AVISO IMPORTANTE ANTES DE COMENZAR A LEER:
Esto es una traducción del fanfic "Bed of Roses" de MoonyNZ y por lo tanto la historia le pertenece a ella. Algunos de vosotros quizás ya sabéis que hay otra traducción al español del fanfic y os estaréis preguntando por qué hago yo otra entonces. Bueno, hago esta traducción porque la otra que existe, y pertenece a hyoz, está traducida al español de Latinoamérica y también contiene muchos errores gramáticales. No la culpo por ello, ya que estoy segura de que le costó bastante traducir todo el fanfic. Además, creo que también estaría bien que hubiera una traducción de este magnífico fic Hermione/Sirius al español de España.
Por último, los lectores deberíais saber que el fic comienza a finales del sexto año de Hogwarts para Harry, Ron y Hermione. La autora respetó todos los datos de los cinco primeros libros de la saga, excepto la muerte de Sirius. Para que esta historia pudiera suceder, la que cayó por el velo fue la profesora McGonagall.
Eso ha sido todo lo que tenía que decir (o más bien escribir). Espero que disfrutéis de la historia.
PRÓLOGO
Harry, Ron y Hermione caminaban alegremente por los pasillos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Harry y Ron iban el uno junto al otro, mientras Hermione, frente a
ellos, caminaba de espaldas confiando en que sus amigos le avisaran cuando se acercara a una pared, escalera o profesor.
—Lo que quiero decir es... —explicó Hermione. —...que el exceso de uso de lengua de rana en la poción de antiverrugas no hará que se torne naranja, como el examen estipulaba, sino que se tornará verde. Esto es porque…
—Hermione —la interrumpió Ron, estirándose y, con cuidado, apartándola de un estudiante de primero. —Por última vez, sólo tenemos que hacer el examen una vez —dijo levantando un dedo. —Sólo una vez. Por favor, no me hagas revivir el terror de Pociones más de lo necesario.
—Pero…
—Sé que piensas que el examen estaba mal, Hermione, pero discútelo con Snape, no con nosotros.
—Bien —dijo Hermione, dándose vuelta y comenzando a caminar hacia un pasillo que conducía a las mazmorras.
Harry y Ron se miraron el uno al otro antes de agarrar a Hermione por los codos y girarla hacia la otra dirección.
—No creo que Ron se refiriera a que fueras justo ahora, Hermione —dijo Harry intentando contener la risa. —Además, creía que querías ir a la biblioteca.
—Y quiero, pero realmente alguien necesita decirle que está equivocado.—discutió Hermione, luchando por escapar de entre los brazos de sus amigos. Era más alta que muchas chicas de su casa, pero aún así no conseguía zafarse de aquel abrazo.
—Más tarde —insistió Ron. —Quiero estar ahí para ver qué ocurre. Ahora, creo que Hogsmeade nos llama.
Sin previo aviso se agachó y cogió a Hermione por la cintura, colocándola sobre su hombro, como si fuera un bombero.
—¡Ron! —bramó Hermione. —¡Bájame!
—Sólo si me prometes que no irás corriendo a Snape.
—Harry —imploró Hermione, mirando fijamente al adolecente del pelo alborotado. —Haz que me baje.
—Oh, no creo que lo haga—dijo Harry, con el entretenimiento reflejándose en su ojos.
—Ron, si no me bajas ahora…
—¿Qué harás? —preguntó Ron, girando en una esquina. —¿Me lanzarás un maleficio?
Se detuvo cuando vio a Remus y Sirius teniendo una discusión en el vestíbulo de la entrada.
—Vamos, Lunático, sabes que precisamente yo debería saberlo.
—Sirius, ya lo sé, pero no son la misma persona. Deja de tratar de convencerte.
—Pero sé que...
—¿Sabes qué? —preguntó Harry con curiosidad, acercándose a los dos magos.
Sus profesores se giraron, fijándose inmediatamente en Ron y Hermione.
—¿Hermione? —preguntó Remus divertido. —¿Estás bien ahí?
—Sí, perfectamente. Es que me apetecía disfrutar de la vistas. Y además aún no sabía cómo era Hogwarts moviéndose hacia atrás —explicó, tratando de alcanzar su varita en su túnica. —¡Ron, bájame!
