Los tontos se enamoran.

Prólogo.

Se escuchaban sonidos de pasos por toda la habitación. El mayor de los hermanos Matsuno se encontraba dando vueltas alrededor de la mesita que solían usar para degustar bocadillos o los alimentos que su madre les proporcionaba. Se detuvo un momento y se rascó la cabeza. Estaba confundido. No era ningún idiota y se podía comprobar pues minutos antes había sido perseguido por sus dos hermanos menores, el segundo, Karamatsu y el cuarto, Ichimatsu. '¡No es lo que crees. Escúchanos, maldición!', decía Karamatsu. Minutos después, Ichimatsu confesaría que en realidad era él quien estaba con la ropa de Karamatsu tratando de fingir ser él por la vergüenza de vestirse con sus ropas. 'Ya lo sabía…' fueron las palabras que el mayor les dedicó. Y salió corriendo antes de que pudieran explicar lo "otro" que había podido ver. Le perseguía la imagen de ambos tirados en el piso en una posición comprometedora.

– Qué basura… -Exclamó en voz alta aunque nadie podía escucharlo. Había salido toda la tarde para evitarlos y sólo regresó a casa cuando se aseguró de que no había nadie. Suspiró y se sentó en el piso recostando la barbilla en la mesa. Trataba de convencerse de que no le importaba mucho si sus hermanos tenían esa clase de relación, pues ya había dicho mil veces que no le importaba si sus hermanos eran raros, igual así los querría y aceptaría como un buen hermano mayor. Entonces no se explicaba qué es lo que le molestaba tanto–.Ah... la confesión... –Sintió una tensión en la espalda. Para estas situaciones era lento y había olvidado por completo el asunto de Ichimatsu diciendo que le amaba mientras fingía ser Karamatsu. En ese momento su corazón latió como loco, en parte por el miedo y otra parte que no entendía muy bien. O tal vez sí. Y es que por un momento sintió como si el mismo Karamatsu le hubiese dicho esas palabras.

Apretó los puños y golpeó su cabeza contra la mesa con tanta fuerza que sintió que se rasgó la piel de su frente y segundos después el líquido rojizo fluía deslizándose por su nariz y mejillas. No pudo evitar entonces que las lágrimas se deslizaran desde sus ojos hacia su barbilla mezclándose con la sangre. Ahora podía echarle la culpa al dolor físico si alguien entraba y le descubría así, llorando sobre la mesa. Continuó llorando hasta que se desahogó por completo. Para su suerte nadie entró por aquella puerta y no tuvo que dar explicaciones a nadie.

- Soy un idiota... –Murmuró.

Y entonces recordó aquél pensamiento que todos los días trataba de olvidar: "Estoy enamorado de mi hermano menor…"

Como si nuevamente se abriera un grifo de agua, notó que las lágrimas se deslizaban nuevamente por sus ojos. 'Sí, estoy enamorado de Karamatsu'. Recordó que había sentido terror cuando Ichimatsu le había dicho aquello mientras vestía las ropas del segundo hermano, porque sintió que aquellos sentimientos que llevaba ocultos desde hacía varios años habían sido expuestos. Ya había pasado mucho tiempo desde que algo en su pecho había aflorado por aquel chico que todos despreciaban. Pero, lo que más le sorprendía era que día con día había tratado de tirar aquellos sentimientos por la ventana, pero para su sorpresa, estos sólo crecían más y más.

Sintió un dolor en las sienes. ¿Cuándo es que había empezado a sentir algo por él?

Recostó la cabeza en la mesita y sintió como si se adormeciera. Y entonces, pudo ver en sueños cuándo comenzó todo aquél embrollo. Soñaba con esos momentos cuando estaba en la primaria.

No, no tenían aquella clase de relación durante esa época. De hecho, su compañero de maldades y travesuras cuando eran pequeños, era Choromatsu. Para él, era su todo cuando estaban en esa edad. Escenas borrosas de su niñez pasaban por su mente. Eran prácticamente uña y mugre, unos verdaderos diablillos que se complementaban a la hora de la verdad. Todos en la familia sabían que a donde iba Osomatsu, también Choromatsu debía estar presente. Y para Osomatsu, estaba claro que desde que era pequeño, algo en él ya estaba mal.

Aquella vez.

Soñaba con aquel momento cuando sintió el impulso de besar a Choromatsu. Estaban solos en casa, supuestamente planeando sus próximas travesuras, pasando el tiempo juntos como era lo usual, y entonces simplemente terminó mirando los labios del otro y quiso besarle, su rostro ya había comenzado a acercarse al del otro cuando simplemente su hermano se levantó de donde estaba sentado con rostro serio y le dijo: 'No más travesuras, Osomatsu'. Fue como si le hubiesen dado un puñetazo en la boca del estómago. Era primavera, y había una extraña calidez en la habitación que hizo que se le revolviera aún más el estomago. Al inicio no entendió el por qué de las palabras de su hermano menor. ¿Era porque planeaba besarle? ¿Cómo sabía que quería hacerlo?...'En unos meses más estaremos en la secundaria. Es momento de dejar estas estupideces y comenzar a tomarnos la vida más en serio', había dicho el tercer hermano, haciendo que sintiera un malestar profundo en todo el cuerpo que le hizo regresar a la realidad. Igual Osomatsu se había parado y con una cara llena de molestia le había respondido a su hermano: 'Ah, ok. Ahora eres demasiado grande para las bromas. Perfecto, hermanito santurrón, entonces puedes ir a tomarte la vida "con seriedad" si eso es lo que quieres. ¡Pero a mí ni me veas, puedes hacerlo tú sólo!'. Entonces, dio la media vuelta y se fue corriendo dejando a un sorprendido e indignado Choromatsu que se notaba que quería continuar con la conversación. Aquella vez, su relación había sufrido una baja por cosas de niños, pero lo cierto era que desde esa pelea infantil no habían vuelto a ser los mismos. Ambos eran muy orgullosos…

La puerta de la habitación se abrió de un portón y Osomatsu se vio sacado de aquél sueño de sopetón. Un hilillo de baba se le escurría de la boca pues tenía el hábito de dormir con esta abierta. Volteó de manera atolondrada, por recién despertar, a quien había abierto la puerta. Se frotó los ojos para quitarse lo borroso de su cabeza. Ahí de pie estaba el quinto hermano de la familia, con aquella sudadera amarilla que le quedaba enorme y le cubría ambas manos.

