Summary: Dean es un policía que pasó cinco años encubierto en una notoria organización criminal. Ahora que su trabajo está hecho, debe reajustarse a un estilo de vida civil, aprender a decir adiós a sus seres queridos y abrazar lo que dejó atrás. Y trató. ¡Oh, se esforzó mucho! Él quiere tomarse su tiempo, ir a su propio ritmo, pero este maldito tipo de ojos azules sigue presionándolo fuera de su zona de confort.


¡Bienvenido a nuestro DeanCasBigBang 2016!

¡No puedo creer que finalmente lo logré! Este es mi primer BigBang y espero que disfrute de nuestro trabajo.

En primer lugar, mi maravillosa y talentosa artista: ¡La brillante vinnie-cha! [Este fic cuenta con unas ilustraciones que puedes encontrar el en tumblr de vinnie-cha así que visitalo!]

En serio, ¡Aún estoy en la nube 9! ¡Todavía no puedo creer que un gran artista ilustró mi historia! Quiero decir, ¡lol!

Ella dibujó tal gran arte para la historia, ¡Es perfecto!

Gracias nuevamente Vinnie, eres increíble 3

Segundo, un graaaaan agradecimiento para mi sorprendente beta readers Eridani y Geitredan quienes lograron ayudarme con tan poca cantidad de tiempo. ¡En serio son lo máximo y les debo mucho!

Y finalmente, a mi mejor amigo en el mundo quien me presiono para completar la historia y me escucho quejarme sobre ella durante meses: jesuisbetejesuispatissiere

Por favor, denle a estas personas un muy cálido "¡Gracias!" ¡Porque todos hicieron un trabajo asombroso y me siento bendecida de haber trabajado con ellos!

¡Espero que te guste nuestro trabajo!


— ¡No necesito un loquero! –Dean le dijo a su colega y amigo Benny Lafitte. — ¡La evaluación psiquiatra ya me dio el visto!

—No es un loquero, hermano. Y sí, la tienes –Benny respondió suavemente.

Dean gruño pero finalmente mantuvo la boca cerrada. Giró la cabeza y miró por la ventana, observando perezosamente los edificios mientras pasaban junto a ellos. No estaba de humor para discusiones.

Después de diez minutos, llegaron a su destino, un edificio de cuatro pisos que no se veía en buen mantenimiento. Barry aparcó el coche y apago el contacto.

—Mira, todo lo que tienes que hacer es hacer lo que el tipo te diga, responder a sus preguntas, entonces estarás de vuelta en la fuerza en poco tiempo –dijo en voz baja.

Dean se giró ligeramente hacia él. Barry le dirigió una mirada preocupada y Dean se sintió mal.

—Ya ha pasado un mes, -Dean dijo un gesto despectivo. — ¡Estoy bien!

—Hey, no soy al que debes convencer, –Benny dijo. —obtén el documento firmado y Singer te reincorporara ya mismo.

Todo este trato administrativo era una molestia para Dean. Atrapó a los malos, estaban en un lugar donde ya no podrían lastimar a nadie y Dean estaba orgulloso de su logro. Pero desde que terminó el trabajo, lo habían trasladado de una casa de seguridad a otra, tratando de asegurarse de que ninguna mafia pudiera descubrir que Dean era el soplón o peor, que era policía. Hicieron todo lo posible para asegurarse de que su identidad se preservara, que su cubierta se mantuviera hasta que toda la organización se derrumbara. Y aquí estaba, cinco años más años más tarde, después de hacer un gran trabajo, la necesidad de demostrar que no estaba afectado, que todavía podía ser un policía sin estar encubierto. Dean encontró esto ridículo, al borde de la humillación. Sabía que su capitán no tenía otra opción: prueba que estas sano o lárgate.

— ¿Puedes hacer esto, hermano? –Benny pregunto.

—Sí, ¡Por supuesto! –Dean lo tranquilizo.

—Vamos por ello, entonces.

Salieron del auto y se dirigieron hacia el edificio. La oficina estaba en el segundo piso. Tomaron las escaleras, que parecían haber conocido mejores días y entraron en lo que parecía ser la única oficina del piso. En cuanto entraron, sintieron que pisaban una empresa de alto nivel. Cada pieza del mobiliario era nueva y parecía cara, las paredes blancas estaban decoradas con arte moderno de buen gusto y toda la habitación estaba bien iluminada con media docena de lámparas elegantes.

