mientras retira su caperuza. Conociendo por primera vez en su vida al hombre más temido del mundo mágico, Lord Voldemort. Tiene la piel gris piedra con una textura escamosa, lo único que le permite respirar son dos ranuras en su rostro. Pero lo que más le causa un escalofrío a Hadrian son los ojos como rubí.

–¿Hay alguien en casa? –dice Voldemort sarcástico mientras mira al aterrorizado niño.

–¡Tú! –grita Charlus poniéndose pálido al ver al Señor Tenebroso. –¡Harry, corre!

Pero el moreno no puede moverse. Las piernas no le responden por más que lo intenta, todo su cuerpo comienza a arder y algo en su interior le grita peligro; pero aún así no puede moverse.

–¡Dorea, agarra a Hadrian y a Connor, corre!

Dorea corre hacia Hadrian y lo levanta en brazos antes de seguir hacia las escaleras.

El niño apenas sale de su parálisis cuando su abuela corre escaleras arriba, puede escuchar la voz de su abuelo aún peleando con el intruso.

–¡No, no vas a pasar! –escucha a Charlus.

–¡Cállate, viejo decrepito, no puedes hacer nada! –brama Voldemort.

–Solo ne…

Pero Hadrian nunca escucha la frase entera de su abuelo, solo quedo cegado por una potente luz verde. Siente a su abuela detenerse a la mitad de las escaleras.

–Charlus…– dice Dorea llorando con la voz temblorosa antes de seguir subiendo.

–¿Abuela qué fue eso?

–Shhh guarda silencio, Harry, tenemos que huir.

Hadrian va a preguntar cuando ve un resplandor rojo golpear a su abuela. Ambos caen contra los escalones y la mujer empieza a gritar, retorciéndose en la escalinata.

–¡Abuela, abuela, ¿qué pasa?! –Hadrian se incorpora y trata de ignorar el dolor de la espalda. Tiene que ayudar a su abuela.

–¡Corre! –Dorea apenas puede hablar entre los gritos.

–Pero…

–¡Corre, Hadrian, corre!

Hadrian se levanta del escalón y sube lo más rápido que puede la escalera. No sabe que ocurre todavía, ni esta seguro de querer saberlo. Solo puede sentir que su vida corre peligro. En ese momento deseaba que sus padres estuvieran en casa, incluso regañándolo por alguna travesura, y no en cualquier otra parte.

–Ahora es tu turno, anciana, –la voz de Voldemort resuena en el pasillo y por segunda vez, Hadrian ve el resplandor verde iluminar el pasillo.

Un horrible hedor impregna el aire de la casa por segunda vez, pero Hadrian no es capaz de reconocer de que es, nunca ha percibido algo así. Aún así no retiene su carrera hasta alcanzar el ultimo cuarto del pasillo.

Entro por la puerta de su habitación y la cerró, como si quisiera poner algún freno al hombre serpiente.

–¿Ary? – dice Connor sentado sobre su colchón y mirando a Hadrian con sus ojos verdes, mientras se chupa el pulgar derecho.

–Connor, – pone un dedo sobre sus labios y hace el ruido característico para pedirle silencio, –guarda silencio.

Se acerca a la cuna y usando un banco de plástico libera el seguro metálico que sujeta la baranda y esta cae con un sonido hueco. Con mucho esfuerzo, saca a su hermano de la cuna, a veces es una ventaja ser más alto que los niños de su edad. Pero antes de que pueda terminar de sacarlo, la puerta se abre de golpe con una fuerte explosión, haciendo volar varios pedazos de madera en el interior del cuarto. Hadrian logra cubrir a Connor con su cuerpo recibiendo los golpes de los trozos, solo recibiendo arañazos y una herida profunda en la cabeza.

–Cucú ¿hay alguien en casa? –dice Voldemort con un tono sádico. Pasa su lengua partida como si fuera de serpiente al ver al bebé. –Connor Potter, justo a quien yo buscaba.

–¡No lo tocaras! –Hadrian suelta a su hermano, para encarar a Voldemort.

Su cuerpo tiembla mientras una sensación fría le recorre cada fibra de su cuerpo. Siente la necesidad de correr, de huir de esa casa y dejar todo sin mirar atrás; pero no va a dejar a su hermano, no puede.

–Como siempre, típico de los Gryffindor, valientes y estúpidos, –Voldemort saca su varita de la manga y juega con ella entre sus dedos. –Dime, pequeño y tonto Potter, ¿qué me vas a hacer?

Con torpeza, Hadrian recoge una espada de juguete del suelo y apunta al hombre con ella.

Voldemort ríe con tal fuerza que provoca escalofríos en el niño.

Crucio –dice apuntando al moreno con ella.

Hadrian solo ve la varita iluminarse de rojo, antes de que un rayo de luz del mismo color golpearle en el pecho.

De inmediato todo su mundo se convierte solo en dolor, como si barras de acero caliente le atraviesan cada parte de su cuerpo. Cae al suelo retorciendo y gritando. Nunca había sentido algo así en su vida, siente como su interior va aumentando la temperatura, empezando a perder la conciencia entre el dolor y la fiebre.

Lo que le parece una eternidad, acaba en menos de dos minutos. Los oídos le zumban y apenas puede ver manchas borrosas, solo sabe que su hermano esta llorando y gritando.

–No te preocupes, pequeño Connor Potter, tambien tendrás tu parte, –sonríe Voldemort viendo al bebe.

El niño de un año ve a su hermano con ojos llorosos. Hadrian se mantiene en posición fetal en el suelo, gimiendo a pesar de que el dolor es menos, sus nervios están sensibles y no ayuda que sienta su cuerpo arder como lava.

–Solo me divertiré con tu hermano. ¡Diffindo!

Hadrian grita de agonía cuando su pierna sufre un corte profundo que casi le cercena la pierna entera. Él a duras penas ve lo que queda de su extremidad, encontrando el hueso expuesto y el pie casi colgando.

Pero las cosas no terminan ahí, su cuerpo recibe varios ataques del mismo hechizo, haciendo trizas su pijama y llenando de sangre el suelo. Hadrian ya no esta seguro de que es real o no, solo existe el dolor y la crueldad. Luchaba por mantenerse conciente, debe cuidar a Connor hasta la muerte si es necesario, eso hacen los hermanos mayores.

–Creo que ni tu madre te reconocería, Potter, –ríe Voldemort al ver la masa de sangre y heridas abiertas que convirtió al mayor de los Potter. –¿Listo para pedirme piedad? –sonríe con malicia.

Pero Hadrian no es capas de contestar, su vista esta borrosa casi negra. Lo único que es capaz de sentir es ira, furia que le cubre cada parte de su mente. Abre los ojos de golpe, sus ojos verdes desaparecen hasta ser completamente negros; solo pasan unos segundos antes que en el centro se forme un chispazo, convirtiendo el iris negro en un centro de fuego liquido.

–¿No dirás nada? Muy bien, –Voldemort vuelve a apuntarle dispuesto a seguir.

Pero un gruñido amenazante lo retiene, mira con el seño fruncido al niño.

Hadrian gira bruscamente su cabeza, sus ojos ya no parecen humanos, completamente de color fuego, brillan de manera espectral como dos lámparas. El gruñido viene desde lo profundo de su garganta.

–¿Ahora imitas un león? –el Señor Tenebroso ríe, pero su voz se nota tensa. Aquel gruñido no parece salido de un humano.

Hadrian abre la boca, mostrando sus dientes ahora afilados y que siguen creciendo, y ruge haciendo temblar la estructura del cuarto. Se arrastra hasta quedar frente a Voldemort, a pesar de que su estado lo hace imposible moverse logra mantenerse a gatas.

El Señor Tenebroso mira con incomodidad como las heridas que le dejo empiezan a cerrarse, y como cada eslabón de la columna empieza a saltar y marcarse bajo la piel, dándole un extraño aspecto en la espalda.

¡Avada kedavra!– brama lo primero que se le viene a la mente. Viendo con satisfacción como de la punta de su varita sale la maldición asesina.

Pero una columna de llamas protege al niño, lenguas de fuego negro y rojo devoran la maldición.

–¡¿Qué demonios?! –es lo único que se ve capas de pronunciar Voldemort.

Horrorizado ve como las llamas se concentran en el centro, la maldición ahora combinada con las llamas se dispara contra él. Solo tiene unos segundos para entender que es lo que esta por pasar.

El cuerpo de Voldemort se cubre de las llamas negras, convirtiendo su existencia en un infierno. Aún conciente puede sentir como su alma es lentamente desgarrada del cuerpo. No era nada comparado con la maldición Cruciatus, aquello es peor.

Con una fuerte potencia, el piso superior de la casa estalla en llamas negras. Solo quedando a la vista Connor que lloraba asustado, y Hadrian empapado en más sangre junto a las cenizas de lo que alguna vez fue el Señor Tenebroso.

Dos formas de humo salieron de las cenizas de lo que alguna vez fue el cuerpo del Señor Tenebroso. La más grande huye de la casa desapareciendo en la noche, gritando de agonía. La segunda más pequeña casi como si fuera un niño se arrastra lejos de Hadrian, aterrorizado de lo que le pueda hacer, se adhiere a lo único aún intacto en ese sitio: Connor.

Hadrian ni siquiera escucha el llanto de su hermano menor, desgarrando la noche cuando la piel de su frente se abre una herida con la forma de un rayo. Él solo se queda ahí en el suelo con los ojos como el fuego mirando la nada y las llamas que consumen todo. Cae de lado sobre el piso, mientras su cuerpo comenzaba a sanar, cerrando los ojos para no despertar en un buen tiempo.

x-x-0-x-x

La primera vez que Hadrian estuvo conciente, apenas es capaz de notar lo que sucede a su alrededor.

–¡Rápido, hay que llevarlo al quirófano!

Escucha voces a su alrededor pero sus ojos no logran ver nada, solo manchones borrosos y un techo demasiado blanco para que lo pueda resistir.

–¿Podrá salvar a mi hijo? ¡Tiene que salvarlo, por favor! –Lily corre al lado de la camilla de su hijo mayor.

Veinte minutos atrás, los Potter, Dumbledore, Sirius, Remus y Moody dejaron su reunión en Hogwarts para aparecerse en la casa 11º del Valle de Godric. Habían estado en medio de una reunión de la Orden del Fénix, cuando el relicario que siempre lleva la pelirroja se rajo en ambas fotos de sus hijos y empezó a soltar un horrible chirrido. Eso solo indicaba que sus hijos estaban en un enorme peligro.

Les tomo un par de minutos llegar a la cabaña, solo para ver como la parte superior estallo con una explosión infernal, consumiendo poco a poco la casa. Lily y James no pudieron hacer más que ver con horror las llamas, mientras los otros cuatro destruían los hechizos de anti-aparición y anti-red flu. Cuando terminaron con los hechizos corrieron hacia sus hijos, encontrando los cuerpos de Dorea y Charlus siendo consumidos por las llamas, pero nada pudo prepararles para el estado de Hadrian.

Tiene la piel abierta, mutilada por los continuos ataques del Diffindo y la Cruciatus, casi parece como escamosa; huesos expuestos; las extremidades casi cercenadas. Sin contar con la alta temperatura de su cuerpo, haciendo que tocarlo sea casi imposible.

–No podemos decirle mucho, señora Potter, de momento tenemos que reparar los daños provocados por magia. Debemos tratar unir de nuevo los brazos y piernas, trataremos de…

–¡Te dije que lo lleváramos al Hospital St. Thomas, James, los muggles tienen más conocimiento con estas cosas! –brama Lily mirando a su esposo.

–No digas tonterías, Lily, no recibirá mejor tratamiento que en San Mungo, –contesta James.

Hadrian ni siquiera se esfuerza en ubicar las voces. Siente el cuerpo pesado y débil, no le ayuda sentir su cuerpo como si él se hubiera convertido en el sol. Arde y parece que no vaya a terminar. Intenta hablar pero no sale nada, su garganta esta seca, empieza a perder las fuerzas y el pecho le duele.

Lentamente siente como el sueño le gana, empezando a perder la conciencia. Solo pudo escuchar a las medibrujas hablar asustadas.

–¡Los latidos del corazón descienden drásticamente! –grita una.

–¡Rápido, no esperemos un ascensor, aparézcanse en la sala de emergencias! –contesta un medimago.

Pero el mundo del niño se convierte en oscuridad y no puede oír nada más.

Hadrian no sabe cuanto tiempo lleva con los ojos cerrados, empieza a sentir una brisa fría acariciar su piel y aves cantando a lo lejos. Algo extraño ya que no recuerda haberse dormido en un parque, ni siquiera recuerda donde esta o que pasa.

Se fuerza por abrir los ojos y mirar donde se encuentra.

Solo puede ver un pasto de un verde esmeralda frente a él con el pastizal demasiado largo para ver más allá, esta boca abajo en algún campo abierto. Gruñe ligeramente antes de incorporarse mejor, siente el cuerpo tieso y agarrotado, como si hubiera dormido sobre una cama de piedra y en mala posición. Estira su cuerpo antes de mirar a su alrededor.

Esta en medio de una plaza o mercado abandonado, los edificios a su alrededor son ruinas consumidas por el tiempo y la maleza, enormes árboles atraviesan las paredes de roca y sus raíces destrozan las calles.

–¿Hola? –pregunta en voz alta y esta hace eco entre las estructuras.

No recibe respuesta, no es que espere una. Algo le dice que es el único en ese sitio. Mira al cielo y abre los ojos con sorpresa, nunca ha visto un cielo tan despejado y las estrellas tan cerca o tantas como las que ve ahora, puede sentir que si se estira lo suficiente las tocaría.

–¿Dónde estoy?

Se levanta del suelo con dificultad, le duele un poco el cuerpo pero no le es insoportable. Dudando un poco de si debe moverse o no, empieza a caminar por entre los edificios. Se sentía extraño, en el fondo de su mente escuchaba que alguien lo llamaba, parece que se intensifica a medida que avanza.

Todo tiene el mismo aspecto desastroso y abandonado, no puede reconocer nada, tampoco tiene el conocimiento suficiente para reconocer la arquitectura. A lo lejos vio enormes estatuas que parecen rodear la ciudad o al menos hacer de protecciones.

–Que lugar más…

Pero un eco lejano detiene su frase. Mira de un lado a otro buscando el origen, pero no logra ubicarlo de donde proviene. El sonido parece más un murmullo que no logra identificar.

A pesar de no saber donde se encuentra, ese sitio le hace sentir en calma, familiar. Es extraño pensar así, ya que ese lugar parece haber sido abandonado hace muchos años.

El eco regresa pero este se oye aún más cerca, recorriendo su espalda como una corriente eléctrica. No es una voz, es un gruñido pero no parece humano. Esta demasiado cerca para el gusto de Hadrian.

Pero más que nada se siente observado y una necesidad creciente de defenderse.

El niño gira poco a poco hasta mirar hacia su espalda, donde su propia sobra esta marcada por la luz de la luna, se ve normal y de su tamaño, pero por alguna razón la siente diferente.

De inmediato nota como dos ojos de fuego aparecen en su sombra, a la altura de los del niño. Hadrian presiente algo extraño, como si los dos son entidades diferentes y a la vez iguales.

La sombra le gruñe y se detiene, como si esperara una respuesta.

Hadrian solo inclina la cabeza con confusión, solo siente un cosquilleo en la garganta y en alguna parte de su cerebro, como si algo le dijera que conteste. Pero le parece absurdo, un niño no gruñe y menos a su propia sombra.

Esta se empieza a separar de la pared, formando un niño sombra ahora. Este se le queda mirando antes de salir corriendo por un lado, llevando su silueta cada ves más lejos.

Hadrian, por alguna razón, siente el impulso de seguirla y se lanza a correr tras ella. Pero por más que usa toda la fuerza que tiene sus pies no le alcanza, ni siquiera se da cuenta que el mundo a su alrededor se distorsiona, empezando a ser un manchón de colores. Lo único que puede hacer es ver la silueta frente a él. Resaltada por un aura roja como la sangre pero brillante como el fuego.

El niño casi logra tocar la sombra con los dedos cuando esta sale disparada hacia el cielo, deformándose en otra cosa. Hadrian puede jurar que sus brazos se alargan y ensanchan, formando alas mientras desaparece entre las estrellas.