- Osomatsu-niisan… ¿Estabas durmiendo? ¿Te desperté? –Preguntó de manera inocente. La respuesta era obvia pero así era su hermano, que hacía años había dejado de notar esas cosas que eran de sentido común.

- No, acabo de despertar, no te preocupes. –Con Jyushimatsu nunca podía ser grosero ni mostrarse agresivo, ni siquiera molestarse. Era el hermano que más cuidaba. Ni siquiera él sabía la razón, pero era como si fuera el único que le recordara que de verdad era el mayor de todos, así fuera por unos segundos o minutos.

- Oh… -Jyushimatsu quedó en total silencio mientras le observaba fijamente, rompiendo el silencio con una simple y aterradora pregunta.- Osomatsu-niisan, ¿estabas llorando?

- ¿Eh? ¿L-llorando? –Ni siquiera él se había percatado de que tenía lágrimas en los ojos debido a aquel sueño.- Ah… ¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¡Te equivocas! ¡Bueno, no te equivocas! –Era complicado salir de aquella situación tan embarazosa.- Es que… es que tuve un sueño… ¡Sí, un maravilloso sueño donde ganaba millones en el pachinko y entonces todos nos íbamos de vacaciones a algunas islas del caribe! ¡Fue tan hermoso que se me salieron las lágrimas incluso aunque estaba durmiendo! –Finalizó con una gran sonrisa y se frotó la nariz con un dedo en señal de que nada malo estaba pasando. En verdad no quería preocupar a su hermano menor con tonterías que habían pasado hace tantos años.

- ¿Ganaste en el pachinko? –El menor sólo hizo esa pregunta y quedó unos segundos en silencio como si estuviese pensando algo. Fue una fracción corta de tiempo pero le crispó un poco los nervios a Osomatsu. Entonces, Jyushimatsu le devolvió la sonrisa, y se rió.- Que gran sueño, Osomatsu-niisan. Ojalá se hiciera realidad. –En sus palabras había sinceridad.

- ¡Sí, de seguro es algún tipo de señal! –Se levantó lentamente para no caerse pues aún se sentía como si acabara de despertar.- Probablemente el dios del pachinko me ha mandado un mensaje… -Se había acercado a la cajonera donde todos guardaban su ropa interior y sacó un monedero de color azul. – Creo que es malo ignorar este tipo de cosas. –Decía mientras del anaquel que estaba en una esquina, arriba del sillón, sacaba una billetera de color morada.- Entonces, mi estimado Jyushimatsu… es necesario seguir los designios divinos que se me han mostrado en sueños. –Sonrió mostrando los dientes mientras del librero sacaba otro monedero de color verde.- Deséame suerte, hermanito.

- Jajaja, ¡Suerte, Osomatsu-niisan! ¡Gana mucho dinero para que nos vayamos de vacaciones! – Le había despedido el menor mientras este salía de la habitación.

Osomatsu caminó hacia la salida a paso veloz. Quería huir de ahí lo más rápido posible. Abrió la puerta de salida y sintió que los rayos del sol le nublaban la vista. Volvió a frotarse los ojos, y se sintió como basura. El clima ni siquiera iba acorde a su estado de ánimo. Tampoco es que quisiera una tormenta dramática con viento fuerte… pero el día estaba tan precioso que sentía que era alguna clase de burla para lo que estaba sintiendo. Recordar le había puesto melancólico. Y lo que era peor, lo que había recordado no tenía nada que ver con el asunto que le comía la cabeza en aquel momento.

Se decidió por ir al pachinko a enfriar su cabeza, podría estar ahí mucho tiempo hasta que gastará el dinero que había tomado "prestado" de sus hermanos. Por suerte tenía un don para hacer rendir el dinero entre ganancias y pérdidas aunque al final terminara perdiéndolo todo.

Al llegar al local donde acostumbraba apostar, no sentía el mismo. Siempre que jugaba al pachinko le inundaba una alegría tremenda debido a su ludopatía, pero en aquellos momentos se sentía vacío. Tenía el sentimiento de que no podría ser feliz nunca en su vida y cuando volvía a recordar a sus dos hermanos menores en aquella comprometedora posición sentía que las ganas de llorar regresaban a él así que se repetía en la cabeza 'No pienses en ello, no pienses en ello, no pienses en ello'. Aún así, trató de seguir con su vida de todos los días por lo que se sentó en una de las máquinas a las que acostumbraba meterle fichas. Comenzó a jugar mientras se preguntaba nuevamente cómo había terminado con aquellos sentimientos. Era más complicado de lo que pensaba.

Recordaba que de Choromatsu se distanció al entrar a la secundaria, pues en aquellos momentos había sentido como si hubiese sido traicionado por él. Era como si aquél primer gran amor que tenía que pensaba le iba a corresponder le hubiese rechazado. Más aún así, no le dio tanta importancia. Era un amor infantil, cuasi platónico, que pudo superar con velocidad. Y es que el dolor por un amor perdido siempre se puede aliviar con un nuevo amor.

Pudo visualizar,en sus recuerdos, los pasillos de la secundaria a la que todos sus hermanos y él asistieron. Agradeció que no estuvo en el mismo salón de Choromatsu y esto apaciguó el rencor que le tenía. Aunque eso no cambió que desde ese momento decidiera volverlo el blanco de sus burlas y travesuras. Incluso actualmente no podía evitar meterse con él ya sea por su ego inflado o porque fingía ser normal y no una escoria como el resto. A pesar de todo, aún sentía cariño por él, pero era un cariño de hermano mayor y de vez en cuando recordaba con alegría y nostalgia esos momentos divertidos que pasaron en su infancia.

Lo que era evidente, es que tal vez le había terminado perdonando que se distanciara de él, pero si es que superó aquel sentimiento romántico que tenía hacia Choromatsu fue el hecho de que sus sentimientos habían cambiado de objetivo. Aquella bendita escuela tenía tantos salones que estuvo separado de sus hermanos, a excepción de uno; Ichimatsu.