Detrás de su escritorio, la recepcionista levantó la vista. Colocó un mechón de largo cabello negro detrás de su oreja derecha antes de saludarlos.

— ¿El Sr. Winchester? –pregunto.

—Sí, soy yo –respondió Dean, levantando la mano derecha.

—Él te recibirá ahora –dijo, indicando la puerta a la derecha.

—Esperare por ti aquí –Benny le dijo a Dean, tomando asiento al lado de la recepcionista.

—Está bien… -Dean suspiró. —Hagámoslo.

Caminó hacia la puerta y se detuvo unos segundos, permitiéndose algún tiempo para calmarse antes de enfrentarse a cualquier psiquiatra o maniaco vudú que estuviera a punto de conocer. Respiró adentro y afuera, lentamente.

Abrió la puerta y entró a la oficina.

Lo primero que Dean notó fue la atmosfera relajante del lugar. Grandes ventanas con cortinas modernas, iluminación suave, cómodos sillones, algunas plantas aquí y allá y un hombre serio sentado frente a él.

—Sr. Winchester. Le estaba esperando –dijo el hombre detrás de su escritorio con voz grave, levantando la vista de los papeles que se extendían frente a él. —Entre.

Dean cerró la puerta detrás de él. Inmediatamente, el hombre se levantó, camino alrededor de su escritorio y extendió su mano. Estaba sobre la altura de Dean y tenía cabello oscuro.

—Encantado de conocerle, Sr. Winchester, yo soy–

—Sí, claro –Dean lo cortó enseguida. —Terminemos con esto, ¿Vale?

No le estrechó la mano. Lo único que quería era que se firmara ese maldito papel pronto y volver a ser policía.

—Seguro –replicó el hombre, retirando su mano. Señaló los dos sillones uno frente al otro. —Por favor, tome asiento.

Dean se obligó y se sentó, seguido en breve por el hombre de cabello oscuro, quien tomó una libreta y una pluma. Cruzó las piernas y comenzó a garabatear.

—Listo cuando usted lo estés –le dijo a Dean.

Asintió.

—Estoy listo.

—Bien. Permítame hablarle de todo el proceso-… –empezó-

—Soy consciente –interrumpió Dean. —Me hará preguntas, me dirá que haga cosas, ¿Cierto?

—Ese es un resumen muy corto, pero básicamente exacto.

— ¡Bien entonces! Dispara, Sr. Loquero.

—No soy psiquiatra, Sr. Winchester –contestó, inclinando ligeramente la cabeza.

—Lo que sea, hombre, sigamos –dijo Dean con un gesto de desdén.

—Seguro, ¿Cuál es su nombre? –preguntó el hombre.

— ¿Qué? –replicó Dean. — ¡Ya lo sabe!

—Sí, y me gustaría que me lo dijera –contestó con calma.

Dean suspiró.

—Mira, no sé qué juego estás jugando, ¡Pero esto es ridículo!

El hombre de rostro severo se mantuvo en silencio, sólo mirando directamente a Dean, dejándolo un poco incómodo.

Se rindió.

—Dean Winchester.

—Gracias, Sr. Winchester –contestó el hombre, garabateando en su libreta. Permaneció en silencio durante unos segundos antes de preguntar. — ¿Qué edad tiene?

—Treinta y uno a partir del enero pasado.

Bajó la mirada a la libreta e hizo algunas anotaciones en silencio.

— ¿Tiene familia?

—Sí, ambos padres y un hermano.

— ¿Cuáles son los nombres de sus padres? –continuó el hombre, todavía escribiendo.

— ¿Va a escribir todo lo que digo? –Dean preguntó.

—Sí. Deje esa parte para mí y por favor enfóquese en contestar mis preguntas, Sr. Winchester.

Dean frunció el ceño.

— ¿De verdad?

Viendo que tenía que jugar el juego, una vez más cedió.

—Mary y John Winchester.

— ¿Siguen vivos?

—Sí.

— ¿Dónde viven?

—Lawrence, Kansas.

— ¿Cuál es el nombre de su hermano?

—Sammy… Sam Winchester –se corrigió, frotando sus manos en los jeans.

— ¿Dónde vive?

—Stanford… ¿Supongo?

