NOTA: antes de leer, sepan que esta historia es en realidad lo que debió ser el capítulo 40 del Fic principal, Til Måneskinn. Lo escribo acá para no subir el rating de ese fic, y porque es una mirada distinta sobre la relación entre Hans y Elsa, mucho más íntima.

Si no han leído Til Måneskinn, o lo han leído en parte, dejo como resumen (SPOILER) para que se entienda:

Esto sucede después de mucho tiempo de que se conocieran los personajes, y en circunstancias totalmente distintas. Hans no intentó asesinar a Elsa para quedarse con el trono, sino cortejarla y conseguir que ella lo viese como su aliado, como su única compañía y ayuda para descongelar Arendelle. Él le revela secretos, como su poder sobre el fuego y los horrores que se viven en la familia Westergård. Forjan una relación basada en una suerte de simbiosis, ambos se necesitan. Poco a poco surgen sentimientos entre ellos, más allá de lo que ambos planeaban. En su estadía, descubren que el padre de Elsa intentó investigar sobre la magia para poder ayudar a su hija.

Todo es perfecto hasta que Anna regresa, revelando las verdaderas intenciones de Hans. Comienza un conflicto entre los personajes, sin embargo, luego de visitar a los trolls en el valle, descubren que Elsa y Hans están inevitablemente obligados a estar juntos, o acabar con el otro. Es amor u odio, no hay puntos medios.

Pasael tiempo y la reina de las nieves sigue sin poder arreglar el desastre que causó. Eso los obliga a tomar una medida extrema: iniciar un viaje al lugar donde encontrarían pistas sobre dos seres similares a ellos, con poderes, que vivieron hace siglos en el norte del mundo. Allí viven diversos peligros, se pierden en medio del paisaje hóstil, hasta que son encontrados por un pueblo salvaje que adora al rey del fuego, un hombre con magia como la de Hans, y que creó un mundo subterráneo increíble. Tanto Elsa como Hans aprenden lecciones importantes en este lugar, y la pasión surge entre ellos.


Hielo y Fuego

Me detengo frente a la entrada de nuestra cueva-cama. ¿Realmente es una buena idea? No. Cobarde, eso es lo que soy. Respiro profundo, reúno valor para hacer lo que se supone que había decidido. Finalmente corro las cortinas. Hans está recostado, intento fijarme sólo en su rostro, antes de ver el suelo. Me siento junto a él. Compartimos una mirada eterna. No hacen falta palabras. Sé lo que va a pasar, y él también. Con las manos temblorosas, me quito la blusa.

No estoy segura de lo que hago. Después de tanto tiempo, justo ahora se me ocurre hacer esto. Con lo que pasamos, en Arendelle, desde lo que intentó con mi hermana, luego nuestro breve cortejo, las veces que intentó enseñarme a controlar mi magia. El regreso de Anna y todo lo que cambió. Los días en que lo odiaba, para luego descubrir que de una u otra forma, terminaremos juntos. El viaje, hasta el norte del mundo, a estas islas, para descubrir qué somos. Cuando estuve a punto de morir, y los días que siguieron, vagando en esta tierra congelada. Encontramos este pueblo subterráneo, y descubrimos que las leyendas sobre un príncipe de fuego y una bruja de hielo, como nosotros, eran reales y tuvieron una relación más íntima.

Después de todo eso, aún tengo dudas. Pero ya lo hice. Me acabo de desnudar el torso frente a Hans. Él se queda viéndome con mayor detención, en especial mis pechos. El tiempo que demora en hacerlo se me hace eterno. Toma mi mano, se la lleva hasta sus labios. Besa la base de mi palma, mi muñeca. La coloca sobre su mejilla. Le acaricio, rozando su barba con las yemas de los dedos. Se ve mucho mayor con ella, pero a pesar de ello, se ve tan atractivo como siempre. Es realmente apuesto, con sus ojos verdes oscuros, su rostro anguloso, su cabello rojizo que ha crecido este último tiempo, fuera de ese corte pulcro que solía llevar cuando estábamos en mi reino.

