—¡Una última foto, se los prometo! —avisó la madre melancólica mientras arreglaba la cámara.
—Má'…—espetó cansada Mabel en señal de que parara con las fotos.
Es sólo un baile de graduación, mala malo podría pasar.
Mabel vestía un hermoso vestido amarillo con brillos y una cinta azul en la cintura, acompañada de unas sencillas zapatillas amarillas y una cinta en la cabella del mismo color del vestido. Y su hermano, Dipper, vestía una elegante camisa blanca acompañada de una corbata azul que encajaba perfectamente con sus pantalones formales negros al igual que los zapatos.
Los hermanos Pines habían terminado la secundaria y esas faltas de horas de sueño acompañadas de grandes tazas de cafés valieron la pena para terminar con un limpio promedio de A.
—Vámonos chicos. —avisó el padre haciendo una seña con la mano mientras colgaba de sus dedos las llaves del carro.
Mabel le dio un beso en la mejilla a su madre y Dipper un beso en su frente y se fueron al carro de su padre.
—¡Se portan bien! —rogó su madre mientras veía a sus dos hijos alejarse de la casa.
…
El colegio estaba hermosamente decorado con globos amarrados a las bancas y árboles mientras que adentro salían luces de colores disparadas y música pegadiza. El padre estacionó el carro del otro lado de la calle ya que el otro lado estaba infestado de carros y más carros.
—Dipper, cuidas a tu hermana, que no beba tanto ponche y que ningún chico se le acerque. —avisó el padre de los gemelos y Mabel frunció el ceño.
—¿No debería cuidarlo yo? ¿Es que nadie recuerda quien nació cinco minutos antes? —bufó cansada la castaña mientras golpeaba su espalda con el asiento y cruzaba sus manos.
—Lo sé, pero digamos que Dipper es más… —se quedó callado mientras movía sus manos, esperando una respuesta adecuada— maduro. Pero nunca olvides que eres la gemela alfa.
—Obviamente que eso nunca lo olvido. —sonrió victoriosa y volteó a ver a Dipper, éste sólo arqueó la ceja— Ya vámonos brobro, esto sólo ocurre una vez en la vida. —exclamó Mabel y le guiñó el ojo a su hermano mientras doblaba la manija de la puerta para salir— ¡Adiós papá!
Los hermanos bajaron del carro y voltearon para despedirse de su padre con la mano, viendo como el carro se perdía entre la gran calle y entre la fría niebla.
Al entrar al colegio los tímpanos de Dipper y Mabel fueron atacados por el volumen de la música, aunque todo adolescente está acostumbrado a torturar sus oídos con el volumen de la música. Un grupo grande de personas bailaba en el centro del pabellón al ritmo del Dj en la cima de las gradas. Por un lado, unas azules mesas y por el otro lado una gran mesa con variadas bebidas y que no falte el gran tazón de vidrio lleno de ponche rojo.
Además de la buena música que resonaba en los oídos de Dipper, también resonó un sonido desagradable: el típico silbido que hacen los chicos para llamarle la atención a una chica. Volteó a ver quién era y tan solo eran tres malditos chicos que miraban coquetos a su hermana.
A Mabel.
A su h-e-r-m-a-n-a.
Y por una extraña razón, en lo más oscuro de su interior, despertó un sentimiento de nombre "celos", ¿Cómo coño podría sentir celos, si era su hermana? Quizás por eso, por ser su hermana.
El castaño frunció el ceño molesto y alzó la mano hacía la cintura de su hermana, apegándola más a su torso. Mabel rápidamente notó esa acción de su hermano y volteó a verlo con un gesto de confundida y con un ligero rubor. Afortunadamente no se podía notar sus mejillas coloradas ya que las luces estaban apagadas y solo se podían apreciar las coloridas luces que saltaban de un lugar a otro.
—¿Por qué fue eso? —preguntó con gracia con un tono alto por la música. Su hermano se encogió de hombros, restándole importancia.
—Solo te protejo, porque eres mi hermana. —sonrió con los labios y besó su mejilla, a lo que ella respondió con una risa tímida.
El castaño volteó a ver a los chicos y éstos solo le mostraban el dedo del medio, el castaño sonrió victorioso.
—Dipp. —llamó Mabel y Dipper volteó a verlo— ¿Crees que sea la reina del baile? —preguntó dudosa y con un gesto de tristeza.
