Disclaimer: Esta historia no me pertenece, es solo una adaptación, su verdadera creadora es xALEJANDRAx, todos los créditos a su persona. Shingeki no Kyojin pertenece a Hajime Isayama.
Capítulo 1.
Historia cae lentamente en el sopor que le provoca esa última clase, arte, porque le daban esa asignatura tan aburrida? hablar de cosas que alguien más hizo siglos atrás, para qué? simplemente no tenía sentido, el profesor habla y habla apasionado con fotografías de cosas que de seguro nunca ha visto y de lugares en los que de seguro tampoco ha estado, ni estará jamás con el raquítico sueldo que le pagan ahí...
-... siguiente… Señorita Reiss?
-Ah? Cómo?- había dormitado de nuevo, 3 veces en la semana, si esa clase no fuera tan aburrida ni tan tarde esto no le pasaría tan seguido.
-Puede decirme que época artística es la que sigue?- pregunta el profesor irritado, todas las miradas vuelven hacia ella.
-Pues... podría decirle pero... ya es hora de salida- en ese momento el reloj del profesor marca el final del martirio para Historia.
-Bien... ya pueden irse.
Rápidamente el aula de clases se vacía, los chicos suben a sus autos, algunos se van con otros que viven cerca, Historia tiene auto propio y nadie va con ella, su amiga Sasha salió horas antes que ella, pasa las oscuras calles de Shiganshina con calma y tranquilidad, si bien es una ciudad tranquila y pacífica hay algo que la inquieta... Ese tipo que se paseaba por la cuidad asechando mujeres solas, a Historia le da un escalofrío recordarlo y pone el seguro de su puerta, acelera un poco la velocidad, ya quiere estar en su departamento, es jueves pero el día siguiente no había clases, que haría? Primero, se levantaría tarde, después llamaría a esa chica que se niega a dejar morir la amistad que una vez la unió...
-Que fue eso?- pregunto Historia al aire al escuchar un sonido proveniente del auto la cual la obliga a detenerse cuidadosamente, una llanta, sabe que fue una llanta, cuando se ha detenido completamente baja del auto y se asoma a la parte trasera, sus sospechas son ciertas, la llanta yace totalmente reventada, la rubia la patea con fuerza como si eso fuera a arreglarla.
-Auch! Mi pie!... bueno, hablare a la grúa, no puedo dejarlo aquí.-
Historia vuelve a su auto y se mete a buscar el teléfono celular, no lo encontró, debió dejarlo en la cama, sale del auto buscando algo, un teléfono, un taxi, alguna señal de vida, nada, solo el auto inservible ahora, la calle oscura y el callejón frente a ella, podría ser el set perfecto para una película de terror, pero no lo es, toma unas cuantas monedas, al final del callejón puede ver un teléfono público, cierra el auto y se adentra en el callejón, va algo nerviosa por la noticia del acechador, escucha algo detrás de ella.
Eran ya las 11 de la noche, no había llegado ni a la mitad de aquel estrecho y oscuro callejón, cuando dos hombres le bloquearon la salida, Historia retrocedió. Aún estaba lejos de ellos, por lo que podía simplemente darse la vuelta y correr hasta la avenida, donde estaría relativamente a salvo. Retrocedió un poco más, pero al darse la vuelta, descubrió que había otros dos hombres esperándola desde atrás. Volvió a voltearse. No, esto no podía ser, desde ese entonces, Historia supo que estaba en serios problemas.
-¡Hey, belleza!- dijo uno de los dos que primero habían aparecido. Historia tembló, pero trató de no mostrar miedo. Si sólo eran asaltantes, podría cooperar y salir ilesa… ahora, si eran más que asaltantes… Oh, dios, ¿en qué se había metido?
Historia sintió su aliento en su cuello. Se adelantó para alejarse.
-Entonces, belleza, ¿cómo te llamas?
-Natasha- mintió ella.
-Bonito nombre- Historia volvió a sentir el aliento de aquel hombre en su cuello. Esta vez, solo dio una media vuelta, para observar a los cuatro asaltantes al mismo tiempo.
-A ver, dame eso- dijo uno de ellos, apuntando la bolsa.
Historia batalló un instante, pero al final, les entregó la bolsa muy a su pesar.
-Bueno, Natasha, dónde vives?
-No vivo aquí, me hospedo en un hotel.
-Y estás sola…
Aquello no fue una pregunta, sino una afirmación. Ellos sabían que estaba sola, quizá porque la habían visto bajar del carro y la habían seguido. Cuando la habían visto entrar en el callejón dos de ellos corrieron a dar un rodeo y aparecer frente a ella, mientras que otros dos le impedían regresar bloqueándole la entrada.
