Aloh:

Bueno, he aquí el único fic "largo" que he hecho. A través de él no encontrarán muchos comentarios porque subí lso capítulos por bonches, así que sólo habrá uno que otro.

Ojalá que lo disfruten, aunque sea un poco, y si no, pueden reclamarme

Capítulo I: Raíces de Mandrágora.

Una mañana brillante inundaba el cielo. La luz inocente del sol cayó sobre los ojos de Harry Potter haciéndolo despertar del extraño sueño que había tenido la noche anterior. No podía recordar bien lo que había sido, pero le causaba una sensación de vacío. Se sentó en la cama, empezó a buscar sus lentes en el buró de al lado, pero no los encontró. Un momento después se dio cuenta: no estaba en su habitación y tampoco estaba solo. Se sorprendió al ver que, acostado junto a él, estaba Draco Malfoy, con un gesto angelical 'e inexplicablemente tierno'. Admitió Harry.

'¡Pero en qué piensas, estamos hablando de Malfoy, tu peor enemigo desde siempre!' Le dijo una vocecita. Era imposible decir "angelical" y "Malfoy" en una frase sin estar mal de la cabeza.

El corazón le dio un vuelco cuando vio que Draco abría los ojos, unos ojos claros y adormilados aún; se quedó mirándolo sin saber qué decir. Draco le dirigió una sonrisa tímida, pero dulce, algo que, según podía recordar, nunca había hecho antes. La forma en que sus labios se habían curveado era atractiva de cierto modo.

"Por dios¿qué te pasa? Deberías preocuparte por averiguar por qué rayos estás aquí con Malfoy... ¿sin camisa?'.

Eso era, ciertamente, muy importante¿ Qué hacían dos chicos a medio vestir, solos y en cuarto perdido? (porque era obvio que no estaban ni en la torre de Gryffindor ni en los calabozos de Slytherin) Era un cuarto espacioso lleno de muebles clásicos y una que otra chuchería, como el baúl al pie de la cama, el espejo de luna en contra- esquina del librero atiborrado de viejos pergaminos atados y en desorden, como un libro sin pasta. Los marcos de los ventanales estaban finamente tallados; las cortinas que caían desde el techo eran negras como el dosel de la cama y estaban recogidas por unos cordones color plata.

Harry estaba a punto de preguntar qué había pasado cuando Draco acarició su mejilla; sus dedos estaban fríos, pero sus ojos eran cálidos, y más profundos de lo que jamás hubiera visto (tal vez porque nunca los había visto bien).

La mano de Draco pasó por el brazo desnudo de Harry lentamente. Lo tomó por el hombro y lo acercó hacia él. Se preguntó si sería apropiado besarlo, porque, aunque quería, no estaba seguro de que el chico frente a él recordara lo que había pasado. Esos ojos verdes no reflejaban la misma intensidad que la noche anterior. Finalmente tomó su rostro con cuidado y lo besó en la mejilla.

Harry sintió que un ligero rubor poblaba sus mejillas al sentir a Draco tan cerca. Éste último lo miró fijamente mientras sostenía una lucha interna entre arriesgarse o contenerse; pero no podía más: salvó la distancia que había entre ellos. Sus labios eran tibios y amargamente dulces. Pasó la lengua sobre ellos, saboreando cada pedazo de piel que rozaban.

Harry estaba completamente sorprendido, una voz en su cabeza le decía que Malfoy lo estaba besando, que debía detenerlo; pero por otro lado su cuerpo no podía moverse, sólo sentía la suavidad de aquella lengua contra la suya.

- Malfoy... - dijo después de muchos esfuerzos, sus palabras se perdieron en el beso, pero era obvio que Draco las había entendido porque cerró su boca contra la de Harry y se apartó.

- ¿Qué pasa?- su tono era mesurado, como si lo que acababa de pasar fuera de lo más normal.

- ¿Qué estás haciendo?- la voz de Harry no era ni en lo más mínimo como la de Malfoy, temblaba de manera inevitable; los pensamientos se arremolinaban en su mente sin entender qué pretendía el Slytherin: necesitaba saberlo、 pero las palabras apenas se formaban en su boca, cuando aquella mirada líquida las había consumido.

- Anoche no parecía molestarte en lo absoluto, al contrario- dijo el rubio apartando sensualmente un mechón de cabello de su cara. Harry sintió una inquietante atracción por ese movimiento.

- ¿Qué quieres decir con "al contrario"?- había recuperado un poco de sentido, pero aún temía la clase de respuesta que pudiera obtener.

-¿Qué, no recuerdas?- preguntó Draco tranquilamente, a pesar de que al parecer su inseguridad no era infundada.

