Heyy! cómo va todo? xD Ada Hetfield reportandose con un nuevo proyecto entre manos! :D ya saben que mi fuerte es el Aeon (oh si!), emm... éste capítulo va dedicado a Kmich :D por que sé que lo estuvo esperando bastante tiempo y yo no lo subía xD espero que te guste! y que les guste a ustedes también! por cierto, Kmich, muchas gracias por tu aporte para el inicio! :D

aprovechando que estoy de habladora, quisiera informar por éste medio que Stay no tendrá una continuación directa, peero xD tendrá una secuela! lo mismo pasa con "Con las Palabras Equivocadas" ya que es un drabble, pero hay gente a la que les gustaría ver una pequeña secuela en acción :3 (muchas gracias por eso) y muchisimas gracias por los revs a mis otros fics, los cuales no he tenido mucho tiempo para responder, pero leo todos y cada uno de ellos :D en fin, no los aburro más con mis comentarios xD

Disclaimer: Los personajes pertenecen a sus respectivos dueños, en este caso, CAPCOM; Lo único mío es la trama (y claro, los personajes inventados)

Sin más que decir, a leer!


Después de recorrer su largo camino se estacionó cerca del gran edificio que se encontraba frente a ella, pero no bajó del auto, se quedó pensando en que sería lo que le iba a decir cuando lo viera. Se alejó de él durante tres años, que a su parecer, habían sido un infierno, no sólo por el hecho de no tenerlo cerca, sino por la perdida de esos dos seres que habían creado su existencia; soltó un largo suspiro y pensó que no tenía caso imaginarse lo que iba a decir, a final de cuentas ella no era una mujer de planes, cada una de sus brillantes ideas se le ocurrían conforme a la situación, ya todo se daría a su debido momento. Antes de disponerse a bajar del vehículo, vio algo que hizo que su corazón diera un completo vuelco, y no por nervios o emoción, ahí estaba él… y se le veía completamente feliz, el problema era que llevaba de la mano a una mujer, conversaba alegremente con ella y la abrazaba. Un nudo en su garganta se formó al verlo besándola tan apasionadamente, pero no lloró… ya había tenido suficientes lagrimas en los últimos tres años; luego de un minuto pudo ver a la pareja entrar al edificio.

Aquello dolió, le había dolido más que cualquier herida en su cuerpo… le dolía y le jodía el hecho de que él hubiese decidido hacer su vida con otra mujer y no con ella, aunque siendo honesta, ella también era culpable por eso… por que siempre se negó, por que nunca quiso esperar y siempre corría… por que nunca se quedó… eso último tenía el peso de mil toneladas sobre sus hombros, ¿Pero qué podía haber hecho ella?... durante tres años trató de verlo y hablarle, le mandaba mensajes de texto que eran respondidos inmediatamente por aquel hombre, pero todo comenzó a tomar un rumbo diferente en el momento en que sus padres se convirtieron en un asunto más importante que su amor por el rubio. Trataba de encontrar palabras, pero cada letra escrita sobre el móvil le partía el alma, y así se mantuvo durante media hora, atorada en una dolorosa frase que borraba y momentos después volvía a escribir. De nuevo otra imagen llamó su atención, era esa mujer, pero ésta vez había salido sola, esperó un par de minutos a que estuviera lo suficientemente lejos y entonces salió del auto, sería duro, sería doloroso, pero era ahora o nunca

Con pasos llenos de determinación se adentró a aquel edificio, y al ver que el ascensor estaba fuera de servicio se dispuso con desgano a subir por las escaleras, bueno, tal vez así tendría más tiempo para salir de su mar de pena y cómo siempre, fingir una buena cara.