Recordó que pasaba mucho tiempo con él porque Ichimatsu era reacio a socializar con el resto del salón, y para Osomatsu siempre era mejor la compañía de cualquiera de sus hermanos que del resto del mundo.

Comían el almuerzo juntos y platicaban casi todos los días. Incluso en casa pasaban mucho tiempo juntos ya sea tonteando o haciendo la tarea (aunque en realidad sólo fuera Osomatsu haciéndose el tonto y copiándole la tarea a Ichimatsu). Era bastante obvio para todos que en ese entonces eran un dúo desastroso y se podría decir que no pegaban ni con chicle, porque sus personalidades eran totalmente opuestas. Aunque curiosamente, Osomatsu tenía otras amistades en el colegio, prefería quedarse con Ichimatsu aunque sólo hicieran el vago.

Recordó una de muchas conversaciones que habían tenido en aquella época en la que siempre estaban juntos.

- Oye, Osomatsu. ¿Viste lo que el idiota de Karamatsu estaba haciendo ayer? – Preguntaba su hermano, pues siempre se quejaba con él.

- … No… ¿Qué estaba haciendo? – Como un sueño lúcido, fue como volver a vivir aquella escena otra vez, por lo que podía sentir un poco de molestia por aquella conversación.

- Estaba con aquella chica de la clase B, rogándole para que saliera con ella… ¿Verdad que es un idiota sin dignidad? –Aquella cara de bebé de Ichimatsu siempre estaba con el ceño fruncido cada que hacía esa pregunta.

- Sí, sí… es un idiota… -El mayor rodaba los ojos y prefería darle por su lado. Y luego le acarició la cabeza para animarle y hacer notar que le daba la razón. Ahí había comenzado su hábito de acariciar la cabeza de Ichimatsu.

Efectivamente, Osomatsu era el confidente de Ichimatsu, y aunque nunca se lo dijo de manera oficial, quedaba claro que Ichimatsu estaba enamorado del segundo hermano de la familia. Para Osomatsu esto era muy claro, pues a pesar de ser idiota podía notar que los ojos de su hermano favorito, durante esa época, siempre se dirigían a Karamatsu. Aquella intensidad de su mirada era muy incómoda. Osomatsu pensaba que Ichimatsu era como él, que había tenido la misma experiencia de amor no correspondido, y un día, simplemente se distanció del hermano con el que pasaba más tiempo. La diferencia radicaba en que opuesto a Osomatsu que había dejado ir esos sentimientos con naturalidad, Ichimatsu aún conservaba los suyos por Karamatsu, y todo ese amor que le profesaba, se iba convirtiendo en rencor conforme pasaban los días.

Por su parte, Osomatsu sentía algo turbio por Ichimatsu. Era tan cercano a él, que espontáneamente habían surgido deseos hacia él y fantaseaba constantemente en que se le confesaba y este olvidaba a Karamatsu. A éste último, como si se tratara de un sentimiento compartido con Ichimatsu, le aborrecía durante esta época. Sabía que su deseo de monopolizar a su hermano no era normal. Y tampoco era normal que por segunda vez sintiera algo por uno de sus hermanos.

Pero ahora que se ponía a pensarlo, Ichimatsu no era rencoroso ni incapaz de mantener una conversación con las personas cuando era más pequeño. De hecho, lo recordaba dulce y fácil de manipular. El cambio drástico de su hermano menor tal vez fue uno de los detonantes que habían hecho que se fijara tanto en él. Y la respuesta de aquél cambio, era Karamatsu. Karamatsu cambió en ese entonces, y también cambió a Ichimatsu.

Pero a final de cuentas, nada de esto explicaba por qué Osomatsu tenía aquellos sentimientos por Karamatsu. ¿En qué momento se habían convertido aquellos sentimientos de odio en amor?

Trató de recordar el momento exacto, pero a su cabeza sólo llegaron otras memorias.

No lo exteriorizaba antes y mucho menos ahora, pero cada día que pasó durante la secundaria sufría porque estaba seguro de que su cabeza estaba mal. Todo era culpa de cierta persona. Aquel sujeto que le había dejado la sensación de que no podía confiar en nadie además de sus preciados hermanos menores. Si no fuera por la presencia de sus hermanos, tal vez no sería la persona que era ahora. Lo cierto es que se hizo dependiente de ellos. Necesitaba a sus hermanos con él. Quería estar con ellos por siempre.

Al terminar la secundaria se dio cuenta de que su "amor" por Ichimatsu era incluso más vacío que su amor por Choromatsu. No es que fuera un amor falso. No, simplemente se dio cuenta de que era un amor dependiente. Quería estar enamorado de ellos para así sentir que tenía alguien en quien volcar sus sentimientos. Estaba enamorado de la sensación de sentirse enamorado. Por ello cuando finalizaron los tres años de secundaria y se vio separado de Ichimatsu al comenzar la preparatoria no sintió nada.

Su primer año de preparatoria fue simple. Era el payaso de la clase y tenía un grupo de amigos igual de tontos que él. Era popular con varias chicas y por ello recibió una que otra confesión, e incluso trató de salir con una chica de otra escuela que a su parecer era muy linda. Nunca se lo contó ni contaría a sus hermanos, pero casi estuvo a punto de perder la virginidad con ella, pero algo ocurrió y no pudo seguir adelante.

Su cabeza le comenzó a palpitar mientras recordaba aquella experiencia fallida. La cara de rechazo de la chica aún la tenía grabada en su cabeza. Obviamente, cortó con ella, dándole la excusa de que no estaba listo para una relación formal y tratando de ser lo más dulce con la chica. Después de aquello, como por arte de magia no recibió ninguna otra confesión así que en realidad no tuvo otra oportunidad como esa.

Pero, después de pensar en aquella chica seguía sin comprender... ¿Dónde entraba Karamatsu en sus recuerdos? Nada de esto explicaba el dolor que sentía en la actualidad...

Hablando de Karamatsu, éste no había hecho nada malo, pero Osomatsu le guardaba cierto rencor que le había transmitido Ichimatsu, así que lo trataba como una peste incluso después de que ya no tenía contacto con éste.