Uno de ellos, un hombre de unos 20 años con ropa floja y capucha, se le acercó. Era alto, de piel un poco oscura que la de ella. Historia retrocedió, pero los hombres se le acercaron más. Apretó los dientes, estos no eran solo asaltantes, eran algo peor, lo suficientemente malo como para hacerla temblar de miedo. Aún así, se mantuvo erguida, y miró al hombre, éste se limitó a mirarla por un rato, dándose cuenta al instante de que ésta era una de esas mujeres de mal carácter, de ésas que son tan tercas que forcejean, más enfadadas que atemorizadas, y sin embargo, el temor que experimentan al final de la violación siempre es y será mayor.
Ésta era una de ésas mujeres a las que era realmente divertido domar, ver quebrada en mil pedazos y sin esperanza de recomponerse nunca.
Él se le acercó hasta tenerla arrinconada contra la pared. Trató de tocarle la mejilla, pero ella solo frunció el ceño y golpeó esa mano intrusa con una de las suyas, revelando su verdadero carácter. Él se rió, y le lanzó una fuerte bofetada que la hizo caer al suelo. Al instante, dos de los hombres la pusieron otra vez boca arriba y le aferraron ambas muñecas, solo para mantenerla en su lugar, otro le tapó la boca con ambas manos.
El moreno tomó su lugar entre las piernas de la chica. Ella no trató de gritar, como la mayoría de las mujeres que aquella pandilla había asaltado, sino que trato de morder al que le mantenía tapada la boca, éste solo rió ante su vano intento.
El moreno empezó a tocarla de manera brusca y morbosa, Historia forcejeó, pero los dos hombres que le habían aferrado las muñecas la mantuvieron en su sitio. Gritó, pero su grito quedó ahogado bajo la mano del que le tapaba la boca. Pateó a su atacante, al que tenía encima, pero de nada sirvió para hacerlo desistir. Aquel alto hombre la miró a los ojos, y vio que toda esa energía furiosa se estaba convirtiendo, rápidamente, en puro terror. Sonrió con malicia. Le tocó los senos, y los apretó con fuerza, sintiéndola retorcer bajo él, sacó un cuchillo y le rasgó el vestido junto con el sostén. Empezó a besarle el cuello; Historia lanzó un chillido ahogado, pero él no le hizo caso, nadie la oiría aquí. Le mordió el cuello con fuerza, y ella solo cerró los ojos y siguió forcejeando, ya a estas alturas, una mujer común habría estado llorando y rogando, pero ésta era orgullosa, de las que no lloran ni ruegan hasta que dejan de pensar porque el terror las ha consumido. Aún en estas condiciones, Historia era lo suficientemente orgullosa como para dejar de lado su miedo y prohibirse a sí misma llorar.
Él siguió mordiéndole el cuello, y ella siguió forcejeando, dejó de morder para empezar a lamer; Historia se encogió de disgusto, el solo rió por lo bajo y empezó a recorrerla con las manos otra vez, empezando por los senos, donde se quedó un largo rato, bajando por el estómago y deteniéndose en su vientre.
Historia estaba frenética, giraba la cabeza de un lado a otro para tratar destapar su boca y poder gritar con todas sus fuerzas, trataba de liberar sus manos para al menos arañar a sus atacantes, golpeaba al hombre con las rodillas, solo sabía una cosa, las posibilidades de salir ilesa eran de cero, aún así, tenía que intentar escapar, si tan solo lograba lanzar un par de gritos…
Pero aquel hombre dejó su cuello para empezar a morderle los pechos. Historia volvió a chillar, y estuvo a punto de sollozar de dolor, pero volvió a contenerse solo por proteger la poca dignidad que le quedaba, lo sintió morder con más fuerza, y ella trató de apartarse con todas sus fuerzas, pero fue inútil, estaba atrapada, y sometida a la voluntad de sus atacantes, fue entonces cuando empezó a sentir el verdadero terror que toda persona experimenta en una situación así. Él deslizó sus manos más abajo, y empezó a tocar su parte más íntima, para luego introducir dos dedos dentro de ella, casi logrando hacer que llorara de dolor, empezó a mover sus dedos, sin preocuparse por ser delicado o no, sintiéndola temblar de dolor, pero demasiado orgullosa como para llorar o rogar, el sólo sonrió y siguió moviendo sus dedos, cada vez con más brusquedad.
-Así que eras virgen Natasha- murmuró él, viendo sus dedos llenos de sangre, pronto se cansó de esto, dejó de morderle los senos y sacó sus dedos para ponerse completamente sobre ella, no sin antes desabrocharse el jeans y bajárselos hasta las rodillas, lo suficiente como para que Historia se diera cuenta que era una mujer.
-Cuando termine contigo, ya no te quedará ni una pizca de inocencia.