Ya en la puerta del departamento, posó su mano en la misma, mientras cerraba sus ojos y recordaba aquella proposición del rubio, esa que le pedía que hiciera una vida con él… la cual con dolor rechazó… pero después de la muerte de sus padres, cayó en cuenta de que el único que estuvo y siempre estaría con ella era Leon Scott Kennedy, nadie más… sabía que el hecho de estar con él significaba muchas cosas, y una de ellas era poner en peligro su vida… ¿Pero siempre lo estuvo, no?... ¿Y si era demasiado tarde para arreglar las cosas?... ¿Para hacer una vida distinta?... El verlo con esa mujer sólo significaba que estaba en una posible relación, o en algo más; pero sólo había una manera de averiguarlo, y era viéndolo. Ya había llegado demasiado lejos cómo para alejarse, le molestaba, era una de esas pocas veces que se sentía insegura y dudosa acerca de lo que hacía; respiró hondo y entonces ejecutó la acción sin más preámbulo, dos o tres golpes a la puerta bastaron para encontrarse con él – ¿Olvidaste la cartera?... – dijo el hombre sin fijarse, hasta que se dio cuenta de a quien tenía realmente en frente suyo, entonces abrió más sus ojos y sintió cómo si una enorme punzada atravesara su pecho –Ada… – ella clavó sus ojos en los de él, y aún con todo el dolor que cargaba dentro sonrió –Mi cartera está aquí… – dijo haciendo referencia a la anterior frase pronunciada por el agente y a su vez mostrando el mencionado objeto – ¿Vas a invitarme a pasar o no? – se fingió divertida y entró sin permiso al departamento, ella podía mentir tanto cómo quisiera, pero él definitivamente no, nunca había sido bueno mintiendo, al final su expresión siempre lo delataba, siempre terminaba siendo completamente débil y transparente ante aquella mujer; su rostro detonaba en seriedad y su mirada se mostraba taciturna –Pudiste haber avisado que venías… – soltó sin más mientras que ella se giraba para verlo –Sabes que yo no hago eso – le estaba doliendo mantener esa estúpida y superficial sonrisa –Sí, lo sé… nunca te importó avisar… nunca lo haces… – sintió cómo aquellas palabras iban completamente cargadas de resentimiento, y sin poder ocultarlo más su sonrisa desapareció –Tampoco te importa despedirte… – agregó el rubio –No tiene caso despedirme si voy a regresar… tarde o temprano lo hago – dijo la mujer al tiempo que desviaba su mirada –Pues me parece que ya es un poco tarde… – él mantuvo su mirada fija en ella, cómo siempre esperando una respuesta por parte de ésta, pero cómo era usual, la espía no articuló palabra alguna.

–Tres años, Ada… tres años y no pudiste decir nada… sólo te largaste cómo siempre haces… siempre guardándote todo, hasta a veces he llegado a creer que no te importa nadie más que tú – Soltó con un tono de voz alto y molesto, mientras que la mujer ahora lo miraba con rabia y dolor.

–Ya basta Leon! Yo siempre soy la mala del cuento ¿¡No!? ¿Crees que eres mi única puta prioridad en el mundo? Déjame te recuerdo que no todo gira alrededor de ti.

–Ya lo sé Ada! Sólo digo que al menos pudiste haber llamado una vez!

–No todo depende de mi…!

–¿Qué?

–¿Por qué no llamaste tú? Ah, claro… Deja que Ada Wong haga todo, deja que escriba, deja que llame, deja que se aparezca ante ti cómo siempre… Eres perezoso Kennedy

–¿Insinúas que no traté de llamar? Ada, pasé un maldito año tratando de contactar contigo! Traté de encontrarte pero ni Hunnigan pudo conseguirlo… de haber sabido que volverías yo… – Dudó por un momento.

–¿Tú qué?

–Tal vez habría esperado… – soltó sin más.

–Pero no lo hiciste… supongo que ya es un poco tarde…

–Lo es… – susurró el agente mientras iba a sentarse a una de las sillas del comedor.