¿Cómo fue que llegamos acá? No sólo a este lugar, sino a este punto de nuestras vidas. Si hace un año me hubiesen dicho que estaría así con el decimotercer príncipe de las Islas del Sur, enseñándole mi pecho desnudo, jamás lo hubiese creído. Mucho menos que sería la persona que cambió buena parte de mi vida, con quien comparto el tener un talento mágico, y un pasado tan trágico como el mío. No pensé que pudiese existir alguien que me comprendiera tan bien como él.

Esto es tan… nuevo. Sigo sintiendo calor, más todavía. Soy plenamente consciente de que mis mejillas están ardiendo de rubor. Me siento expuesta, y al mismo tiempo, deseable. Si tan solo supiese qué hacer ahora. Parecía tan sencillo cuando venía caminando.

Él parece captar que en mi inexperiencia, no tengo idea de cómo hacer esto. Me siento ansiosa, y un poco nerviosa, a decir verdad. Me acerco más a él, nos besamos. Al principio es lento, suave, como si temiese espantarme de alguna forma. Agradezco profundamente este esfuerzo de su parte. Me rodea la espalda con ambos brazos, para inclinarme de modo que estoy sentada, pero quedo boca arriba, sin que mis labios dejen los suyos.

Poco a poco subimos de intensidad. Él toma mi labio inferior entre los suyos, desencadenando un cosquilleo delicioso. Tengo una mano sobre su pecho y otra enredada en su cabello, cuidando de no tirarlo. Es curioso, pese a que esto se sentía como estar en una nebulosa por lo desconocido, mi mente está clara, como nunca. Me relajo entre sus brazos. No hay nada que me calme más que su calor y el olor de su piel.

Con la valentía que no sabía que tenía, comienzo a quitarle esa especie de camisa que trae puesta. Me resulta difícil desde la posición en que estoy, así que me suelta por un momento y se la quita él mismo. Me separo un poco para poder admirarlo mejor. Lo había visto así en otras ocasiones, pero el contexto sin duda cambia todo. Me gusta, tiene el tono muscular atlético, pero no excesivamente esculpido. Sus hombros cubiertos de pecas, es adorable. Me dedico a admirar los detalles que antes no había notado. Sus vellos rojizos, más escasos de lo que recordaba. Y algunas cicatrices que han quedado de sus aventuras. Cada marca corresponde a una historia diferente.

Esta vez soy yo quien lo atrae para continuar en lo que estábamos. Esto también es nuevo, nunca antes había tenido su piel desnuda contra la mía, deslizándose y haciendo que me sienta como si estuviera en llamas, con cada una de mis terminaciones nerviosas activa, captando cada centímetro de su abdomen rozando el mío. Me falta el aire, pero me siento de maravilla. Mi corazón late frenéticamente, y mi respiración es dificultosa. No obstante, sé que estoy bien, que es normal.

Le doy un mordisco tentativo, él gruñe. Rara vez lo hace. Usualmente él se mantiene bajo control mientras yo me derrito. Me agrada la idea de poder desarmarlo con mi tacto, de saber que él también puede dejarse llevar. Definitivamente me encanta. Nos separamos un segundo, antes de volver a besarnos. Lame mis labios, le abro la boca y continuamos jugando así por un rato.

Lo que enciende las alarmas para mí es el momento en que coloca sus manos sobre mis pechos. Se aparta de mí, sólo lo suficiente para poder moverlas con facilidad. Los palpa de manera tentativa. No esperaba que hiciera esto, pero tampoco sé con exactitud qué es lo que esperaba que hiciéramos, así que lo dejo dirigir el curso de la acción. Además, por extraño que sea, me agrada la sensación. Cierro mis ojos mientras sus dedos tocan con delicadeza mis pezones, que se endurecen con su tacto.

— ¿Te gusta? —me pregunta con esa voz profunda que me encanta.

Me avergüenza demasiado responder en voz alta, así que sólo asiento con la cabeza. Sus pulgares hacen movimientos circulares sobre mis pezones, para luego tirar de ellos con suavidad. Oh, Dios. Se siente realmente bien. Muy bien… es solo que… ¿es normal que lo sienta también ahí abajo? No me atrevo a preguntarle. Por ahora, prefiero entregarme a sus cuidados.


