Inuyasha y todos sus personajes no me pertenecen… son propiedad enterita de Rumiko Takahashi. Yo solo los tomo prestados para hacer esto sin fines de lucro.


El misterio de la estrella

Inuyasha siempre estuvo enamorado de la hija del terrateniente Kikyo. Pero ella le pone una prueba al medio demonio sin saber que lo enviaría directo a una guerra y lo peor ¿Qué sucederá cuando se encuentre con la insoportable, malcriada y gritona estrella Kagome?


Capitulo 1: Una prueba de doble filo

Debajo de la penumbra y el brillante tintinear de las estrellas nadie puede evitar observar el cielo oscuro. La oscuridad siempre ha ocultado la tristeza de los corazones, pero hay cosas que estos mismos corazones desean desde lo más profundo. Sentada en el medio de la noche, con los pies descalzos mientras escuchaba el ligero canto de los niños en el pueblo al jugar; de cierta forma se sintió atraída por el cielo haciéndola voltear su vista y observar contrariada la pequeña cola que había dejado una estrella fugaz. La niña de cabello azabache cerró los ojos por un minuto pidiendo en silencio su tan ansiado deseo.

Pero es que la pequeña tenia tantos anhelos, de cualquier manera lo que más quería no se cumpliría sin ayuda. Quería que su vida fuera mucho mejor, deseaba aventura y esperaba tenerla de alguna manera. Escucho su nombre de manera lejana. No le importo hasta que un grito aun más fuerte se escucho.

-Rin – la pequeña se fue corriendo sin saber que la vida entera del Japón feudal estaba a punto de cambiar.

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Inuyasha no sabía exactamente que hacia ahí. Pero siempre se encontraba en el mismo lugar. Sentado entre las raíces de aquel árbol tan alto esperaba a que llegara una sola persona. Entre la espesura del bosque pudo distinguirla, era hermosa y por supuesto era suya. Realmente no era completamente suya, pero esperaba que pronto accediera ante sus constantes ofertas.

Pero los planes de ella eran muy distintos. Odiaba de una manera enferma su posición, como si ser la única hija del terrateniente fuera algo maravilloso. Para ese momento ya se sabía de memoria las palabras de su padre y las repetía en su cabeza pues era lo único que la mantenía ocupada. Sabía bien cuáles eran sus responsabilidades, su padre le estaba buscando un marido para que se encargaran juntos del pueblo. A veces odiaba a su madre, porque se tenía que morir sin haber engendrado un hijo, todo hubiera sido más fácil. Si pudiera pediría que eso hubiera sucedido, que su madre no hubiera muerto hasta haber traído un varón al mundo, así ella sería completamente libre, definitivamente que tenía muchos problemas por los cuales preocuparse.

Y luego estaba él. Un híbrido Kikyo nunca había considerado siquiera su oferta, había que admitir que era tentadora. Escapar sonaba maravilloso, pero ¿llevar su marca? Sin duda no soportaría estar atada de por vida pues sabia el viviría más tiempo. Aun así, había de admitir que Inuyasha es bastante atractivo, algo que llamaba mucho su atención.

Su única salvación, venia de idear un plan, una manera de cumplir su deseo, ser libre, ser poderosa. En ese momento, al alzar la vista, hayo su respuesta. Kikyo conocía perfectamente bien la leyenda, debía de conseguir el corazón de esa estrella. La pregunta era ¿Cómo? No tenía permiso para salir de los territorios de su padre además no sobreviviría fuera de ellos. Entrenar llevaría mucho tiempo y tan solo tenía veinte días, hasta su cumpleaños numero dieciocho la fecha en la que se celebraría su boda con un completo desconocido y entonces la idea de su libertad quedaría como un vago sueño. En ese caso, solo había una solución. Observo a Inuyasha, no creía que el supiera que el corazón de una estrella podía volverte el ser más poderoso sobre la tierra.

-Inuyasha – llamo con voz melódica. El quedo estupefacto, Kikyo nunca le dirigía la palabra por más que el suplicara que aceptara su oferta, su respuesta siempre era una negativa silenciosa –si me traes esa estrella – continuo Kikyo señalando al cielo – considerare tu oferta.

Al menos era un comienzo. Las tiernas orejitas blancas del híbrido se movieron en busca de un ruido extraño o diferente a los habituales en una clara aceptación de la prueba que la mujer le acababa de poner.

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En las recónditas cuevas de las montañas aledañas al monte de las ánimas las cosas comenzaban a calentarse. Una mujer con plumas en la cabeza se acerco a la pequeña de cabello blanco. Observando su espejo no pudo evitar un pequeño grito de felicidad y una sonrisa socarrona mientras que ambas se dirigían a la sala de aquel que era su creador.

-a caído una estrella – se apresuro a hablar Kagura, la de las plumas.

Su creador no dijo nada. Simplemente espero a que la niña de cabello blanco cuyo nombre es Kanna, se atreviera a mostrarle aquella escena. En un segundo, la extraña figura de una mujer de cabello azabache largo, facciones delicadas y piel blanca se encontraba tirada en medio de un gigantesco cráter. Desconcertada la mujer se levanto. La pálida falda de blanco intenso se movió con el aire de mal tiempo que comenzó a soplar, la blusa de igual blanco pureza se atrevió a levantarse y después de un momento se unió a la falda formando un vestido. Las mangas se hicieron largas para protegerle del frio.

-¿Qué vas a hacer Naraku? – pregunto en un tono completamente neutro Kanna.

-Kagura – llamo por primera vez aquella persona vestida con una piel de mandril – es tu turno – Kagura asintió y en un gesto de desagrado se dirigió a la salida – si me traes a la estrella te entregare tu libertad – y Kagura se sintió complacida, desplegó una pluma al aire convirtiéndose en una gigantesca y se alejo por los cielos.

Continuara…