Durante el primer año, estudiaban en diferentes salones, y cada que le veía por los pasillos fruncía el ceño y le saludaba con incomodidad o con una sonrisa fingida. En casa, cada quien estaba en su mundo, pues eran adolescentes que demandaban su espacio propio aunque fuera imposible. No fue hasta el segundo año que comenzaron a compartir la misma aula. Ambos en la clase B, pero sin compartir siquiera una palabra pues cada quien tenía su grupo de amigos. Curiosamente casi no hablaban así que trataba de recordar en qué momento su corazón había comenzado a latir como tambor al verle por los pasillos. Era contradictorio si se ponía a pensarlo. Un día lo amaba, y días después le amaba con locura. No, no era así. Habían varias razones sólo que le avergonzaba siquiera tratar de recordar.

Osomatsu se vio sacado de sus pensamientos cuando depositó su última ficha en la máquina de pachinko y esta había anunciado que había perdido. Se había dado cuenta de que no había ganado ni una sola vez y el dinero de sus queridísimos hermanos ya se había gastado por completo.

'Demonios…' dijo más para sí mismo que para alguien que estuviese ahí. Y es que para él era terrible porque significaba que tendría que vagar por la ciudad durante unas horas más para no regresar a casa. Regresar a casa era peligroso. Además aún quería un tiempo para sí mismo, para recordar y analizar su vida. Era algo que nunca hacía así que en ese momento lo sentía necesario.

Al salir del pachinko se dio cuenta de que estaba por comenzar a llover. Frunció el ceño y apretó los dientes en una mueca de molestia mientras se preguntaba qué diablos ocurría con el clima. Ahora que estaba un poco más tranquilo iba a comenzar una tormenta. No le dio más importancia y pensó rápidamente qué podía hacer. No tenía más remedio que regresar a casa, pues sin dinero no podría refugiarse en ningún lado. Se maldijo de no dejar nada del dinero que había apostado en el pachinko, pues con él podría ir al videoclub y quedarse ahí viendo películas mientras esperaba a que la lluvia pasara.

Corrió a máxima velocidad hasta casa. O más bien parecía que estaba trotando. Era bastante lento, siempre lo había sido. No era de extrañarse que comenzara a llover antes de que llegara a casa, por lo que terminó empapado.

A mitad del camino ya había dejado de "correr" y había llegado a casa completamente empapado. Abrió la puerta y entró mientras tiritaba de frío. Debía cambiarse de ropa rápidamente antes de que le diese un resfriado. Dio unos pasos dentro del recibidor y sintió como se le heló la sangre. Reconoció aquellos zapatos horrendos con tacón acomodados a un lado. Sólo estaban esos zapatos. Karamatsu estaba en casa y no había nadie más. Se mordió un labio y dio media vuelta. Acercó la mano a la puerta dispuesto a salir de casa otra vez. No estaba listo.

Estaba a punto de jalar la puerta cuando repentinamente sintió que él era jalado de un brazo. Aquél tirón le hizo girar su cuerpo de nuevo hacia el recibidor. Era Karamatsu.

- Osomatsu, estás todo empapado, ¿Qué te ocurrió? ¿A dónde vas? – Aún le tenía sujetado del brazo y tenía una mirada de preocupación en el rostro. ¿A dónde iba? No entendió la pregunta hasta notar que aún tenía la mano en la manija de la puerta.

- Ah... No iba a ningún lugar, sólo quería ver si aún seguía lloviendo. No seas tonto, no voy a ningún lugar, acabo de llegar. –Dijo con una enorme sonrisa y tratando de sonar lo más natural posible.

- Brother, el tonto eres tú... –Dijo con una sonrisa como si tratara de devolverle el gesto a Osomatsu pero esta acción sólo hizo que el mayor sintiera un ligero dolor en el pecho.- ¿No te das cuenta de que estás todo empapado? Te vas a resfriar. –Sentenció ahora con una expresión de preocupación genuina. Así era el segundo hermano. Siempre estaba al tanto de todos los demás o por lo menos eso pensó Osomatsu.

- Ah, sí. Lo siento, Karamatsu. Ahora mismo me cambió. –Llevó la mano derecha a su frente como si estuviera saludando al general de un ejército, a modo de burla.

- Brother... deja de ser un tarado y entra a la casa ya para que te cambies. –Dijo con un tono de molestia mientras fruncía sus cejas bien marcadas.

Karamatsu agarró a Osomatsu por su muñeca derecha y le jaló obligándole a entrar por completo a la casa. Se tuvo que quitar los zapatos con la otra mano y aventarlos hacia el recibidor mientras era arrastrado por su hermano. Su corazón latía como si se tratara del casqueteo de un caballo desbocado. ¿Qué le pasaba a Karamatsu que estaba tan... raro? Más raro que de costumbre.

'Ah, lo de la mañana...', pensó y entonces recordó que había salido de casa rápidamente para evitar las explicaciones de sus hermanos menores.

Ya dentro de la habitación que todos compartían le soltó la mano y le indicó que se sentase en el suelo. Mientras Karamatsu rebuscaba en el armario, el mayor de los sextillizos sólo quería escapar, tal vez saltando por la ventana. Pero se percató de que en realidad no tenía ninguna razón para escapar a los ojos de Karamatsu. Es decir, la situación era incómoda y un tanto rara, pero no es como si Osomatsu tuviese por qué escapar debido a lo que sea que tuviesen sus hermanos.

- Toma. –Dijo Karamatsu y le aventó a la cara una toalla sacando de sus pensamientos a Osomatsu.- ¿Qué te pasa? Brother, estás extrañamente pensativo… Ah… -Dijo y entonces soltó aquél 'Ah…' como si se hubiese dado cuenta de la causa de que Osomatsu estuviera actuando así.

- ¿Sabes? Ofendes a tu hermano mayor al pensar que es raro verle pensar. Para tu información yo pienso… y mucho. –A pesar de que estaba alterado quiso tomar la conversación como algo casual. Jamás de los jamases se desmoronaría enfrente de ninguno de sus hermanos menores, menos de Karamatsu, menos en aquel momento.

- Osomatsu...

'Ahí está…' pensaba Osomatsu al escucharle, pues cuando le llamaba por su nombre en lugar de aquél "Brother", era cuando Karamatsu comenzaba más a actuar como sí mismo y no como aquél estereotipo barato de película ochentera.

