"ES OTRA HISTORIA"

I: Preparándose para un nuevo curso

Una joven de pelo castaño, algo encrespado, entró en una sala donde todos los presentes estaban sentados alrededor de una mesa de mármol gris. Le saludaron cortésmente con la cabeza mientras se sentaba orgullosamente en su posición, liderando la mesa.

-Buenos días –dijo la chica- Hoy es 20 de agosto. Faltan pocos días para que las clases en Hogwarts vuelvan a comenzar y como sabéis, he sido elegida nueva directora, a la marcha de Dumbledore. Por ello he decidido introducir algunos cambios que, supongo, hará que aumente el número de alumnos en Hogwarts. ¿Sí señor Malfoy?

Draco Malfoy, el profesor de pociones, levantaba su mano arrogantemente. Aunque las continuas disputas entre el grupo de Harry y el de Draco fueran olvidadas al terminar el colegio, este último aún les guardaba un cierto rencor. Ahora ya tenían 23 años y no se iban a poner a pelear, pero a Malfoy siempre le ha molestado que Hermione hubiera conseguido el puesto de directora nada más entrar. Él llevaba dando pociones en Hogwarts un año y era mucho más talentoso que ninguno de los allí presentes.

-Señorita Granger... ¿es cierto que hay un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras?
-Sí por supuesto. Como bien sabéis no hay muchos profesores dispuestos a dar esta materia aquí en Hogwarts, pero un buen amigo mío, Victor Krum, tras dejar la escoba, está dispuesto a dar esta materia. Procede de Dumstrangs, así que tiene un gran conocimiento. Respecto al resto de los profesores seguiremos como siempre. Por cierto, la profesora McGonagall también se retira por lo que yo ocuparé su lugar como profesora de Transformaciones y el puesto de subdirector queda vacío. ¿Quiénes se ofrecen?

Una mano vacilante y otra segura se alzaron. Neville Longbottom, profesor de Herbología desde hace un año y Draco Malfoy, profesor de Pociones desde el mismo tiempo, eran los dueños de las respectivas manos.

-Para mañana se os hará saber cual será elegido.
-¿Qué método usarás? –dijo Malfoy con voz fría- ¿o simplemente escogerás a Longbottom por qué te cae mejor?
-Escogeré el más apropiado. Esto ha sido todo por hoy. Mañana escogeré a los profesores encargados de cada casa.

* * *

Una música fuerte, enérgica y guitarrera resonaba por toda la casa de los Moore. Adrienne estaba sola en casa bailando frente al espejo imaginándose en medio de un concierto tocando una guitarra invisible. El timbre de la puerta de su casa sonó desconcentrándola. Paró la música y fue a abrir. La persona que vio allí era la que menos podía esperar.

-¡Karen! ¿Pero tu no estabas de campamento?
-He vuelto antes de tiempo. ¡Dame un abrazo!

Las dos amigas se abrazaron y Adrienne hizo pasar a Karen.