No se dijeron nada durante un par de minutos, ambos estaban despedazándose por dentro, y cómo era clásico de ellos, preferían sufrir en silencio… Sintió cómo ella se sentó a su lado, manteniéndose con la mirada baja – ¿Por qué te fuiste así, Ada? – preguntó mirándola con debilidad, y ella suspiró antes de hablar, en realidad ésta vez ya le importaba un carajo quedar al descubierto frente a él, todo llega a un límite, y no importaba cuan fuerte se mostrara, en algún momento tendría que romperse por completo… –Hay personas importantes para mi… y mi trabajo me alejó de ellas… – paró por unos segundos tratando de tomar aire –Pasé diez años sin tener contacto con mis padres… Ellos… siempre insistían en que fuera a visitarlos, pero yo no le di mucha importancia… – El dolor en aquellos ojos verdes era inminente, el arrepentimiento y un toque de culpa se hacían presentes en aquella mirada, comprendió que ahora se lamentaba por el hecho de haber rechazado los ruegos de sus padres por tanto tiempo, pero la vida es así, ella reconocía por completo su error, aunque eso no alejaba tales sentimientos –Un día papá llamó… volvió a insistir en que fuera a casa… Y cuando iba a negarme me dijo que mamá estaba enferma, y con poco tiempo… – de nuevo ese molesto nudo en la garganta volvió a formarse, impidiéndole hablar por un par de segundos –Ella tenía Leucemia… Le quedaban sólo seis meses de vida… así que no me negué, estuve con ella todo el tiempo hasta que partió… – Leon comenzó a sentirse cómo un completo idiota, y se mantuvo en silencio, la verdad muy pocas veces lograba que Ada hablara con la verdad –Después de eso me quedé junto a mi padre para evitar que callera en depresión… pasó más de un año, y entonces un tiempo después le detectaron cáncer de pulmón… el viejo amaba fumar… – sonrió con melancolía al recordar a su padre, en su infancia y juventud siempre había sido más apegada a él que a su madre. Lee Wong amaba y adoraba con locura a Ada, claro, también amaba a su madre y a sus otros dos hijos, pero siempre había protegido más a Ada por el simple hecho de que era la única descendiente de sexo femenino que había nacido en la familia Wong… Sin querer una lágrima resbaló por su mejilla, nunca en su vida había sido tan honesta con sus sentimientos, pero siempre había una primera vez para todo –Fui la única que estuvo a su lado… ni siquiera mis hermanos… y ahora ya no está… mi viejo murió hace tres semanas… – ella simplemente se derrumbó por completo, la había pasado realmente mal en los últimos tres años, y él se maldijo por haber pensado de manera tan egoísta, le partía en dos verla llorar, ella era la mujer que había amado y posiblemente seguiría amando después de tanto tiempo, el verla tan mal hacía que algo en su interior se quebrantara y se cayera a pedazos –Lo siento… – fue lo único que pudo decir mientras secaba con delicadeza aquellas lagrimas, producto de la tristeza de la mujer de cabello negro.

–Pasaron muchas cosas, ¿no? – soltó irónica y volviendo a fingir una sonrisa, mientras que él sólo asentía tenuemente… – ¿Cómo se llama ella? – preguntó sin más, Leon sabía de que hablaba, pero sin embargo respondió con otra pregunta – ¿Qué? – ella señaló el pequeño portarretratos que había en la mesa, donde se mostraba a Leon junto a una mujer castaña de ojos grises, esbelta y de estatura media –Irina… – respondió seco y desviando la mirada –Ella es mi… – fue interrumpido por aquella voz femenina –Lo sé… me alegro por ti… – una vez más mintió, odiaba el hecho de verlo con otra mujer, y se odiaba a si misma por perderlo y prácticamente entregárselo en bandeja de plata.