- Seguro lo que sea que pienses ha de ser oro puro... –Sonrió y soltó una risita burla.

- Ja. Aunque lo dudes, tu hermano mayor ES oro puro. –Mencionó siguiéndole el juego mientras se secaba el cabello con la toalla que tenía en las manos.

- Bueno, oro o no oro, me alegro que estés de buen humor. Eso significa que ahora podemos hablar seriamente de lo que pasó hace unas horas. –Su expresión bromista había cambiado a una más seria mientras pronunciaba estas palabras.

Osomatsu apretó la toalla y se quedó observando el suelo sin pensar particularmente en nada. Sentía que se le iba el aliento y en cualquier momento terminaría por ahogarse.

- Osomatsu… Brother… ¡Osomatsu!

- ¿Eh? Ah, sí. Perdón, me perdí un momento. –Se vio sacudido por la voz de Karamatsu que le regresaba nuevamente a la realidad.

- Por favor, sólo te pido que me escuches. Necesito aclararte lo que ocurrió hoy en la mañana. Verás, no es lo que parece... En realidad... –Decía mientras apretaba los puños y tragaba saliva buscando las palabras correctas para expresarse.

- No importa que era en realidad... –Le interrumpió Osomatsu.- Verás, para su hermano mayor no es algo del todo normal, pero si tú e Ichimatsu tienen ese tipo de relación, entonces... –Al escuchar esto Karamatsu frunció el ceño.

- ¡Estás mal! ¡Te dije que no era eso! –Karamatsu se veía claramente molesto.

- No te preocupes por mí, entiendo si no quieres que el resto se entere, pero puedes confiar en mí para guardar un secreto. -Seguía diciendo de manera calmada. Sus palabras eran autodestructivas y podía sentir cada vez más acelerado su pulso.

- ¿Por qué no me escuchas? Osomatsu… ¡Ya te dije que no es eso! –

- ¡Escúchame tú, no tienes que negarlo con tanta fuerza! –No sabía por qué él se había alterado también, pero al igual que Karamatsu, estaba irritado.- ¿Sabes? No me importa sí están en esa clase de relación. Incluso aunque sea anormal entre dos... hombres... –No pudo mencionar la palabra "hermanos", era demasiado para él.- Como su hermano mayor siempre les apoyaré... –Dijo con la mirada perdida hacia el suelo. Sentía un lagrimeo en los ojos mientras decía esto último pues decir aquello en voz alta era condenarse a sí mismo, y aunque no fuera con él, quería que sus hermanos fueran felices y recibieran el apoyo que él querría para sí mismo. Pero al levantar la vista, se le heló la sangre.

Ciertamente era difícil irritar al segundo hermano, pero en esos momentos tenía una mirada aterradora que Osomatsu jamás había visto en él. Le había visto molesto en varias ocasiones, pero jamás con aquella mirada filosa llena de odio que tenía en esos momentos. Instintivamente retrocedió unos pasos para darse cuenta de que tenía la pared de la habitación detrás de él. Tragó saliva al percatarse de que Karamatsu caminaba hacia él. Al ver que levantaba su puño cerrado cerró los ojos con fuerza. No es que fuera la primera vez que su hermano le pegara por alguna estupidez que hubiese dicho o hecho, pero en esos momentos estaba aterrado debido a su expresión.

Sonó un golpe sordo. Nada, no le había golpeado. Y luego unos segundos de silencio. Más silencio pasó hasta que Osomatsu decidió abrir los ojos para percatarse de que Karamatsu había golpeado la pared con su puño y este estaba sangrando.

- Karamatsu... –Simplemente dijo su nombre sin saber por qué. No entendía por qué su hermano se había enojado tanto. Aún estaba temblando.- Estás sangrando... –Era bastante obvio pero no buscaba qué más decir.- Eres un tonto... ¿Qué diablos estás haciendo? ¿Por qué tratas de agredir a tu hermano mayor que sólo quiere lo mejor para ti?

Karamatsu se mantenía en silencio. Separó su puño de la pared para observar la piel magullada de sus nudillos y limpió la sangre con la parte interior de su sudadera azul. Al terminar tal acción, levantó la mirada y sus ojos se encontraron directo con los del mayor.

- ¿De verdad piensas eso, Osomatsu? –Preguntó nuevamente con una mirada de irritación.

- ¿Eh? –No entendía a que se refería con aquella pregunta. En aquellos momentos se lamentaba ser tan tonto como para no poder seguir la conversación. ¿Qué se había perdido? ¿Acaso había dicho algo tan grave como para que Karamatsu se alterara así?- Karamatsu… ¿Pensar qué?

- … Lo siento, hablaré más claro. Quise decir que, ¿De verdad piensas que mi relación con Ichimatsu es anormal? ¿De verdad piensas que entre dos hombres es anormal? –Le miró fríamente y entonces Osomatsu cayó en cuenta de por qué se había molestado tanto. Una mueca se dibujó por unos segundos en su rostro al escuchar aquél "mi relación con Ichimatsu".

- ¡Te equivocas! –Gritó con todas sus fuerzas mientras fruncía el ceño, sorprendiendo a Karamatsu quién no se esperaba esa reacción del mayor.- ¡Yo nunca dije que pensara que es algo anormal! ... Simplemente, es lo que la sociedad considera... y yo... –No buscaba las palabras para salir de aquél malentendido. ¿Pero qué podía decir? ¿Que él no lo consideraba anormal porque en realidad estaba enamorado de él, incluso siendo hombres y hermanos? ¿Que aunque no correspondiera sus sentimientos quería que fuera feliz?

Antes de darse cuenta, las lágrimas ya brotaban por sus ojos. Todo el remolino de emociones que había experimentado aquél día había llegado a su límite. Se deslizó hacia el piso por la debilidad de sus piernas y comenzó a sollozar mientras se aferraba a sus rodillas. Tenía que dejarlo salir, ya no podía más.

Aquella escena hizo que todo el gesto de enfado de Karamatsu desapareciera. Ahora el confundido era él. Y mientras su rostro se endulzaba más con la preocupación que sentía en aquellos momentos al ver el llanto de su hermano que por lo general siempre estaba sonriente y nada le afectaba, el chico de sudadera roja se enjugó las lágrimas y se decidió a seguir lo que ya había empezado.

