¡Hola a todxs! Os presento el fanfic en el que estoy trabajando ahora: Drive by. Y sí, cuenta la historia de amor/¿odio? entre Rachel y Danny. Llevo un tiempo dándole vueltas a la cabeza y bueno, parece que está tomando algo de forma. Aún no sé cuantos capítulos va a tener, ni siquiera sé si voy a ser capaz de subir el próximo cap sin liarla: Aún me estoy acostumbrando a esto... Pero bueno, poco a poco.
No tengo beta, por lo que los errores que puedan darse son míos y solo míos. Recordaros también que Hawaii Five-0 pertenece a CBS Producciones y a sus autores y yo solo lo utilizo sin ánimo de lucro, para desconectar un rato.
¡Espero que os guste! Tomatazos, aplausos o lo que sea, en el botón de reviews xD ¡Muchas gracias por leerlo!
Salió del edificio corriendo. La carpeta con todos sus papeles se cayó al suelo mojado, el móvil comenzó a sonar y no encontraba las llaves del coche. –Mia, por favor, dile al profesor Smith que voy de camino… Oh, no sé cómo he podido dormirme…-, le dijo a su interlocutora, mientras se montaba en el coche. –¡Lo que me faltaba! Ahora esto no arranca-, protestó, dándole a la llave. –Sí, Mia, ve enseñándole la presentación… Te la envié anoche por e-mail… Claro… Sí, sí… Exacto-, pisó el embrague y el acelerador. -¿Por qué no anda esto ahora? Menudo día… Ah, el freno de ma…-, levantó la palanca, con el acelerador aún pisado, y soltó el embrague. Todo fue demasiado rápido: Cuando se quiso dar cuenta, se había estampado con el vehículo que estaba aparcado delante del suyo. –¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA! Mia, tengo que colgar… Acabo de chocarme con un coche de policía… Y aún no he salido del aparcamiento… Escucha, ahora te llamo-.
Se bajó del coche rápidamente. Se llevó las manos a la cabeza y se echó a llorar: No solo acaba de destrozar el maletero de un coche de policía y el parachoques del suyo, sino que había un chico dentro del vehículo durante el golpe. –¿Es…Está bien? ¿Se ha hecho daño?-, preguntó asustada, a la vez que abría la puerta del conductor. –Lo… Lo siento, de verdad. Yo… Yo… Mi coche… Yo tenía prisa… No arrancaba… Lo siento muchísimo…-.
-Tran…-.
-¡Danny! ¿Qué ha ocu…?-, un policía llegó corriendo al lugar del siniestro. –¡Menudo golpe! Nos va a caer la bronca del siglo…-.
-Sí, Rick… Estoy bien, gracias por preguntar-, gruñó el muchacho. –Señorita, necesito su documentación. Además, tiene una multa por hablar por teléfono mientras conducía-.
Rachel se quedó a cuadros. -¿Có… Cómo? ¿Una multa? Mire, de verdad… Esto no es necesario…. Además, su amigo no me ha visto… Eh, no puede multarme-.
Los dos hombres se miraron y comenzaron a reírse. -¿Cómo ha dicho?-, preguntó el más joven. -¿No puedo multarla? De acuerdo, aquí tiene: Mi documentación-, dijo sacando una placa del bolsillo. –Inspector Daniel Williams, ¿está segura de que no puedo ponerle una multa? Si me permite, necesito ver su permiso de conducir y los papeles del coche-.
La chica suspiró. Sacó la cartera y le enseñó su permiso de conducir.
-Rachel, ¿verdad?-, la muchacha asintió. –Rachel, me permite ver los papeles de su coche-, volvió a repetir el policía.
-Aquí tiene-, Rachel sacó una carpeta de la guantera de su coche. –Ahí está todo-.
El joven examinó toda la documentación. –Bien, todo en regla. Muchas gracias-, le devolvió la carpeta. –Si ahora firma aquí, haremos un parte amistoso y el seguro se encargará de todo-, Rachel firmó en todas las casillas que el muchacho le señaló. –Bien… Eso es todo… Le llegará una carta de su seguro y un perito vendrá a examinar su vehículo. Eso es todo, puede marcharse. Creo que llevaba usted prisa…-.
La chica parpadeó un par de veces sorprendida. -¿Y la multa?-.
-¿Multa? ¿Qué multa?-, preguntó el policía, mientras su compañero se aguantaba la risa.
-Usted… Usted me ha dicho que iba a multarme por hablar por teléfono mientras conducía-, explicó Rachel.
El joven le guiñó un ojo. -¿Ah, sí? ¿Usted iba hablando por teléfono?-, sonrió. –Pues, muy mal hecho: Uno se distrae hablando por teléfono y puede causar un accidente. Debería comprarse un manos libres-.
-No, ya en serio…-.
-No te preocupes… Apuesto a que hoy no te has levantado con buen pie-.
Rachel suspiró aliviada. –Pues, la verdad es que no… Y voy a llegar tardísimo a una reunión importante…-, sonrió. –Pero, gracias: No lo volveré a hacer más-, se dirigió hacia su coche para montarse. Se giró antes de subirse. –Gracias de verdad, Danny-.
El chico se puso rojo. –Por cierto, deberías fijarte más en lo que haces: El freno de mano tienes que quitarlo y el acelerador se pisa poco a poco-.
-Bueno, no me manejo demasiado bien conduciendo: En Londres tenía uno automático… Y aquí, entre que se conduce en sentido contrario y que el coche es manual…-.
-¿Quieres que te de clases?-, preguntó Danny. Incluso el se sorprendió con el atrevimiento.
Rachel levantó una ceja. -¿Me estás pidiendo una cita?-.
-No, claro que no: Te estoy ofreciendo mi ayuda-.
-Espabilado-, comenzó a reírse, mientras apuntaba su número de teléfono en un papel. -Mira, este es mi móvil: Llámame una tarde de estas…-, dijo y arrancó el coche. –Gracias otra vez. Nos vemos-, se despidió, incorporándose al tráfico de la transitada calle.
Danny se quedó observando como el coche de la chica se perdida entre la multitud de vehículos que recorrían la avenida. –Así que clases de conducir…-, dijo Rick, acercándose a él.
-¿Por qué no?-.
-No… Por nada, por nada…-, le dio un golpecito. -¿Cómo vas a hacer para conquistarla? Porque, no te lo va a poner nada fácil…-.
-Vamos, Rick… Solo le he ofrecido mi ayuda… ¿Quién ha dicho nada de conquistarla?-.
El hombre más mayor sonrió. –D, D, D… Yo también he tenido tu edad y te aseguro que culos como el de esa chica, hay muy pocos-.
-Serás…-, le dio un empujón, sonriente. –Anda, móntate: tenemos trabajo-.