-¿Y tus padres? –le preguntó Adrienne- ¿No te echarán de menos? ¿Por qué no vas a verlos a ellos primero?
-Tu tan inocente como siempre. ¿Crees que voy a venir directa del campamento a visitarte? Te aprecio mucho, pero no tanto :P Además ¿dónde estarían mis maletas?
-¿Y entonces que haces en Minbury? ¿Te quedarás esta noche? Ya sabes que eres bienvenida en mi casa.
-Estoy en Minbury porque quería verte. Además Londres no está tan lejos. Mis padres vendrán mañana a las siete de la tarde a buscarme. Bueno, a buscarnos. ¿Te vienes a Londres? Nos quedamos allí hasta que empiece el colegio.
-No sé. Mis padres... no creo que lo acepten. De todas formas no queda mucho para que empiece el colegio, por desgracia.
-¿Alguna noticia de Daniel? Desde que salimos de Hogwarts no he tenido noticias suyas.
-Yo tampoco. Ya sabes como es. Seguro que este verano le ha dado por algo y se ha olvidado de nosotras.
-¿Te refieres a una chica?
-No creo. Pienso más que será por sus padres. Ya sabes lo deprimido que estaba por volver a casa y volver a ver a sus padres discutiendo todo el tiempo.
-¡Este año quinto curso! ¡Tengo unas ganas de empezar!
-¡Karen! ¿Cómo puedes ser así? ¡Con lo bien que estoy de vacaciones!
-¡Si no has salido de casa en todo el verano! ¿Por qué no querías venir al campamento conmigo?
-Primero: era todo de deportes. Segundo: si he salido de casa. Fui a la piscina un par de días. Tercero: en casa me lo paso bien. Cuarto: no tenía a nadie con quien salir. ¡Ya sabes lo que me gusta ir a la plaza! ¡Está llena de chicos guapos! Pero yo sola no pintaba nada.
-Son las cuatro. Podemos ir ahora.
-Me tengo que duchar y vestir. ¿Esperaras? Estoy escuchando Evanescence. Ya sé que no te gusta la música muggle... tengo más CDs. Cámbialo si quieres. Me voy a la ducha.

Karen fue directa a la habitación de Adrienne. Sabía exactamente como estaría aquello. La cama estaba aún sin hacer, papeles inundaban el suelo, la tele estaba encendida, en el messenger todo el mundo le estaba hablando y no contestaba a ninguno... típico en Adrienne. Karen se sentó en la mesa del escritorio y desconectó el ordenador de Internet. Luego hizo la cama, recogió un poco los papeles del suelo y apagó la televisión. Adrienne entró envuelta en el albornoz y con el pelo mojado. Buscó en su armario algo de ropa y se vistió rápidamente, mientras Karen iba recogiendo algunas cosas más. Así eran las dos. Completamente distintas, pero muy buenas amigas. En el fondo se complementaban. Adrienne iba perdiendo las cosas y Karen las iba recogiendo. Y también estaba Daniel. El típico chico problemático, muy encerrado en sí mismo. No es que fuera tímido, simplemente no le gustaba mucho estar con la gente. Pero entre Karen y Adrienne estaban consiguiendo que se abriera más. Si Daniel era así era porque sus padres no hacían más que pelearse desde que él nació. Sin embargo, nunca habían pensado en el divorcio hasta ese verano y ninguna de las dos sabía como se tomaría aquello Daniel. Podría ser para mejor o para peor.

Para ser una bruja Adrienne estaba fascinada con todo lo muggle. Le encantaba la ropa muggle, la música muggle, los inventos muggles. Procedía de una familia muggle, así que tenía todas esas cosas al alcance de su mano. En cambio a Karen lo muggle le daba igual. Consideraba las cosas mágicas mejores, aunque no despreciaba a ningún mezclado. Sin embargo, gracias a los consejos de Adrienne se sabía vestir a la última moda. Si había algo que entusiasmase a Adrienne era la moda muggle. En ese momento llevaba una minifalda de cuadros blancos y negros en plan colegiala con una camisa blanca con corbata negra de rayas y unos calentadores negros. También había recogido su cabello negro en dos coletas. Sabía que este conjunto era un poco llamativo, pero no le importaba. Mientras estuviera de moda, Adrienne se atrevía con todo. Karen en cambio llevaba algo más discreto: unos vaqueros de talle bajo con una camiseta roja con letras blancas. Adrienne pocas veces iba a la plaza, ya que no tenía a nadie con quien ir y además tampoco conocía a nadie, pero como la plaza era el sitio más concurrido por la gente de su edad nunca perdía la oportunidad de ir.