La aferró por las caderas y comenzó a moverse, pues aún tenía la boca tapada, y trató de contener su llanto, pero fue entonces, cuando la fría realidad la golpeó con todas sus fuerzas, estaba siendo violada, ya no era virgen, ya no era pura; estaba sucia. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevas que no pudo contener.
Ella la notó más frágil, sus forcejeos se hacían más débiles poco a poco. El hombre que le mantenía la boca tapada retiró las manos por unos instantes para dejar que la mujer la besara con tanta rudeza que le rompió los labios, Historia empezó a sentir que le mordía el cuello otra vez, pero no gritó, la mujer se frustró ante esto.
-Grita!-
Historia no la obedeció. Aunque dolía lo suficiente como para hacerla gritar de agonía, se reprimió y se forzó a mantenerse callada. Sólo lloraba, en el más absoluto silencio, no iba a obedecer las órdenes de aquellas personas.
Ella la abofeteó, pero siguió callada.
-Grita, sé que te duele, grita, llora!-
-Vete… al infierno.-
Ella volvió a morderle el cuello con fuerza, dejando marcas sangrantes y haciéndola chillar. De paso, le susurró al oído.
-Te daré una razón para que grites.
Volvieron a taparle la boca para evitar que la chica gritara con demasiada fuerza ante el despliegue de violencia de aquella mujer.
Sin poder hablar ni suplicar, Historia solo se limitó a rogar en su mente "Alto… basta…Oh Dios… me lastiman…por favor… basta…me duele… ¡basta!…"
Deseaba morirse, dejar de sentir para siempre. Sentía tanto dolor dentro de sí, y a medida que el tiempo pasaba, ese dolor se iba haciendo tan insoportable que pensó que en cualquier momento la iban a partir en dos. Los movimientos, cada vez más bruscos y rápidos sólo conseguían dejarla al borde de la inconsciencia, pero sin terminar de perderla realmente. Aún así, a pesar del dolor, no gritó, sólo lloraba, en silencio.
Aquella mujer estuvo satisfecha quitándose encima de ella.
-Sé una buena chica y no le digas esto a nadie. Si alguien se entera, te mataré.-
Y se marcharon dejándola sola en aquel oscuro callejón.
El fresco de la madrugada la hizo reaccionar, no sabía si se había desmayado o si solo se había quedado ahí con la mente en blanco, recordó lo que había pasado con lujo de detalles, intento levantarse pero no pudo, el dolor la hizo quedarse quieta, levanto un poco la cabeza buscando gente pero el callejón una vez mas estaba vacío, en un segundo análisis era mejor así, que les diría si la veían así, desnuda, golpeada, ultrajada y humillada como jamás pensó podría sentirse en la vida. Se levanto con más calma vio sus piernas desnudas con sangre y golpes, a un lado de sus pies sus ropas desgarradas, sus zapatos que en algún momento del ataque habían abandonado sus pies sin siquiera darse cuenta y su bolsa sin dinero y revuelta, levanto todo y se cubrió lo que pudo con los retazos de tela, camino sin importarle en suelo frío y el viento cada vez más fresco, busco las llaves del auto en la bolsa y por suerte ahí estaban, abrió la puerta y saco esa gabardina que siempre tenía por si llovía, era larga hasta los tobillos, se la puso, calzo de nuevo los zapatos, cerró la puerta del auto, metió lo que quedo de la ropa en la bolsa de mano, cerró la gabardina y busco dinero en las bolsas, por suerte tenía unos billetes, los tomo y lo contó, era suficiente para pagar el taxi de regreso a casa, caminó tratando de verse normal, pero con la certeza de que jamás sería la misma.
No tardó en encontrar un taxi, el chofer trato de hacer plática con aquella rubia de mirada perdida y ojos vidriosos, pero ella no le contestaba nada así que el solo se limito a llevarla a donde le indico al subir.
En unas bodegas supuestamente abandonadas la chica llega seguida de sus amigos, ella se tumba en un sillón y sube los pies en una caja.
-Lo mejor fueron sus ojos Ymir, viste sus ojos?- dijo uno de ellos entre carcajadas seguido de los demás, Ymir no decía nada, solo los veía reír.
-Si pero lo mejor fue como trato de defenderse- dijo otro riendo fuertemente.
-Vamos Ymir di algo- dijo otro que solo reía.
-Iré a dormir, no quiero ruido- al decir esto todos se callaron al instante y la morena solo se retiro perdiéndose en las sombras del enorme lugar.