-¿ Recordar qué?

- Nada, Potter- dijo cortante, se levantó de la cama y empezó a ponerse la camisa.

Harry se quedó embelesado mirando el pecho de Draco mientras abrochaba los botones; el contorno de su cintura, la forma de su abdomen: todo era perfecto.

- ¿Buscabas algo?

- Claro que no- se sentía un poco apenado. Trató de ser distante, para convencer a Draco (y a sí mismo) de que sólo había sido un accidente.

- Bueno, como sea, ya me tengo que ir. No quiero que nadie sospeche que anduve fuera toda la noche- tomó su capa, abrió la puerta...

- Espera... aún no me has dicho qué pasa.

- De eso hablamos luego- volteó hacia Harry y le guiñó un ojo- . Ve a la torre de Astronomía a las ocho- se quedó pensando un momento- . La sexta puerta junto a las escaleras.

La puerta se cerró detrás de él.

Harry se quedó solo en la habitación, aspirando inconsciente su aroma, fresco y dulce: loto.

Repasó varias veces lo que había pasado, fijándose en cada detalle (más de lo necesario tal vez).

Cuando de nuevo fue consciente, recordó que tenía clases y que no podía pasarse toda la mañana ahí perdiendo el tiempo en ideas vagas que no lo llevarían a nada. Se vistió y se dirigió a la sala común.

Cuando cruzó el retrato de la Señora Gorda, a la primera persona que vio fue a su mejor amigo.

- ¿Dónde has estado?- le preguntó Ron impaciente- Te estuve esperando toda la noche. Después de que te fuiste no supe qué pasó.

- ¿De qué me fui, a dónde?- la mente de Harry parecía incapaz de llamar un simple recuerdo.

- Pues, a la biblioteca, o eso fue lo que dijiste- en los ojos de Ron se revolvía una luz entre desconfianza y curiosidad.

- Oh cierto- mintió Harry. No quería más del interrogatorio, pero no le sirvió de mucho.

- Entonces... ¿Lo encontraste?- Harry miró a Ron sin comprender.

Entreabrió la boca buscando una respuesta y vio una intriga oscilante en los ojos azules que lo miraban fijamente.

- Mm... ¿Qué cosa?- su mano temblaba un poco y jugueteaba con un hilo suelto de su túnica con inexplicable inquietud.

- Pues el antídoto para... - el pelirrojo se acerco al oído de Harry- ...para...

- Hola¿qué hacen?- interrumpió Hermione.

- Nada- dijo Ron rápidamente poniendo las manos en la espalda como si quisiera ocultar algo. Ella lo miró inquisidoramente, sin embargo, no trató de averiguar qué se traían. Y por alguna "extraña'" razón estaba más sonriente que de costumbre.

- Bueno, iré a tomar una ducha- dijo finalmente Harry- Los veré luego.

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Draco cerró la puerta dejando toda una noche detrás de ella. Dio un suspiro amargo: las cosas no estaban saliendo exactamente como había planeado. Sacó un frasco de su túnica y lo contempló largo tiempo sin dejar de caminar. Contenía un líquido espeso y purpúreo que formaba ondas sin que lo tocara.

- Tal vez necesite algo más... - dijo metiendo de nuevo el frasco y sacando esta vez una varita. Una fría sonrisa se dibujó en su rostro mientras la sostenía en sus manos. Recordó cómo aquella noche había besado a Harry en la biblioteca, cómo se había sentido al besar esos labios y que él correspondiera el beso. Cómo el deseo se había apoderado de los dos; pero en esencia sólo de él mismo. Sacudió la cabeza para sacar esos recuerdos de su mente y empezó a bajar escalones, uno tras otro. No había mucho sentido ya en contarlos, ni siquiera en verlos, tantas veces había pasado por el mismo camino que lo recorría inconscientemente.

Un ruido rompió el silencio. Cuando volteó para ver qué había sido, encontró los anteojos de Harry en el suelo junto con pedazos de vidrio esparcidos. Los miró casi como si temiera a lo que le recordaban: un par de ojos esmeralda reflejando la luz de las velas, esa inocencia por la que se sentía tan atraído y que deseaba poseer.

Dolorosamente recogió las gafas rotas del suelo, las miró un momento más. Sabía que tendría que devolvérselos. ¿Se los entregaría esta noche,

' No, ¿qué hará sin sus lentes todo el día?'

Era una buena razón para verlo antes. Una línea de satisfacción cruzó su rostro por una milésima.

