¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Hiccup no era un gran fan de las bodas.

No por ser un grinch del amor, un inadaptado social o un gruñón de su círculo de amistad. La única razón por la que no le gustaban se debía a que no encontraba su lugar después del brindis.

Si todos bailaban, las pláticas aumentaban y el ambiente se amortiguaba en una dulce combinación de camaradería, romanticismo y alegría familiar, pero no era lo suyo.

Prometió permanecer hasta el final de la velada pero nunca especifico en que parte del salón se quedaría y para las doce menos cinco el jardín parecía un buen lugar para pasar parte de la noche con la canción retumbando en un eco sordo, las luces se apagaban por los árboles que las tapaban y las parejas se concentraban en la pista de baile para ver a los novios o bailar en las orillas de la pista y no opacar a la pareja.

— ¿Se te perdió algo?

Si el chico no hubiera hablado, Hiccup pudo pasar de largo su existencia con facilidad aun cuando su apariencia era difícil de ignorar.

—Mi energía.

Se acomodó a un lado del chico que no abandono su cómoda posición en el césped donde podía estar sentado plácidamente sin ser interrumpido hasta el momento en que él llego.

—Suerte encontrándola, salí a buscar la mía hace una hora.

— ¿Tuviste suerte?

—Nah, me rendí apenas comencé.

—Es difícil cuando te falta la fuerza para seguir.

—Imposible.

Ambos asintieron como si aquello fuera un funeral y no una boda.

— ¿Puedo sentarme?

—No lo sé ¿puedes?

Hiccup puso los ojos en blanco aunque termino por ignorar la broma para sentarse a su lado y ver el pequeño arroyo que tenía el gran salón.

— ¿Te he visto antes en algún otro lugar?

—No lo sé, quizá.

El albino sonrió irguiéndose lo suficiente para quedar a su altura y poner sus labios a la misma altura que los contrarios.

—Creo que deberíamos ser más específicos cuando decimos a dónde vamos.

— ¿Tú crees?

—Sí, cuando dijiste "voy a una fiesta" no creí que te refirieras a la boda de mi hermana.

—Falta de comunicación, creo que todas las parejas la tienen.

—No Hic, las parejas normales tienen falta de comunicación, nosotros tenemos pésima forma de comunicarnos.

—Tú dijiste que ibas a salir.

—Y tú que una fiesta.

Al final, ninguno pudo aguantar la carcajada que la irónica situación les provocaba y zanjaron la discusión con un beso lento al mismo ritmo en que la música de vals ahora proyectaba luces oscuras y pálidas en el techo de la cúpula y a la redonda.

— ¿Quieres regresar e intentar bailar un rato?

Hiccup se lo pensó seriamente o al menos se esforzó por aparentar que lo hacía. No necesitaba imaginarse en una incómoda pista de baile a la pequeña privacidad que había conseguido con su novio, el mismo tonto chico que fue un asco para informarle que ambos irían al mismo evento a diferentes tiempos.

Sin duda, uno de los malentendidos más tontos de la historia.

— ¿Crees que Ana se moleste si no vamos?

—No, estoy seguro de que nos perdonara si nos aparecemos más tarde, no creo que le importe.

Y tras esa última oración, ambos se dedicaron una disculpa silenciosa donde sus dedos buscaron lentamente el calor del otro, entrelazándose con facilidad y perfección, compartiendo una sonrisa, un beso tan lento como el anterior donde no era necesario decir nada para expresar sus sentimientos de culpa por el poco detalle y la alegría de encontrarse de esa forma tan ridícula y perfecta para ellos.

Sin planes pero tampoco sin contratiempos, tan perfecto como el aliento que se mezclaba en aquel contacto suave y tibio.

Hiccup no era un fan de las bodas, pero sí de cualquier evento que le permitiera compartir tiempo de calidad con Jack.