—Vamos de camino a Hogsmeade —explicó Ron, ignorando a Hermione. —¿Venís?
—Quizás deberías bajarla —dijo Sirius, sin dejar de mirar a la bruja.
—Gracias —suspiró Hermione. —Por fin alguien razonable.
—Yo tengo una muy buena razón para tenerte así; Impedir que vayas corriendo a Snape.
Sirius y Remus se miraron el uno al otro antes de girarse de nuevo hacia el trío. —¿Por qué…? —comenzó a hablar Remus.
—Mejor no preguntes —interrumpió Harry, levantando las manos. —Por cierto, ¿de quién hablabais?
—Oh, de alguien que conocimos en el colegio, no sabéis quién es —dijo Remus lanzando una mirada intencionada en dirección a Sirius.
—Bueno, entonces... —dijo Ron dándose la vuelta. —Venga, Hermione, vámonos.
—Como si tuviera elección...
La calidez del sol primaveral penetraba en la piel mientras los tres amigos caminaban por la calzada hacia el pueblo mágico. Las conversaciones y las risas fluían entre los miembros del ED mientras compartían los planes que tenían para el verano.
Hermione, ahora con ambos pies de vuelta a tierra firme, caminaba entre Harry y Ron escuchando como discutían sobre la última escoba que saldría a la venta durante el verano. Oyendo algo que sonó como un explosión proveniente de la aldea, Hermione redujo ligeramente el paso, provocando que Harry y Ron se detuvieran y se quedaran mirándola.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó con la cabeza inclinada, como si estuviera tratando de escuchar algo en la distancia.
Harry levantó la mano. —Callaos.
El grupo se detuvo y quedó inmóvil mientras unos sonidos distantes de gritos, estrépitos y estruendos llegaron a sus oídos.
Harry no vaciló cuando cogió su varita mágica, corriendo colina abajo, esparciendo piedras en una nube de polvo mientras giraba en una esquina hacia el pueblo con Hermione y Ron a sus talones. Hogsmeade era un completo caos. Los hechizos volaban por el aire y los edificios ardían a su alrededor. Los estudiantes más jóvenes corrían buscando refugio mientras los mayores se defendían junto con la gente del pueblo.
—Cubrid la espalda a todo el que podáis —gritó Harry esquivando un rayo de luz roja que voló por encima de su cabeza.
El ED se dividió para cubrir la espalda a sus compañeros, y Ron y Hermione comenzaron a enviar hechizos aturdidores hacia los Mortifagos distraídos.
—Desmaius —gritó Hermione apuntando a un Mortifago que a su vez apuntaba a unos alumnos de tercero que huían. Podía escuchar varios de los hechizos que habían aprendido de Remus y Harry, y rodeada de gritos de terror, también escuchó la fría risa de los Mortifagos.
—¡GINNY!
Hermione se dio vuelta, con sus largos rizos revoloteando, para ver a Ron correr hacia su hermana, quien se encontraba bajo una imperdonable al otro lado de la calle.
—Diffindo.
Hermione escuchó una voz detrás de ella y antes de que pudiera reaccionar, varios cortes profundos aparecieron en la parte superior de sus brazos y torso. Reprimiendo un grito de dolor se dio la vuelta para defenderse.
—Expelliarmus —gritó, viendo cómo el haz de luz azul se dirigía hacia su objetivo.
Pero el hechizo protector del Mortifago fue demasiado rápido y Hermione vio cómo su hechizo rebotaba a distancia sin causar daño. El mortífago se mofó de ella y procedió a enviar otra maldición.
—Crucio.
Fue apenas un susurro y mientras Hermione trataba de quitarse del camino, la maldición la golpeó en el costado. Se dobló de dolor mientras la invadía la sensación de cientos de cuchillos apuñalándola. Sintió cada una de las recientes heridas como si estuviera en llamas. Apretó los dientes, sintiéndolos rechinar mientras luchaba contra el impulso de gritar. De pronto, el hechizó se desvaneció y levantó la vista para ver a un elegante perro negro derrumbar a su agresor.
—Avada Kedavra —escuchó gritar.
Dándose la vuelta, preparada para saltar con su varita mágica levantada, Hermione vio cómo la brillante luz verde se apresuraba hacia Neville.
