Disclaimer: nada del potterverso me pertenece
Este fic participa en el reto temático de octubre del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
―¡Muy bien, pues hasta nunca!
La puerta se cerró de golpe, haciendo que el muchacho no sólo saliese de esa casa, sino también de las vidas que ella albergaba. Para siempre.
Su padre había ido a su despacho para servirse una copa. El alcohol siempre lo ahogaba todo. Su madre, por su parte, permanecía en el salón, impertérrita, mirándose al espejo.
―¿Madre? ―el joven de quince años estaba en la puerta.
Su madre se dio la vuelta y sonrió.
―Regulus. Hijo mío. Ven.
Le instó a que se acercase a ella y Regulus así lo hizo. Su madre posó sus manos en sus mejillas y sonrió.
―Mi pequeño, mi querido Regulus. Tu hermano nos ha dejado.
―Lo sé, madre.
―Tu hermano no comparte nuestras ideas, Regulus. Tu hermano nos ha defraudado, nos ha hecho ser el hazmerreír. Tu hermano… Ya no es tu hermano.
―Lo sé, madre ―en verdad Regulus Black no lamentaba que su madre dijese todas esas cosas de su hermano Sirius, porque en verdad eran ciertas.
Durante años, su hermano y él habían sido como polos opuestos, como dos caras de una misma moneda. El blanco y el negro. Sirius era un rebelde, un desobediente… Un Gryffindor. Pero Regulus no. Regulus era leal, servicial, un diamante en bruto que sus padres fueron puliendo con los años. Un Slytherin de pura cepa. Allá donde su hermano supondría un fracaso, Regulus triunfaría. Sería más grande, más fuerte. Mejor.
―Tú nunca nos decepcionarás a tu padre y a mí, ¿verdad, Regulus?
―Jamás lo haría.
―Muy bien… Muy bien. ¿Tienes algo que decirme?
―Esperaba que padre también pudiese verlo, pero…
Levantó su antebrazo izquierdo y se arremangó la manga de la túnica. Allí lucía una Marca Tenebrosa, recién tatuada. La marca negra aún dejaba ver rastros de sangre.
―Muy bien, hijo mío, muy bien. Lo has conseguido. Tu padre y yo… Estamos muy orgullosos.
Regulus sonrió. Su madre se apartó de él y caminó hasta el viejo tapiz de la familia. Sacó su varita y apuntó a un nombre en concreto. La punta se volvió roja. Entonces, con fuerza, Walburga Black la clavó sobre el nombre de su hijo. Por un momento, un fuerte olor a quemado se extendió por toda la habitación. Regulus contempló la escena mientras sonreía, satisfecho. Tras eso, abandonó la casa familiar. Ahora que era un mortífago podía hacer lo que le viniese en gana. Se desapareció hasta una casa en un pequeño pueblo. Allí llamó a la puerta. Un hombre de gafas redondeadas abrió, preguntándole que quería. Al rato, Sirius estaba fuera.
―Has decepcionado a nuestros padres.
―Regulus, te tienen lavado el cerebro, ¿no lo ves?
―Nadie me ha lavado el cerebro, Sirius. Simplemente he hecho lo que ellos esperaban de mí, todo lo contrario que tú. Y ahora les he demostrado que soy su favorito.
Se levantó de nuevo la manga y le enseñó la Marca a su hermano, aunque la reacción ahora fue distinta.
―Vete… No quiero volver a verte.
Regulus sonrió pero obedeció, desapareciéndose como una gran columna de humo negro, sin saber que esa sería la última vez que volvería a ver a su hermano.