Como en muchas ocasiones, el niño deseo poder seguirlo, poder volar de verdad. Pero ese momento algo en su interior, clamaba por conquistar el cielo de verdad, sentía los vientos y las estrellas llamarle.

La oscuridad clamo de nuevo la conciencia del niño.

Hadrian abre los ojos pero casi los cierra de inmediato, todo estaba muy blanco y brillante para su gusto. Intenta frotarse los ojos con las manos, pero es un poco difícil cuando nota algo duro y frío sobre sus manos, es doloroso incluso moverlas.

El niño vuelve a abrir los ojos, parpadeando para acostumbrar sus ojos. Mira su cuerpo y su alrededor, tratando de entender donde esta.

Es un niño algo alto para su edad con un cabello negro enmarañado e incontrolable, como el de su padre, aunque le parece que ya no es un nido de pájaros, -como lo llamaba su madre-; incluso el destello rojo que apenas se veía antes, ahora se ve claramente en cada punta y se parecen a la sangre. Su piel alabastra esta cubierta de vendas debajo de una bata de hospital, en la cara tiene algunos parches hechos de gasas, ocultando su perfil casi aristocrático que heredo de su abuela Dorea; puede ver algunos vendajes debajo de la bata de hospital. Lo único que casi estaba intacto son los penetrantes ojos verde amarillento, siempre ha dominado el verde en la mayoría del iris y el amarillo solo rodeaba la pupila; pero no ahora, ambos colores parecían ahora luchar por espacio pero esta vez se ve ago de naranja.

En las manos tiene dos agujas gruesas con una esfera de color diferente: la punta roja parpadea lento y constante, esta lee los signos vitales; la punta azul esta apagada en ese momento, esta inyecta medicamentos directamente al torrente sanguíneo.

El moreno toca su rostro con cuidado hasta encontrar un tubo de plástico, este le ofrece oxigeno por una caja con grabados de runas.

–¡Señorito Potter! –grita una medibruja que entra en la sala de cuidados intensivos.

Hadrian confundido mira a la mujer.

–¿Dónde estoy?

Pero la medibruja no contesta y sale corriendo hacia el pasillo.

–¡Dr. Mateus, dr. Mateus –el niño le escucha gritar y alejarse, –Hadrian Potter ha despertado!

Hadrian ignora la conmoción que hay en los corredores para mirarse de nuevo. No recuerda lo ocurrido, solo a un extraño hombre de piel escamosa y una luz verde. No entiende porque esta vendado o porque siente un cosquilleo incomodo en sus extremidades.

Sin pensar en las consecuencias, el niño comienza a desatar las vendas de su mano izquierda. Esperando ver cicatrices o algunas heridas todavía frescas, pero se lleva una sorpresa.

Debajo de las vendas su piel estaba de un gris y arrugada. Pasa la mano sobre sus dedos, encontrando que esta tiene una textura como de papel arrugado y más gruesa de lo normal. Agarra una parte y empieza a tirar de esta.

Poco a poco saca la piel como si fuera pedazos de papel pegados. Debajo se encuentra su piel normal, parece nueva.

–Joven Potter, no debe quitarse los vendajes, –dice Mateus, un hombre vestido de una túnica blanca y azul. Le acompañan un par de enfermeras y la medibruja que le había visto despertar. –Has tenido preocupados a tus padres, ¿sabes? –Mateus camina hasta la camina y mira al niño aun quitándose la extraña capa extra. –Es piel muerta.

–¿Me estoy muriendo? –pregunta entre interés y miedo.

–Es lo que dicen los hechizos de diagnostico, Hadrian, solo estas desprendiendo la piel yo diría que…

Mateus mira con asombro al ver que ya no tiene ninguna herida, ninguna de las marcas que le había dado la tortura estaba, como si nunca hubiera pasado algo.

–Interesante, parece que tu propia magia repara tus heridas a otro nivel, –murmura Mateus asombrado, los niños siempre le sorprende con su magia accidental, no se preocupa por esta. En cada infante es diferente. –No te preocupes, ahorita las enfermeras te ayudaran con eso cuando te bañen.

Hadrian se pone rojo ligeramente.

–Me puedo bañar solo, –habla el niño con un poco de vergüenza.

Mateus se ríe mientras empieza a revisar las lecturas que le manda la aguja roja, cuando va a levantar la mano, la varilla metálica cae al suelo al igual que varios pedazos de piel extra; cuando Hadrian mueve la otra mano la segunda aguja cae. Frunce el seño sorprendido pero ya la volverían a meter.

–¿Y mis papás? –pregunta Hadrian mirando a las enfermeras que empiezan a quitarle los vendajes.

–Están en la sala de espera, entraran en unos momentos después de que les hagamos unas pruebas. – Mateus le quita las sabanas para descubrir sus piernas, son las que más piel muerta tienen.

Las enfermeras tardan un poco pero logran retirar toda la piel extra. Para más sorpresa del personal de salud, lo único que quedaba de las horrendas heridas de cuando llego son una línea muy pálida sobre los tobillos. Pero ya empezaban a desaparecer.

–Parece que el coma te hizo maravillas, –bromea una de las enfermeras.

–¿Coma? –pregunta el niño inclinando la cabeza de lado.

–Dormiste por casi tres semanas, tu cuerpo necesito de muchas intervenciones para que sanaras. No sabíamos si ibas a despertar, –contesta otra enfermera antes de ponerle en la boca una pequeña esfera de plástico, –esto revisara tu temperatura corporal, así que no te la tragues.

El niño asiente.

–Muy bien, Hadrian, ¿podrías mover los dedos de tus pies? –pregunta Mateus.

Hadrian arquea una ceja casi riendo. Mira sus pies y sin nada de esfuerzo mueve los dedos y los pies.

Así paso varios minutos moviendo sus extremidades, parándose en el suelo y hasta caminando por la sala de cuidado intensivo. Los medimagos y medibrujas saben que heridas como esas dejaban problemas muy graves, sobre todo del tipo movimiento y sensorial. No comprenden todavía como funciona el cuerpo en su totalidad, pero saben que ese tipo de lesiones no se curan por magia o pociones.

Una enfermera le saca la esfera, mira la esfera con preocupación y después al doctor.

–Aún no se normaliza, doctor, sigue en 38º grados.

–¿Le ha estado dando las pociones a tiempo? – Mateus frunce el seño.

–¡Claro que si! –grita alarmada.

–Yo me siento bien, –interrumpe Hadrian que la otra enfermera le esta cambiando la bata de hospital.

–Si, pero esa temperatura no es normal, pequeño, –ríe la enfermera frente a él.

–Carmen, deja que pasen los familiares, –Mateus dice a una de las enfermeras, –mientras prepararemos una habitación más privada.

La otra enfermera lo carga en brazos y lo deja en la cama, acomodando un poco mejor el respaldar. Sale de la habitación antes de que una mujer de pelo rojo asomara por la puerta.

–¡Harry, oh por la gracia de Merlín, volviste!– grita Lily y Hadrian no tarda mucho en sentir el abrazo de su madre.

–Hola, mami, –intenta sonreír y respirar ya que su madre le abraza muy fuerte.

–Lils, no lo dejas respirar, –ríe James aunque casi corre a la misma velocidad que su mujer y abraza a su hijo por el otro lado. –¡Cervatillo, no sabes lo que preocupados que nos tenías!

–Papá, mamá… no respiro

Los dos adultos le sueltan y el niño puede dar una gran bocanada de aire.

–¿Dónde estoy? –pregunta Hadrian a su madre.

–En el hospital, Harry.

–¿Por qué?

Los dos adultos se miran antes de que Lily hable.

–¿No recuerdas nada, Harry?

Hadrian niega con la cabeza.

–Solo una luz verde muy brillante y un hombre feo con piel escamosa.

–Bueno no importa, por ahora descansa, –habla James, lo mejor es que no sepa de momento lo que esta pasando. Tiene que recuperarse.

–James, ¿por qué no vas a avisar a Sirius y Remus? Querrán venir cuanto antes, –habla Lily mirando a su esposo.

El hombre asiente y deja la habitación.

–¿Y Connor? –pregunta Hadrian.

–Esta con tus padrinos, llegarán dentro de poco.

Hadrian asiente con una sonrisa. Ve como una enfermera entra en la sala con una bandeja de comida. Hasta ese momento no se dio cuenta de lo hambriento que esta.

–Si Connor esta a salvo, es lo que importa, –habla antes de que su madre le de comer. –Mamá, yo puedo comer solo.

–Deja que te mime un poco.

El niño de mala gana deja que su madre le de comer.

–¿Cómo es que tu cumpleaños termino así? –piensa Lily.

Suspira, recordando el aspecto que tenía Hadrian cuando llegaron a la casa. ¿Cómo alguien podía lastimar de esa manera un niño tan dulce como él?

Su pequeño Hadrian siempre ha mostrado ser muy inteligente y comprensivo, aún recordaba cuando leyó un cuento entero a sus dos años, provocándole lagrimas de orgullo y emoción. El niño tiene una personalidad dulce y calmada, que enamoraba a cualquiera que lo conozca, siempre pensaba en los demás antes que en si mismo. Pero sobre todo se preocupaba por su hermano pequeño, a quien lo cuida cuando ella esta ocupada, aunque se llevaran un poco más de tres años los dos eran inseparables.

Si pudiera, ella misma acabaría con el Señor Tenebroso si se lo encontrará. Pero ya no es posible. Según Dumbledore, Connor había destruido a- quien- tu- sabes y la cicatriz en forma de rayo en su frente es la prueba. Después de varios estudios y revisiones con la ayuda de Dumbledore, descubrieron que los rastros de magia oscura en Connor, tenían que ver con la maldición asesina; llegando a la conclusión que de alguna manera el hechizo reboto en el bebé y fue devuelta a Voldemort. Eso convirtió a Connor Potter en el héroe del mundo mágico, toda la comunidad de magos y brujas celebraba al niño que vivió.

Pero todos olvidaban a la otra victima, Hadrian Potter que se mantuvo en coma por dos semanas.

–¡Harry!

Madre e hijo voltean a ver hacia la puerta, donde una mujer joven de rasgos italianos entraba casi corriendo. Elise Mazzei, esposa de Sirius, cargaba una niña pequeña en brazos y casi tira la bandeja sobre la cama cuando abraza al niño.

–Tía Eli, Lyra, –contesta Hadrian abrazándolas.

Elise se separa mira a su sobrino con severidad.

–¿Sabes lo preocupados que nos tenias? –Intenta mantener una actitud de enfado, sin mucho éxito. Es una mujer de rasgos muy finos con la piel alabastra, sus ojos color almendra resaltan con suavidad en su rostro y su cabello rubio oscuro cae en hermosos rizos sobre sus hombros.

–Lo siento, tía.

–¡Ary! –dice Lyra extendiendo los brazos hacia él. Es una niña muy parecida a su madre, tenia la piel blanca y unos grandes ojos azules, aunque lo que la diferenciaba de su madre es su cabello, el cual lo tiene recogido en dos coletas, sujetas por unos lazos que forman las alas de mariposa a ambos lados mientras el pelo sale por el medio; a pesar de que fuera dorado tenía un tono más oscuro casi al castaño o el negro como su padre.

Hadrian sonríe extendiendo los brazos hacia su prima. Elise deja a la niña en la cama y ambos niños se abrazan.

No paso mucho tiempo en que llegaran los demás. James traía en brazos a Connor, ambos tiene un parecido casi exacto. Connor tiene el cabello castaño oscuro como su padre e igual de desordenado, detrás de unos lentes de plástico duro y redondos están sus ojos esmeralda como los de su madre. Hasta arriba de su frente brillaba la cicatriz en forma de rayo, ya curada.

Sirius llevaba con él a Altaír, un niño de poco más de tres años, este tambien era una copia exacta de su padre, cabello negro corto y unos penetrantes ojos plateados. A pesar de ser pequeño tenia los rasgos muy marcados y una personalidad fuerte, siempre le gustaba llamar la atención o causar problemas.

–¡Harry!– grita Altaír mientras intenta soltarse de su padre pateando.

–Tranquilo, tranquilo, cachorro, no va a ir a ninguna parte, –Sirius deja al niño en la cama y se acerca a su ahijado. –Ey, Harry, vaya susto nos metiste, ¿eh?

Sirius le revuelve el cabello antes de que Altaír le de un golpe en el hombro a su primo.

–¡Ay, ¿a qué vino eso?! –Hadrian fulmina al niño y se soba el hombro.

–Por preocuparme, –dice Altaír fulmina a su primo tambien antes de abrazarlo tambien.

–Lo siento…

–Tranquilo, cervatillo, ya estas de nuevo con nosotros, –sonríe James poniendo a Connor junto a Hadrian, y ambos hermanos se abrazan.

–¿Y Remus? –pregunta Lily, mirando al grupo.

–Fue a avisar a Dumbledore, dijo que llegaría aquí en cuanto pudiera, –contesto Sirius antes de mirar a James. –¿Ha habido noticias de Colagusano?

–No, los aurores ya saben como es su forma animaga y como reconocerla, pero no es nada fácil encontrar una rata entre millones de las que viven en Londres. –Resopla James fastidiado.

El ambiente en el grupo se vuelve pesado y en un silencio agobiante. Peter Petigrew o Colagusano, era uno de los mejores amigos de Sirius, James y Remus, y el guardián de la casa de los Potter. Él había traicionado a los Potter, a sus amigos, a su familia por miedo y necesidad de siempre estar con los más poderosos. Y ahora, tras la muerte del Señor Tenebroso, huyo de la furia de sus ex –amigos mientras los juicios contra los Mortífagos comenzaban.

Los niños miraron a los adultos sin entender mucho.

Hadrian puede sentir la tensión entre los mayores, se preguntaba porque hablaban del padrino de su hermano de ese modo. Pero no le da importancia. Siempre ha creído que su tío rata es medio raro.

x-x-0-x-x

James y Lily toman un café en la cafetería de San Mungo esa noche, al fin pueden respirar tranquilos ya que su hijo mayor ha despertado.

–Creí que nunca despertaría… –dice Lily dando un sorbo a su bebida.

–No digas esas cosas, cariño, Hadrian es fuerte solo necesitaba tiempo. Ahora volveremos a ser una familia completa.

–Lo siento, esto de los reporteros y las noticias en El Profeta sobre Connor me tienen un poco nerviosa.

–Es normal, Lils, es un héroe y llama la atención a donde vaya.

–Si, aunque es extraño solo tiene dieciséis meses.

–Deja que el mundo disfrute de su salvador, Lily, –la voz de Albus Dumbledore sorprende a la pareja.

Inmediatamente miran a la puerta de la cafetería, donde el anciano director sonríe con un vivaracho brillo en los ojos y una túnica púrpura.

–¡Profesor Dumbledore! –gritan los dos con sorpresa.

–Ah, dejen esas formalidades, amigos míos.

El anciano se sirve un poco de té en un vaso de plástico antes de sentarse con ellos.

–Siempre viene bien a los huesos una bebida caliente, –sonríe el anciano dando un buen trago al vaso. –Escuche que el pequeño Harry despertó.

–Si, esta tarde justamente, –dice Lily suspirando aliviada, –los medimagos le dan buenos pronósticos a su salud.

–Piensan tenerlo una semana más para hacerle exámenes físicos y un poco de terapia cognitiva, quieren asegurarse de que el estado de coma no le haya hecho daño.

–Muy bien, me alegro, –Albus asiente antes de sacar de su túnica un caramelo de limón. –Siento mucho tener que hablar de esto con ustedes en este momento, pero es de importancia que lleguemos a una solución.

–¿Solución? –pregunta Lily angustiada.

–¿Siguen habiendo problemas con los Mortífagos? Dije que volvería con los aurores después de las fiestas, Albus, ahorita mi familia es mi prioridad, –habla James un poco fastidiado.

–No, tranquilos. La situación con los Mortífagos esta siendo controlada, –Albus empieza a jugar con el caramelo. –Vengo a hablarles de una situación con Harry.

Mira con seriedad a los Potter, ya había tenido una situación similar con ellos un año atrás, cuando tuvo que contarles de la profecía que marcaba a Connor como el salvador del mundo mágico.