- Eres un estúpido... ¡Tonto del culo! ¡Imbécil! ¡Tarado! –Soltó una retahíla de insultos que hicieron que Karamatsu diera un respingo por la sorpresa.- ¿Qué parte de que tu hermano mayor te va a apoyar no entendiste? ¡Para mí, todos somos una bola de anormales... no, una bola de subnormales! Y no porque ahora resulta que te gusta el pito o los culos significa que dejaré de ser tu hermano mayor o que dejaré de tratarte como siempre... o que dejaré de quererte. –Aquello último salió bastante espontáneo, aunque sentía un dejo de arrepentimiento al decirlo.

- Osomatsu... Yo... –Parecía que Karamatsu quería decir algo pero el mayor terminó dándole un golpe en la cabeza con el puño cerrado, haciendo que guardara silencio mientras se sobaba la parte herida.

- ¡No! ¡Cállate! ¿Qué coño te pasa?, ¿Te crees que ahora puedes ir golpeando paredes y haciéndote el chico malo? –Le tomó por el cuello de la sudadera y le jaló para tenerle cerca.- Si te vuelves a pasar de listo juro que te rompo el culo a patadas, ¿Me entendiste?

- ... Sí. –Es todo lo que pudo contestar, antes de romper en risas. Osomatsu, quien ahora estaba más irritado que nunca después de desahogarse no entendía que le parecía tan gracioso.

- ¿Te crees que estoy jugando, pedazo de basura? –Decía mientras se tronaba los dedos.

- Non, non non, my brother, Osomats~ -Dijo con aquél tono que siempre usaba cuando quería aparentar ser "cool".- Simplemente, es hilarante como cambiaron los papeles de un momento a otro. Además... lo siento. Perdí el control.

- ¿Perdiste el control?... ¿Ahora eres bipolar o qué diablos? –Decía ligeramente irritado aunque ya se había calmado un poco.

- No... pero supongo que tienes razón y soy un estúpido. En serio, lo siento mucho. Pero en estos momentos estoy verdaderamente feliz de saber que me aceptarás sea como sea. –Dijo esto esbozando una gran sonrisa que hizo que el corazón de Osomatsu diera un vuelco.

- Claro que sí. Que no entiendas algo tan simple es lo que te hace ser un estúpido. –Hizo un ligero puchero inflando sus mejillas.

- Ja, mira quién habla. Si tú eres Osomatsu, el rey de los tontos, entonces yo seré Karamatsu, el caballero de la estupidez. –Al escuchar esto, Osomatsu no pudo evitar sonreír ante aquel chiste tan malo.

- Karamatsu... tú no llegas ni a bufón. –Dijo mientras soltaba una gran risotada que se convertiría en una enorme sonrisa. Era como si todo lo feo que había pasado antes no hubiese ocurrido, o por lo menos eso quería sentir, pero la realidad era otra.

Se quedaron en silencio un minuto aguantando una sonrisa en sus rostros. El primero en romper el silencio fue Karamatsu.

- En realidad, quería decirte que lo que ocurrió con Ichimatsu en la mañana fue un accidente. Simplemente estábamos peleando por la ropa, resbalamos y caímos. Fue un accidente y una horrible coincidencia que nos vieras así... pero es obvio que no hay nada entre Ichimatsu y yo. –Dijo con un tono de naturalidad en la voz, como si ahora no hiciera falta tratar de convencer a Osomatsu siendo serio o agresivo.

- Oh. Ya veo. –Alcanzó a decir Osomatsu, quien estaba con una expresión neutra pero que dentro de sí sentía como si despertara de una horrible pesadilla.

- Pero ya no importa si me crees o no. O si estoy enamorado de Ichimatsu, de un hombre o de quien sea. Porque ahora sé que por lo menos te tengo a ti para apoyarme. Gracias, Osomatsu. –

Karamatsu se notaba realmente feliz, y acto seguido, envolvió en un fuerte abrazo a Osomatsu, quien sintió que su corazón se le saldría por la boca. Aún así, correspondió aquel abrazo de agradecimiento con todas sus fuerzas. Quería que el mundo se parase en esos momentos y estar así por siempre. Era su pequeño deseo egoísta.

El abrazo finalizó al cabo de unos segundos y ambos hermanos se separaron. El menor seguía con aquella sonrisa radiante, mientras el primer hermano se sentía culpable por tener sentimientos impuros hacia el otro. No podía evitar mirar aquella sonrisa y observar con detenimiento sus labios. Pensar en querer besar sus labios mientras volvía a sentir el roce de su cuerpo.

- ¿Sabes? –Preguntó Karamatsu forzando a Osomatsu a despegar la vista de sus labios y de sus descabelladas fantasías, y mirarle a los ojos.- Recordé aquellos tiempos en los que estábamos en la preparatoria y solíamos quedar con aquellos chicos para ir al Karaoke o pelear con los buscapleitos de otras escuelas.

- Ah, sí. En la preparatoria... solíamos pasar mucho tiempo juntos, ¿no? –Dijo no muy seguro de sus palabras pues por alguna extraña razón no podía evocar en esos momentos aquellos recuerdos. Aún tenía la cabeza hecha un revoltijo y su memoria aún estaba atascada buscando el momento exacto en el que su hermano se había vuelto tan importante para él.

- ... Sí. –Le confirmó Karamatsu.- Era agradable. Me gustaría regresar a ese entonces.

- A mí también... –Dijo Osomatsu, quien se sentía como si estuviese dentro de un sueño.- Ah. Tú sabes. No es que me gustaría volver a estudiar de nuevo, pero en ese entonces podía vaguear sin que la gente me señalara como un "neet". –Desvió la conversación para no dejarse al descubierto. Era difícil luchar contra el impulso de confesarle a su hermano la verdadera razón de querer regresar al pasado.

- Esto merece que vayamos con Chibita a comer oden, my brother~ -El de la sudadera azul ya estaba haciendo una pose principesca muy ridícula que habría sacado de una revista ochentera o de un manga shoujo antiguo.

Osomatsu no pudo evitar sonreír y asentir con su mejor cara de felicidad. Nada había cambiado, todo volvía a ser como antes y se alegraba mucho de que podría seguir haciendo estupideces y divirtiéndose con todos sus hermanos... y con Karamatsu.

