JUNTOS POR UNA CAUSA

(por Las-Zabini)

Cap. 1.

Carteando con el archienemigo

Un desgarrador grito, del que tan sólo podía identificar la voz y que tantos sueños le había perturbado. Ése grito que tanto temía oír y no poder asistir en pos de su ayuda y que le quebraba el alma.

Entonces, Harry Potter despertó en la cama de Prived Drive empapado en un frío sudor que mojaba toda su cama y que lo obligaba a levantarse para no empaparse aún más.

Ese grito era el de Draco Malfoy, sin lugar a dudas. No sabía por qué, pero le perturbaba saber que a uno de los que más odiaba, pudiera sufrir daño alguno. O quizá fuera que, ¿al que creía odiar, tan sólo sintiera lástima por él?

Allí estaba de nuevo, observando un nuevo amanecer sin poder dejar de pensar en aquel perturbador sueño que cada noche le perturbaba y con más frecuencia. Ese grito aún retumbaba en sus oídos y le golpeaba en cada parte de su cerebro provocando que la cabeza le doliera.

El chico-que-vivió pensaba en lo acontecido durante lo que llevaba de vacaciones.

Volvió a la cama y quitó las sábanas para girar el empapado colchón.

Sacó sábanas limpias y las colocó en el colchón. Volvió a estirarse, pero sin lograr volver a conciliar el sueño. Se levantó nuevamente y se sentó en el escritorio y escribió otra vez lo que podía recordar de aquella pesadilla.

Pronto oyó los pasos en la habitación contigua de tía Petunia que se levantaba para ir a comprar el pan y el periódico.

Cada día que pasaba en el número 4 de Prived Drive era de una rutina que no tenía fin. Harry deseaba salir de allí, fuera como fuera, pero no podía evitar sentirse seguro en aquella casa, no cuando ahora sabía la verdad sobre el motivo por el cual debía quedarse allí. El pacto que tía Petunia había sellado cuando acogió a aquel bebé de apenas un año de vida, le obligaba a quedarse bajo la protección de la sangre que corría por las venas de su tía, a pesar que ésta no estimara a Harry como un sobrino, ni mucho menos, odiaba todo lo que se refería a él y a su especie (por decirlo de alguna manera).

Decidido a no hacer enfadar a sus tíos ni a su primo, Harry apenas se hacía notar para no irritar a tío Vernon que desde que los miembros de la Orden se le habían acercado en King's Cross estaba demasiado rebotado con él.

Faltaba poco más de un mes para poder regresar al colegio y eso tampoco le ayudaba. Quería comprobar que Draco Malfoy se encontraba por lo menos a salvo de cualquier mal, pero no le haría bien a Harry escribirle a Malfoy una carta, porque sabía que éste le odiaba y que jamás leería una carta que estuviera en su nombre.

No sabía qué hacer. Deseaba tener noticias de él, pero a la vez temía no poder recibir nada más que reproches escritos o hablados por su parte. Tan siquiera escritos. Las represalias serían inmediatas si se atreviera a dirigirse a él. No podía evitar pensar en escribirle.

Aun así, no sabía como poder comenzar aquel escrito sin desvelar por mínimo que fuera su identidad. Eso le reconcomía por dentro inevitablemente.

Se estaba comiendo demasiado la cabeza en aquel tema y le hacía sentir mal.

La voz de tía Petunia le llegó desde la parte baja llamando a la familia a desayunar. Se vistió con unos viejos pantalones vaqueros de Dudley y una amplia camiseta de manga corta de éste se peinó más por costumbre que para domarse el rebelde pelo que era imposible no llevar siempre revuelto y bajó a la cocina, en donde nadie le prestó atención alguna. Se comió lo que tenía en el plato y se levantó de la mesa y salió al jardín. Se sentó en el banco que estaba allí para seguir sumergiéndose en aquel pensamiento que hacía varias horas que tenía en la mente. Pero decidió no seguir pensando en él.

Volvió dentro y subió. Se volvió a sentar en su escritorio, sacó un trozo de pergamino, la pluma y el tintero y comenzó a escribir:

Hola Malfoy,

Sé que no quieres saber nada de mí, pero es inevitable que no pare de pensar en lo que pueda pasarte.