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- Qué bien que llegaste Harry- dijo Hermione mientras éste se sentaba a su lado en la mesa a la hora del desayuno- por cierto, creo que olvidaste tus lentes ¿o es que no te las vas a poner?.

- ¿Qué?... Oh, no lo había notado- contestó Harry mordiéndose ligeramente el labio inferior. Lo que le pareció muy atractivo a cierto Slytherin que lo miraba desde el otro extremo del salón. Cuando Harry notó que lo había visto, sólo le devolvió la mirada tratando de no llamar mucho la atención pero Draco le guiñó un ojo en una forma poco sutil, haciendo que sus mejillas se pusieran rojas. Todo era muy raro, sólo esperaba que no se pusiera peor.

- ¿Qué nos toca?- preguntó Ron al terminar su plato de avena y echándose para atrás en su silla.

- Herbología y después dos horas de pociones- contestó Hermione desenrollando su horario de clases.

- Oh no.

Pociones era por mucho la materia que más odiaban Harry y Ron, aún más que Adivinación; al menos Trelawney se conformaba con un montón de desastres inventados, pero Snape, bueno, él era un asunto aparte, nada le parecía suficientemente bueno. Además debían tomar clase con Slytherin.

'Slytherin'. Pensó Harry. Tendría que ver a Draco después de lo que había sucedido en la mañana. Se le hizo un nudo en la panza de tan sólo pensarlo. Y lo que más sentía era pensar en él sin que fuera algo malo.

Todas estas ideas lo hacían sentirse incómodo así que trato de distraerse hablando con Ron acerca de las terribles consecuencias que puede tener el Amago de Wronski en el Quidditch.

Para cuando salieron del castillo hacia los invernaderos el cielo se había nublado y pequeñas gotas caían sobre su nariz, frías como un hielo cortante recorriendo su cara.

- Mejor nos damos prisa antes de que se nos congelen las piernas- dijo Ron sujetándose las manos heladas bajo la capa- El clima está loco, hace unos momentos asomaba el sol y ahorita nos estamos muriendo de frío.

Cuando al fin llegaron, la profesora Sprout les explicó lo que tenían que hacer y empezaron a trabajar.

- Harry¿podrías ir por más tierra por favor?- le pidió Hermione sosteniendo un pequeño costal.

- Está bien.

Los demás costales estaban en el estante junto a la puerta. Cuando miró, entre las gotas que se escurrían por la ventana, distinguió la figura de Malfoy dirigiéndose hacia el invernadero. Se quedó parado hasta que éste le hizo una señal de que saliera. Miró alrededor para asegurarse de que nadie lo veía.

Al salir sintió cómo el viento cortaba su piel; miró a Draco: estaba empapado y tenía las mejillas rojas por el frío; las gotas de agua se enredaban en su cabello, y sus ojos... sus ojos eran del color de las nubes, pero eran cálidos, y la pálida luz lo resaltaba.

- Toma, pensé que necesitarías esto- dijo Draco con una sonrisa extrañamente seductora mientras le entregaba sus lentes. Harry sintió el contacto de la piel de Malfoy cuando los puso en sus manos: suave y helada.

'Una contradicción perfecta', pensó.

- Bueno, eso era todo, ya me tengo que ir- dijo Draco dándose la vuelta.

- Espera- le dijo Harry tomándolo firmemente de la muñeca. Cuando volteó otra vez, Harry vio como las gotas de agua caían por sus labios y se quedó absorto mirándolas por unos segundos, después, dándose cuenta de lo extraño que debía verse eso, sacudió la cabeza. -¿Sólo viniste para dármelos?- preguntó sin perder el contacto visual.

- Sí - dijo Draco encogiéndose de hombros, como si fuera de lo más natural interrumpir la clase de tu peor enemigo para devolverle algo.

Se quedaron mirando centésimas más, Draco podía sentir el deseo de besarlo, su cuerpo lo pedía a gritos: 'Sólo una vez más, hazlo'. Tomó su rostro entre sus manos y le dio un beso en la mejilla.

"Deliciosamente tibios". Pensó Harry mientras sentía el calor que desprendía el cuerpo del rubio, quien después alejó su rostro de él. No podía explicar por qué, pero tomó a Draco de los hombros y lo besó bruscamente. Su boca era cálida en comparación al frío que azotaba su espalda, pasó las manos por su cintura. Pero Draco se separó nuevamente de él, a pesar de no estar muy seguro de por qué.

- Te veo luego- dijo suavemente, y se alejó caminando con su arrogancia habitual, parecía no dejarla nunca, era algo natural en él y 'muy atractivo'.

Harry aún podía sentir el sabor de la boca de Malfoy en sus labios, quien había interrumpido el beso, dejándolo a medias en su revolución de sentimientos.

