Deja de llamarme amigo otra vez, ¿verdad? -añadió mientras ella se apartaba, hasta toparse Con la nevera.
-Sirius...
Éste la agarró por los hombros, la atrajo hacia sí y tomó posesión de su boca. Luego le plantó las manos en el trasero y la apretó contra su cuerpo.
-Ya estoy harto de jueguecitos, Susan-jadeó él. Y estoy harto de que uses la palabra amigo como un escudo para protegerte de mí.
Luego volvió a besarla y el calor y la urgencia de sus labios la hicieron perder el juicio.
-No quiero ser tu maldito amigo -prosiguió Sirius entre dos besos-. Quiero ser tu amante, ¿te enteras?
-Yo... sí, no -balbuceó Susan. ¿Cómo iba a poder pensar si las piernas le temblaban y el cerebro se le estaba derritiendo como si fuera mantequilla?
Sirius le quitó el vestido y cuando empezó a lamerle los pezones, ella le desabrochó la camisa y deslizó la mano por su pecho velludo, por su estómago, bajo el cinturón, hasta rodear la fuente de su calor y acariciar su erección de extremo a extremo.
Sirius gimió, la levantó en brazos y salió de la cocina para llevarla al dormitorio.
-Yo... Sirius, tenemos que hablar de lo que.................................................................