–Cuando su hijo seguía en coma, uno de los estudios que se le hizo salio extraño. Los medimagos y medibrujas me consultaron sobre esto.

–¿Qué decían los exámenes? –James aprieta el vaso de café con fuerza, empieza a oírse el plástico crujir bajo sus dedos.

–Harry tiene una gran cantidad de magia desconocida encima, no se aún si es de su propio núcleo mágico o por Voldemort. –El anciano bebé un poco de té.

–¡Mi hijo no es ni será ningún mago oscuro, Dumbledore! –brama Lily golpeando su taza de café contra la mesa, tirando la bebida sobre su mano.

–No lo sabemos con certeza, pero por el bien de Connor lo debemos separar.

–Albus, ¿no hablarás enserio?

–Muy enserio, Connor esta en una edad en que su magia puede alterarse por la magia de su alrededor.

–Harry tiene solo cinco años, Albus…

–Por eso tiene tiempo para que pueda cambiar su magia. El mundo mágico todavía necesita a su salvador, a la imagen de su héroe, no podemos permitir que sea corrompido en ninguna manera.

James y Lily se miran. Saben perfectamente de lo que habla el anciano. Desde la caída de Voldemort no pueden ir a ninguna parte sin que los reporteros los aborden, o niños que desean tocar al elegido. Incluso las lechuzas llegan diario con miles de cartas.

–¿Qué sugieres, Albus? –pregunta James.

–Enviarlo por un tiempo con otra familia, quizás con tu hermana, Lily. No creo que tenga problema en recibir a su sobrino.

–No se, Albus, mi hermana nunca acepto muy bien que yo sea una bruja, –dice Lily pensativa.

–Podemos dejarla como opción, cariño, –James le coge la mano a su esposa. – Pero entre más pronto mejor.

–Eso si que no, James Potter, Harry pasará las navidades con nosotros antes de que se vaya.

–De acuerdo, de acuerdo, –James ríe con nervios.

Lily respira hondo antes de volver a hablar, tratando de llegar a una posible solución de que hacer con Harry.

x-x-0-x-x

Hadrian esta que se tira de los pelos, lleva diez días en el hospital desde que despertó y le empiezan a cansar los doctores. Pasa la mayor parte del día en terapia cognitiva y física, quieren asegurarse de que no tuviera problemas, aunque aquello parece más un juego para niños. Conoció a niños en casos peores que él, pero aún seguía ahí.

No más. Ese día, Hadrian volvería a casa después de que su madre les diera un sermón al estilo mamá gallina. Él ya estaba bien, solo no le bajaba la temperatura, sigue en 38º grados; pero Hadrian se siente bien. Nunca había estado tan feliz de volver a su casa como ese día, además que empieza la época navideña, y como todo niño de su edad desea recibir los regalos.

–¿Listo para irte, cervatillo? –pregunta James desde la puerta. Lily esta firmando los papeles de salida con Connor.

–Si, –contesta Hadrian con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque por alguna razón veía que su padre actuaba raro, sobre todo porque James va con su uniforme de auror.

–Vamos, –James le extiende la mano y el pequeño la coge.

Hadrian camina risueño, piensa en las decoraciones de su casa, le enseñaría a Connor su tren de juguete que ponen debajo del árbol. Mira las decoraciones navideñas del hospital con ilusión, lo único que lamenta es que sus abuelos no estarán ese año, su madre le dijo que se habían ido al cielo y no volverían.

Aún recuerda las fuertes palabras de su madre cuando hablaron de eso. Hadrian le había preguntado si ellos podrán ir a verlos, tal vez llevarles el pastel favorito de su abuela.

–¡Están muertos, Hadrian, no podrás verlos ni ir con ellos hasta que tu mueras tambien! –le grito su madre esa noche.

No lo entendió de inmediato porque nunca le hablaron de la muerte, aunque estuvieron en guerra, sus padres quisieron mantener su inocencia. Pero cuando le explicaron bien con ayuda de sus tíos, lloro y grito por días, siempre quiso mucho a sus abuelos.

Las voces de otras personas lo sacan de sus pensamientos. A medida que caminan hacia la recepción, médicos, familiares y pacientes saludan con entusiasmo a su padre. Otros lo felicitaban o hacían preguntas sobre Connor, si estaba bien como iba creciendo. Llegando al punto que James se detuvo más de una vez.

Hadrian solo mira confundido la atención que atraía su hermano menor. Incluso cuando llegaron con su madre, hay un grupo grande de gente rodeaba a Lily y Connor.

No paso mucho tiempo antes de que los reporteros notaran a James y Hadrian. El niño nunca vio a la gente moverse tan rápido, pronto unos cinco reporteros rodean a los dos al punto de que Hadrian quedo sofocado entre su padre y ellos.

–¡Lord Potter, ¿qué nos puede decir de la salud de Connor?! –pregunto un reportero.

–¿Es cierto qué tiene más poder que el mismo Merlín? –pregunta otro.

–¿Es cierto que Connor esta comprometido con la hija del ministro? –pregunta una mujer.

–¿Será Connor el próximo sucesor de la casa de los Potter?

Hadrian se tapa los oídos, no aguanta los gritos de los reporteros y para su horror uno de ellos noto su presencia.

–¿Hadrian, qué sientes ser el hermano mayor del niño que vivió?

–Yo no… –intenta contestar pero es interrumpido por otro.

–¿Sientes orgullo de que tu hermano menor venciera a- quien- tu- sabes?

–Yo…

–¿Viste algo en Connor cuando era un bebé, algo que demostraría que el héroe mágico pudiera destruir a- quien- tu- sabes?

Hadrian solo retrocede hasta ponerse detrás de su padre. No entiende a que se refieren con esas preguntas, ni quien es el niño que vivió.

–Disculpen, uno a la vez por favor, –habla James empezando a contestar a cada uno de los reporteros.

Hadrian dejo a su padre solo para sentarse en una de las sillas de la sala. Ve con confusión como los reporteros no los dejaban en paz. No estaba seguro cuanto tiempo paso hasta que Connor empezó a llorar.

James y lily se disculparon, diciendo que deben volver a casa para que Connor descanse.

Hadrian sintió alivio de que por fin volverán a casa, cuando su padre lo llama para que se pare en medio de ellos. Sin entender mucho obedece y su padre le indica que mire al frente.

–¡Sonrían! –dice una de las cuatro personas que apuntan cuatro cámaras fotográficas hacia ellos.

Pronto Hadrian se ve cegado por el flash de las cámaras, desorientado se sujeta a la túnica de su madre mientras frota sus ojos con el brazo libre.

–No te preocupes, Harry, te acostumbraras, –habla Lily mientras acaricia el cabello de Hadrian.

–¿Qué pasa? –pregunta el moreno cuando deja de tallarse los ojos.

–Nada de que preocuparse, tu hermano que se hizo famoso al terminar con la guerra, –contesta James mientras se acercan a una chimenea. –¿Te acuerdas como se usan los polvos flu?

Hadrian asiente y coge los polvos que su padre le ofrece en un vaso.

–Recuerda que vas a casa de tío Canuto.

–¿Y nuestra casa?

–Esta en reparación, cervatillo, hasta que no terminen viviremos con Sirius y Elise.

Hadrian asiente con una sonrisa, no le importa vivir con su tío, son los mejores cuando se trataba de divertirse y de hacer bromas. Entra a la chimenea.

–Valle de Godric nº 7, familia Black, –habla fuerte y claro antes de lanzar los polvos a los troncos.

Desaparece en llamas verdes sin saber que su vida no volverá a ser la misma.

x-x-0-x-x

Los siguientes días para Hadrian no son más que un remolino de confusión, no importa a donde va con sus padres siempre son rodeados por gente: desconocida o reporteros, buscando una entrevista con su hermano menor. No entiende el por qué, Connor solo había cumplido un año hace pocos meses.

A medida que se acercaba navidad, el entusiasmo de Hadrian mengua, ya las cosas no son las mismas. Como el siete de diciembre cuando volvieron a su casa, el moreno no podía esperar para empezar a decorar y poner la estrella en el árbol, ya es bastante grande para hacerlo; pero cuando llegaron ahí, la casa ya estaba decorada y con una cantidad desmesurada de regalos, todos para Connor de la gente que lo idolatraba. Los regalos no le fastidiaron, lo que le molesto fue que ninguna de las decoraciones las conocía, eran nuevas que los arquitectos y constructores mágicos habían puesto por ellos.

Por más que le insistió a su madre de quitar la decoración y poner las que guardaban en la azotea; fue en vano. Por primera vez en su vida se le envió a su cuarto castigado, siempre lo ponían en la esquina cinco minutos para que pensará en lo que hizo; pero ese día no entendió nada, solo quiso hacer cosas con su familia y enseñar a Connor que hacer.

La noche de navidad, Hadrian esta sentado en el piso fulminando con la mirada el enorme árbol decorado junto a la chimenea. Se preguntaba que había hecho para que sus fiestas sean tan malas. Lleva dos horas, solo, ahí sentado y ninguno de sus padres le ha preguntado si esta bien.

James ha salido a buscar un pastel para la cena con Connor, mientras que su madre terminaba la casita de jengibre.

Hadrian mira el suelo con rabia, hacer la casa de jengibre es algo que Lily y él hacen desde que tiene dos años. Y ni siquiera fue a buscarle a su habitación. Fulmina con la mirada uno de los múltiples regalos de su hermano, le parece increíble todavía que gente extraña siguiera enviando regalos a su hermano.

–Estupido Connor, estupido mundo mágico, –gruñe Hadrian, siente un ardor en su pecho que va creciendo, empieza a patear con toda su fuerza uno de los obsequios. –Estúpidos papá y mamá.

Sigue pateando el obsequio, ignorando cuando escucha algo romperse. Más aún, se levanta del suelo y tira el regalo al suelo para darle un pisotón.

–¡Hadrian Kalen Potter, ¿qué crees que haces?! –la furiosa voz de su madre congela al niño.

Antes de que pueda escapar de ella, le sujeta de la oreja y tira de ella.

–Ay, ay.

–No te críe para que te comportaras de esa manera, Hadrian Potter, ¿cómo te atreves a romper uno de los regalos de tu hermano?

–¡Esa gente ni lo conoce!

–Eso no es ninguna escusa para andar rompiendo sus obsequios, tu hermano es un ejemplo a seguir, has lo mismo.

–¡Lo único que hace es babear y balbucear, apenas sabe hablar! –mira el suelo y masculla entre dientes. –Lo único que ha hecho es romper esta familia, nada ha sido igual, ojala se mu…

Pero no fue capaz de terminar la frase cuando se encuentra mirando hacia la ventana de la sala, sintiendo un terrible ardor en la mejilla. Pasa apenas un segundo para que el niño sepa que ocurrió. Tocando su mejilla adolorida mira a Lily con sorpresa, ella nunca le ha golpeado.

–Sube a tu cuarto y no bajes hasta que te llamemos, –ordena Lily hecha una fiera.

Hadrian va a contestar algo pero desiste y mira el suelo. Sube a su cuarto, el cual todavía comparte con su hermano, y se encierra. Aprieta los puños y aguanta las ganas de llorar sin mucho éxito, simplemente corre a su cama saltando sobre el colchón, empieza golpear la almohada con frustración e impotencia. Mientras las lagrimas marcaban su rostro, gritando y maldiciendo, aunque no supiera ninguna palabra grosera más que idiota o estúpido.

No recuerda cuanto tiempo estuvo así o que hora es, pero ya escuchaba la música y los invitados en el piso inferior. Esta sentado en la cama abrazando sus piernas cuando la puerta de su habitación se abre de golpe.

–¡Harry! –grita Altaír desde la puerta.

–Altaír, no grites, –contesta Hadrian mirando a su primo, este trae un suéter navideño rojo con un gran árbol de navidad musical. Una amiga de su madre teje suéteres, sino mal recuerda se llama sra. Weasley. –Ya te dieron el suéter por lo que veo, –medio riendo.

–Dale ríe, tu tambien tienes un suéter esperándote ahí abajo, –sonríe burlón pero no tarda en darse cuenta que ha llorado. –¿Estas bien?

Hadrian se restriega los ojos rápido antes de bajarse de la cama. Quizás solo estaba exagerando.

–Si, vamos a bajar, –Hadrian camina hasta la puerta y jala del brazo a su primo en dirección a las escaleras.

–Pero parecía que llorabas…

–Entonces necesitas lentes como los de Connor, –dice bromeando.

–¡Claro que no, yo veo bien!

Hadrian se mete al baño a limpiarse la cara, no dejaría que le vieran así y descienden las escaleras cuando terminó.

El moreno no se sorprende de ver ya a todos los invitados en la sala. Sus padrinos conversaban con McGonagall, una mujer de aspecto estricto y serio con un vestido color verde botella. Elise parece vigilar más a Lyra, que esta jugando con Connor, Neville Longbottom y Ron Weasley en el suelo cerca del árbol. Tambien estaba una Augusta, la abuela de Neville, que andaba hablando con Dumbledore y Remus, el otro tío de Hadrian.

–¡Harry, ahí estas! –escucha la voz de Molly Weasley.

Sin tiempo a reaccionar, la mujer le pone un suéter tejido de color verde con un cascabel dorado. Hadrian fuerza una sonrisa a la amiga de su madre, no le gusta demasiado los suéteres que siempre le tejía.

–Gracias, señora Weasley, – dice Hadrian viendo que la mujer lleva una bebé muy pequeña en brazos. –¿Señora Weasley y esa niña?

–Ah, ella es Ginevra, nació en agosto, –Molly se agacha para que la vean.

Los dos niños nunca habían visto un bebé con el cabello tan rojo, y eso que ya conocen a Ron.

–¡Molly, ¿me puedes ayudar?! –dice Lily desde la cocina.

–Voy, –Molly se levanta rápido y camina hacia su marido para dejarle a la bebé, quien estaba riñendo a sus otros dos hijos, Fred y George.

–No pensé que habrían más, –le susurra Altaír a su primo en el oído.

–Ni yo, ¿cuántos ya lleva? ¿10? –pregunta Hadrian riendo.

Pronto los dos se unen a los demás en la mesa de niños para cenar. Solo la comparten con los hijos mayores de la familia Weasley. Fred y George de tres años, aunque no los conocen demasiado; Percy de seis; Charlie de ocho…. y Bill de once años. Solo saben sus nombres, nunca han congeniado demasiado.

Bill y Charlie se la pasaban hablando de cosas que no entendían aún, pero siempre escuchan cuando Bill les habla de Hogwarts. Percy suele ser demasiado estricto y pulcro, como si siempre quisiera estar al mando, aunque solo tuviera siete. Hadrian y Altaír siempre le hacen bromas, poniendo su mano en el agua cuando se quedaba dormido en el sillón o le ponen salsa tabasco en la comida. Aunque solo pueden hacerlo en navidades y en cumpleaños, pero sus padres y a veces su tío Remus siempre le daban los mejores consejos para hacer bromas.

Los primos empiezan a planear que hacerle más adelante al pomposo de Percy. Quizás preguntarle a Sirius y Remus si tienen alguna idea, ya que James parece muy ocupado de anfitrión.

Hadrian vuelve a sentirse mejor, tal vez sus padres solo están nerviosos por las fiestas. No los culparía, su hermano atrae demasiada atención.

–¿Jugando, niños? –pregunta Dumbledore detrás de ello. Ya han terminado con la cena, Hadrian y Altaír están en una esquina detrás del sofá, planeando una broma.

Los dos miran al anciano un poco incómodos, nunca les ha agradado mucho el viejo chiflado con sus caramelos de limón.

–Algo, –contestan al mismo tiempo mientras esconden rápidamente varios globos rellenos con algo pesado.

–Puedo ayudar, siempre me gusta una buena risa.

–Podemos solos, –habla Hadrian fulminando al anciano.

Sintió algo frío en su mente, como si nevara dentro de su cabeza cuando mira al hombre a los ojos. De inmediato desvía la mirada a su broma en proceso y la sensación acabo.