Salieron de casa charlando animadamente y al poco se compraron un helado. Al cabo de un cuarto de hora de un agradable paseo llegaron a la plaza. En realidad tan solo eran unos cuantos jardines con bancos y una fuente en medio pero aquello era el centro social de Minbury. Los bancos de la parte derecha y izquierda los ocupaban los chavales más normales. En la parte de atrás solo había madres con sus hijos jugando a cualquier cosa. Y en la parte de adelante se sentaban los populares. Llevaba toda la vida funcionando así y nadie lo iba a cambiar. Nunca jamás uno de la parte derecha se sentaría con los populares. Sabía que no debía hacerlo si no quería acabar avergonzado delante de todo el mundo. En una esquina había una tienda de golosinas que debía de ganar bastante ya que siempre estaba llena. Adrienne y Karen se sentaron en un banco de la parte derecha mirando a la parte de adelante donde se ponían los chicos más guapos. Adrienne estaba ensimismada mirando como jugaban a fútbol. Al cabo de un rato las dos amigas empezaron a aburrirse. La plaza estaba bien durante un rato, pero, al fin y al cabo tampoco había tanto por hacer, así que ambas se fueron a mirar algo de ropa en alguna tienda y a probarse cosas que nunca comprarían, para divertirse. Y así pasaron la tarde. No fue nada en particular, pero para Adrienne fue el mejor día del verano, porque en el fondo sabía que su amiga tenía razón. Sola en casa no hacía nada.

* * *

-Tal como dije ayer –dijo Hermione una vez sentada en la sala de profesores- hoy sabremos quién es el nuevo subdirector.
-No hace falta -dijo Malfoy- Será Longbottom.
-Te equivocas –dijo Hermione calmadamente- Eres tú. Las notas que sacaste en los EXTASIS son las mejores de todo el claustro, excluyendo las mías. Enhorabuena.

Malfoy no lo podía creer. Su largamente rival y a la que había insultado durante los 7 años de colegio le había escogido como subdirector.

-Mañana vendrá Victor Krum para incorporarse a nosotros. Ahora sé que todos tenéis mucho trabajo por hacer así que me gustaría quedarme a solas con el señor Malfoy.

Los profesores fueron saliendo en silencio. Todos estaban intrigados por saber que demonios le diría Hermione a Malfoy. Este último la estaba mirando con indiferencia, mientras ella paseaba de un lado a otro de la habitación.

-¿Y bien? –dijo Malfoy.
-Solo quería decirte que mejores tu actitud. No es bueno que nos hables en malos tonos -Malfoy iba a rechistar, pero Hermione siguió hablando callándole la boca- ¿ves que los demás hablemos como tú? No. Así que sé más amable. ¿Entendido?
-Sí, por supuesto.

* * *
-No puedo creer que ya sea uno de septiembre –se quejó Adrienne a Karen- estas vacaciones han sido las más cortas de mi vida.
-¡Que va! Lo que pasa es que te has pasado mucho tiempo encerrada en casa y no las has disfrutado.
-Bueno, ya soy mayorcita para saber como pasar mis vacaciones. ¿O no? ¿Tenemos todo?
-Sí. Ayer estuvimos haciendo la maleta. ¿Recuerdas?
-Es que por las mañanas soy un zombi. ¿Qué hora es?
-Nueve y media.

Adrienne bostezó y se volvió a tumbar en la cama. Karen la zarandeó.

-¡Venga gandula! Tenemos cosas que hacer. Suerte que tus padres te dejaron pasar la noche de hoy en mi casa, si no hubieses perdido el tren.
-Si, aunque no pude pasar toda la semana como habíamos planeado. ¡Padres! ¡Siempre fastidiando! Bueno, aunque sea un rollo confieso que unas pocas ganas de empezar si que tengo.
-¿Lo ves? Seguro que es porque este curso hacemos los TIMOS...
-¡No es por eso Karen! Es porque quiero ver a los compañeros.
-Sí, bueno. Eso también. Pero me parece que como no te levantes no vamos a llegar al tren y nos vamos a quedar sin ver a los compañeros ni nada. ¡Arriba!

Karen tomó a Adrienne de la mano y la incorporó. Luego se fue al baño y Adrienne se volvió a tumbar. Cuando volvió Karen, ya duchada y vestida, casi le da un ataque.