—¡NEVILLE! —gritó Dean poniéndose de pie y tirando a su amigo al suelo.
Hermione vio horrorizada cómo el haz de luz verde golpeaba a Dean en la espalda, reprimiendo un grito mientras Dean caía. Entonces se enfrentó al atacante.
—¡Impedimenta! —gritó, viendo cómo el hechizo rebotaba en el escudo.
—¡Confringo! —lo intentó una vez más, observando cómo el Mortifago se quitaba del camino y el vehículo que había detrás de él se dividía en varios fragmentos.
Avanzando, Hermione siguió intentando golpear al ágil Mortifago, sintiendo cómo su ira y frustración crecían.
—¡Desaugeo! ¡Confundus!—gritó en una rápida sucesión, mirando cómo cada haz de luz fallaba. —¡Crucio!
El hechizo golpeó a su objetivo directamente en el pecho, antes de que ella comprendiera que una imperdonable había salido de sus labios. Un gritó salió de los labios del
Mortifago mientras ella sostenía la maldición antes de retirarla, incapaz de alargar el hechizo durante más tiempo. Atando al mago enmascarado, Hermione regresó de nuevo a la batalla.
Le dolía el cuerpo y podía sentir cómo se abrían y cerraban las heridas en la espalda cuando se movía. Con un rastro de sangre en la cara procedente de una herida en la raíz del pelo, Hermione se pasó la mano por la mejilla para intentar quitarse el pegajoso líquido. Con sus ojos marrones escaneando la escena frente a ella, encontró a Ron.
Estaba al otro lado de la polvorienta calle frente a ella, inclinado y ayudando a Ginny a ponerse de pie mientras mantenía su varita mágica apuntando al enemigo. Respiraba pesadamente y Hermione sabía que había sufrido tanto como ella. Vio a cuatro Mortifagos acercándose a los hermanos y, corriendo, cruzó la calle lanzando hechizos para cubrir a Ron mientras buscaba con la mirada a Harry. Lo vio en mitad de la calle mientras este ataba a un Mortifago frente a cuatro aterrorizados alumnos de tercero.
—¡HARRY! —gritó tratando de llamar su atención. Harry levantó la vista y se giró hacia la dirección en la que ella corría. Lanzó dos maleficios a unos mortífagos próximos a él y alcanzó a Hermione antes de que sus mundos se partieran con dos palabras.
Un mortífago apuntó a Ginny con su varita y gritó; —Avada Kedavra.
El mundo de Hermione comenzó a moverse a cámara lenta cuando vio a uno de sus mejores amigos saltar hacia la luz verde para salvar a su hermana. De repente se sintió entumecida. El tiempo pareció correr de nuevo mientras seguía avanzando hacia Ron y Harry enviaba la maldición Cruciatus al mago frente a ellos.
Deslizándose a lo largo de la grava, rasgando sus vaqueros y rodillas, Hermione se detuvo junto a Ron y Ginny. Ginny estaba de rodillas y trataba de girar a su hermano.
—¡Ron! —gritó Hermione, tomándolo de los hombros y ayudando a girarlo sobre su espalda. —No —susurró, mirando fijamente sus familiares ojos azules, que observaban inexpresivamente el cielo.
—¿Hermione? —sollozó Ginny. —Ayúdalo. ¿Puedes ayudarlo? ¿Ron? ¡Despierta, Ron! —gritó, sacudiendo a su hermano. —Hermione, tienes que hacer algo —rogó.
Hermione se estiró y apoyó una mano en el brazo de Ginny. —No puedo, Ginny. Lo siento.
—No —susurró Ginny, inclinándose sobre su hermano, con las manos sobre la cara.
—¡HERMIONE! —gritó Harry detrás.
Hermione se levantó al instante con su varita extendida mientras vio a Harry moviéndose rápidamente hacia ella. Se dio la vuelta para ver un destello de luz que se aproximaba hacia ella. La devoradora de libros no se dio cuenta de la luz azul que la golpeó en el costado.
Un suave Oh de shock escapó de sus labios mientras caía. Pudo escuchar a Harry gritar su nombre y él fue lo último en lo que pensó antes de que su mundo se volviera negro.
