SHORT FIC HAMERON: " PERLAS EN EL COLLAR, ESLABONES EN LA CADENA"
Para Gloriati.
Nunca fue una persona demasiado expresiva. Ni para sus alegrías ni para sus tristezas. Lo único que conseguí de él es que me pusiera un ojo morado y estuviera a un paso de desviarme el tabique nasal, en respuesta a un comentario de los míos. Lo hizo porque me lo merecía, porque sabía que no le despediría ni le denunciaría y, sobre todo, porque se quedó a gusto. Muy a gusto.
- Buen gancho, hermano – le repliqué cuando hizo un amago de disculpa.
- No son modos – admitió él.
- No hay manera de arreglarlo, además, ya no me duele demasiado.
[…]
Desde aquel incidente, Cameron no volvió a formar parte de nuestras conversaciones. Parecía como si el australiano la hubiera borrado de su mente y yo tampoco deseaba volver a cobrar por adelantado. Borrón y cuenta nueva, ¿o no?
No. Definitivamente, no. No todo estaba escrito en esta historia. Porque Chase llevaba varios días llegando tarde a trabajar. No le pedí cuentas, fue él quien se excusó.
- Perdona, he tenido asuntos personales que resolver – explicó sentándose en la oficina.
- Bien, no hay problema, te quedas recuperando las horas y asunto resuelto – repliqué yo con cara de nada, porque no quería que el resto de mis lacayos percibiera ningún tipo de favoritismo por el antiguo adjunto de cirugía.
Ninguna réplica. Nada de quejas. Sólo silencio.
A última hora del día me topé con él en urgencias. "Estoy echando una mano". Un gesto de asentimiento y adiós. Algo se me escapaba. Y no estaba dispuesto a delegar el asunto ni a Cuddy, que ya bastante tenía con manejar el timón de un barco que a punto estuvo de mandar a pique, ni mucho menos a su maromo. Lucas era demasiado chismoso como para que pudiera confiarle un seguimiento. Ni siquiera le diría nada a Wilson.
Entré en los vestuarios. Mi curiosidad y mi mala praxis en estas lides, me venían al pelo. Tomé el estetoscopio y con un poco de paciencia conseguí abrir la taquilla de Chase. Todo lleno pero ordenado. La ropa de trabajo a un lado, la de calle al otro, un par de deportivas en el estante de abajo y un portafolios con clave en el superior. Probé. Le conocía demasiado bien. Acerté a la primera. Cinco letras, R - O – W – A – N, que coincidían con el nombre de su padre.
Papeles y más papeles.
Lo esperable. Cartas y notificaciones del abogado matrimonialista, renovación del seguro de mala praxis, la guía del Colegio de Médicos del Estado de New Jersey, extractos del Banco…
Y lo sorprendente. Una declaración manuscrita, pendiente de validación ante la policía y documentación sobre un penalista experto en temas sanitarios, cuya minuta no tenía precio.
Y más. El pitido del móvil interrumpe mis pesquisas y casi me hace sobresaltarme. Tono de llamada. No debería contestar. No era mi teléfono. No debería responder conociendo como conozco al remitente.
- ¿Sí, dígame? – doy al botón verde sin santiguarme.
- ¿Qué haces con el celular de Chase, House? – preguntó sin rodeos mi inmunóloga preferida.
- El mío se ha quedado sin batería - ¡ una justificación demasiado simple! – Tu futuro ex marido está haciendo horas extras en urgencias.
- Vale, volveré a llamar – dijo ella secamente.
- ¿De qué va esto? – me lancé a la piscina sin pensarlo – Éste idiota no sólo está dispuesto a darte el divorcio a pesar de estar colado por ti, sino que además, pretende dar parte a la policía de su metedura de pata.
- ¿Estás de broma? – preguntó Cameron en tono sorprendido.
- No. Hablo completamente en serio. Ya no me drogo, cariño – precisé para borrar las dudas.
- ¿Quieres hacerme responsable de las torpezas ajenas? – indagó la doctora.
- No, las torpezas de los demás son suyas. Pero Chase es idiota. Es tan idiota que no va a poder afrontar esto solo.
- ¿Y me pides tú que sea su bastón? – mala metáfora.
- No. Digo que deberías volver porque jamás debiste marcharte. Regresa y lucha. Por lo que quieres, por él y, sobre todo, por ti.
- Para volver a engarzar las perlas en el collar de mi vida – resumió ella en un tono más tranquilo.
- Y para que no se enganchen demasiado los eslabones de la cadena de presidiario de Chase.
[…]
Salí de allí casi corriendo después de dejar todo en orden. No sabía si había obrado bien, pero hice lo que mi intuicíón me dictó. El tiempo lo diría.
De momento, tenía ante mí dos retos : Recuperar a mi equipo titular y declarar como testigo en un juicio por asesinato.
FIN