Ymir era hija de un político de muy alto rango, el cual por su trabajo casi nunca estaba en casa, su madre había huido con otro hombre cuando Ymir tenía 5 años, la mujer perdidamente enamorada de otro no se detendría ni por los ruegos de su única hija, a Ymir le quedaría un rencor que después se extendería a todas las mujeres y que más la atormentaría al descubrir que ella misma solo gustaba de mujeres, al descubrirse lesbiana su odio creció, empezó a tener malas amistades y al final se alió con 3 hombres que odiaban a las mujeres igual que ella pero por otras razones, algunos fueron engañados otros solo abandonados pero todos tenían el mismo problema, impotencia, creada por el gobierno al ser expuestos sin saberlo a radiación, todo por querer más dinero para sus esposas, aceptaron limpiar una fabrica en ruinas, lo que ellos no sabían era que en ese lugar se manejaba plutonio, ellos se conocieron ahí y se hicieron amigos desde esa época, Ymir entro a sus vidas años después, cuando tuvo edad para salir de noche sola.
Ymir estaba quedándose dormida cuando su celular sonó, malhumorada se levanto a contestar.
-Hija!- dijo la voz al otro lado de la línea.
-Papá! Dónde estás?- dijo la chica sonriendo feliz.
-En casa, dónde estás tú? Es muy temprano para andar de social y muy tarde para estar en una fiesta.
-Eh... no jaja estoy con unos amigos, ya sabes, ayudándoles a recoger la casa, pero ahora salgo para allá, te amo papá, me da gusto que hayas regresado.
Ymir colgó el teléfono y sonrió, se cambió de ropa, se maquilló un poco, tomó sus cosas y salió de su habitación en ese lugar.
-Mi padre está en casa, no los veré en un tiempo, portéense bien y no hagan destrozos, se quedan en su casa chicos.
Los hombres despidieron a Ymir y volvieron a lo que hacían, ver deportes mientras tomaban cerveza.
Historia hacía más de una hora que estaba en la regadera, lavaba frenéticamente su cuerpo sin importar lastimarse, lloraba amargamente sin poder detenerse, la piel blanca estaba enrojecida de tanta fricción, lloró como nunca, vomitó 5 veces, quería arrancar su piel, quería olvidar todo, encontrar una forma de borrar todo, quería morirse.
Despierta en su cama, no estaba segura de la hora o el día, toca su cabeza, el cabello está seco, su cuerpo envuelto en una bata blanca, se levanta, se para frente al espejo y ve su rostro golpeado, sus labios abiertos, después su cuello, la cruel mordida estaba aun ahí, adquirió un color morado pero ahí estaban claramente marcados, diente por diente, enterrados con odio en su piel, cerro un momento los ojos, abrió mas la bata, al abrirlos se estremece al ver golpes y moretones, sus pezones una vez rozados ahora están morados y unas pequeñas marcas rojas en sus senos, ahora recuerda, las manos de esa persona que con tanta fuerza la tocaron, lagrimas empiezan a bajar por sus mejillas de nuevo, toma un largo respiro que logra calmarla y se deshace por completo de la bata, ve sus caderas, muslos y piernas golpeados, ahí no había tanto daño externo pero ella sabía que lo que le habían hecho estaba por dentro, baja la mirada y vuelve al baño, vomita una vez mas y abre la ducha nuevamente.
-Papá!- grita Ymir emocionada al ver a su padre sentado en el sillón de la amplia sala.
-Ymir! Ven aquí niña!- dice el hombre que al ponerse de pie la abraza y la carga- dime como has estado, que has hecho?-
-Cosas papá, cosas, te quedaras esta vez?- dice al ser bajada de los brazos de su padre.
-Si hija, ya podré quedarme en casa al menos 6 meses, la gira presidencial acabo ayer y ahora solo trabajare en la oficina de aquí.-
-Me alegro mucho, me has hecho falta- dice la morena al borde de las lágrimas.
-Lo sé, pero ahora todo será mejor, estaré contigo, vamos a desayunar, tengo hambre...- la chica sonrió mientras iba al comedor abrazada de su padre.
Ymir notaba algo raro a su padre mientras lo veía comer, tal vez estaba cansado del viaje.
-Papá pasa algo?-
-... Que has hecho este tiempo?-
Ymir casi se ahoga con la comida.
-Qué? A... a que te refieres?- pregunto ella mientras una traicionera gota de sudor corría por su frente.
-Hable con la gente del servicio, dejaste la escuela verdad?-
-Ah- suspiro un poco aliviada- si... es que... quise tomarme un año sabático.-
-A dónde vas en las noches? Con quién?-
-Papá, solo salgo a divertirme un poco, no es todas las noches- bajo la mirada apenada con ella misma, nunca pensó que su papá le preguntaría eso, odiaba mentirle pero tampoco podía decirle su macabro pasatiempo.
-Quiero que vuelvas a la escuela.-
-Si papá, lo que digas.-
El hombre tomo la mano de Ymir y la beso, ella levanto la mirada, su padre le sonrió y ella entendió que no estaba molesto por eso, simplemente necesitaba un poco de orden y él estaba por fin para ponerlo.