Dumbledore chasquea la lengua, había intentado entrar en la mente del niño para descubrir si ha tenido los primeros síntomas de la magia oscura, principalmente los arranques de ira. Pero solo encontró un calor intenso y una barrera de fuego antes de que Hadrian desviara la mirada. No cree que se percatará de su presencia, ningún niño mágico es oclumante natural al menos que tenga sangre de una criatura oscura.

Niega con la cabeza, los Potter son magos de sangre puramente mágica, no tienen ningún animal entre sus familiares.

–Escuchen, escuchen por favor, –llama James con una copa de vino en su mano, –empezaremos a repartir los regalos, así que…

Pero no termino de hablar cuando los niños más grandes corren hacia el árbol, casi atacando los regalos.

–¡Niños, uno a la vez! –grita Molly notando como Ron se tambalea caminando hacia el árbol.

–Hay una mejor solución, Molly, –ríe Lily mientras saca su varita y empieza a separar los obsequios en diferentes montones, dejándolos en puntos diferentes de la sala. Siendo la de Connor la más grande, quedando en el centro de todo.

Hadrian ni siquiera le molesta, mira con curiosidad su pequeña pila de regalos antes de comenzar con el primero.

Sus padrinos le regalan un par de juguetes mágicos de construcción, sonríe ya que estos son bastante avanzados para un niño de cinco años; sus primos Altaír y Lyra unas figuras de edición limitada con forma de dragones, cada uno representa a una especie conocida por el mundo mágico, desde el Colacuerno Húngaro hasta el extinto Diamante del Oeste Azteca, un tipo de dragón serpiente; lo que le más le gusta es que están hechizados para volar a su alrededor y atacar si les ordenaba. Su tío Remus le dio un juego de ajedrez mágico con un libro para principiantes, nunca ha jugado pero siempre que iba a casa de su tío admira el set que este guarda detrás de un cristal. Los Weasley le dan una caja de dulces caseros. Los Longbottom varios libros de cuentos, incluido el de Beedle el bardo. McGonagall, la madrina de Connor, le regala un set de túnicas para el invierno con una bufanda; Hadrian hace una mueca, como cualquier niño de su edad odia que le regalen ropa.

Cuando acaba su pila mira con confusión por todas partes, incluido debajo del sofá. No esta el regalo de sus padres. Empieza a sentir las lagrimas formándose en sus ojos.

–Harry, –dice James cuando le toca el hombro. Hadrian se gira inmediatamente y ve a su padre con un regalo envuelto. –Lo siento, Harry, lo habíamos dejado en la habitación.

Hadrian sonríe ampliamente y agarra el obsequio con una sonrisa. Apenas es más grande que su cabeza.

–Gracias, papi.

James le revuelve el cabello.

–Feliz navidad, cervatillo.

–Feliz navidad.

Cuando su padre se aleja, rompe el papel de color azul con rapidez, pero se detiene a la mitad. Parpadea confuso al ver la cubierta de la caja, esta seguro que lo ha visto en alguna juguetería muggle. Termina de romper el papel, encontrando un rompecabezas básico de 500 piezas, abre la caja tratando de encontrar el verdadero regalo. Pero solo encuentra piezas desordenadas, algo más grandes que sus dedos.

–¿Es una broma? –murmura mirando la portada. Ni siquiera es atractiva, solo es la imagen de un barco pirata con unos animales disfrazados, parecen salidos de una caricatura muy mala.

No tiene nada mágico o extraordinario. Es un rompecabezas ordinario y vulgar.

Mira hacia su hermano, estaba intentando volar en una escoba para niños. Aprieta los puños, ni siquiera tiene la edad suficiente para usarlas, él iba a recibir una ese año. Todos los regalos de su hermano son increíbles, extraordinarios y muy llamativos.

Desvía la mirada al estúpido rompecabezas, la caja ya se deforma en los bordes por la presión de sus dedos y vuelve hacia los regalos de su hermano.

–Quema… hasta las cenizas, –murmura entre dientes apretándolos, desea que todos los regalos de su hermano desaparecieran. Por un instante sus ojos se vuelven del color naranja fuego.

Pero no sucede nada, no empieza ningún fuego ni los regalos se convierten en cenizas. Hadrian tira la caja contra la pared, aunque nadie se percato por la música de navidad a un volumen alto. Se queda mirando sus muñecos de dragón, liberándolos de la caja. Inmediatamente las criaturas se posaron en el, trepando por los brazos y pecho hasta sus hombros. Cada una de las doce piezas parecen obedecerlo casi de inmediato.

Arrastra sus regalos detrás del sofá y se queda mirando la ventana, viendo caer la nieve. Los dragones y los otros regalos fueron su única compañía por un buen rato hasta que Altaír vino a enseñarle sus regalos.

Altaír intenta de todos los modos hacer que le diga lo que le pasa, sin ningún éxito. Tal vez debería hablar con sus padres después, pero por ahora su primo lo necesita. Con algo de esfuerzo logran llevar los regalos de Hadrian al cuarto, los dos pasaron el resto de la fiesta arriba jugando con los juguetes de construcción y los dragones.

Hadrian al final pudo distraerse y jugar un poco más animado

Nadie nota que las llamas de la chimenea se vuelven azules, poco a poco se hacen pequeñas hasta extinguirse. Como si hubieran leído los sentimientos del heredero de los Potter y reaccionado ante estos.

Temprano en la mañana, Hadrian baja las escaleras, aunque sea la mañana de navidad, no estaba demasiado animado. Además que sus padres los llevarían a él y su hermano a la iglesia del pueblo, es de las cosas que más detesta, escuchar sermones religiosos.

–Harry, buenos días, -habla su madre cuando desciende los últimos escalones. En ese momento, Lily entraba por la puerta principal con el correo muggle.

–Buenos días, –contesta Hadrian bostezando, –¿qué hay para desayunar?

–Hot Cakes con chocolate y fresas, –sonríe Lily mientras van hacia la cocina donde James bebe una taza de café.

–Cervatillo, buenos días, –saluda su padre mientras el moreno se sienta en la mesa.

–Buenos días, –contesta Hadrian sin mucho animo, aún recuerda el bofetón de su madre y el regalo.

Se sirve un poco de jugo de manzana y da un trago. Apenas se percata de que su madre le deja un plato con cuatro hot cakes. Frunce el seño, Lily cuida siempre lo que comen y ese día le puso ración doble.

–¿Mamá, que pasa? –empieza a sentirse nervioso.

James rodea el mesón de la cocina y se sienta junto a su hijo, mientras Lily ocupa el otro lado.

–Harry, tu padre y yo te tenemos una sorpresa más. No te la quisimos dar ayer porque había mucha gente.

Hadrian les mira esperanzado, quizás ahora si reciba su escoba o un mejor regalo, seguramente lo de ayer fue una broma de mal gusto.

–¡¿Qué es? Dámelo, dámelo! –Hadrian da pequeños brincos sobre la silla.

–Tranquilo, cervatillo, –ríe James mientras saca un panfleto de su suéter y se lo da.

Hadrian al ver el papel de inmediato se le va el entusiasmo. Eso no es un regalo al menos desde su punto de vista. Coge el panfleto, este es un extraño escudo tridimensional de color rojo metálico, aunque tiene una tonalidad oscura que le recuerda a la sangre; en medio hay un dragón posado en un enorme cráneo, apenas lo mira le suelta un rugido, extendiendo las alas de modo amenazante. El moreno miraba con sumo interés el dragón, nunca ha visto esa especie en su vida: la forma del animal no es escamosa, parece más una coraza o armadura de la cabeza al final de la cola, aunque de lejos parece negro puede notar varias partes color rojo.

Academia Monteriggioni para Magos y Brujas Prodigiosos, –lee en voz alta más confundido todavía. ¿Qué es esto?

–Una academia mágica, Harry, donde inician los niños en la primaria mágica. Les enseñan teoría, historia, pociones, muchas cosas divertidas.

Hadrian sigue sin entender.

–¿Para que lo tengo? Yo no empiezo la primaria hasta los seis.

–Aquí aceptan a niños desde los cinco, te enseñaran a controlar mejor tu magia, –habla James algo inquieto.

Abre el panfleto echando un vistazo a las fotos.

Es un pueblo muy pintoresco y amurallado en medio de la Toscana en Italia. Los campos tienen una belleza increíble que nunca ha visto, incluso hay fotos de viñedos y árboles frutales. Tenían información de las diferentes clases, incluyen clases muggles y mágicas, además de varios de deportes que se practicaban no solo el Quidditch; por lo que puede entender, una vez al año hay unos juegos escolares donde compiten contra otras academias alrededor de toda Europa y Asia.

–Empezarás este cinco de enero, así que tendremos pocos días para mandar a hacer tu uniforme, los libros y la varita se te otorgarán en la academia. –Lily empieza a hablar sobre los planes de compras y cuando irán.

–Pero… –Hadrian dice pero el mismo corta la oración, mirando a sus padres.

Estos parecen muy emocionados de enviarlo ahí e intentan pegarle el entusiasmo tambien.

El niño vuelve a mirar el panfleto con nerviosismo. Monteriggioni se ve muy interesante y con varios retos prometedores. Además nunca ha estado en Italia, aunque su madrina sea de ahí, quizás puede ser una nueva oportunidad de demostrarle a sus padres que no solo su hermano importa. Tendría al menos cinco años para hacerlo antes de que Connor entrará a la academia.

–Monteriggioni, prepárate, –sonríe Hadrian con los ojos llenos de determinación, –porque Hadrian Potter ira con todo.

x-x-0-x-x

Las fiestas pasaron como un remolino. Hadrian esta ocupado con los preparativos para irse a la academia, que no tuvo tiempo para disfrutarlas. Compraron un baúl básico para guardar su ropa, juguetes y sus libros favoritos, además de varias cosas personales aunque no muchas cosas, porque según el panfleto dentro de la misma academia hay varios comercios de los cuales puede abastecer sus utensilios de escritura.

Hadrian en ese momento estaba arreglándose, son las siete de la mañana y debe partir en media hora.

–No se como haré esto todo los días, –termina de acomodarse el uniforme, admirándose en el espejo de cuerpo completo de su madre.

El uniforme de la academia es bastante formal incluso para un niño de su edad. Ya que tiene varias capas de ropa, todo un reto ponérselo cada mañana.

La primera capa es una camisa blanca de mangas largas con los botones cerrados hasta el cuello, donde una corbata de color rojo sangre esta perfectamente hecha, -necesito de mucha practica y ayuda de su madre para aprender a hacer el nudo-, y unos gemelos plateados con forma de un dragón le sujeta los puños. En la parte inferior unos pantalones negros de buena calidad hecho de seda de acromantula, bajan recto a lo largo de sus piernas hasta el tobillo. Unos zapatos bien pulidos y de material fuerte con un pequeño escudo de la academia incrustado en los lados externos de cada pie, estos tienen un interior abrigado, ya que todavía estaban en invierno.

La segunda etapa es un chaleco gris oscuro con al menos cinco botones color hueso bien abrochados, tiene un bolsillo derecho donde cuelga una cadena de oro y sigue al interior, donde tiene un reloj de bolsillo que su padre le dio. Al parecer perteneció a su abuelo y continua funcionando.

La tercera y última capa es una chaqueta de piel ceñida a su cuerpo y se alarga más allá de la cintura casi tocando sus rodillas. A la altura de la cintura tiene un cinturón que lo sujeta mejor a su cuerpo sin arrugar el traje. El interior de esta es blanca y solo puede verse por las cuatro solapas un poco más arriba del ombligo. El abrigo tiene el lado derecho más largo con cuatro largas líneas rojas, donde se meten los rombos que hacen de botones de un rojo metálico, en el lado izquierda tiene dos líneas de botones.

–Te acostumbraras pronto, Harry, –dice James mientras toca el baúl con su varita y este inmediatamente se encoje al tamaño de una caja de cerillas. –¿Te acordarás de la contraseña que le pusiste al baúl?

–Si, papá, –rueda los ojos antes de recoger el pequeño baúl y meterlo en el bolsillo de su chaqueta.

–¿Tambien del hechizo por si quieres cambiar la clave?

–Si, –el niño pone los ojos en blanco de nuevo y responde alargando la i.

–Vamos entonces, el traslador se activará en cualquier momento.

Hadrian y James bajan a la primera planta, la casa esta sola por completo a excepción de ellos dos. Sus tíos se habían despedido el día anterior, ya que saldrían a visitar a unos parientes de Elise en Roma. Su madre se paso la noche con Connor en casa de los Weasley, tienen planes ese día para ir de compras con Molly y Ronald. James tiene que irse tambien, debe volver a presentarse con los aurores y apenas tiene tiempo para despedirse de su hijo.

James mira su reloj de muñeca antes de darle con rapidez un modelo miniatura del escudo de Monteriggioni.

–Lo siento, cervatillo, me tengo que ir ya, –dice el adulto apresurado, le revuelve el cabello, sin pensar que le causa un problema a su hijo. –Buena suerte, Harry, diviértete.

Hadrian gruñe al ver su padre desaparecer con un fuerte crac.

–Ya que estaba listo, –masculla entre dientes mientras usa sus manos para arreglar su cabellos.

De pronto ve el escudo brillar antes de que sienta un tirón en alguna parte detrás del ombligo, y su mundo se vuelve un caos por completo mientras el traslador se lo lleva lejos de Inglaterra.

Vuelve aparecer pocos minutos después en algún lugar de la Toscana, tristemente Hadrian no esta acostumbrado a los trasladores y cae de cara al suelo. Frunce el seño cuando empieza a escuchar risas infantiles.

Hadrian rápidamente se levanta del suelo y comienza a sacudirse el traje, por suerte esta en una carretera de tierra y piedras, el polvo es fácil de quitar. Mira a su alrededor.

Están en un campo abierto, nada parecido a los exteriores del Valle de Godric, este parece más un paraíso sacado de un libro. Algunos árboles se reparten en grupo por diferentes partes de la campiña, incluso llego a ver los campos de cultivo perfectamente alineados de otro lado.

Cuando se da la vuelta encuentra que no esta solo. Diferentes familias que nunca ha conocido o visto, no sabe mucho de la alta sociedad mágica. Sus abuelos le habían estado enseñando algunas cosas, sobre todo etiqueta y los títulos que tiene la familia Potter, algo que su padre no quiso saber nada.

Mira a los padres abrazar a sus hijos, las madres continuamente arregla la apariencia de los más pequeños. Los más grandes parecen ser más elogiados o recibiendo consejo de su padre.

Hadrian por primera vez en su vida se sintió solo, abandonado. ¿Por qué sus padres no pudieron venir a despedirle? Esta entrando en la escuela por primera vez. Escanea a la gente tratando de encontrar a alguien, tal vez suena cruel y egoísta, pero no desea estar solo. Al menos puede calcular a unos 12 niños de su edad, va a ser una clase grande al menos que sean divididos como en Hogwarts.

No tarda en encontrar a alguien debajo de uno de los árboles. Es una niña mucho más pálida que un infante normal, con un cabello blanco como la nieve pero con las puntas de un color azul y morado. Miro a Hadrian con una mirada entre triste y desafiante, tenia marcas en el rostro de haber llorado; sus ojos violetas estaban acuosos. Llevaba un vestido azul afelpado en las puntas, probablemente viene de un país más frío, estaba sucio y en algunas partes rasgado. Estaba cubierta por un abrigo que es el doble de su tamaño y la hace ver más pequeña de lo que es.

–Hola –dice Hadrian tímidamente.

–Hola… –contesta ella mientras intenta limpiarse la cara con el brazo.

–¿Me puedo sentar? –ella asiente y el se sienta cerca. –Soy sire Hadrian Kalen Potter, heredero de la noble y antigua casa de los Potter. –Hadrian le extiende la mano.

La niña tarda unos segundos pero se la da. Hadrian le da un beso sobre el dorso de la mano y ella se sonroja un poco.

–Kya Enya Phantomhive, desheredada de la antigua y noble casa de los Phantomhive, y de la noble y antigua casa de los Boreal, –contesta sin mucho animo y retira la mano de la de Hadrian.

–¿Desheredada? –pregunta confundido. Ha oído de esas cosas, a su padrino lo borraron de todos los registros familiares y del árbol de la familia Black.