No tengo idea de dónde fue que salió este entusiasmo repentino por parte de Elsa. Eso no quiere decir que vaya a desaprovecharlo, al contrario, he esperado tanto para hacer esto con ella. En el momento en que, sin pretenderlo, entré a nuestros aposentos y la vi desnuda en la piscina, renació esa urgencia de tenerla, más fuerte que nunca. Sin embargo, no quería hacerme ilusiones, siempre me deja a medio camino. Usualmente solo tenemos el juego previo, sin avanzar más allá.

No importa cómo sucedió, el punto es que estaba pensando en darme algo de satisfacción, como para no quedar con las ganas, hasta que ella apareció. La sorpresa fue que, sin ningún aviso previo, se quitó la prenda que cubría su pecho. Está nerviosa, o lo estaba, cuando lo hizo. Desde ese punto todo ha sucedido rápidamente. Aunque sé que debo tener el cuidado de no presionarla demasiado. Algo intenso la espantaría, y si no tiene la suficiente estimulación, le dolerá más de lo necesario. Es todo un arte el tocar el cuerpo de una mujer.

Más aún a la mujer que amo. Esto también es nuevo para mí en ese sentido. Jamás había intimado con alguien por quien sintiera afecto, mucho menos amor. Quiero hacerlo bien. Especialmente sabiendo que es su primer contacto sexual. Es nueva en esto, quiero que tenga una buena experiencia. Eso significa prepararla bien. Me habría gustado tener algún tipo de aceite, para deslizarnos más fácil una vez que entremos en acción, pero no tenía cómo saber que sucedería.

Tendré que darle más atención primero. Es tímida, pero aprende rápido. Adoro esos intentos de imitar lo que hago con ella. La muerdo, me muerde de vuelta. Nos besamos con más intensidad que antes, jugando con nuestras lenguas. Me gusta, pero quiero avanzar un poco. Toco sus pechos, me aseguro de que lo disfrute. Nos recosamos sobre las pieles en la cama. Me gusta, lo hace todo más exótico. Entre las pieles, telas suaves, y perfumes, es una experiencia bastante particular.

Cuido de no subirme encima de ella. No todavía. Eso la asustaría, definitivamente. Quiero que abra las piernas por su cuenta, cuando esté lista. Prefiero darle atención a otras zonas de su cuerpo. Inicio besando por debajo del lóbulo de su oreja, continuando con su cuello. Si hay un sitio que la vuelve loca, es su cuello. Lo mordisqueo hasta llegar a sus clavículas. Sigo con uno de sus pechos, cierro mis labios alrededor de uno de esos erguidos pezones rosados. Ella abre los ojos repentinamente, confundida, mas no se aparta. Confía en mí. Lo suficiente para aventurarse en un terreno desconocido para ella.

Succiono con suavidad, mientras tiro de su otro pezón. El cambio en Elsa es automático, gime despacio, algo que nunca antes había hecho. Lo tomaré como un incentivo para continuar. Es curioso, mientras lo hago, noto que su piel cambia de temperatura de vez en cuando. Nunca está helada, pero sí baja un poco. Me aseguraré de mantenerla en calor. Lo otro que noto, es que tengo el cabello húmedo y más frío de lo normal. Es ella. Sí, definitivamente tendré que usar mi magia. Solo lo necesario para que sea cómodo.

Continúo con mi tarea, mordisqueando de vez en cuando. Ella gime con mayor intensidad cada vez que lo hago. Me encanta que esté gozándolo de esta manera, pero no quiero que se corra solo con esto. Demasiada atención a sus pechos, por ahora. Me levanto un momento, ella queda con una expresión de confundida. Es adorable.

— ¿Qué pasó? —Pregunta entre jadeos—. ¿Hice algo mal?

—No es nada que hayas hecho—me cuesta reprimir la risa, hay veces en que es realmente inocente. Elijo sonreírle suavemente para que se tranquilice—. No podrías ni que quisieras—todavía no me queda clara una cosa—. ¿Estás segura de que quieres hacer esto?