- Harry, ¿en qué piensas?- le preguntó Hermione, quien iba a su lado mientras caminaban hacia la clase de pociones en las mazmorras, las cuales parecían menos tentativas que de costumbre por el clima, lo que seguramente se vería inmensamente aumentado por la voz de Snape criticando las pociones de una manera poco constructiva, a menos, claro, que se tratara de los alumnos de su casa.

- En nada- contestó éste sin prestar mucha atención, necesitaba pensar en los hechos recientes y descubrir por qué había besado a Malfoy.

Cuando llegaron al aula empezaron a preparar las cosas. Snape les había dicho desde la clase anterior lo que debían hacer. Habían pasado algunos días preparando un complicado antídoto y ahora debían hacer la poción para desvanecerse, que tampoco parecía muy fácil.

Colocaron todo en la mesa con cuidado, o al menos Ron, porque Harry derramó un poco de elixir de saúco y rompió las hojas de madroño al separarlas de los tallos. No se estaba concentrando, no podía dejar de mirar al rubio en la mesa de enfrente, cada uno de sus movimientos destilaba sensualidad, o tal vez era su imaginación, tal vez le estaba dando demasiada importancia a cosas que no tenían ningún sentido.

Siguieron con la poción, y después de casi dos horas, lo único que faltaba era agregar los pétalos de zulla y el pelo de demiguise (el ingrediente principal de la poción), pero Harry echó los ingredientes sin mirar, y en vez de la zulla, echó las raíces de mandrágora que le habían sobrado de su "proyecto olvidado" con Ron, sin siquiera darse cuenta.

Snape hizo su acostumbrada ronda por las mesas para revisar las pociones. La de Harry y Ron era la última; sólo la miró de reojo y no hizo ningún comentario sobre ella porque en ese momento terminó la hora.

- La próxima clase comprobaremos si sus pociones funcionan o si todo el tiempo invertido ha sido una pérdida.

Todos tomaron sus cosas y salieron del salón, pero Harry se tardó más, con el pretexto de que había perdido algo. Sentía que algo faltaba, pero después comprendió que la cordura no se puede encontrar en un calabozo, al menos no en esas condiciones: de rodillas en el piso, buscando palabras entre el polvo. Pero había más que polvo debajo de la mesa: encontró un par de ojos grises que lo miraban con una sonrisa en la expresión.

- ¿Qué crees que estás haciendo debajo de la mesa Potter?- era Malfoy, y su voz sonaba claramente divertida.- ¿Buscando tu cerebro? No te esfuerces demasiado.

- Cállate Malfoy, no me molestes.

- Si no estoy aquí para molestarte, sólo quería preguntarte algo, pero dado que no estás de humor, creo que será mejor que me vaya. Nos vemos de todas formas en la torre de Astronomía, ¿no?

- ¿Qué te hace pensar que iré?

- Bueno, dos sencillas razones. Una: pensé que querías preguntarme algo sobre anoche; y dos: tengo algo que es muy importante para ti.

Harry se quedó pensando unos segundos. ¿De qué diablos estaba hablando Malfoy. ¿Algo importante? No podía tener algo realmente importante para él... ¿o sí?

- Está bien, pero creo que la cuestión aquí es: ¿irás tú?

- Eso es algo que no puedes saber, tendrás que confiar en mí- dijo Draco con un dejo de misterio en la voz y acto seguido se fue.

- ¡No es justo, tanto trabajo para que ni siquiera lo viera!- se quejó Ron durante la comida.

- No lo tomes en cuenta, al menos te salvaste de que se burlara de tu brebaje frente a toda la clase.

- Sí, pero estoy seguro de que esta vez no hubiera podido decir nada al respecto, lo hicimos todo bien ¿verdad, Harry?

- ¿Qué?... Oh, sí, claro- Harry no había estado poniendo atención, pero le dio por su lado para evitar que se alargara la conversación.

Draco entró en el Gran Comedor seguido por sus amigotes: Crabbe y Goyle, para variar. Harry lo miró para ver si aún seguía ahí esa extraña sensación que le había acompañado al verlo desde aquella mañana, pero parecía haber desaparecido.

- ¿Qué tienes, Harry?- le preguntó Hermione.