Pero al ser su tío único Black libre de la prisión de Azkabam y el nieto directo de la última cabeza de los Black, Pollux Black, obtuvo el título con ayuda de los duendes.

–Mis padres… me vendieron a un circo muggle ruso cuando tenía un año, al menos es lo que averiguo el hombre que me rescato. No me soportaron, decían que soy un fenómeno por mi aspecto.

–¿Pero por qué te enviaron a un circo? –arquea una ceja mirándola. No ve nada malo en ella.

–Parezco un copo de nieve andante, los del circo me pusieron como la niña más blanca del mundo, –dobla las rodillas y esconde la cara entre ellas. –Tuve otros dos hermanos mayores pero ninguno es como yo… por eso mis padres no quisieron nada conmigo.

–A mi me gusta, te hace única sobre los demás, –Hadrian le acaricia la espalda, –mi tío Remus siempre dice, que sino somos diferentes el mundo sería un lugar aburrido.

Kya levanta la cabeza y lo mira.

–¿Y qué tiene tu tío?

–Un pequeño problema peludo, –se tapa la boca medio riendo. Kya inclina la cabeza de lado sin entender nada. Hadrian queda pensativo antes de contestar. –Cuando hay luna llena, se vuelve un gran lobo gris.

–Entonces, sire, usted tiene como tío a un hombre lobo, –habla una tercera persona.

Los dos niños levantan la mirada y encaran al recién llegado.

Es un hombre de cabello gris oscuro peinado hacia atrás, los ojos amarillentos observan a los niños con una sonrisa burlona. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho, pero puede ver una camisa perfecta y bien arreglada de color blanco, encima de esta tiene un chaleco de un gris oscuro con botones rojos; y un saco de color negro como la noche que tambien tiene los botones color sangre. Todo en él indicaba perfección y buena postura, no hay ni un solo error en su ropa desde zapatos bien pulidos a los gemelos de sus muñecas brillantes.

Hadrian pasa saliva por la garganta, aquel hombre es intimidante.

–Lord Taylor… lo siento no lo vi llegar, –habla Kya un poco apenada.

–Sire Phantomhive, no tiene porque disculparse. Le dije que me esperara aquí para darle sus cosas y uniforme. –Taylor mira al niño. –Estaba simplemente distraída con su nuevo amigo, que ni siquiera se han dado cuenta que el resto de alumnos han entrado en la academia.

Hadrian parpadea un momento antes de mirar detrás del hombre.

Mira las murallas de piedra oscura donde un gran arco sirve de puerta, con una verja de acero recogida en la parte superior. Sobre el arco hay un escudo, solo puede distinguir una especie de lagarto u otro animal de color negro metálico. Sino mal recuerda son las protecciones de la Academia o al menos las físicas, ha visto las fotos del exterior en el panfleto que le dio su padre.

Ya no había nadie, ni las familias ni los niños.

–Eh… lo siento, solo estamos hablando, –habla Hadrian con algo de pena. Se levanta del suelo y se sacude la tierra, antes de pararse derecho. –Soy sire Hadrian Kalen Potter Evans, heredero de primera línea de la noble y antigua casa de los Potter, –hace una reverencia.

–Sire Potter, si su padre lo inscribió hace algunas semanas. Yo soy Lord Hragon Taylor, dueño y director de la Academia Monteriggioni y cabeza del antiguo y noble clan de los Taylor. Se dirigirá a mi como director Taylor o Lord Taylor, ¿quedé claro?

–Si, Lord Taylor, –responde enderezándose.

Hragon saca un reloj de bolsillo de su chaqueta antes de volver a meterlo.

–Le haré la prueba aquí, ya que los demás alumnos habrán sido llevados a la sala de colocación.

–¿La sala de qué? –Hadrian arquea una ceja confuso.

–Cada año, sire Potter, se divide en tres casas especiales. Los dragones Bola de Fuego donde están los tolerantes y defensores, los dragones Opaleyes donde van los ágiles y combatientes, y por último los dragones Colacuerno donde quedan los fuertes y lideres.

–Pero me dijo que hay una cuarta casa, –dice Kya, – Los dragones gemelos.

–Si, existe esa casa pero no ha sido habitada desde hace siglos, pero eso no importa, te haré la prueba ahorita.

–¿Qué prueba?

Hadrian nota como uno de los anillos de la mano derecha empieza a brillar ligeramente, el zafiro que contenía la joya empezó a producir un pulso azulado. Sin poder reaccionar de inmediato, sintió su cuerpo ser golpeado por un pulso mágico poderoso e intimidante, como si lo obligara a doblegarse a su voluntad.

Hadrian confuso mira a su alrededor al notar que ni siquiera el viento entre los árboles se escucha, como si el tiempo se hubiera congelado. Comienza a ponerse nervioso, siente su cuerpo arder con rapidez, su sangre se vuelve fuego líquido por cada vena del cuerpo. Pero algo furioso en su interior no se va a doblegar ante aquella fuerza.

Un aura ardiente cubre de golpe a Hadrian, respondiendo al pulso que el anillo envió con una fuerza superior. Haciendo retroceder al hombre casi dos metros por la potencia.

Cuando Lord Taylor se recobro, el niño volvió a la normalidad con una mirada de confusión y extrañeza, solo por unos instantes vio un resplandor anaranjado en los ojos del niño.

–Interesante, aunque parece que no es conciente de lo que acaba de ocurrir, –piensa al mismo tiempo que se mira el anillo. Ya no tenía ninguno de los cinco en sus dos manos, los únicos que podían indicar el nivel que debía poner a los estudiantes en la academia. –Parece que necesitare nuevos anillos, de nuevo, –murmura empezando a reírse a carcajadas, solo Kya había sido capaz de hacer lo mismo. –Este día esta lleno de sorpresas.

Hadrian siente un ardor sobre su pecho del lado izquierdo. Ve con curiosidad como dos dragones aparecen sobre el saco, uno es de color ónix y rubí mientras que el otro es de cromo y zafiro; los dos se mantienen en paralelo dándole la espalda a cada uno, solo tienen las colas entrelazadas.

–Ah, sire Potter, usted y sire Phantomhive serán una caja de sorpresas.

–Esto es… –dice Hadrian y mira su chaqueta con asombro.

Pero el hombre chasquea los dedos y el tiempo vuelve a activarse.

–Si, sire Potter, le doy la bienvenida a la casa de los Dragones Gemelos.

–Felicidades Hadrian –dice Kya sonriendo pero este parece más forzado.

Hadrian mira la sonrisa de la niña con aprensión, si es una casa desconocida tal vez él se quedaría solo ahí, aunque se escucha interesante no sabe si es buena.

–No se pongas así, sire Phantomhive, aquí traigo su uniforme tambien.

Kya mira a Hragon antes de que este sacara de debajo de su saco una pequeña caja. El hombre la golpea con su varita y esta se agranda dos veces hasta quedar de la mitad del tamaño de Kya.

–Vamos los llevare donde pueda cambiarse, sire Phantomhive.

Sin decir nada más, atraviesan la muralla. Ambos niños abren los ojos sorprendidos ante lo que ven.

Un pueblo bien organizado se levantaba frente a ellos. Calles de piedras blancas y lisas atraviesan cada avenida que zigzaguean entre las casas, edificios elegantes de una arquitectura renacentista con grandes arcos en las puertas con columnas decoradas por pequeños gravados de enredaderas u otras plantas. Hay diferentes negocios con diversos motivos, desde caballerizas a tiendas de herrería, un poco extraño siendo una época más moderna.

–Aquí en la academia, enseñamos de todo desde los principios mágicos a lo que se enseña en las escuelas de muggles, –empieza a hablar de nuevo Hragon, por donde pasan tanto alumnos como los dueños de las tiendas le saludan. –Empezamos con clases de etiqueta, montar a caballo, lucha cuerpo a cuerpo, entre muchas otras cosas. Entre las materias mágicas están transformaciones, pociones, runas antiguas, aritmancia, herbología, magizoológia, entre otras. Nuestra meta es preparar a jóvenes magos y brujas para la dureza del mundo, estemos en paz o en guerra.

Hadrian perdió el interés en la platica y continua mirando la ciudad.

La mayoría de las casas están habitadas por gente del pueblo y los profesores, las calles tienen grandes farolas de aceite sostenidas por dragones bien detallados. Miro a lo alto de las murallas, donde varias torres de vigilancia se reparten en cinco puntos estratégicos alrededor de la ciudadela.

Una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro cuando las ve, solo tiene que encontrar la forma de subir y haría lo que le diera la gana. Seguramente ahí debe verse todo increíble.

Pero esos pensamientos se van volando cuando alguien le golpea la parte posterior de su cabeza.

–¡Ay, ¿a qué vino eso?! –Hadrian se queja mirando desafiante a Hragon.

–Preste atención, sire Potter, –Hragon ni siquiera se inmuta ante la mirada del niño, que más que verse intimidado lo ve como un chiste. –Esta aquí para aprender, no andar de travieso.

Hadrian le saca la lengua cuando Hragon le da la espalda, provocando una risa mal disimulada en Kya.

–¿De qué se ríe, sire Phantomhive? –Hragon mira a la niña quien de inmediato se calla y mira el suelo. El hombre suspira y hace que levante la casa. –No se avergüence, Sire Phantomhive, ya no estamos en su natal Rusia, no tiene que temer más porque sus padres le busquen.

Kya se le queda mirando y después asiente.

Continuaron por la avenida principal a medida que avanzan pueden ver los altos muros de una edificación imponente. Llegan hasta una plaza hermosa y bien cuidada con una fuente de mármol en el centro, una figura de un dragón de cuatro alas dejaba salir el agua por su boca en una especie de rugido. Justo detrás hay dos escaleras semi circulares dividida por una alta pared de seis metros donde estaba tallado en relieve el escudo de la academia.

Un escudo de gran tamaño y de color fuego metalizado, en el centro hay un dragón feroz de cuerpo color negro cromado posado sobe un cráneo casi tan grande como él. Hadrian esta fascinado, no por la belleza del emblema, sino por el cuerpo del animal. Este no esta de ninguna manera hecho de piel escamosa, más parece que su cuerpo son eslabones de una enorme armadura cromada; lo único que destella luz son sus ojos, escasos de pupilas y forma física solo escapan unas farolas color fuego por dos rendijas triangulares.

Draconis illi victa caellum et terra, comuni hominum timor ut eius rugiet, –recita Hragon al ver que los dos niños están fascinados por el emblema de la escuela. Leyendo el borde del escudo donde estaba escrito el lema de la academia. –Los dragones conquistaron la tierra y el cielo, hombres comunes temed a su rugido. Es lo que dice ahí, esta en latín.

–¿Y por qué en latín? –pregunta Kya.

–El latín tiene fuerza, tiene poder… y es el idioma más cercano al lenguaje arcano, –contesta Hragon casi en un murmullo con la mirada perdida.

Antes de que alguno de los niños pueda preguntar de nuevo, él los hace caminar hacia una de las escaleras.

Llegan a la zona más elevada del pueblo, donde el palacio más imponente que jamás han visto esos niños se levanta con orgullo. Atraviesan el jardín frontal por un camino piedras cristalizadas que dibujan formas abstractas, setos bien cuidados rodean los lados del camino con diversas flores y pájaros nunca vistos. Toda esa alta zona esta bordeada por una baranda de mármol, unos pocos niños de ocho años se sienta en el césped alrededor de una extraña ave similar a un pavo real, solo que las plumas de la cola brillan con todos los colores del arco iris.

–¡Buenos días, Lord Taylor! –recita el pequeño grupo de niños que se levantaron del suelo para hacer una reverencia. Aunque uno grita cuando el ave le suelta un picotazo en la mano.

–Buenos días, –contesta Hragon inclinando un poco la cabeza.

–Si le tienen respeto, Lord Taylor, –habla Kya apenas audible.

–La familia Taylor ha dirigido la Academia Monteriggioni por más de medio milenio. Cuando empezó la época del renacimiento en Italia, este pequeño pueblo conocido como Monteriggioni no era más que una ciudad olvidada después de que acabarán los tiempos en que las antiguas familias estaban en guerra. –Hragon se detiene a medio camino y mira a los dos niños antes de continuar. –Mi familia tomo la oportunidad de ocupar este pueblo y en un centro de educación para proteger a los niños.

–¿Por eso están esas torres? –pregunta Hadrian señalando las murallas.

–Si, esto tambien fue una base militar menor en su tiempo. Por eso el palacio es la edificación más importante aquí, el edificio donde recibirán la mayoría de sus clases y donde vivirán los siguientes años.

Los dos niños miran de nuevo el maravilloso palacio.

El enorme edificio esta hecho de mármol blanco con columnas romanas sosteniendo el balcón superior, la estructura formaba una c muy marcada, lo que divide el palacio en diferentes secciones. Sus techos son afilados de un color azul eléctrico, incluidos el de las cuatro torres. Mirara donde mirara, Hadrian encontraba extrañas criaturas de piedras en las esquinas de los tejados, hechos de piedra, como si custodiaran la ciudad y sus habitantes. No esta seguro si son gárgolas o dragones.

Cada parte del edificio parece una obra de arte con sus bordes afilados bordeando las ventanas y los pequeños balcones.

Hragon espera el tiempo suficiente a que ambos niños dejen de admirar el exterior del palacio, antes de incitarlos a continuar al interior.

–Continuemos.

Los tres atraviesan la entrada doble de la edificación.

Por dentro tenía el mismo aspecto antiguo del Renacimiento, con muebles de piel y largas mesas alrededor de chimeneas calientes. Como en todo lugar mágico, este requería de velas y altos candelabros para iluminar las salas y pasillos, donde impresionantes cuadros y murales cubren cada pared o techo.

–Esa es la sala de estudio, donde pueden venir a hacer sus tareas y requerir la asistencia de su instructor. De no requerirla deberán hacerlas en sus habitaciones. –Hragon se detiene frente a una sala de apariencia acogedora antes de continuar.

Los niños asienten antes de que Hragon se detienen en uno de los baños públicos.

–Ahí puede cambiarse, sire Phantomhive, la esperaremos aquí.

Kya duda un poco pero se mete.

–¿Dónde voy a dormir? –pregunta Hadrian, todavía no han visto dormitorios por ninguna parte.

–Hay tres dormitorios repartidos por la ciudadela, los reconocerás fácil cuando empiecen las clases. El de usted y el de sire Phantomhive es una torre, solo para los dos.

–¡¿Una torre?!

–Sire Potter, cuide esos modales, no grite.

–Lo siento, Lord Taylor.

Escuchan la puerta abrirse y ven a Kya salir con un nuevo y reluciente uniforme. Se asemeja bastante al masculino con unas pocas diferencias. La chaqueta es más corta, apenas un poco más abajo de la cintura y con el cinturón algo más arriba; no hay corbata sino un listón grueso como si formara unas alas de mariposas caídas, aunque se le ve hermoso. Una falda a mitad del muslo color sangre y unas botas hasta media pierna, pero por debajo de la rodilla, de color negra, a la altura del tobillo en ambos calzados esta el escudo de la escuela.

Hades se quedó sin palabras, parece otra a lo que era antes y el negro le quedaba bien a su piel pálida.

–¡Dragones gemelos! –grita emocionado al ver el mismo sello de los dragones gemelos.

Kya sonríe tambien emocionada.

–Sire Potter, ¿qué le dije de gritar? –Hragon lo mira y arquea una ceja.

–Que no lo haga, –Hadrian sonríe inocente.

–Muy bien. Sire Phantomhive si me permite su otra ropa, yo me encargare de despacharla, el resto de sus posesiones están en su cuarto. Si son amables de seguirme.

Hragon reanudo el tour por el palacio y los dos niños le siguen de cerca..

Hadrian comenzaba a dolerle la cabeza cuando ya llevaban veinte minutos ahí. Tan solo en la planta baja habían unas treinta aulas donde se impartían clases muggles y otras veinte donde se les educaba en la magia. El sótano lo ocupaba una gigantesca biblioteca de varios metros de alto, y que para acceder a ciertos libros necesitabas un permiso especial.