—Entiendo si no quieres hacerlo conmigo.

— ¿Bromeas? He querido hacer esto por tanto tiempo.

— ¿Entonces qué fue lo que pasó? —se endereza y queda sentada, con una expresión de complicada que no puedo dejar de admirar. Definitivamente me encanta esta mujer.

—No es nada tan grave. Es simple, hay demasiada tela entre nosotros.

—Oh.

—Ven aquí—se levanta y coloca sus manos sobre mis hombros. Su falta tiene lazos por detrás, la doy vuelta para deshacer los nudos.

No debería tomarme tanto tiempo. Estoy siendo más torpe que lo usual, normalmente me deshago de las prendas femeninas con destreza. En cambio, ahora me tiemblan un poco las manos y comienza a desesperarme un poco. Elsa parece notar mi frustración con estos malditos nudos y me ayuda a desarmarlos. Cuando terminamos, su falda se desploma y ella queda totalmente expuesta. Tomo mi tiempo para admirarla. Ella es blanca y perfecta, como una escultura de mármol. Incluso con ese fino vello rubio que cubre entremedio de sus piernas. Ella baja la mirada nuevamente. A veces me estresa que sea tan modesta, considerando lo hermosa que se ve sin siquiera pretenderlo.

—Mírame—levanto su mentón—. ¿Tienes alguna idea de lo hermosa que te ves así?

—No… no es eso. Es que…

— ¿Si?

—Olvídalo. Es mejor si no hablamos.

—Me preocupa saber lo que estás pensando.

—Tú tienes experiencia en esto, yo no…

—Aprende conmigo—beso su frente—. No te preocupes por esto, sólo siente.

—Eso quiero, pero…

— ¿Pero?

—Ah… también quiero… tocarte.

—Hazlo.

Pese a los nervios, se domina bastante bien. Noto que está nerviosa por lo frío que se torna el ambiente, y por uno que otro copo de nieve que cae repentinamente. Veo determinación en su rostro, no va a dejar que eso la detenga. A veces me sorprende lo mucho que ha cambiado desde que la conocí. Comienza tímidamente, con caricias tentativas en mi pecho. Con nuestra diferencia de estatura, queda a la altura perfecta para besar la piel sobre mis pectorales. Su tacto es ligero, como una pluma, y curiosamente frío. Lo está haciendo a propósito. Si ella quiere jugar, bien, podemos hacerlo.

Subo levemente mi temperatura corporal, lo nota rápidamente. Sonríe y deja que sus dedos tracen figuras con escarcha sobre mi abdomen. La escarcha se derrite, dejándome cubierto de minúsculas gotas de agua. Es una de las pocas veces en que nuestros poderes se anulan entre sí, aunque sea en algo tan simple como esto. Ella continua, solo se detiene al llegar al borde de mi pantalón. Le ayudaré un poco con esto. Pese a la agilidad natural de sus manos delgadas, le cuesta deshacer las ataduras. Lo hago por ella, quito lo que restaba de mi vestimenta y dejo que caiga todo al suelo.


Hans está completamente desnudo. Nunca antes había visto a un hombre desnudo en persona, mucho menos uno así de… excitado. Respiro profundamente antes de mirar hacia abajo. Mis mejillas están ardiendo. Él es como el David de Miguel Ángel, sólo que con su masculinidad erecta… Lo había sentido varias veces por debajo de la tela, pero jamás lo había visto. No estoy segura de qué es lo que esperaba, esto ha sido una sorpresa. Y pensar que es la parte de él que estará dentro de mí. Sí, definitivamente mi rostro alcanza un tono de rojo similar al bermellón al imaginarlo.

Él toma mi mano con delicadeza, nos acostamos en frente del otro. Deshace mi trenza lentamente, dejando que mi cabello se desparrame libremente, desenredándolo con sus dedos. Lo siguiente que sé es que acuna mi cabeza entre sus manos y comenzamos a besarnos nuevamente. Una de mis piernas se entrelaza en medio de las suyas, después de que él las separase con cuidado. Estoy sobre él, tocando sus costados de arriba abajo. No duramos tanto en esta posición, en cuanto nuestros labios se despegan, el aprovecha el instante y nos da vuelta.