— ¿Se reúne a menudo con tu familia?

—En caso de que no lo supiera, he estado un poco ocupado estos últimos años –Dean respondió. Se sentó un poco más recto. — ¡No conseguí tiempo libre para pasar felices y alegres fiestas con ellos!

—No hay necesidad de ser sarcástico, un simple 'no' habría bastado –le dijo el hombre, haciendo a Dean refunfuñar. — ¿Estaban enterados de su misión?

—No –Dean dijo en voz baja.

— ¿Cómo evitó el tema?

—Simple, los evite –se encogió de hombres.

El hombre dejó de escribir y miró a Dean, frunciendo el ceño.

— ¿No ha estado en contacto con su familia por más de cinco años? –Dean casi detectó preocupación proveniente del no-psiquiatra.

—Nope –aporto, encogiéndose de hombros otra vez.

— ¿Planea hacerlo?

Dean vaciló. Era un tema doloroso en su vida, entre muchos otros, por supuesto, pero evitó pensar en éste desde que fue contactado para la misión. Ahora que todo había terminado, sólo quería llamarlos y decirles que estaba bien, encontrarse con su hermano y abrazarlo con fuerza. Pero prefería esperar hasta que se estableciera y no se moviera de una casa segura a otra. En realidad, incluso quería esperar hasta que volviera oficialmente a la fuerza.

—No lo sé… -contestó, apartando la mirada del hombre. —Veré cómo van las cosas.

El hombre guardó silencio unos segundos antes de hacer otra pregunta.

— ¿Han tratado de llamarle durante su misión?

—Sí, lo hicieron, -Dean suspiró. — me llamaron, llamarón a la comisaria, presentaron un informe de persona desaparecida.

Soltó una carcajada.

—Mi amigo Benny, él err-… -vaciló, frotando de nuevo las manos en sus jeans, con los ojos mirando por encima del escritorio del hombre. —Él era mi contacto y me dijo que se puso feo.

El hombre asintió, animando a Dean para continuar su historia.

—Así que se me ocurrió la historia más extraña, diciéndole a mis padres que había conocido a una desnudista rusa y la seguí de regreso a Moscú o cualquier otra ciudad de ahí.

Dejó escapar otra risa.

—Ojalá hubiera visto la cara de mi hermano cuando se enteró de eso. ¡Estoy seguro de que valió la pena un millón de dólares!

Regresó su atención al hombre delante de él.

—Pero funciono el truco. Ellos simplemente aceptaron que los abandoné para fugarme con una chica. En algún momento dejaron de buscar. Eso fue lo mejor.

Dean observó cómo el hombre seguía escribiendo en la libreta, su cara seria y sin emoción. Dean estaba esperando algún tipo de reacción por la historia. Bueno, pensó, así es como los profesionales manejan a la gente como yo.

— ¿Tiene otras preguntas, Doc? –preguntó.

— No un doctor. Y sí, otras varias. ¿Ha encontrado alojamiento?

—No, todavía no. Aún me sigo moviendo. Ya sabe. Razones de seguridad.

El hombre asintió una vez y se concentró en su libreta.

— ¿Esta actualmente involucrado románticamente con una persona?

— ¡Nope, libre como pájaro!

— ¿Estuvo involucrado románticamente con alguien durante su misión?

—Eso es clasificado, lo siento, no puedo responder.

Dean vio al hombre entrecerrar los ojos, claramente dudando de su declaración, pero para su alivio, no presionó más.

— ¿Cómo fue reclutado para la misión?

Dean soltó un largo y fuerte suspiró. Miró al techo, tratando de recordar.

— ¿Quiere la versión corta o larga? –finalmente pregunto después de un momento de silencio.

El hombre hizo un gesto hacia Dean.

—Como guste.

Dean río entre dientes. Desde "The Princess Bride" simplemente no podía tomar a nadie diciendo esto seriamente.

—Buuuueno… eso fue hace cinco años. Un poco más en realidad. Estaba a punto de terminar la Academia cuando Benny y el Capitán Singer se me acercaron. Me hablaron del proyecto, de los riesgos, por supuesto. Me dieron unos días para pensar en ello y acepté la oferta. Fue muy rápido. Mi expediente se selló, Benny consiguió ser mi contacto y el Capitán Singer era responsable de repasar mis informes.