En la primera planta se impartían las clases más avanzadas, las cuales solo accedían los niños mayores de once años, que vienen durante las vacaciones de verano e invierno a continuar sus estudios. No importa si ya estaban estudiando en Beauxbaton o Durmstrang o Hogwarts, -aunque los de esta última eran escasos al no tener el mismo sistema que la mayoría de Europa, sobre la instrucción temprana de la magia-, esa academia continua su instrucción a pesar de haber entrado a escuelas de renombre.

El edificio se alargaba por detrás y daba a un patio interno, donde estaba una piscina de 50 mts. Según Hragon, la academia fomentaba todo tipo de deportes, aunque tuvieran un campo de Quidditch, instruyen a sus alumnos en diferentes ramas físicas.

La segunda y ultima planta estaba el comedor abierto a la intemperie por una enorme terraza, donde se sirve la típica cocina italiana durante toda la semana y solo los domingos escogían un menú sorpresa de cualquier otro país. Tambien estaban varias salas de ocio para los alumnos de diferentes edades y una sala donde se reunían los profesores.

–Tengo hambre…– Hadrian se queja cuando ya terminaron con la última planta. Mira por una de las ventanas, el cielo sigue claro y despejado pero esta seguro que paso la hora de comer hace un rato.

–Tranquilo, Sire Potter, ahora nos dirigimos a su torre donde podrá dejar sus posesiones, el comedor estará por servir el festín de bienvenida. Así tendrá tiempo de interactuar con los otros alumnos.

Guío a los niños a una zona de ese piso que aun no visitaban, donde la estatua de un dragón metalizado custodiaba una de las esquinas. Por alguna razón, a Hadrian le parece que el dragón del escudo y esta estatua tienen relación, quizas porque los dos tienen el mismo aspecto superior y extraño.

–Cada una de las torres del palacio están ocupadas: la torre del norte es un observatorio, donde tomaran clases de astronomía y cartografía; la del sureste está la torre de lechuzas, al menos que deseen tener a su ave en el cuarto; la del que esta por encima del vestíbulo principal son mis aposentos, para acceder a ella necesitaran pedir permiso a un profesor.

–¿Y al del oeste? –pregunta Hadrian.

–Es la suya, –Hragon mira a la escultura, –Inferno.

Los ojos de la escultura brillan por un momento antes de apartarse del camino, trepando una de las columnas. Detrás de ella comienza a formarse una escalera rápidamente. Los tres se suben al segundo escalón y permiten que las escalera los eleven hasta lo alto de la torre, subiendo en espiral como una larga serpiente.

Hadrian mira por las vidrieras coloridas, esa torre esta tan alto que puede ver todo el pueblo sin ningún problema, incluso alcanza a ver más allá de la muralla hacia la campiña italiana. Él nunca le ha tenido miedo a las alturas, todo lo contrario entre más alto se encuentra mejor, el viento fresco y el paisaje hacen que valga la pena.

Su padrino siempre le cuenta de cómo asustaba a su madre cuando empezó con la magia accidental, sobre todo una vez que termino en lo alto del hospital San Mungo cuando tenía tres años. Sonríe con tristeza, ¿qué estarían haciendo sus padres y su hermano en ese momento? Aprieta los puños con determinación, se aseguraría de ser el mejor en la escuela y demostrarle a sus padres que es un buen hijo.

–Aquí estamos.

La voz de Hragon lo regresa a la realidad y mira con curiosidad el que sería su hogar los próximos años.

Están en una enorme sala circular con un techo de cristal donde se puede ver el cielo. Tenía pocas cosas ya que tiene años sin ser usada, varias butacas de piel negra alrededor de una calida chimenea, unas mesas de trabajo con diferentes utensilios de escritura y papeles. Aunque lo más impresionante es el cuadro entre las dos puertas: un paisaje sacado de un libro de cuento estaba dibujado, dragones volando por los cielos estrellados y semi cubierto por las nubes, solo en lo más oculto de la esquina superior se puede ver la silueta de un castillo.

–Lindo cuadro –dice Kya mirando la pintura.

–Muy bien, Sire Phantomhive, su habitación es la puerta izquierda y Sire Potter la suya es la de la derecha. Deben usar su uniforme todos los días, tienen al menos otros seis uniformes aparte del de diario que ya fueron encargados previamente, incluido el de deportes y el de invierno. Solo tienen permitido usar ropa normal los fines de semana, en el pueblo encontrarán varias tiendas que pueden suplirles de lo necesario para las clases, incluidos los libros.

Hadrian y Kya asienten.

–No tienen permitido salir de las murallas hasta después de haber cumplido un año en la academia, así que les sugiero que no tienten su suerte. ¿Alguna pregunta?

–¿La contraseña de la estatua es siempre la misma? –pregunta Hadrian.

–No, la pueden cambiar a sus deseos después del primer mes, les sugiero que se pongan de acuerdo para no tener complicaciones.

–Si, Lord Taylor, –hablan los niños al mismo tiempo.

–Cada casa o habitaciones tiene un Consejero, este se encargara de cualquier duda o problema que tengan, sean de clase o personal y podrá contactar conmigo si requieren una audiencia conmigo. ¿Alguna otra pregunta? –ninguno de los niños contesta. –Encontrarán sus horarios en los escritorios junto con la lista de libros que van a necesitar. Los dejaré instalarse, Sire Phantomhive, Sire Potter, –inclina ligeramente la cabeza antes de volver a descender por las escaleras.

Hadrian suelta un resoplido y se relaja, nunca se había sentido tan tenso en toda su corta vida. Ese hombre si es intimidante. Mira a Kya y esta a su vez le mira justo cuando a los dos les gruñe el estomago.

Sonrojados los dos se ríen.

–Creo que lo mejor será dejar nuestras cosas y revisar el cuarto antes de bajar, –Hadrian sonríe nervioso.

–Si, ¿nos vemos en cinco minutos aquí? –pregunta Kya.

–Claro.

Hadrian mira una última ves el hermoso cuadro, donde los dragones se movían de un lado a otro, antes de empujar la puerta de acero que da a su cuarto.

Es una habitación espaciosa de piedras oscuras con un balcón. Una cama grande con telas de color negro y rojo ocupa la mayor parte del cuarto, quedando frente a la pequeña chimenea. Un escritorio de cromo y vidrio esta junto al balcón pero no demasiado lejos de la chimenea, desde la puerta Hadrian puede ver los diferentes utensilios de escritura, la mayoría lápices y cuadernos, supone que las plumas y tintas debe comprarlas él acorde a sus gustos.

Camina un poco mirando con más detalle las cosas, había una butaca frente a la chimenea que puede usar para leer durante las noches, tambien un librero mediano que en ese momento esta vacío. A un lado de la cama tiene una mesa de noche donde había un candelabro pequeño con tres velas y un lugar donde puede poner su varita.

–No esta mal, –Hadrian sonríe mientras saca de su saco el baúl miniatura, –primero a dejar esto. –Pone el baúl frente a su cama y toca las iniciales de su nombre grabadas, –fuego, –dice con voz fuerte y segura.

El baúl tiembla por un segundo antes de que recupere su tamaño normal.

–Desempacare después de comer.

Hadrian deja el baúl para centrarse en las otras dos puertas de madera.

La primera es un armario circular con un juego de abrigos para la época de frío y botas peludas, reconoce algunos trajes de gala, ha visto varios cuando su madre lo llevaba de compras. Ya lo llenaría con la ropa del baúl.

Sale del armario y entra por la otra puerta, aunque de inmediato hace una mueca. Es el cuarto de baño. Una habitación de mármol blanco con un lavabo de tuberías cromadas y un gran espejo, puede ver algunas toallas de mano y otros utensilios de limpieza; un inodoro impecable de color gris metálico; por último hay una bañera y una ducha de buen tamaño.

No puede esperar para estrenarla toda su habitación.

–Me gusta, –sonríe al ver su habitación. Por fin tiene su propio cuarto, ya no lo volverá a compartir ni con su hermano ni con nadie. –Mi propia habitación.

Decide echarle un vistazo al balcón antes de ir a comer. Al salir se encuentra con el esplendoroso paisaje de la Toscana, no le importa ni siquiera los ventarrones alborotaban su cabello, la vista de la ciudad y la campiña de Italia hacen que todo valga la pena. Al mirar a su izquierda, ve que el balcón se alarga aún más hasta llegar a la puerta de cristal que daba a la habitación de Kya, entre las dos habitaciones hay una mesa de cristal pintoresca y una linterna de aceite sujeta por una cabeza de dragón en la pared entre las puertas.

–Es hermoso, ¿no? –pregunta Kya sin dejar de mirar más allá de la ciudad, –parece como un sueño…

Hadrian mira a la niña, se pregunta cuánto daño le habrá echo ser vendida a un circo, el no puede entenderlo porque sus padres jamás le harían eso. Se acerca a ella y le acaricia el cabello níveo de Kya, siente como ella se tensa por un momento antes de mirarle.

–Será un sueño hecho realidad, –Hadrian le sonríe, –será una gran aventura, no te pongas así y disfruta.

Kya le dedica una sonrisa pequeña.

–Vamos, ya deben estar sirviendo la comida y me muero de hambre.

Kya solo ríe antes de seguir a Hadrian al exterior de la torre.

Los dos niños alcanzan el tercer piso y caminan hacia la terraza, de donde pueden escuchar las voces de muchas personas, incluso el dulce aroma de la comida italiana llega a su olfato desde una buena distancia. Entran al comedor, encontrando que estaba repleta de alumnos de entre cuatro y diez años, incluso unos cuantos once años.

Es una hermosa terraza abierta sin techo del cual se puede ver el hermoso cielo despejado de la Toscana. Hay al menos unas cuarenta mesas ya ocupadas por diferentes alumnos y padres de familia, comiendo diferentes platillos italianos. Todos conversando animadamente. Entre las grandes y antiguas familias italianas se da mucha importancia a la unión familiar, por eso durante las vacaciones o días festivos, los padres tienen permitido visitarlos.

–Si que hay gente…– murmura Hadrian un poco incomodo, ellos dos son los únicos que no están con nadie.

Tambien hay una mesa enorme en forma de medialuna casi al final donde los profesores comen junto con Hragon. De vez e en cuando es ocupada por los doce cabecillas de las antiguas casas italianas junto con los profesores, los doce clanes que gobiernan la Italia mágica y a quién el ministro de magia italiano debe responder. Monteriggioni debe obedecerlos tambien, pero se rumorea que ni el mismo Rodrigo Borgia, el cabeza de la antigua y noble casa Borgia y que tiene una antigüedad de más de 500 años, puede hacer que se doblegue Hragon.

–Hadrian, mira ahí hay una mesa libre.

Kya jala del brazo al niño al mesón más pequeño y cerca del barandal.

En cuanto se sientan en las sillas, diferentes platos de comida aparecen frente a ellos. Pescado con limón, pasta al horno, verduras estofadas, croquetas de arroz, torta pascualina, sopa minestrone, arroz negro, ensalada capresa, pollo a la cacciatora (un plato típico de la Toscana); entre otras cosas. Acompañado con copas cromadas con una aleación de cristal lleno de vino

Hadrian se relame antes de servirse unas verduras, un poco de pasta al horno y el pollo en los platos de plata. Aunque todo se le antojaba probar, deseaba guardar espacio por si después hay postre. Un poco dubitativo prueba el vino, el frío y sabor fuerte del vino le recorre la espalda, es algo incomodo pero le gusta. Por lo que había leído en el panfleto, Monteriggioni es famoso por su comida, no se centraba tanto en la comida frita o asada sino que a veces sirven comida de otros países. El vino solo se sirve en los banquetes de bienvenida y despedida, fiestas de gala como en el Yule o en las visitas de las doce familias.

–Esto esta delicioso, –gime Hadrian, aquello es lo más delicioso que ha probado. Puede sentir como se la pasta caliente casi se derrite en su boca. Aunque nunca la compararía con la de su madre, pero esta se acerca bastante.

Kya duda un poco antes de coger un poco de sopa minestrone por el frío, algo de pollo y arroz negro. Empezando a disfrutar de una comida caliente por primera vez, no recuerda mucho de sus padres, solo tiene cuatro años y conoce lo que es sentir hambre, luchar por la comida como debía hacerlo a diario en el circo.

–Kya, sino comes se te enfriara, –Hadrian le da un leve empujón para devolverla a la realidad.

–Lo siento, me perdí en el pasado, –ella se ríe y reanuda su tarea.

Desde todos los puntos pueden oír a las familias y alumnos hablando a todo volumen. Los profesores y Hragon mantienen un aire más tranquilo, sus conversaciones son más calmadas.

En cuanto todos terminan, los platos son levitados por una fuerza invisible y en fila empiezan a volar como si fueran soldados obedientes. Estos terminan sobre una mesa rectangular, donde varios elfos domésticos se aseguran de que queden en orden.

Hragon se aclara la garganta, aunque Hadrian puede jurar que parece más un gruñido pesado y fuerte, haciendo callar a todas los presentes. Se levanta de su silla y se acomoda el traje.

–Unas palabras antes de comenzar la segunda parte del banquete de ingreso, –comienza hablar Hragon antes de mirar a todos con una expresión neutral. –Soy vuestro director y dueño de esta academia, Lord Hragon Taylor, y les doy la bienvenida a Monteriggioni. Seguramente sus profesores, que los recibieron para la selección de casa, les explicaron las reglas de la escuela. Así que seré breve.

'Italia mágica se rige por doce familias antiguas, entre la cuales están los Borgia y los Cacciatore, vendrán de vez en cuando para ver como se desarrollan las cosas en la academia. Deben darle el respeto correcto y demostrar que esta escuela sigue las tradiciones impuestas por las doce familias.'

Los espectadores continúan en silencio. Los Cacciatore y los Borgia son las dos familias más antiguas, apenas con unos pocos años de diferencia, estaban enemistados. Es muy raro ver a las doce familias o a las doce cabezas juntas sin que no intenten arrancarse la cabeza.

–Por último, quiero anunciar que la cuarta casa de Monteriggioni vuelve a estar activa. Los Dragones Gemelos vuelven a estar en operación.

Pronto tanto las familias como los niños de años mayores comienzan a soltar maldiciones y quejas. Los más pequeños que apenas saben algo, solo murmuran entre ellos, preguntándose quien es el que reactivo la antigua casa.

Hadrian y Kya miran un poco nerviosos las diferentes reacciones de los demás. ¿Por qué estaban reaccionando de ese modo?

Hragon pide varias veces silencio mientras presionaba el puente de su nariz. Los profesores no intervienen por estar tan desconcertados como los demás.

El director respira hondo, fijando su vista en las personas presentes. Por un instante Hadrian ve como su garganta brilla de rojo. Lo siguiente que ocurre sobresalta a todos y pone pálidos como el papel, cuando un gruñido muy fuerte retumba en toda la terraza; sometiendo a las personas que habían ahí.

–El resurgir de una nueva casa es un gran evento, no para andar quejándose. –Hragon mira con una frialdad intensa a todos antes de volver a hablar. –Desde hoy, los Dragones gemelos vuelve a estar abierta, demos una cordial bienvenida a sus únicos habitantes, –Hragon señala a Hadrian y Kya. –Sire Hadrian Potter y sire Kya Phantomhive.

Hadrian en ese momento desea no estar ahí, todos los ojos de cada persona se fijan en ellos. Comenzando a señalarlos y murmurar con sus vecinos. Algunos les sonríen de manera cruel.

Algo les dice que su casa no es bienvenida. Debe de haber alguna razón de que desapareciera. Serían unos años muy difíciles.

x-x-0-x-x

Es el atardecer sobre las murallas de la Monteriggioni, ese año hace un invierno especialmente frío aún para la soleada Toscana, aunque la nieve es muy rara en esa zona; no evita que las lluvias sean heladas y torrenciales. La comida durante el Yule es especial, no solo se usaba comida típica de Italia sino de todo el mundo incluidos los dulces.

Pero en ese momento Hadrian no esta disfrutando nada de eso.

–A ver si te entra en esa cabeza tuya, Potter, tu no perteneces aquí.

Hadrian levanta la vista para ver a un niño dos años mayor que él, Louise Leblanc, quien pertenece a los Colacuerno y esta bloqueando su escape junto a sus matones: Dante Sayre y Carionte Steward.

