"Gracias a una apuesta"
Disclaimer: Los personajes utilizados para la elaboración esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi, a excepción de aquellos creados por las autoras de la misma.
Summary: Bankotsu sigue vivo después de la pelea con Naraku. Tras ser herido en una pelea contra Inuyasha, tomará un rumbo en el cual se topará con una de las mayores complicaciones en la vida: El Amor.
AN: Este es nuestro primer fanfiction de "Inuyasha", esperemos que les guste, para que tal vez así nos dejen un review. La historia contiene Spoilers y un Outside Character (OC). Esperemos, disfruten.
En medio de la poca luz otorgada por el crepúsculo, se podía vislumbrar una figura malherida, tras una pelea con el ya famoso hombre mitad bestia, Inuyasha. Había escapado por los pelos, casi habiendo terminado muerto en el lugar.
—Ese híbrido me las pagará…ha dejado mi banryu hecha pedazos—dijo con furia. Se encontraba caminando a paso lento por el bosque, soltando de vez en cuando una maldición para Inuyasha, cuando pudo observar entre los arbustos una figura femenina. Se trataba de una mujer de largos cabellos azabaches y ojos tan oscuros como el carbón. A juzgar por su apariencia, se diría que debía de tener unos 16 años de edad. El primer impulso de Bankotsu fue acercársele, pero dudó al estar herido, ya que si la mujer que se encontraba allí era peligrosa, tenía las de perder. Ciertamente, las apariencias engañaban, ya que la chica que acompañaba al hanyou era ciertamente poderosa.
Después de pensarlo un rato, decidió que tomaría el riesgo de dejar que aquella mujer le mirase, tan solo para que así tal vez ella le curase sus heridas de guerra.
—Vaya, ¿qué eres? ¿Una mujer sola e indefensa?—preguntó a medida que salía de su escondite tras un árbol y le miraba.
La mujer le miro con sorpresa y curiosidad.
Lo único que él pudo hacer fue mirarle directamente a los ojos, casi hundiéndose en ellos y en la intensidad de su mirar, hasta que ella habló.
—El estar sola no me incomoda, después de todo, es mejor que estar mal acompañada—dijo lanzándole una mirada desdeñosa. Se levantó y sacudió su kimono, lista para marcharse.
El sonido de su voz, en el silencio sepulcral del bosque, le anonadó por un instante…pero dio rápidamente paso a la rabia.
—¡Oye, tú! ¡A mí nadie me ignora!-gritó Bankotsu enfadado, pero ella siguió caminando, haciendo caso omiso a sus palabras.
La chica, un tanto chocada por sus palabras, pensó que en la mente de aquel chico solamente reinaba en orgullo y el manual de "Como ser el mejor patán del mundo for Dummies".
—No me interesa—respondió queriendo seguir con su camino, pero un fuerte golpe en su campo de fuerza le detuvo.
—¿Qué mierda?-gritó Bankotsu furioso, como si no pudiese creer que un simple campo de fuerza le hubiese impedido atacar a la chica.
—Soy una hechicera, es algo lógico que tenga un campo de fuerza a mí alrededor, ¿no te parece? Nadie nunca ha logrado romperlo fácilmente—mencionó ella al ver que él, aunque confundido, intentaba atacar otra vez.
—No me interesa si es un jodido campo de fuerza, a ti te voy a hacer trizas—gruñó él con rabia, arremetiendo contra el campo con toda su fuerza…logrando romperlo—¡Estás acabada!—gritó victorioso.
"Mierda" pensó ella, reaccionando rápido.
Bankotsu sintió que de repente su cuerpo le pesaba y sus movimientos se hacían más lentos. Sin saber nada de lo que pasaba, se sumió en un profundo sueño.
La chica, sintiéndose un poco mal al ver lo malherido que se encontraba Bankotsu, decidió sanar sus heridas. Dejándole vendado, le acomodó en el césped en un futón improvisado a base de hojas y unos pocos paños que traía en una canasta que llevaba consigo.
Las horas pasaron y rápidamente llegó la noche. La chica, decidiendo que no quería cargar con la culpa de dejarlo a su suerte estando herido, se quedó con Bankotsu. Antes de que oscureciera, buscó unas cuentas ramas e hizo una fogata lo suficientemente grande como para calentarlos a ambos.