Se coloca entre mis piernas, siento todo el peso de su cuerpo encima. No alcanzo a reaccionar a tiempo, lo próximo que siento es la dureza de su miembro masculino rozando mi feminidad, que se siente extrañamente cálida y húmeda. Coloca una mano ahí abajo, siento sus dedos en el lugar en que está la punta de su pene. Ahora es cuando realmente siento que estamos yendo demasiado lejos. Mis piernas tiemblan en anticipación, y, honestamente, me siento un poco aterrada. Nunca había llegado tan lejos, no sé qué sigue después de esto. Sin embargo, no voy a dejarlo ahora. Quiero hacer esto. Es delicioso y al mismo tiempo una tortura estar con él. Lo necesito. Lo quiero dentro de mí. No estoy segura de por qué, simplemente necesito tenerlo más cerca todavía.

—Hans, por favor…—no puedo creer que acabara de pedirle en voz alta que me tome.

Hans obedece. Toma impuso y me mete dentro de mí. Cierro los ojos y dejo que un gemido de dolor escape de mis labios. Es extraño, o, mejor dicho, una sensación totalmente nueva. Siento la invasión, me siento llena, y duele. Pasan unos segundos en los que no pienso en absolutamente nada. Él siguió moviéndose más adentro, pero se detiene. Nos vemos a los ojos. Veo su preocupación. Sé que se está aguantando las ganas de seguir. Lo beso, esperando con ello asegurarle que estoy bien. Él comienza a moverse, adentro hacia afuera, marcando un ritmo lento. El dolor sigue ahí, pero también la otra sensación nueva. Me gusta.

Siento que todo mi cuerpo está en llamas. Instintivamente, y sin poder evitarlo, me enfrío. Hans responde con una onda de calor que se propaga desde mi centro al resto de mi cuerpo. Continuamos en lo nuestro, en esa combinación de movimientos fluidos, con su cadera y la mía coordinadas al mismo compás. Todo va acompañado de esta especie de batalla silenciosa que iniciamos entre el frío y el calor. Nos besamos.

Pronto descubro que necesito que entre con más fuerza. Necesito más de él. Mi cadera comienza a responderle con mayor intensidad, y él capta el mensaje sin mayor dificultad. Vamos cada vez más rápido. Mientras más aumenta, siento que lo necesito más. Por suerte, parece que Hans quiere lo mismo que yo. No sé muy bien qué estamos esperando, sólo sé que tenemos que continuar. Oh, se siente realmente bien, mejor que lo que estaba esperando. Me encanta, es como si fuésemos una sola unidad, en sincronía dentro de lo errático de nuestros movimientos. Él enciende mi cuerpo como el fuego mismo encontrándose con mi piel, que pareciera ser inflamable con su tacto. Y le respondo cada vez intentando calmarlo con pequeñas descargas de mi magia.

Es cuestión de segundos antes de que todo se consuma por completo. En algún momento dejo de ser consciente de todo lo que nos rodea, cierro los ojos ante esa sensación de estar a punto de llegar a algo. Toma un par de embestidas fuertes por parte de Hans para desarmarme por completo. Por un instante fugaz, todo es blanco, calor y placer más allá de lo que creía posible.


Termino dentro de ella. Lo disfruto al máximo mientras dura. Permanezco en su interior unos segundos. Me dedico a admirarla. Es realmente hermosa. Su lado mortal aparece totalmente expuesto, fuera de lo poderosa que es, en este momento es una mujer. Su rostro, cuello y parte de su cuerpo están ruborizados. Su cabello claro parece estar hecho de oro blanco hilado, húmedo, al igual que su piel. Ahora me doy cuenta de que ambos terminamos así, y rodeados de una bruma tibia, ligera, como el vapor que emana del agua caliente. Eso nunca antes había pasado.