El sonido de la puerta se hizo presente en aquel departamento, y el rubio se levantó a abrir –Hey – se fingió alegre ante la presente, mientras que ésta le regalaba un beso en la mejilla –De milagro encontré una fila vacía en el súper, y el pasillo de cereales era un infierno – la mujer dejó de hablar en cuanto notó la presencia de Ada en el lugar –No me dijiste que tendrías visita – se giró y miró alegremente a la espía, la cual saludó con una sonrisa falsa en el rostro –Me tomó por sorpresa, Irina, ella es Ada… una vieja amiga – si claro, después de todo lo que habían vivido juntos se atrevió a llamarle vieja amiga, pero no lo culpaba, y a decir verdad a veces Leon solía ser un poco cobarde, y lo más conveniente era que Irina no supiera acerca de el pasado de esos dos… La mujer esbozó una gran sonrisa y le tendió la mano para saludarle como era debido, acto que fue correspondido por Ada, pero al momento de hacerlo no pudo evitar notar el "bonito" anillo que adornaba uno de los dedos de la castaña –Mucho gusto, soy la prometida de Leon – podía jurar que su corazón se había hecho pequeño después de escucharla decir aquello con tanto orgullo… ¿Pero que mujer no estaría así de orgullosa por tener a un hombre cómo Leon a su lado? Estaba segura que de haber sido ella lo más probable era que también se sentiría así. Pero en ese momento comprendió que ya era demasiado tarde para volver atrás y envolverse en lo que ahora ya no eran más que estúpidas fantasías, un sueño que jamás se haría realidad.

–El gusto es mío – vociferó fría cómo era de costumbre, su sonrisa desapareció instantáneamente con aquella última frase pronunciada por la mujer castaña, al menos estaba volviendo a ser quien en realidad era, eso de fingir se le daba muy bien, pero no podía pasársela toda la vida mostrando un gesto que sólo le acalambraba el corazón; una vez que le soltó la mano su mirada se dirigió hacia Leon, el cual se mostraba incómodo por la reciente situación –¿Y vives por aquí Ada? – preguntó interesada Irina –No realmente – respondió sin más, lo que aumentó la curiosidad de aquella mujer – ¿De donde eres? – volvió a preguntar –De todas partes, y a la vez de ninguna – Leon esbozó una sonrisa apenas visible, recordó que ella le había dicho lo mismo la primera vez que se lo preguntó, al igual que el rubio, ella también sonrió, nunca se olvidaba de ninguno de sus momentos con él –Igual que Leon – dijo divertida la castaña –Dame un momento – soltó sin más Irina y se dirigió a la habitación de el agente, dejando en silencio a los dos antiguos amantes, Ada suspiró y miró a Leon –Te vas a casar… – el rubio asintió y después bajó la mirada, no sabía realmente que decir, no tenía palabras para excusarse por no haber esperado por ella.

De pronto vieron a aquella mujer salir de la habitación con un sobre en las manos, sobre que le entregó a Ada –Toma, de verdad me gustaría que asistieras – ok, ahora su orgullo no podía estar más pisoteado; la mujer que le había arrebatado al amor de su vida le estaba entregando un boleto en primera fila para ver cómo lo perdía por completo –Que amable, aunque no sé si estaré mucho tiempo en la ciudad – dijo fingiendo de nuevo –Oh por favor, sé que a Leon le encantaría que fueras, ¿No es así? – preguntó mirando al cenizo, el cual sonrió incómodo –Voy a acomodar eso – tomó las bolsas del súper que estaban cerca de la puerta y se fue a la cocina, evadiendo por completo el tema –Yo… haré lo posible por ir – otra mentira más saliendo de los labios de la espía, otra mentira que se sintió cómo una patada en la entrepierna para Leon.