- Nada- respondió con una sonrisa forzadamente despreocupada. Pero por más que intentaba, no podía dejar de pensar en qué había pasado; en primer lugar, haber permitido que su peor enemigo, Draco Malfoy, lo besara, era completamente inaceptable, y haberlo hecho él mismo... bueno, era demasiado. El solo recuerdo lo hizo sentirse un poco asqueado, lo que sería completamente normal de no ser por pequeño detalle: en el momento no le había parecido desagradable en lo absoluto, por el contrario, a pesar del shock, le había gustado. 'No', eso era demasiado extraño, realmente estaba al borde de la locura. Aunque si lo pensaba bien, todo, de principio a fin, era muy extraño de por sí.

- Bueno chicos- dijo Hermione tomando su capa- tengo que arreglar algunas cosas.

- ¿Sobre qué?- preguntó intrigado Ron.

- Eso no es tu asunto- le contestó Hermione con un poco de misterio en la voz y se fue a sentar al otro extremo de la mesa con Parvatil y Lavender.

- Oye Harry- dijo Ron mirando hacia atrás para asegurarse de que Hermione se hubiera ido- ¿Qué vamos a hacer con el asunto de...ya sabes?

- ¿Qué asunto?

- Pues lo de Malfoy.

- Oh eso, no sé- dio un brinco. ¿Habría visto lo que había pasado afuera del invernadero?

- Lo he pensado un poco, tal vez deberíamos dejar lo del chizpurfle es demasiado infantil, tal vez sería mejor meter un billywing en su habitación.

- Un billywing. ¿Y de qué va a servir eso?- le siguió, más tranquilo ya. Al parecer no tenía nada que ver con el "accidente".

- Bueno, nos podremos divertir viéndolo flotar por horas sin poder bajar- sugirió Ron soltando una risita. A Harry también le parecía muy gracioso imaginarse a Draco levitando desesperado por bajar...

- Pero si lo dejamos en su cuarto no podremos verlo- la conversación no tenía ningún sentido para él, pero eso no importaba mucho, cualquier cosa que incluyera una broma para Malfoy valía ser tomada en cuenta.

- Tienes razón- le dijo Ron algo decepcionado- supongo que tendremos que seguir con lo de la poción, aunque tal vez sea un poco cruel- se detuvo un momento-... ¡No!- dijo al fin riéndose de su propio sarcasmo accidental.

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- Uno... dos - iba contando Harry- tres... cuatro - uno tras otro- cinco... seis- pasaban los segundos - siete... ocho - no tenía ganas de pararse - nueve... diez- tenía que hacerlo - once... doce- pero, '¿por qué?' - trece... catorce - no debía ir - quince... dieciséis - pero quería - ¡no más, iré! ... Malditos segundos, cómo pesan.

Tomó su capa de la silla y salió del cuarto. El reloj de la sala marcaba las siete cincuenta: diez minutos para llegar a la torre de Astronomía. Esperaba no encontrar a nadie en el camino, no tenía ganas de dar explicaciones, pero tal vez hubiera sido mejor no pensarlo: apenas había salido por el cuadro, cuando oyó una voz familiar detrás de él.

-Harry, ven a ver esto- era Colin Creevey, su sombra desde que había entrado a Hogwarts- encontré un gusamoco junto a la cabaña de Hagrid- dijo entusiasmado enseñándole un gusano grueso color marrón, como de unos diez centímetros de largo que soltaba una sustancia pegajosa que explicaba perfectamente su nombre. Harry no tenía tiempo para estas cosas, pero no le parecía correcto dejarlo ahí hablando solo- Aún está pequeño, pero si espero a que crezca tal vez pueda echárselo a alguien en la cabeza y luego...

'Uno... dos' contó Harry de nuevo en su cabeza 'tres... cua...'

- ¿Me estás oyendo, Harry?

- Oh sí, mm... ¿qué decías?

- Está bien, hablaremos después- dijo Colin un poco molesto y se fue.

Harry no se dio cuenta cuando empezó a correr, pero sabía que debía darse prisa si quería ver a Draco. ¿Cuánto podía haber durado el contratiempo. ¿Dos, quizá tres minutos, ' Dios, cómo hay gente que sólo hace perder el tiempo. Ojalá que Draco no se haya ido'.

Pasillos y más pasillos¿cuándo llegaría con tanto enredo? Cuadros, armaduras, murmullos... hasta que llegó a la torre.

"La sexta puerta junto a las escaleras," contó cinco puertas y se dio cuenta no había una sexta (aunque no era seguro tomando en cuenta que había algunas puertas que no abrían a menos que les hicieran cosquillas en el lugar exacto, algunas que eran sólidas paredes fingiendo ser puertas, otras que cambiaban de lugar continuamente y una que otra que se escondía entre las paredes).

'Tal vez sea eso'. Repasó la pared, palpando despacio, y cuando sintió que su mano atravesaba un pedazo, se metió por completo.