Retiro mi pene con cuidado, para luego desplomarme sobre ella. En este momento, lo único que quiero es descansar. Uso su pecho como almohada, lo siento moverse con cada inspiración y espiración, y escucho sus latidos cardiacos. Tanto tiempo esperando por esto. Valió la pena. Pasaría por todo otra vez si eso significa estar en sus brazos, con ella pasando sus dedos entre mi cabello y trazando figuras de escarcha en mi espalda. Estoy a punto de dormirme cuando su voz susurra.

—Te amo— ¿escuché bien?

— ¿Cómo dices? —Le respondo con la voz más ronca de lo que esperaba.

—Hans, te amo—Estoy seguro de que no lo dice en serio.

—Lo dices sólo por lo que acabamos de hacer.

— ¿Tanto te cuesta creerlo?

—Bastante.

—Es verdad.

— ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—No lo sé, solo parecía un buen momento para decírtelo.

—De haber sabido que hacer el amor contigo te obligaría a decirlo, te habría presionado hace mucho—Dios, esta mujer es mi perdición, seguro que lo es.

—No lo habrías logrado.

— ¿Y por qué ahora? Hemos tenido tanto tiempo, y justo ahora te lanzas a mis brazos…

—Es… me di cuenta de que quería.

— ¿Y antes no?

—Mmm… no, no es eso. Sólo quise hacerlo y ya—percibo una nota de irritación en su voz. Quizá sea mejor dejarlo así.

—Está bien. Me alegro.

—Yo también.

— ¿Cómo te sientes?

—Mmm… ¿es normal que sienta que mis huesos son como gelatina? —me río con esa pregunta tan peculiar.

—Supongo. ¿Todavía te duele?

—Un poco—me preocupa haber sido demasiado bruto con ella—. No es nada, me siento bien. Mejor que bien.

— ¿Qué te pareció? —por sus gestos y la forma en que se expresaba vocalmente, sé que lo disfrutó tanto como yo, pero aun así quiero escucharla.

—Maravilloso… ahora entiendo por qué me presionaste tanto—no sé si es una respuesta o un regaño. Lo tomaré como un sí.

— ¿Valió la pena? —en realidad sólo estoy jugando con ella.

—Totalmente—me despego de su pecho para poder verla a la cara. Todavía tiene las mejillas sonrosadas y los ojos brillantes—. No pensé que fuera así de intenso.

—Me imagino, sin experiencia previa.

— ¿Y qué te pareció a ti?

— ¿Hablas en serio? —sonrío hasta que me doy cuenta de que en realidad quiere saberlo. Diablos, si tan solo supiera que me trae loco—. No tienes idea de lo mucho que quería hacer esto contigo.

—Todavía me siento… extraña.

—Es normal. Son sensaciones fuertes—le quito los mechones de cabello que tapaban su cara. Me dedico a perderme en esos preciosos ojos azules, tan parecidos al color del agua de los ríos congelados de la isla, o a la orilla del mar Egeo en Grecia.

— ¿Qué es esa cara?

— ¿Qué cara? —frunzo el ceño, para luego relajarlo en una sonrisa.

—Esa cara.

—Estoy feliz—le pongo los ojos en blanco. Probablemente tengo una cara de idiota enamorado imposiblemente feliz. Nos besamos por lo que pareciera ser la milésima vez en el día.

—Me gusta verte así. Tienes una sonrisa muy bonita—dice Elsa, mordiéndose el labio inferior—, deberías mostrarla más seguido.

—No, solo lo hago contigo. Tengo una imagen que mantener.

— ¿Por qué? No seas testarudo.

—Soy un dios poderoso, ¿se te olvida?

—Lo que digan los indios no cuenta—finge estar molesta—. Además, yo también soy una diosa.

—Una diosa que no resistió lo suficiente y congeló el techo mientras tenía un orgasmo.

—Yo no…—levanto su barbilla para que lo vea. Agradezco que fuera el techo y no yo—Oh, vaya.

—Tienes que aprender a controlarlo mejor si quieres que sigamos teniendo encuentros como este.

—Lo dice el que no soporta que lo enfríen.