El hombre escribió todo en su libreta, asintiendo aquí y allá con lo que Dean le decía.

— ¿Sabía que la misión duraría cinco años?

— ¡Nope! –Dean río. — Se suponía que sería un año como máximo. Pero teniendo en cuenta de que la pandilla confiaba en mí cada vez más y fui más alto en las filas, seguimos hasta que pudimos atrapar a ese hijo de puta Escocés.

— ¿Qué hay de Benny Lafitte?

— ¿Qué hay de él? –preguntó Dean, frunciendo el ceño un poco.

— ¿Esta románticamente involucrado con Benny Lafitte?

— ¿Qué? ¿Qué con esa pregunta? ¡No! ¡Es un hombre casado! ¡Sus preguntas son ridículas! –exclamó Dean, sintiendo la ira aumentando en su pecho.

—Mis disculpas. ¿Podemos seguir? –preguntó mientras escribía. — ¿Cuál es su relación con el Capitán Robert Singer?

—Bueno, es mi capitán, mi jefe. Él es realmente un buen tipo, me ayudó mucho. Realmente alguien con quien puedes confiar.

Dean trató de manejar su malestar. Miró al hombre y se permitió observarlo un poco más detalladamente. ¿Ese tipo realmente llevaba la corbata torcida? ¿No se daba cuenta?

—Hey, Doc. ¿Esto llevará mucho tiempo? –preguntó, sintiéndose nervioso. Su pierna empezó a inquietarse.

El hombre miró su reloj.

—No un doctor. Y de hecho, hemos terminado por hoy.

—Genial, ¿Puedo tener el documento? Entonces estaré por mi cuenta, ¿Vale?

—Me temo que no puede. Este es sólo el primer paso de la evaluación. Entiende que su misión era excepcional en su extensión y dificultad, por lo tanto requiere un poco más que apenas 30 minutos de charla antes de que pueda entregar oficialmente mi aprobación –replicó el hombre con la misma voz monótona.

Dean no podía creer lo que oía.

—Está bromeando, ¿No? ¿Esto es una especie de mala broma?

—Me temo que no. Sugiero que nos volvamos a ver en dos días. ¿A menos que prefiera una vez por semana? –preguntó con su voz grave.

— ¿Tengo algo que decir en esto?

—Puede elegir cuántas veces nos reuniremos: dos veces por semana o una vez a la semana.

Dean apretó los puños contra sus muslos. Sentía que la misma ira volvía a surgir de lo más profundo de su ser.

—Eso es una mierda. ¡Una completa mierda de toro!

—Lo siento pero si quiere volver a la fuerza, es la única opción que puedo ofrecerle.

Dean no podía aguantar más. ¿Qué sabía ese tipo? Idiota de alto nivel, pensó. Se puso de pie y miró al hombre.

—No está ayudando, Doc –dijo de modo amenazador. — ¡Necesito ese pedazo de papel firmado!

—No un doctor. Y lo conseguirá –contestó, sin siquiera vacilar. —, sólo que no hoy, no ahora. Pero llegará allí –miró a Dean directamente a los ojos. —Entonces, ¿Qué será? ¿Dos o una vez a la semana?

Dean guardó silencio durante unos segundos, con los dientes apretados. No podía creer esa total arrogancia. Todo el futuro de Dean dependía de ese papel y es hombre estaba interponiéndose en el camino. Apretó los puños y trató de recuperar el control de sus emociones. Ahora no era el momento de golpear a ese idiota. No todavía, de todas formas.

—Una vez –finalmente respondió. Con un rápido movimiento, se dio la vuelta. — ¡No hay necesidad de mostrarme la salida! –gritó mientras abría la puerta.

— ¡Nos vemos la próxima semana, a la misma hora, Sr. Winchester! –escuchó una vez que llegó a la recepción.

—Vámonos Benny, ¡Antes de que rompa su nariz!

Dean no esperó la respuesta de su amigo y salió del despacho, furioso.


El siguiente miércoles, Benny y Dean en camino a la oficina. Exactamente había pasado una semana y para Dean, había sido un infierno en la tierra. Había tenido que hacer un montón de papeleo, repasar todas sus notas, declaraciones y testimonios de testigos sobre la organización de Crowley. El juicio estaba siendo preparado y, a pesar de que todo el mundo estaba 99% seguro de que todos los malos fueron encerrados, todavía necesitaban verificar dos veces, tres veces la data. Y había una increíble cantidad de datos. Pero eso realmente ayudó a Dean un poco. No permaneció inactivo durante su escondida en la casa de seguridad, lo cual era bueno, considerando todas las cosas.