-¡Habíamos quedado en que harías la cama! ¡No vamos a llegar a tiempo! Anda, ve a ducharte que yo recogeré esto. ¡Parece una pocilga!

Adrienne miró a su alrededor sorprendida. El único rastro de desorden en la habitación de Karen eran las camas desechas. Fue a ducharse y se vistió. Esta vez escogió algo más discreto que una mini falda. Además llovía y se mojaría las piernas... aunque tenía unas botas altas negras. Sí. La mini falda vaquera con el jersey negro y las botas sería lo mejor. Se había comprado una cazadora negra de imitación a cuero (Adrienne era defensora de la naturaleza 100%) que iría a la perfección. Se miró en el espejo. Un grano estaba creciendo en su barbilla. Lo disimuló con un maquillaje especial. Luego se fijó en sus ojos azules, algo apagados por el madrugón. Tenía unas pocas ojeras, pero ya se irían. Karen abrió la puerta mientras Adrienne se peinaba.

-¿Vienes a desayunar o qué? ¡Aún así! ¿Por qué no te vistes de una vez?
-No me voy a poner esto.
-Bueno, pues cámbiate deprisa. Yo voy a desayunar.

Adrienne guardó las cosas en su enorme neceser y volvió a buscar en el baúl el conjunto que había elegido, dejando el que había pensado ponerse. Lo más rápido que pudo (una eternidad para Karen) se vistió y fue a desayunar. La madre de Karen le dio los buenos días y le sirvió el desayuno. El padre de Karen se había ido a trabajar, pero les había dejado el coche para que pudieran ir a King's Cross. En cuanto las tres estuvieron listas bajaron en el ascensor los 18 pisos que había hasta llegar a la calle. Y allí bajaron un piso más para ir al garaje. Esto fue dificultoso, teniendo en cuenta los pesados baúles de las adolescentes. Cuando todo estuvo listo pusieron rumbo a King's Cross. Llegaron allí a las once menos cuarto. Ambas abrazaron a la señora Petterson y cruzaron la barrera. Un majestuoso tren rojo esperaba mientras unos desesperados ayudantes trataban de ir colocando la multitud de baúles. Después de insufribles empujones Karen y Adrienne consiguieron dejar sus baúles y subieron al tren. Ocuparon su habitual compartimiento, el último del todo a la izquierda. Allí había un chico alto, desgarbado, con el cabello castaño y los ojos grises.

-¡Dani! –dijo Adrienne abrazándolo- ¡Menuda sorpresa! ¿Qué tal el verano? ¡Eres un insensible! No nos has mandado ni una sola lechuza, sinvergüenza.
-¡Ay, quita Adrienne! Eres una pesada.
-Vaya, veo que con el nuevo curso eres incluso más amable –le dijo Adrienne, irónica.
-¿Qué tal? –le dijo Karen.
-Bah, bien. Mis padres se han divorciado, si eso era lo que queríais saber par de cotillas.
-¡Pero bueno! –dijo Adrienne haciendo una mueca- ¿Has visto Karen?
-¿Y qué tal? ¿Mejor o peor?
-Bueno... al menos ahora ya no discutirán todo el tiempo. Tuve que elegir con quien me quería quedar. Elegí a papá. De todos modos no tengo ganas de ver a ninguno. Creo que pasaré todo el curso aquí y en verano me iré de vacaciones dos veces. Una con mamá y otra con papá. Sencillo. Esto es mucho mejor.
-¿Eso significa qué el viejo Dani amargado no volverá? –dijo Karen.
-¡Karen! Por favor –saltó Adrienne- La hiel nunca podrá ser azúcar. Daniel frunció el ceño.
-Te la debía –le dijo Adrienne sacándole la lengua.

El tren comenzó a moverse lentamente y fue cogiendo más y más velocidad según dejaban atrás la estación de King's Cross. Daniel, Adrienne y Karen suspiraron ante las insufribles horas que les quedaban aún para llegar a Hogwarts.