—Claro que no lo soporto—en realidad me gusta esa dinámica, y su piel fría es una excelente cura para el calor excesivo que liberó mi cuerpo.

—Lo intentaré… es solo que se siente bien liberarlo.

—Creo que te liberaste demasiado.

—Lo siento.

—No hay por qué. Agradece que sea resistente a tu magia, de otro modo tendría hipotermia.

—Y yo a la tuya, habrías rostizado viva a cualquier otra.

—Nunca lo he hecho.

— ¿Y por qué conmigo sí?

—Supongo que me cuesta más controlarme cuando estoy contigo.

—Hablas demasiado.

— ¿Qué preferirías que hiciera? Ah—me cubre el abdomen con hielo para hacerme callar.

—No lo sé—sus dedos recorren la superficie congelada.

—Quítame esta cosa.

—Oblígame—enarca una ceja. ¿Eso es un reto?

—Te tomas demasiadas libertades conmigo.

—Lo dice el que me acaba de quitar la virginidad. Me acabas de condenar a no tener marido.

—No te pierdes de mucho. El matrimonio sólo te servirá para conservar tu imagen.

—Sólo si salimos de esta…

—No pienses en ello.

—Me cuesta no hacerlo, cada día que pasa se hace más imposible.

—Creí que querías aprovechar de aprender.

—Lo sé, y hoy aprendimos mucho, pero no creo que lo que busco esté en este lugar.

—Encontramos algo sobre la bruja de hielo.

—Pero nada que me ayude a descongelar mi reino. Es la razón para que viniéramos.

— ¿Y qué esperas que hagamos?

—Seguir buscando, creo…—sé que hay algo atormentándola. No es precisamente la mejor ocultando sus emociones.

— ¿Qué te preocupa?

— ¿Qué dices?

—Oh, vamos. Te conozco mejor que nadie, sé que hay algo dando vueltas por tu cabeza.

—Bien… es que lo de Krasimira y Nasser me dejó con más preguntas.

Es una buena razón para preocuparse. Son tan parecidos a nosotros, como una versión del pasado, cuyo final fue trágico e innecesario. También quedó rondando mi mente esa duda, ¿por qué terminó de esa manera? Es raro que dos hechiceros tan poderosos, uno de hielo y otro de fuego, se conocieran y mantuviesen una relación… tal como nosotros dos. Y, sin embargo, a pesar de ese vínculo, se asesinaron entre ellos.

—Entiendo. Se parecen demasiado a nosotros.

—No tanto. Espero no llegar a ser como Krasimira.

—No lo harás. Eres buena por naturaleza, no podrías ni que quisieras.

—No permitas que llegue a serlo—suplica—. Quédate conmigo, ve que no lo sea.

—Elsa, tranquilízate. Deja de preocuparte por eso. Eres diferente, tú tienes consciencia de que lo que haces es peligroso, e intentas arreglar las cosas.

—Pero terminé congelando mi propio reino.

—Y vinimos al norte del maldito mundo para encontrar una manera de arreglarlo. Déjalo ya, no es sano para ti.

—Tampoco quiero herirte—así que eso le preocupa.

—No lo harás. Ni yo a ti—la beso. Se resiste al principio, antes de ceder y acompañarme con mayor entusiasmo.

—Te amo—dudo que alguna vez llegue a cansarme de escucharla decirlo.

—Y yo a ti. Descansa, copito.


A/N: hello! Lo prometido es deuda, aquí tienen el primer capítulo del spin-off. ¿Qué les pareció? No duden en dejar comentarios.

Para que no quede la duda como con la historia principal, Rendezvous viene del frances y significa un encuentro secreto acordado entre dos (o más) personas, y en este contexto, una reunión entre dos amantes.

Serán pocos capítulos, no es solo por los lemons (aunque también ayudan XD), cada capítulo tendrá un enfoque diferente.

Si no han leído mi fic principal, o no están al día, los invito a leerlo. Y para quienes lo han leído, asumo que esto es lo que esperaban hace mucho, en especial la confesión de Elsa.

En fin, gracias por leerlo, no olviden dejar sus reviews, marcar como follow y favorite si les gustó.

Bye.