Benny y Dean había estado conduciendo durante unos quince minutos y todo lo que habían comentado era la conducta de Dean la semana pasada, lo poco útil que era y que básicamente era su culpa que no obtuviera la firma.

—Hermano –dijo. —, tienes que entender que ese tipo es lo único que esta entre tú y tu escritorio en la comisaria.

—Lo sé… -Dean suspiró. —Fui un total idiota.

—Un poco –Benny estuvo de acuerdo.

Dean le dirigió una mirada de reojo.

—Había algo en él. Siguió haciendo preguntas personales o-o preguntas estúpidas, ¿Sabes?

Benny apartó la mirada de la carretera por uno momento, mirando a Dean en su lugar, con una pequeña sonrisa en los labios.

—O nada estaba mal –finalmente dijo, concentrándose en el camino de nuevo. —, y te enojaste porque no conseguiste lo que querías.

— ¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no!

—Ya sabes, si no puedes mantener tu rabia en control, sólo demuestras que está bien no firmar el papel.

— ¿Así que estas de su lado? ¡Muchas gracias Benny! –dijo Dean, cruzándose de brazos y sintiéndose un poco traicionado por su mejor amigo.

—Dean…

— ¡Tan amable y solidario! –insistió.

—Vamos, hermano…

Dean soltó un suspiro.

—Lo siento. Lo sé, tienes razón. Voy a trabajar en mis problemas de manejo de ira.

—Bien. Sé que eso es lo que te salvó la vida unas cuantas veces pero tienes que mantenerte a raya.

—Lo haré.

Manejaron en un cómodo silencio hasta que llegaron a la oficina. Benny esperó en la misma silla junto a la secretaria.

Tan pronto como Dean entró a la oficina, el hombre alzó la vista e inmediatamente se levantó. Dean se dio cuenta de que todavía llevaba esa horrible corbata azul. Se veía ridícula en él.

El hombre extendió la mano.

—Sr. Winchester, justo a tiempo –dijo, con la voz profunda y la cara tan seria como la semana pasada.

Con la intención de estar en su mejor momento, Dean tomó su mano y la estrechó.

—Hey, ¿Doc?

—Todavía no un doctor, Sr. Winchester –respondió, con los ojos fijos en Dean.

De repente, Dean sintió un impulso de alejarse. ¿Cómo alguien podría tener los ojos azules tan penetrantes? Algo realmente estaba mal con ese no-Doctor.

—Sí, cierto… err… Quería disculparme por lo de la semana pasada –se las arregló para decir. —Y si está bien con usted, ¿Empezar de nuevo?

El hombre asintió y Dean sintió que era una victoria para su causa.

—No tiene que disculparte, he enfrentado peores. Pero si se siente más cómodo, podemos hacerlo.

— ¿Eso sería un comienzo? –dijo Dean. — ¿Señor…?

—Novak. Castiel Novak.

— ¿No Doctor Novak, entonces? –Dean bromeó.

—En efecto no. Puede llamarme Castiel si eso ayuda.

Dean vaciló.

—Lo intentare.

Castiel asintió y soltó la mano de Dean. Ni siquiera se había dado cuenta de que había estado sosteniendo su mano durante tanto tiempo.

Desvió la mirada y se sentó en el sillón. Castiel lo siguió unos segundos después con una pluma y la misma libreta. Pasó varias páginas, cruzó las piernas y empezó a escribir.

—Cuando éste listo, Sr. Winchester.

—Dean –corrigió. —Si voy a llamarte Castiel, por favor llámame Dean. No me gustan las formalidades así que…

—Bueno, Dean. ¿Estás listo?

Dean exhaló con fuerza, secó sus manos en los jeans. No se sentía listo. Ni un poco. Pero no tenía elección y necesitaba jugar bien. Reunió sus pensamientos y volvió a mirar a Castiel.

—Listo –anunció.

Castiel asintió.

— ¿Has encontrado un nuevo alojamiento?

—No, sigo moviéndome, pero la próxima semana o la semana siguiente debería ser capaz de encontrar un apartamento.