—¿Por qué preguntas eso?
—Allá. —señaló un gran bol de vidrio y adentro contenía papeles y más papeles— Está mi nombre, si el DJ agarra el papel donde está ni nombre, tal vez gane ¡Puedo ser la reina del baile! —exclamó emocionada mientras reía.
Esa risa, qué hermosa pensó Dipper, pero ladeó la cabeza quitando ese pensamiento.
—Obvio que ganarás, ya verás. —animó su hermano y Mabel sonrió con los labios, agradeciendo— Ahora vamos a bailar ¡que la pista nos espera!
Dipper agarró la mano de su hermana y la haló a la pista corriendo, Dipper era más rápido que Mabel así que ésta lamentablemente se enredó con sus pies, pisando una de sus zapatillas y cayendo casi al piso.
Pero si no fuera por Dipper, hubiese sido el hazmerreir de todo el baile desparramada en el suelo, Dipper sostenía alarmado a Mabel con sus manos en su cintura a los dos manos, Mabel miró a los lados y —casi— nadie los miraba, miró a Dipper con un destello en sus ojos y solo se limitó a sonreír nerviosa, limitándose solamente a rodear el cuello de Dipper con sus manos.
…
Jueves, 3:34am.
—¿Dónde coño están las llaves? —preguntó histérica Mabel en un susurro, tratando de no despertar a nadie mientras alzaba su rodilla para sostener su bolso.
—No sé. —se limitó a decir encogiendo los hombros.
—Gran respuesta eh. —masculló— Sostenme la corona. —avisó Mabel y se quitó el gran accesorio de la cabeza, dándosela a su hermano.
Mabel pudo buscar más fácil las llaves que abrían la casa para finalmente descansar y no levantar sospechas de por qué coño llegaron tan tarde. La verdad, buscar más entre ese bolso ya no era necesario, una mujer con tremenda cara de histeria se presentaba en el arco de la puerta.
Dipper tragó saliva con dificultad y golpeó el brazo de su hermana con su codo.
—¿¡Qué te p- —preguntó molesta Mabel alzando la vista pero se retractó de sus palabras al ver que su madre la miraba con intenciones de querer matarla— Ay, mami.
—¿¡Dónde estaban ustedes? ¡Son las tres de la madrugada a ver si un ladrón los asalta en medio de la calle! —masculló furiosa mientras entraban a la casa y cerraban la puerta con un golpe.
—Habían dado la corona a última hora ¡Y gané yo! Mira esta belleza de corona. —exclamó con voz ronca mientras señalaba con sus dedos el accesorio sostenido por Dipper.
—Me hubiesen mandado un mensaje, yo los hubiese buscado. Ahora vayan a dormir, es muy tarde. —mandó su madre haciendo unas señas raras con sus manos, restándole importancia y caminando a paso lento por un pasillo al lado de las escaleras, perdiéndose entre la tibia oscuridad y finalmente un puertazo se escuchó al final del pasillo.
Los gemelos subieron por las escaleras y entraron a su habitación, Mabel ni Dipper dormían en habitaciones separadas, la casa tampoco era una mansión de lujo donde cada uno podría tener su habitación y tampoco los dos querían separarse, esto de compartir habitación era divertido.
Como era de costumbre, Mabel entró al baño primero, quitándose su hermoso vestido y colgándolo en su perchero, se quitó las zapatillas, la cinta de la cabeza y el maquillaje del rostro. Se colocó un pijama morado con brillos y salió del baño descalza, amaba caminar sin nada puesto en los pies.
Apagó la luz del baño y cerró la puerta con silencio, se acercó a la cama de su hermano y se acercó al rostro de Dipper, dejando en su mejilla izquierda un dulce beso "fraternal"
Sobre todo fraternal.
—Gracias por acompañarme a la fiesta. —agradeció Mabel tirándose en su cama y arropándose con su sabana de unicornios.
—Fue un placer. —respondió Dipper adormilado.
…
Dipper no podía dormir, tenía un maldito insomnio infernal ¿Pero cómo no tenerlo, al sentir los suaves labios de su hermana en su mejilla? Nunca había recibido esa muestra de afecto de parte de Mabel cuando ella siempre fue carismática y risueña. Con sus ojos abiertos en medio de la oscuridad seguía pasando su dedo índice en la comisura de sus labios, lugar donde el beso más se acercó.