Ella ya no podía permanecer dentro de ese departamento, tenía que salir de ahí antes de que su corazón se rompiera por completo –Ya es tarde, tengo que irme – dijo su última mentira y se despidió de la mujer que por dentro odiaba con todo su ser –Te acompaño, el portero se vuelve loco cuando ve a alguien desconocido – dicho eso ambos salieron del departamento, siendo atacados una vez más por el incómodo y doloroso silencio – ¿Cuándo es la boda? – preguntó sin mirarlo –En un mes – respondió sin más, y ella detuvo su caminar, provocando que el rubio hiciera lo mismo, se encontraban justo en frente de la puerta del edificio, se giró a verlo, y el tiempo se detuvo en el momento en que se perdió en sus ojos azules, tal y cómo la primera vez; posó su mano en la mejilla del hombre y le sonrió con dolor –Imagino que tendrás hijos igual de guapos que tú… – retiró su mano y éste le sonrió de la misma forma –Nos vemos, Leon – dijo la espía y sin más se decidió a cruzar el umbral de la puerta –Ada, espera…! – y por primera vez en su vida, ella decidió esperar, con la patética ilusión de que tal vez el le pediría que escapasen de todo aquello, pero no fue así –Lo siento… – fue lo único que dijo, ella negó con la cabeza –No mires atrás, tonto – se giró y tal cómo dijo, no miró hacia atrás, sólo siguió caminando hasta su auto.

Arrancó y después de conducir por un largo rato se detuvo en la primera cafetería que encontró; el amargo sabor del café negro no se comparaba con todo lo que estaba pasando – ¿Ada? – una voz conocida la sacó de sus pensamientos, se giró en dirección de donde ésta provino y se encontró con la mirada color miel de una peculiar mujer –Harper, cuanto tiempo – podía ver que Helena iba acompañada por alguien más, un hombre de cabello oscuro que la miraba sonriente al igual que su compañera –Ah, él es Max… mi novio – señaló la castaña y acto seguido la espía y el chico oficinista de la D.S.O. se saludaron cómo era debido y se sentaron en la misma mesa –Es raro encontrarte por aquí – dijo la agente –Si bueno… tal vez no esté aquí por mucho tiempo, ya no tengo nada que hacer en éste lugar… – Helena guardó silencio imaginándose lo que había ocurrido –Fuiste a ver a Leon, ¿No es así? – Ada sólo asintió con mirada baja, era la primera vez que la veía así, desanimada, sin usar el sarcasmo que tanto le caracterizaba, podía decir que no era Ada en esos momentos –Oye, esto no puede quedarse así – dijo sin más la castaña, llamando la atención de los dos azabaches (Ada y Max), –¿A qué te refieres? – Preguntó la espía ya molesta por toda la situación –Sabes de que hablo, ¿Vas a dejar que se case? – Ada bufó desviando la mirada –Es demasiado tarde, Harper… yo no puedo hacer nada, además… – fue interrumpida por la voz masculina – ¿No puedes o no quieres? Si lo amas entonces no debes darte por vencida – Helena volteó a verlo y acto seguido Ada hizo lo mismo –Aún no se casa… no es muy tarde ¿o si? – la espía sonrió sinceramente por primera vez en todo el día –Éste sujeto tiene razón – dijo Helena provocándola para que les diera una respuesta positiva –Ustedes son el uno para el otro, no se callan nada – la pareja frente a ella rió por el reciente comentario – ¿Tienes donde quedarte? – Preguntó la castaña –Buscaré un hotel – dijo despreocupada, y Max negó con la cabeza –Seamos honestos, no te va a tomar sólo un día recuperarlo – –Cierto, Leon es terco… ¿Por qué no te quedas con nosotros? Tenemos un cuarto disponible para visitas – a Helena y a Max les tomó varios minutos convencer a la morena, pero con esfuerzo lo lograron.

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Su nuevo espacio temporal no estaba nada mal, Helena tenía un buen gusto en cuanto a decoración; aún así no sabía exactamente si formaría parte de aquel plan, amaba a Leon, pero no sabía si él seguía amándola a ella… Le jodía el hecho de sentirse así, cómo una adolescente que sufría por amor, aunque su sufrimiento no era sólo por ello, tal vez no era demasiado tarde, o tal vez si lo era y ésta vez debía aceptar completamente su derrota, sólo el tiempo lo diría.