Nada más divertido que dos hombres del sigo xix enamorados. Una pequeña serie de drabbles de mi pareja favorita de toda la historia.

Cuando dos se enamoran.

He notado, mi querido Watson, que siempre me ha gustado...

Dijo Holmes y el cuerpo del Doctor Watson se tensó por completo; aun parado a mitad de la sala, sosteniendo rígidamente la tetera de porcelana, las palabras de su mejor amigo se clavaban como agujas en su ser. Un anhelo oculto florecía, al mismo tiempo temeroso de lo que acarrearía si tan sólo llegase a oídos de su mejor amigo.

-…el té, usted es un experto en prepararlo- Holmes llevó la taza a sus labios mientras el rostro del doctor se inundaba de desencanto.

-Me halaga Holmes…-una sonrisa rápida y forzada que Holmes correspondió antes de sumirse en sus experimentos de química, de nuevo todo volvía a la normalidad.

El doctor Watson se dirigió a la cocina y de ahí a su habitación, los ojos grises del único detective consultor en el mundo no dejaron de seguirle, el té era magnífico y le gustaba tanto como el dueño de las manos que lo habían preparado.