- Claro, sólo que tendremos que salir corriendo porque no tenemos dinero. –Comentó con una sonrisa maliciosa que llegaba de oreja a oreja. Karamatsu se preguntó de qué hablaba pues milagrosamente aún guardaba unas cuantas monedas en su cartera.- Es decir, creo que estamos quebrados, jajajaja. –Había dicho mientras sacaba de sus bolsillos las carteras que había hurtado anteriormente, entre ellas la de Karamatsu.
- ... Osomatsu... –Karamatsu había puesto una expresión sombría.

- Peeeeerdón~ Pensé que tu hermanito mayor podría ganar algo pero hoy no fue mi día. Te-he~ -Imitó una de esas poses que hacían las chicas para lucir lindas, pero sólo sintió un golpe en su cabeza y un chichón que comenzaba a crecerle.- Owwwww...

- ¡Osomatsu, te voy a matar! –Dijo Karamatsu mientras le agarraba por la sudadera roja y le jalaba hacia él con expresión de enojo.

- Ya, ya, cálmate. Algún día te lo devolveré. –Era como estar en casa para él. Regresar a sus días ordinarios donde hacer enojar a sus hermanos era su mayor logro.

Como si se tratara de una broma más, puso una de sus manos en la mejilla de su hermano y le dio unas ligeras palmaditas que hicieron que este se tensara- ¿Eh? ¿Estás bien? –Aún tenía la mano en el rostro del otro y de pronto, fue él quien se había tensado pues este había posado su mano sobre la suya apretándola con fuerza. No se había percatado de la cercanía de sus rostros. Al encontrarse con su mirada sintió sus mejillas ardiendo, era una mirada intensa, de enfado. Siempre había pensado que aquella mirada de su hermano era atrayente, sólo fallando en agradar cuando este empezaba con su estúpida actuación de chico "cool". Ahora sentía un nudo en la garganta e instintivamente se había mordido el labio inferior.

Un sonido fuerte le salvó. La puerta se había abierto y ambos hermanos desviaron la mirada para ver quién había entrado. Era Ichimatsu quien observaba con su habitual frialdad e indiferencia la escena.

El corazón de Osomatsu comenzó a palpitar como loco. Apretó los dientes y en un acto de desesperación, se lanzó para impactar su frente con la de su hermano. Ni él mismo sabía por qué lo había hecho… o tal vez sí, pues a pesar de sus propios sentimientos no quería hacer sufrir a Ichimatsu ni a ninguno de sus hermanos lo que él ya sufría. No pudo evitar que se le salieran unas lágrimas de dolor pues su cabeza ya estaba herida por el golpe que se había dado contra la mesita unas horas antes.

- ¡AUCH! –Había gritado Karamatsu.- ¿Estás loco? ¿Por qué hiciste eso?

- Era comer o ser comido… -Se sobaba la cabeza con los lagrimales humedecidos.- Golpear o ser golpeado...

- ¡Eres un tonto! ¿Cómo sabes que te iba a golpear? –Ahora él se sobaba la frente con una expresión de dolor.

- ¡Ya me habías golpeado antes! ¡Además, los que les dicen tontos a los demás son los más tontos! –Seguía frotando su frente como si así desapareciera la hinchazón.

- ¿Podrían dejarme pasar? Necesito agarrar los snacks para los gatos que dejé en la repisa. –Ichimatsu había abierto la boca finalmente y había hablado como si no le interesara aquél pleito infantil. Luego había volteado a ver Osomatsu con molestía, como para confirmar que no había tomado nuevamente aquellos aperitivos que compraba para sus gatos.

- Pfff... De acuerdo… -Dijo el mayor y rodó en el piso para que el cuarto hermano pudiera pasar y tomar sus tan importantes aperitivos.

Ichimatsu hizo exactamente lo que había anunciado y se dispuso a salir por la puerta. Pero antes de marcharse, se giró hacia ellos y dijo:

- No se preocupen, ambos son unos tontos. Tontomatsu y Mierdamatsu también es bastante tonto. –Dijo en un tono de superioridad.

- ¿Qué? ¡Tú también eres bastante tonto! –Osomatsu había replicado, pero Ichimatsu simplemente soltó una risilla maliciosa y salió de la habitación mientras soltaba un 'Sí, sí, lo que tú digas'.

Nuevamente, ambos hermanos se quedaron solos, pero por alguna razón ninguno soltó ninguna palabra. Desde que el cuarto hermano había llegado y se había marchado, Karamatsu no había soltado ninguna palabra.

Para Osomatsu era bastante incómodo pero tampoco sabía qué decir exactamente ni cómo explicar el por qué de sus acciones. Suspiró y cerró los ojos con fuerza. Los abrió al escuchar un ligero sonido, Karamatsu se había levantado del piso y se aproximaba a él. No sabía si acaso querría continuar la pelea por el dinero.

- Brother... ya que no tenemos dinero, tendremos que correr muy rápido para escapar de Chibita. –Sonrió de lado al decir esto.

- ... Karamatsu... Jajajaja, has aprendido bien tu camino del Nini. –No pudo evitar reír pues era un alivio que nuevamente su hermano estuviera de buen humor. Aquellos cambios repentinos de actitud que su hermano había estado mostrándole le estaban destruyendo y no creía poder soportar uno más.– Tendrás que correr muy rápido para que no te alcance.

- It's a piece of cake~ -Se llevó una mano al mentón y sonrió como si fuese el más genial sobre la tierra.- Preocúpate por ti mismo, Osomatsu. O más bien, Lentomatsu.

Osomatsu le sacó la lengua. Tenía razón, aunque fuera el mejor peleando, de todos sus hermanos era el más lento corriendo o tratando de escapar.

Una mano fue extendida hacia el hermano mayor para ayudarle a ponerse en pie. Aceptó aquella mano con un poco de culpabilidad y se incorporó. Le pareció que fueron unos largos segundos hasta que el menor soltó su mano y le hizo el gesto para salir de la habitación.

Sería una noche tranquila comiendo oden. Una noche como las demás. Una noche que tal vez apreciaría más porque sólo serían ellos dos, compartiendo el tiempo como hacen los hermanos normalmente. Pero dentro de su corazón, Osomatsu sabía que aquel acto ordinario, tenía un profundo significado para él.