Hadrian en ese momento esta en la terraza, la cual esta vacía a excepción de ellos. Él solo vino para pedir unos bocadillos, Kya y él estaban estudiando en su torre, no podrían bajar a cenar porque tienen un trabajo sobre los Hinkypunks de cinco pergaminos que terminar. Pero tuvo la mala suerte de encontrarse con esos tres.

–El comedor es libre para todos, Leblanc, –contesta Hadrian manteniendo una expresión neutral. Tiene la cara marcada por el golpe de Dante, este lo había tirado al suelo ya que lo tomo por sorpresa.

–No para los huérfanos como tú, –Louise le agarra del chaleco y lo levanta aunque sea un poco difícil, al ser Hadrian de su tamaño.

Hadrian aprieta los dientes y frunce el seño en una expresión de enojo.

–No soy huérfano, soy Hadrian Potter, –gruñe el moreno suavemente, aunque parece más un ruido extraño.

–Oh, perdona, –habla Carionte con tono sarcástico, –debimos decirte abandonado.

Hadrian aprieta los puños mientras los tres se burlan de él.

–El niño que vivió debe ser mucho mejor hijo que tú, si te tiraron aquí.

–O un squib sin cerebro, yo tambien lo tiraría pero a la basura, –ríe Louise.

–O a los perros.

Hadrian gruñe con más fuerza pero esta vez le da un rodillazo entre las piernas a Louise. Quien lo soltó de inmediato, el moreno ni se lo pensó mucho mientras los otros dos tardan en procesar lo que acaba de hacer; golpea en el estomago a Dante. Este abre un espacio lo suficientemente grande para que escape.

Tal vez no sepa mucho de combate cuerpo a cuerpo, pero siempre tiene la ventaja de la velocidad.

–¡Qué esperan, atrapen a esa lagartija! –grita Louise al ver a Hadrian escabullirse.

Hadrian puede escuchar a Steward y Sayre detrás de él. Solo tiene que alcanzar el pasillo que da a su torre, tal vez esconderse en alguna de las aulas abandonadas hasta que se fueran. Ya ha escapado de esas situaciones más de una vez. Los que se meten con el siempre han sido poco inteligentes, Kya y él siempre los comparaban con un gorila.

–¡Vuelve acá Potter! –grita Sayre.

–¡No libraras de está! –brama Steward.

–Primero atrápenme, –Hadrian voltea a verlos y les saca la lengua.

Cuando vuelve a mirar por donde va, apenas logra evitar a otro de los "amigos" de Leblanc. No puede confiar en su sentido del peligro, como él le gusta llamarle, este siempre le ha mantenido a salvo, –al menos la mayoría de veces. –Pero ese momento parece estar en alerta continuamente, y no le sirve de mucho.

Logra entrar en el pasillo parcialmente oscuro del oeste, sus ojos verdes pueden ver apenas pero el niño sabe muy bien por donde ir. No tarda en ver la silueta del dragón que protege su torre.

¡Thanatos! –grita en griego la contraseña.

El dragón inmediatamente abre paso y cuando el niño entra vuelve a su sitio.

Hadrian sonríe mientras sube las escaleras. Ha sido buena idea usar la clave de la torre en otro idioma, por suerte lo primero que les enseñaron a hacer fue el hechizo Discite Lingua, que les permite aprender un idioma mientras lo escuchan, y el hechizo Intellectus, que les permite entender, ya sea en conversaciones o lectura, y hablar la misma lengua. Como aún no tienen varitas, dependen de los profesores para que se los apliquen.

Hadrian y Kya hasta ahora saben italiano con fluidez y el latín, estaban aprendiendo japonés; pero al ser un hechizo limitado a solo tres idiomas, tendrían que aplicarlo de nuevo si quieren aprender más; apenas saben unas palabras en griego, porque los dos empezaron a tener un curioso interés por los dioses griegos.

Discite Lingua es un hechizo muy útil.

–¡Hadrian, al fin llegas! –grita Kya de seis años cuando llega a la sala. Su expresión alegre se disuelve cuando ve el golpe en la cara de su amigo y la ropa desordenada. –¿Leblanc otra vez?

–Si, no pude traer algo de comer.

Kya deja los pergaminos en los que trabaja y se acerca Hadrian para mirar mejor el golpe.

Han pasado dos años desde que llegaron a la academia, aunque su relación empezó extraña y lenta, Kya nunca había tenido amigos y Hadrian le costaba hacer amigos. Pero tuvieron que adaptarse con rapidez, porque la vida en Monteriggioni se volvió difícil desde el principio.

Monteriggioni es una escuela de elite, todas las clases son exigentes desde en etiqueta hasta notas perfectas. Hadrian había visto como alumnos mayores se iban de la escuela a mitad de semestre, porque no seguían los estándares académicos. Las preferencias por las casas son obvias, la mayoría de los profesores tienen un especial cariño por los Colacuernos.

Pero los Dragones Gemelos, ni siquiera se les consideraban para deportes o los juegos anuales. No tardaron mucho en descubrir que su torre se le llamaba la casa de los marginados. Su casa llevaba siglos de no ser habitada y al no tener un nombre de una especie de dragón lo hacía peor. Es una fracción sin atributos que pudieran definirlos, tampoco tienen su propio edificio como las otras tres, sino una torre.

Aunque ellos la prefieren así, disfrutan de la altura y la vista privilegiada de todo Monteriggioni.

Los alumnos constantemente se los recuerdan. Insultándolos como diciéndoles anormal en el caso de Kya y abandonado a Hadrian. Les hacen bromas de mal gusto o subidas de tono, en las que incluyen tirar a la niña desde un balcón a un montículo de estiércol. En los años superiores es peor, los niños siempre recurren a los golpes, estaban más avanzados en las clases de lucha cuerpo a cuerpo y toman esa ventaja.

–No es nada, ya se borrara –dice Hadrian tratando de calmarla, –se curara como siempre. –Apenas lo dice la zona del golpe comienza a desaparecer. –¿ves?

Kya bufa.

–Suertudo, a mi me tardan más, –ella le saca la lengua. –Entonces sino vamos a cenar, siempre podemos ir a una de las tiendas de la aldea. Te toca pagar por cierto.

–¿Qué? Pero si pague la semana pasada, –exclama Hadrian mientras su amiga se mete a su habitación para coger algo más abrigado.

El moreno suspira con una sonrisa a medias. Kya a veces puede ser exasperante, él descubrió con el tiempo como es la verdadera naturaleza de su amiga. Al principio fue difícil, le tenía miedo a todo lo que le rodeaba y prácticamente a hablar con adultos, supuso que se debía a la crianza que le dieron en el circo. Había convertido su existencia en una cáscara dura, que ocultaba quien era de verdad.

Le tomo casi un año a Hadrian romper esa capsula. Pero fue recompensado rápidamente.

Kya es de carácter fuerte y decisivo, aunque a veces caprichosa cuando tiene una idea en la cabeza o tiene la razón. Es de mente analítica y con un sentido lógico muy bien desarrollado, prefiere analizar una situación antes de pasar a los golpes. Algo que iba bien con él, los dos disfrutaban mucho de jugar ajedrez mágico, -el mismo que le había regalado su tío dos años atrás-. Aunque la mayoría del tiempo se mantenía pasiva y callada, los continuos acosos de los demás alumnos no los ayudaban a ser ellos mismos.

Hadrian entro en su habitación después de recoger los pergaminos de su tarea, inmediatamente los deja sobre su escritorio y mira hacia el balcón. El cielo ya estaba oscuro y pintado de estrellas, como si hubiera salido de una pintura. Suspira con una sonrisa, le encanta Italia aunque solo conoce Monteriggioni y Florencia, -durante una de sus clases de etique, los habían llevado a la ciudad para ir a una de las fiestas de la alta sociedad florentina; por suerte los dueños habían sido advertidos y pudieron practicar-. No cambiaria a Italia por nada, al menos es lo que llego a la conclusión después de un tiempo.

Aprieta los puños al recordar las cosas que han pasado con sus padres y hermano menor.

El mundo que conoció alguna vez, la familia que tanto quería se había desmoronado. En un principio las cosas fueron normales, recibía cartas ocasionales de sus padres, no tanto como las que tenía con su primo y tíos. Siempre con preguntas simples de cómo le iba en la escuela, quienes eran sus amigos, entre otras cosas. Su primo siempre es más entusiasta, le escribe una carta diario e incluso le había empezado a escribir a Kya tambien.

Su amiga consideraba a su primo demasiado animado y quizás algo hiperactivo, aunque no lo conociera en persona. Pero eso le empezó a ayudar a Kya a sentirse más cómoda con la gente

Pero a medida que pasaba el tiempo las cosas empezaron a ir cuesta abajo. Las primeras vacaciones a las que fue con Kya, se volvieron un desastre. Solo pasaron unas semanas de verano en el Valle de Godric, pero es como si no existieran. La casa estaba llena la mayoría del tiempo por reporteros, niños o familias que admiraban a su hermano. Lo peor fue cuando llego el cumpleaños de Connor, prácticamente los echaron de la casa para que no molestarán, se quedaron en casa de Sirius ese día.

Las cosas siguieron empeorando, dejaron de escribirle después del primer año. Incluso ese diciembre olvidaron enviarle un traslador para ir a casa; su padrino les hizo el favor de enviarles uno, aún así pasaron la mayor parte de las vacaciones con sus tíos. Hadrian empezó a notar tambien que Sirius, Remus y James comenzaban a quebrarse, discutían cada vez más; a veces por él o por Connor.

Ese año, Hadrian no fue en verano, no tenía dinero para pagar un traslador, -ya que su padre enviaba dinero cada vez con menos frecuencia y sus tíos estaban en Estados Unidos en ese tiempo. Hadrian solo puede sentir rabia e impotencia, viendo como su hermano es idolatrado y tratado como un dio, mientras que él ya no existe para el mundo mágico.

–No se porque aún me llamo Potter, –murmura cuando ve una lechuza familiar entrar por la ventana. Barry, una lechuza común de la familia Black, deja caer la carta sobre la cama antes de posarse sobre la baranda de la cama. –Hola Barry.

La lechuza solo chilla erizando sus plumas pero sin dejar de mirarlo.

Hadrian le clava la mirada. Nunca ha tenido una lechuza desde que esta aquí. Por alguna razón las aves siempre le miran o actúan de manera extraña, casi como si lo juzgara. Pero no dejaban que se les acercara.

El niño suspira y coge la carta de su primo.

Querido Harry,

No sabes cuanto me alegra saber de ti. ¿Qué te pasa, amigo? Últimamente tus cartas han sido un poco apagadas y llenas de rabia, espero que el enojo no sea conmigo ¿eh?. Papá y mamá están preocupados, ya no contestas con la misma frecuencia. Mis padres no se están llevando muy bien con tío James y tía Lily, parece algo serio.

Es verdad que ya no tolero demasiado a tu hermano, pero somos familia y la familia debe estar unida ¿no? Incluso Lyra que tiene tres años sabe que algo no anda bien. Papá y Mamá dicen que nos mudaremos a Florencia, ¿por qué no vienes a pasar el Yule con nosotros? No has venido a casa las últimas vacaciones, le he escrito a Kya para ver que ocurre, pero ninguno me contesta.

Vamos, amigo, dime ¿qué ocurre?, ¿sabes algo de lo que ocurre entre mis padres y los tuyos?

Espero tu respuesta, no me dejes colgado,

Altaír.

Hadrian vuelve a cerrar la carta y la deja sobre la mesita. Es la quinta que le manda este mes. Ya estaban a comienzos de Diciembre y la verdad no estaba de humor para visitar a sus tíos.

–Si quieres ve a la lechucería, –habla con Barry mientras se acomoda el uniforme, –voy a salir a comer y no podré escribir por ahora.

Barry no espera más explicación, se va sin más. Aunque por un momento juraría que la lechuza había inclinado la cabeza como si le tuviera respeto.

Hadrian sacude la cabeza mientras se pone una bufanda negro y rojo. Esta imaginando cosas. Agarra la bolsa de dinero y sale de la habitación.

Por suerte cuando Hadrian y Kya abandonan su torre, ya no hay nadie, probablemente estaban cenando. Los dos salen del palacio a los pocos minutos y caminan hacia la ciudad.

–¿Qué cenamos? –pregunto Hadrian mientras caminan por la avenida principal.

Varios de los edificios estaban a oscuras, ya que como la mayoría de la escuela esta en las competencias internacionales que se celebran ese año en Bélgica, hay muy pocos alumnos. Solo los que no participaban en equipos o eran aún muy jóvenes para participar.

–¿Qué tal pizza? –pregunta Kya.

–¿Cuál es tu obsesión con la pizza?

–No es ninguna obsesión, además es practico podremos ir a nuestro lugar favorito y disfrutarla.

El moreno asiente en acuerdo. En sus primeros días en la academia se dedicaron a descubrir Monteriggioni, cada callejón y edificio de aquella fortaleza, incluso han subido a las murallas que estaban abandonadas la mayoría de su tiempo. Al menos que estés en clase de cartografía y vayas a dibujar un mapa detallado de la zona.

Encontraron que una de las torres de vigilancia tiene una escalera, la que les permite subir a la parte superior de la estructura. La vista es espectacular y daba directamente a los viñedos que son de Hragon.

Los dos amigos van hacia la Pizzería de Prieto para pedir algo.

–Una pizza quattro formaggi mediana para llevar, por favor, –pide Hadrian cuando entran en el pequeño local

Es un restaurante pintoresco y aspecto familiar, hay unas pocas mesas de madera con servilleteros a la espera de clientes, todas pegadas a la pared. El local esta iluminado por antorchas que flotan por encima de sus cabezas.

¡Bambino, bambina! –habla Prieto, un hombre regordete vestido de cocinero frente al horno de leña, voltea a verlos cuando entran a la pizzería. –Benvenuto a la pizzería de Pietro. Les tendré su pizza lista en veinte minutos, por favor esperen en una de las mesas.

Los dos niños sonríen y se sientan en la mesa más cercana a la puerta. Les agradaba el señor Prieto, un squib de una de las doce familias, el hombre había sido expulsado de su clan al no poseer magia y decidió abrir una pizzería en Monteriggioni. Todo lo preparaba a mano, ya que no puede disponer de un elfo domestico, aunque no parece importarle mucho cocinar a mano. El hombre tiene un lado amable con los niños, siempre preparando pizzas o pan con ajo sin importar la hora que sea.

–Aquí tienen, bambini, –Pietro les da a cada uno un vaso de cristal con jugo.

–Gracias, señor Pietro, –agradecen los dos mientras beben un poco del líquido.

–¿Qué los trae por aquí, bambini? –dice Pietro mientras vuelve a preparar la masa de la pizza.

–Queremos pasar la cena bajo las estrellas, –contesta Hadrian mirando como el hombre golpea y estira la masa.

–Si, bonita noche, pero no buen momento, –Pietro niega con la cabeza con una expresión de preocupación, –tiempos difíciles para que unos niños estén en el exterior.

–Pero si no…

Pero la voz de Hadrian se corta cuando un estruendo hace temblar la tierra y los cristales del restaurante. Kya puede ver como el cielo cerca de las murallas brilla en un extraño color violáceo.

–¿Qué fue eso? –pregunta ella.

Oh, santo merlino, –habla Pietro con la voz temblorosa. –Ya están aquí, esto me lo temía que fuera a suceder, –deja de mover la masa y la deja caer sobre la mesa, apaga el horno. –Lo siento, bambini, pero deben correr de vuelta al palacio ahora mismo.

–¿Por qué? Aún falta la pizza, –gruñe Kya.

–Voy a cerrar por hoy, andiamo bambini no tienen mucho tiempo.

Una explosión nueva se escucha más cerca. Hadrian incluso puede oír como grandes trozos de piedra empiezan a desprenderse de la muralla.

–¿Qué ocurre, señor Pietro? –exige Hadrian.

–Monteriggioni es una ciudad en medio de un territorio neutral, por eso se enseñan tanto clases muggles como mágicas –empieza a hablar el hombre un poco exasperado, mientras guiaba a los niños por la parte de atrás.

–Pero Lord Taylor dijo que es propiedad de su familia desde hace años.