Últimamente no paro de soñar que algo horrible pueda sucederte y me siento mal. Ya sé que me odias, pero si algo te pasara, no podría soportarlo, en el fondo sé que eres una gran persona y no puedo dejar de pensar en ti. Mira, creo que no deberíamos llevarnos mal. Necesito que me confirmes tu estado y no me importa cómo lo hagas, tan sólo dime si estás bien.

Creo que lord Voldemort vendrá a por ti y espero equivocarme.

En fin. Espero que contestes a mi escrito.

Harry Potter.

Harry releyó lo que había escrito y enrolló el pergamino para que cuando Hedwig llegara se lo llevara.

No tuvo que esperar demasiado. Parecía que no había tenido suerte en su cacería. Me acerqué a ella, le acaricié aquel blanco y suave plumaje y le até la carta y le indiqué que el que debía recibirla, era Malfoy. Me miró extrañada, pero se lo pedí amablemente. Por respuesta, recibí un picotazo amistoso y salió volando después de haber bebido un poco.

Harry se sentó encima de la cama y se cogió las piernas, de manera que pudiera apoyar la cabeza en sus rodillas. Su mente volvió a aquel estremecedor grito. Estaba pensando en eso cuando una lechuza entró revoloteando y se posó en su cama.

No conocía aquella extraña lechuza y cogió el mensaje que le portaba.

Lo abrió y leyó. Los ojos se le abrieron. No podía creerlo.

Hola Potter,

No sé lo que me ha llevado a escribir esto, pero deberías saber que temo por mi mismo y que creo que tú también sientes lo mismo. No sé que está ocurriendo, pero desde que te reproché aquello, no he podido dejar de pensar que no fue tu culpa que les capturaran.

Sé que sufres por la muerte de Black, pues no necesitas decirlo fuerte para que se te note, pero él se ha ido para dejar pasar una nueva etapa para ti como para los demás. No fue la muerte que se merecía, pero lo hizo por ti.

No quiero que pienses que me ablando, pero, sufro viéndote sufrir.

Las cosas no son fáciles y eso se nota en cuanto a la muerte se refiere, pero no te dejes derrumbar.

No puedo dejar de pensar en tus palabras antes de la selección y darte toda la razón. Me abriste los ojos, pero mi orgullo ganó. No supe porque, pero deseé ir a Slytherin y no me lo perdono.

No sé que me sucede, quizá me ablande. Que tonto me parece todo...

No sabrás lo que me pasa, pero el que no debe ser nombrado vendrá a por mi, ahora estoy seguro, pero no quiero dejarme atrapar. No lo puedo permitir.

¿Qué me pasa? ¿Qué me sucederá?

No puedo estar seguro.

Por si no nos volvemos a ver,

Draco Lucius Malfoy.

Harry leyó varias veces la carta y no pudo dejar de pensar a qué se referiría con que tenía razón y que sabía que estaba sufriendo por la muerte de Sirius.

Ahora estaba seguro que no le odiaba, pero no creía que sintiera lástima por Draco Malfoy y eso le confundía.

Las cosas se confundían cada vez más y se complicaban. ¿Lord Voldemort tras Malfoy? Todo era probable, al ser el único Malfoy que no estaba bajo su marca. Pero que Draco Malfoy, le pudiera pedir ayuda, ¿era eso nuevo para Harry? Y tanto que lo era.

Harry se levantó. Fue al escritorio y escribió una nota. Era corta, pero no tenía más que decir.

Malfoy,

No sé si lo que me pides es ayuda, pero, has de saber que no eres el único a por quien va Voldemort, mi dirección es: número 4 de Prived Drive. Aquí me encontrarás. Si a mi no me puede tocar aquí, supongo que a ti tampoco.

Harry Potter.

La releyó y se la dio a la lechuza de un color crema que partió en dirección a su amo.

Harry volvió a sentarse para volver a sumergirse en sus pensamientos. El nombre de Sirius le volvió a la mente y unas lágrimas le asomaron por los ojos.

Las-Zabini