- Ahhh… -Se le escapó de la boca como si hubiese descubierto algo sumamente importante.

- ¿Ocurre algo, my brother? –Dijo Karamatsu muy extrañado.

- No. Sólo… recordé aquella vez en la que nos metimos en una gran pelea y terminamos en el hospital.

- Ohhhhhh~ Aquella vez que terminaste hecho mierda. Lo recuerdo bien. How terrible, my dear brother. Aquel sujeto te golpeó con un tubo de hierro en la espalda. No te podías ni poner de pie así que tuve que huir y llevarte a rastras hasta el consultorio del Doctor Dekapan.

- Ah, sí. –Miró un poco aturdido a su hermano porque en realidad estaba recordando otra parte de esa historia. Se quedó pensativo un par de segundos, por lo que Karamatsu comenzaba a extrañarse-

- ¿Por qué recordaste aquello? ¿Tiene algo que ver con nuestra conversación? –Preguntó con una expresión de extrañeza.

- ¿Eh? Ah… No… no tiene nada que ver. Es sólo que lo recordé justo ahora porque mencionaste nuestros tiempos de preparatoria. Es difícil olvidar lo genial que es tu hermanito mayor.

- Sí, claro, brother, lo que tú digas. –Dijo en un tono cool como si en realidad el genial fuera él.- Pero ahora que lo pienso. ¿Por qué fue esa pelea aquella vez?

Osomatsu comenzó a quedar colorado. Era verdad. Karamatsu no sabía que había pasado en aquella ocasión. Sólo llegó, hizo lo que hizo y le rescató. Pero después no volvieron a hablar de ese asunto.

- Estás rojo... –Comentó Karamatsu con los ojos entrecerrados. Por alguna razón otra vez tenía un gesto de disgusto.- ¿Pasó algo aquella vez, verdad?

- ¡Claro que no! ¡No seas tonto, Cacamatsu! Lo que pasa es que comencé a ligar con la novia de uno de esos tipos... y entonces... pasó todo eso. –Su sonrojo se borró rápidamente mientras explicaba un poco exaltado. No era mentira lo que decía pero omitió los detalles que no quería que Karamatsu conociera.

- ¿En serio fue por eso? –Abrió los ojos nuevamente, ahora con sorpresa.- Eres el rey de los tontos...

- Ya lo sé. Y a mucha honra. –Sonrió mostrando todos los dientes.- Pero así me quieres~

- ... Obvio... –Dijo y suspiró.- Sin tu estupidez no serías tú mismo. Y si no fueras tú mismo nosotros no seríamos quiénes somos y esta familia sería muy aburrida.

Osomatsu abrió los ojos como platos. Las palabras que Karamatsu le había soltado no eran algo que él se esperara. Sintió algo cálido en su pecho. Una simple frase y sentía que podría morir de felicidad ahí mismo.

- ¡Pues claro que serían una bola de aburridos sin mí! –Se acercó más seguro a su hermano y le tomó por el brazo jalándole.- ¡Y tu hermano mayor ordena que es momento de ir con Chibita a comer oden! ¡Ahora mismo! ¡Apresurate, Karamierdovsky!

- Sí, sí... lo que diga su majestad Tontomatsu... –El apodo espontaneo que le dio hizo que Karamatsu sonriera y quisiera regresarle la burla con otro sobrenombre adecuado para su hermano mayor.

- Exacto, vamos, que la noche es joven y hay que aprovecharla~

Dicho esto, ambos hermanos salieron de casa a comer al puesto de Chibita. Nada extraordinario pasó aquella noche. Comieron y bebieron, y al final tuvieron que escapar del puesto de Chibita mientras tropezaban con botes de basura pues estaban muy ebrios.

En casa, llegaron justo para encontrar a sus hermanos de regreso preparándose para dormir, por lo que hicieron lo mismo.

Dentro del futon, Osomatsu aún tenía una sonrisa muy grande. Sentía como si pudiese echarse a llorar de la felicidad pues lo que comenzó siendo un día muy malo, acabó siendo uno muy bueno. Pero obviamente no lloraría. Ya era suficiente con la explosión de lágrimas que había soltado con Karamatsu. Ese sería una mancha en su historial perfecto del "hermano mayor siempre sonriente". Pero por alguna razón, no estaba arrepentido de que las cosas se dieran de aquella manera.

No pudo evitar soltar una risilla dentro del futón, haciendo que Choromatsu le diera un golpe en la frente y le soltara un "Deja dormir a los demás". Se acomodó nuevamente y dio gracias por tener a sus hermanos con él. Por su cabeza pasó Karamatsu y sintió que nuevamente traicionaba esa unión familiar, pero no podía evitar alegrarse de que por lo menos aquella noche había sido SU hermano, SU compañero de copas, SU confidente. Había sido suyo.

Minutos después sintió como sus ojos se cerraban lentamente pues el cansancio finalmente estaba ganando haciendo más y más pesados sus párpados. Antes de darse cuenta ya había quedado completamente dormido.

El que no podía dormir era Karamatsu, quien quedó extrañado por los sucesos de aquella noche. Y también porque en medio de esta, Ichimatsu y Jyushimatsu se habían levantado del futon y no habían regresado hasta que había amanecido.

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Esta historia va dedicada a mi gran amiga/amor, Carminki, quien dijo que quería un fic de esta pareja que tanto ama. Mucha gente bella leyó la historia cuando comenzaba a escribirla, gracias a todos.
Este es apenas el prólogo, es decir… el inicio. Aún queda muchísimo que necesito plasmar para que esta historia sea coherente y de verdad puedan apreciar esta pareja como yo la aprecio. No es tan popular en este fandom, pero por lo menos para mí y para mi querida amiga, es una pareja que se complementa. Como dice el título, son tontitos, pero tienen su corazoncito y también están buscando la felicidad.
Espero sigan la historia si les gustó, y me acompañen tratando de ver si de verdad lograrán encontrar la felicidad o no. No todo es tan fácil, habrán varias complicaciones. Pero como dicen, lo importante no es llegar a la meta, sino como uno llega a ella.
Nos vemos en el primer capítulo~