–Es como sino fuera de nadie, bambino, toda Italia pertenece a las doce familias; no importa si son del mundo mágico o muggle, los territorios ya han sido reclamados. La familia Taylor no tiene posición en nuestro país, sus palabras son tan vacías para las familias como un barril oscuro.

Los tres atraviesan el almacén ahí Pietro guarda los ingredientes y salen al patio trasero. Donde estaba un caballo color chocolate atado y ensillado.

–Lord Taylor no es bien aceptado por muchas de las familias, los sangre pura no aceptan fácilmente las enseñanzas muggle y eso a tirado más leña al fuego. –Desata al caballo y lo acerca hasta ellos. –Ahora los puristas han venido a destruir Monteriggioni.

Una explosión ensordecedora termino por fracturar lo que quedaba de la puerta de la muralla.

–Me temo que serán muchos para que los profesores puedan detenerlos, tendrán que esperar a que Lord Taylor llegue de Bélgica.

–¡Pero esta en otro país! –grita Kya intentando que la escuche entre las explosiones continuas.

Pero Pietro la ignora y simplemente la levanta, sujetándola por las axilas y la pone sobre el caballo. Antes de que Hadrian pueda quejarse tambien, el hombre lo levanta y lo sienta detrás de Kya.

–Solo tengo un caballo, así que tendrán que compartir, –Pietro le da las riendas a Hadrian.

–Pero…

Pietro le da un golpe en los cuartos traseros del animal.

¡Andiamo!

El caballo se levanto en dos patas, relinchando asustado antes salir corriendo por el laberinto de calles que forman Monteriggioni.

Los dos niños tardan en tomar el control del asustado animal, aún así no logren retener la carrera del equino, solo dirigirlo.

Entre más atraviesan la ciudad buscando la ruta más fácil para llegar al palacio. Más destrucción encuentran, gente gritando, edificios empezando a ser consumidos por las llamas del fuego demonio. Hadrian no puede más que sentir pánico, había leído sobre el Fiendfire, un hechizo incontrolable que puede consumir todo a su paso, sin importarle quien se interponga en su camino. Puede ver como las llamas sobre los escombros toman forma de diferentes animales: dragones, serpientes e incluso un gato gigantesco.

–Hay que salir de la academia, Hadrian, –dice Kya tratando de mostrarse calmada, pero al moreno no se le escapa nada. Es muy sutil pero puede ver el temblor de las manos. Lograron tomar algo más de control sobre el animal y bajar la velocidad.

–Lo sé, –murmura Hadrian y abraza con un brazo por la cintura a su amiga. Tambien estaba nervioso y empieza a sentir su cuerpo arder nuevamente.

–¡Hadrian, estas ardiendo!

La subida de su temperatura empieza a ser cada vez más común para Hadrian. Ninguno de los dos entiende porque sucede, solo que se gatilla cuando esta en peligro o bajo estrés. Aunque no son tan frecuentes como el mismo sueño extraño de aquel mundo en ruinas, Hadrian sigue sin entender porque sueña con eso o la insistente voz que lo llama.

Hadrian clava los talones en los costados del caballo para que empiece a marchar más rápido. Pero el animal se ha detenido, resoplando y sacudiendo la cabeza violentamente, se movía en el mismo sitio como si estuviera asustado de continuar.

–Vamos, avanza, –ordena Kya.

Puede ver el resplandor de las llamas acercándose por las calles cercanas a ellos. Las casas cercanas no tardarán en ser consumidas tambien.

Hadrian aprieta los dientes, no puede morir aquí por el fuego, no de esa manera. Sus ojos se vuelven negros por completo y empieza a formarse una chispa de fuego en el centro, empezando a iluminarse poco a poco. Puede ver las llamas danzando muy cerca, casi en cámara lenta.

El moreno levanta la mano que sujeta a Kya, sin darse cuenta que esta empieza a volverse gris al negro desde la punta de los dedos. Su palma se vuelve roja como el fuego. Hadrian golpea con toda la mano abierta los cuartos traseros del animal.

El caballo al sentir la piel quemarse, chilla levantándose en dos patas y correr por el pasillo en llamas. Ninguno de los niños nota como el fuego se aparta con violencia, para darle paso. O como uno de los animales de fuego cambiaba de dirección al verlos.

Hadrian continua dirigiendo al caballo por entre las calles, le pone nervioso no encontrarse a ninguno de los invasores todavía, y eso que puede escuchar la lucha cada vez más cerca.

De pronto empieza a sentir un cosquilleo en la parte posterior del cuello, sintiendo como sus cabellos se le erizan al sentirse observado. Mira sobre su hombro solo para ver una criatura persiguiéndolos.

Un Cacciatole, una especie endémica de Italia, es controlado por un mago. Una especie de reptil emplumado muy similar a los wyvern, excepto que sus plumas son duras como piedras y su cabeza es más de un ave con un gran pico amenazador; su cola es de lagarto pero la punta esta decorada por un aguijón en forma de pluma, esta es capaz de inyectar un paralizante muscular, que mantiene a su victima consciente mientras come.

La enorme criatura clava su cola en el caballo antes de volver a elevarse.

–¡Kya! –es lo único que logra gritar Hadrian.

Apenas logra apartarla del equino antes de que el animal caiga al suelo. Atrapando el pie derecho de Hadrian.

–¡Hadrian! –grita Kya y entre los intentan liberar el pie del moreno.

Pero no avanzan mucho cuando un rayo de luz amarillo golpea a Kya. Ella sale disparada hacia atrás haciendo que se golpee contra los escombros.

–¡Kya!

–No, no, no, –ríe Federigo Molinaro, un mago de sangre pura, desciende su cacciatole junto al caballo. –¿Qué hay de divertido en una captura sin sufrimiento?

Hadrian lo mira extraño, aquel hombre disparaba todos sus sentidos, su voz tiene un tono escalofriante.

–Vete al infierno, –gruñe Hadrian.

Federigo sonríe maniáticamente antes de apuntar con su varita al niño.

Pelle che brucia, –pronuncia el hechizo en italiano y un rayo azul eléctrico golpea al niño.

Hadrian siente su piel empezar a arder es doloroso y apenas puede resistirlo, pero pronto la temperatura de su cuerpo contrarresto el hechizo.

–Eso no me hace ni cosquillas, –jadea Hadrian mirando desafiante al hombre.

–Que pequeño tan valiente, –sonríe con ironía y mira a Kya que logra levantarse del suelo a pesar del dolor en su cabeza. –Veamos que tan resistente es tu amiguita.

Kya mira con miedo a Federigo, este tiene un brillo maniaco en sus ojos.

El adulto empieza a caminar hacia ella relamiéndose mientras admiraba el cuerpo de la niña.

–Podría enseñarte una que otra cosa… mostrarte el mundo de los adultos.

Kya retrocede varios pasos y Federigo avanza dos.

Hadrian desesperadamente logra sacar su pie del caballo, que empieza a ser devorado por Cacciatole. Coge las riendas del equino y aprovecho para cortarlas con el lagarto alado. Sin pensarlo mucho corre hacia el hombre, quien por suerte es bajito, y salta detrás de él.

Federigo solo de da cuenta de lo que pasa cuando las riendas comienzan a apretar su garganta. Hadrian queda colgado en el aire, no tiene fuerza pero si inteligencia.

–¡Corre, Kya! –grita Hadrian mientras lucha por mantener esa posición y Federigo lucha por quitarse las cuerdas, olvidando que tiene una varita.

–¡No puedo dejarte solo con él! –contesta ella inquieta.

–¡No seas idiota, ve a buscar a alguien!

Kya sin pensarlo más, corre, algún adulto debe seguir aquí o al menos con vida.

Hadrian y Federigo siguen forcejeando. El adulto solo se movía de un lado a otro luchando por aire. El niño no esta seguro si las riendas soportarían lo suficiente antes de ahogar al hombre.

Los ojos de Hadrian son llamas furiosas. El color fuego parece más brillante aunque todavía se le ve las pupilas.

Pero no le dura mucho su maniobra.

Federigo libera una de sus manos y chasquea los dedos.

El Cacciatole deja su comida, aunque parece más forzado a hacerlo, y ataca a Hadrian, agarrándolo por un brazo y empezando a sacudirlo como si fuera de trapo. Lo tira al suelo, atrapando al niño con una de sus garras.

Hadrian forcejea por quitarse la enorme pata, un poco imposible al ser una criatura de dos metros y medio de altura.

–¿Cómo ves? Este muchachote que ves aquí, –habla Federigo, sobando el cuello con una mano y con la otra da palmaditas al reptil.

Hadrian frunce el seño con enojo al ver como la criatura se encoge al tacto de su dueño.

–Es mi esclavo, lo robe del nido de su madre y mira que fiel es a mi, solo hay que criarlos con mano dura, y claro un buen látigo. – Federigo ríe.

–Me das asco, –gruñe soltando un escupitajo al voltear la cara y lograr mancharle sus botas.

Federigo levanta un lado del labio con asco antes de poner su pie izquierdo sobre la cara del niño.

–Gente como tu me dan asco, sangre sucias que se creen dueños del mundo mágico, –presiona su bota contra el rostro del niño, –vienen aquí a ensuciar nuestra sociedad con sus tradiciones y su asquerosa presencia.

Federigo inclina la cabeza de lado, mirando mejor al niño y una sonrisa diabólica se dibuja en su rostro.

Hadrian puede sentir todas las alarmas de su cuerpo encenderse, es una sensación que siempre le advierte cuando esta en peligro. El lo llama sentido del peligro, ya que le suele pasar a menudo desde que entro en la academia. Y esa sonrisa no le gusta para nada.

–Debería conservarte, pagarán muy bien por ti, –levanta el pie y con la punta de la bota mueve la cara del niño. –Seguramente bajo esa cara de niño duro hay un lindo mocoso, seguramente gritas delicioso cuando te la metan.

Hadrian se pone pálido. Un gruñido empieza producirse en su garganta, no es el de un niño es de otra cosa. Incluso el cacciatole se pone nervioso e inquieto, moviendo en sus enormes ojos amarillos hay miedo y algo más, reconocimiento; pero ni su amo ni el niño se dan cuenta.

–Pero primero me divertiré con tu amiguita, es bonita tambien, –sonríe al ver los ojos del niños chispear furiosos. –No te preocupes, la haré toda una mujer.

–¡No te atrevas!

–Mírame, –empieza a irse por el mismo camino por el que desapareció Kya.

Hadrian siente su cuerpo subir aún más su temperatura hasta el punto de ser la misma tierra del infierno. Su corazón palpita con rapidez y su mente va llenándose de ira. No dejaría que tocarán a Kya. Nadie le pondría la mano encima.

El gruñido empieza a crecer nuevamente, logrando que la criatura se aparte de inmediato intimidada. Hadrian arquea la espalda hacia arriba, causando que los eslabones de la columna crujan, puede sentir incluso como se fracturan. Como si siempre estuvieran ahí, una hilera de espinas negras con un brillo rojo al borde sale a lo largo de su columna, desgarrando la chaqueta. Sus ojos vuelven a ser dos brillantes faros de fuego.

Hadrian se sienta en el suelo, consiente de todo lo que le pasa. Pero la ira es más fuerte en él como para importarle. Truena su dedo índice con el pulgar de su mano derecha, se escucha como si se hubiera partido el hueso.

Pero el efecto es suficiente. Federigo se detiene de golpe y voltea solo para palidecer de inmediato y retroceder hasta golpear la espalda contra un edificio.

Aquel niño no parece humano, la piel del cuello y parte de la cara es negra, incluso más de cerca se puede ver el delineo rojo de unas escamas. El uniforme esta irreconocible en la espalda por las largas espinas.

–Eh… oye solo bromeaba, –Federigo intenta aplacar al niño o la cosa que tiene frente a él. –Solo, jugaba…

El hombre se da la vuelta y corre en un intento de huir.

Hadrian mira al Cacciatole que no se ha movido. Sus ojos de fuego se clavan en los amarillos. El animal se encoge pero no por miedo, sino respeto la criatura sabe con quien esta lidiando.

Tráelo, –la voz de Hadrian no parece humana, sino más bien un siseo penetrante y fuerte.

El lagarto ave chillo antes de abrir sus alas en toda su envergadura, fácilmente miden tres metros, y lanzarse a la cacería de su antiguo dueño.

Hadrian solo espera unos segundos antes que el Cacciatole regresara con su presa.

–¿A dónde vas? –sonríe el moreno mostrando una hilera de dientes afilados y tan largos que ya escapan de sus labios. –Aún no hemos jugado, –se truena otro dedo del mismo modo.

Las llamas del Fiendfire ya han alcanzado esa parte de la ciudad y parecen más furiosas que antes. La serpiente de fuego y el enorme leopardo miran desde los escombros sin atacar.

Federigo mira con terror todo. Es como si hubiera entrado en otra realidad, porque no comprende cuando todo se invirtió o desde cuando los animales del fuego demoníaco se detienen.

Pero Hadrian no deja que siga pensando.

De su espalda baja sale de golpe algo que atraviesa la entrepierna del hombre como una brocheta. Un tentáculo o cola negra sale de su espalda, un brillo rojo como la sangre cubre todo su borde y parece pulsar, puede verse el detalle de escamas aun pálidamente.

El niño no se detiene a pensar ni siquiera, sin saber bien en lo que se esta convirtiendo, usa aquella cosa como arma rompiéndole cada extremidad y atravesando cada parte, demasiado rápido para que Federigo pueda verlo.

Todo tuyo, –sisea cuando lo único que puede hacer el hombre es gritar, sabiendo lo agradecido que estará la criatura de matar a su dueño.

El cacciatole chilla antes de saltar sobre el que fue su captor, por muchos años y despedazarlo a con el pico.

Hadrian ignora los gritos de piedad del hombre y salta con una fuerza que desconocía sobre el techo de lo que era el dormitorio de los dragones bola de fuego. Mira la ciudad en ruinas y las llamas aún consumiendo la belleza de su hogar.

Abre la boca y ruge, haciendo temblar todo Monteriggioni con su fuerza. Congelando a los invasores que estaban repartidos por toda la ciudad, viendo con horror como sus Cacciatole los abandonan para responder al llamado.

¡Quémenlos, háganlos cenizas! –ruge la orden mientras las llamas desde todas las partes de la ciudad y los animales del fuego demoníaco avivan sus llamas, avanzando rápido hacia los humanos que perturbaron al niño.

Mientras los reptiles cazaban a los quienes los capturaron.

Solo quedo Hadrian encima del techo, mirando con satisfacción el caos. No le importaba en ese momento su aspecto o lo que es capaz de hacer, solo destruir a los invasores.

0o0o0

Espero que les haya gustado y espero sus comentarios, siempre respondo cada uno. Los agradezco mucho y los espero con ansias.

12 familias:

Cacciatore

Borgia

Glosario:

Kalen: el que posee las claves.

Kya: Diamante del cielo

Enya: pequeño fuego.

Altaír: Águila.

Lyra: basada en la constelación de la Lyra, un instrumento pequeño parecido al arpa, pero fácil de llevar.

Diamante del Oeste Azteca (basado en la cascabel diamante del oeste): Dragón originario de México, tiene largas espinas alrededor de su cuerpo que le sirven para planear. Es uno de los dragones más pequeños que existen, no llegan a superar los 7 mts de largo. Tienen más parentesco con las serpientes.

Monteriggioni: pequeño pueblo de la Toscana en Italia.

Andiamo: vamos

Bambino: niño

Bambina: niña

Bambini: niños/niñas

Oh, santo merlino: oh, santo merlín.

Benvenuto: bienvenidos

Cacciatole (Cacciatore: cazador/ lucertole: lagarto): Una especie de reptil emplumado muy similar a los wyvern, excepto que sus plumas son duras como piedras y su cabeza es más de un ave con un gran pico amenazador; su cola es de lagarto pero la punta esta decorada por un aguijón en forma de pluma, esta es capaz de inyectar un paralizante muscular, que mantiene a su victima consciente mientras come. (basada en un ave del terror, un ave prehistórica durante el cenozoico extendida por varias regiones)

Borgia: familia muy influyente durante el renacimiento italiano. Rodrigo Borgia fue un Papa de la iglesia.

Cacciatore: cazador.

Hechizos:

Pelle che brucia: piel ardiente.