MONSTER NATION 2
(Parte Dos)
Escrito por Federico H. Bravo
REPARTO
Jackie Earle Haley…..Freddy Krueger
Derek Mears…Jason Voorhees
Tyler Mane….Michael Myers
Doug Bradley….Pinhead
Scout Taylor-Compton…..Jessica Kimble
Tom Savini….Sheriff Ed Landis
Jamie Lee Curtis….Laurie Strode
Lisa Zane…Maggie Burroughs / Kathryn Krueger
Bruce Ramsay…..Dr. Paul Merchant
SEGUNDA PARTE
"Halloween"
1
Haddonfield, Illinois.
Hospital Neuropsiquiatrico Ridgemont.
30 de octubre. Noche.
John aguardaba pacientemente en el vestíbulo del hospital. Prácticamente, era el único visitante del nosocomio en ese momento. Mientras aguardaba la llegada del Dr. Evans, observó a su alrededor con estudiada determinación.
El lugar olía a desinfectante. Un hombre, el encargado de la limpieza, pasaba cerca de allí con una maquina para encerar los pisos. John vio que llevaba unos auriculares puestos sobre sus orejas, conectados a un reproductor MP3 en su bolsillo. Tarareaba una canción.
Una única persona estaba encargada de la recepción. Una enfermera gorda y corpulenta con lentes de carey leía concentradamente una revista de chimentos del espectáculo.
-Ejem – carraspeó John, llamando su atención - ¿Usted cree que el doctor tardara mucho en recibirme?
La enfermera lo miró, molesta. Era evidente que prefería más los chismes sobre Angelina Jolie y Brad Pitt que atenderlo. Frunció el ceño peligrosamente.
-Ya está por llegar – dijo, seca, y no agregó más. Volvió a su revista.
John resopló, aburrido. Sabía que sí o sí tenía que hablar con aquella paciente del Ridgemont. Por eso, antes había concertado una cita con su psiquiatra, el Dr. Evans.
Al principio, Evans receló y se preocupó. Pensaba que la intervención de aquel hombre que decía venir de parte de "muy arriba" (llámesele, el Gobierno o el Ejército) por un "asunto de seguridad nacional" perturbaría a su paciente, pero luego el médico comprendió todo. John estaba ahí para averiguar pistas sobre el hermano de la interna.
El doctor apareció pasado unos minutos por el vestíbulo. Se disculpó, alegando compromisos que no podía evitar y de inmediato acompañó a su visitante a ver a su paciente.
-Es una hora poco frecuente para venir a ver a un interno – dijo – pero, dado el caso…
-Tengo cierta urgencia, Doc – replicó John – Mañana es Halloween, ¿recuerda?
-Como olvidarlo – Evans señaló a un ascensor – Por aquí.
Laurie Strode miraba por la ventana enrejada de su cuarto. Fuera, la luna brillaba en un cielo claro y estrellado.
Hacia varios años que estaba internada en Ridgemont. Sus experiencias horribles con su hermano Michael, quien intentó asesinarla en reiteradas ocasiones, fueron demasiado para su frágil psiquis. Fue por eso que la ingresaron allí.
Un ruido a sus espaldas la sobresaltó. La puerta de su habitación se abrió. Hubo un momento tenso, pero luego se aflojó al ver que solo se trataba de su psiquiatra, el Dr. Evans. Solo que no venia solo; un hombre lo acompañaba. Un hombre fornido de rostro muy peculiar…
-¿Rocky Balboa?
Evans enarcó las cejas. Miró a John. Este sonreía.
-Me han dicho que me le parezco – dijo – Incluso, mi apodo es "Rocky". Es usted muy observadora, señorita Strode.
-Por favor, llámame Laurie – ella se sentó en la cama – y ya que estamos, tutéame. El "usted" me hace sentir muy vieja.
John asintió. Miró a Evans. El médico se encogió de hombros y salió de la habitación.
-Por favor, no la agobie – pidió, antes de marcharse.
John tomó asiento en una silla, frente a frente con Laurie. Sacó de su chaqueta de cuero un paquete de cigarrillos y le ofreció uno a la mujer. Se lo encendió.
-Gracias – dijo ella – Me moría de ganas de fumar.
-Laurie, asumo que el doctor te habló del motivo de mi visita…
-Mas o menos. Me dijo que estás tras la pista de Michael – Laurie dio una calada a su cigarrillo – La pregunta es: ¿para qué?
Silencio. John no respondió. Evaluó qué decirle a aquella astuta mujer.
-No eres poli – continuo ella – Asumo que tampoco del FBI – sonrió – No con ese traje, no te ofendas. Ellos siempre visten de saco y corbata, y andan a lo Mulder o Scully, de aquí para allá…
-Podría ser un agente encubierto. Podría estar de incógnito.
-Prueba con otra cosa, grandote – la sonrisa se borró del rostro de la mujer - ¿Para qué buscas a Michael? ¿No sabes que es peligroso?
John asintió.
-Lo sé. Bastante bien – admitió – Pero me han encargado ir tras él.
-¿Quién?
Silencio.
-¿Para qué? – insistió ella. Aquel sujeto la intrigaba.
-Acabar con él.
Laurie permaneció callada, ponderando sus palabras.
-Entonces deberías ser tú el que tendría que estar aquí, no yo.
John no supo que replicar a aquello. Laurie pensó un momento.
-¿Qué quieres saber de él? – preguntó.
-Algunas cosas. Qué lo motiva, por ejemplo…
-Pierdes el tiempo. Ni siquiera el Dr. Loomis, su difunto psiquiatra, pudo averiguarlo nunca – miró hacia la ventana – Maldad pura.
-¿Perdón?
-Eso decía de Michael el Dr. Loomis. Que era maldad pura. Sin emociones. Frío, concentrado, con un solo objetivo en mente…
-Matarte – aventuró John. Ella asintió.
-Matarme – recalcó.
-¿Tiene debilidades?
-Supongo que las tiene. Después de todo, es humano – Laurie dudó – Bueno, eso creo. Loomis intentó pararlo un par de veces, sin éxito.
-¿Sabes donde podría estar en este momento?
-La verdad, no. Por lo que sé, podría estar en cualquier lugar de Haddonfield. Pero algo es seguro, como que el Sol saldrá por el horizonte en la mañana…
Laurie bajó el tono de su voz. Sonó sombría.
-Mañana es Halloween, su día – dijo – Mañana volverá a matar.