Al igual que la semana anterior, Castiel escribió toda la información, haciendo anotaciones en los márgenes y guardando silencio, sin hacer ningún comentario sobre lo que Dean le dijo.

— ¿Te has comunicado con tu familia?

—No, aún no. Quiero establecerme primero –contestó Dean, concentrándose en su respiración. Necesitaba permanecer lo más calmado posible.

Garabatear, garabatear.

— ¿Te has encontrado con alguien de tu comisaria? ¿El Capitán Singer? ¿Otros colegas?

—Sí, al Capitán Singer una vez.

Garabatear, garabatear.

—Nosotros, err… tuvimos una discusión sobre ti en realidad –Dean se sintió obligado a continuar.

— ¿De verdad? –preguntó Castiel, arqueando la ceja.

—Sí, ¡Literalmente me criticó por no jugar bien contigo! –Dean explicó mientras soltaba una risa.

Garabatear, garabatear.

Ésa no era la reacción que Dean había esperado conseguir.

—De ahí tus disculpas –comentó Castiel.

—Él y Benny tenían razón –continuó Dean. Vio a Castiel levantar la cabeza y mirarlo con esos penetrantes ojos azules.

—Necesito controlarme –explicó. —, no soy un tipo muy social, ¿Sabes? –se encogió de hombros, en silencio por un momento. —Tengo que trabajar en eso –admitió.

Por primera vez, Castiel bajó la pluma y la dejó en la libreta. Frunció el ceño, haciendo que Dean se sintiera incómodo.

— ¿Qué estás tratando de decir, Dean?

—Bueno… ¡Ya sabes! –Dean murmuró, secándoselas manos una vez más y haciendo gestos incómodos.

—No, realmente no.

—Después de cinco años en la mafia, mis err… -buscó las palabras. —Mis habilidades sociales están oxidadas.

El ceño de Castiel se profundizó, si eso era posible.

—No debería comentar tus respuestas, Dean, pero… -levantó las manos. –tus 'habilidades sociales' —cito con dos dedos. —No están oxidadas –volvió a citar.

—Entonces, ¿Cómo explicas mi comportamiento de la semana pasada? ¡Estaba siendo un idiota! –dijo Dean, alzando la voz.

Castiel vaciló, con los ojos todavía fijos en Dean. El tiempo parecía lento mientras se miraban. Finalmente, Castiel agarró la pluma.

—Discutiremos eso más adelante –le dijo a Dean. —Volvamos a otras preguntas que tengo para ti –bajó la vista hacia su cuaderno. — ¿Cuándo decidiste convertirte en oficial de la ley?

Dean exhaló, sin darse cuenta de estaba aguantando el aire durante un rato. Se permitió unos segundos para estabilizarse, odiando la incomodidad sensación que persistía desde su intercambio.

—Cuando era niño –se las arregló para responder. —Invadieron la casa cuando tenía… ¿Cuatro? ¿Supongo?

— ¿Qué paso?

— ¿Versión larga o corta?

—Como gustes.

— ¡Tendrás que dejar de usar esa frase, Cas!

— ¿Por qué? –preguntó Castiel, levantando la vista del cuaderno y mostrando más incomprensión que sorpresa por el uso del apodo.

—Olvídalo –Dean se reprendió por su desagradable boca. —Al parecer el tipo logró entrar a la casa por el cuarto de Sammy porque la ventana no estaba cerrada. Mi mamá lo atrapó, hubo una pelea, corrí a la habitación y mi papá puso a mi hermano en mis brazos, me dijo que corriera afuera. Recuerdo a mi mamá tumbada en el suelo. Pensaba que estaba muerta. Papá trató de perseguir al tipo pero nunca lo capturaron.

— ¿Qué edad tenía tu hermano?

— ¿Sammy? Sam… tenía seis meses, algo así.

Recuerdos dolorosos que Dean realmente no quería pensar. Se obligó a concentrarse en el aquí y ahora.

— ¿Y lo llevaste fuera de la casa por ti mismo?

— ¡Sep! Hey, ¡Soy el hermano mayor! ¡Es mi trabajo mantener a mi hermanito a salvo!

Castiel escribió toda la historia.

— ¿Cómo estaba tu madre?

—Estaba noqueada. Nada serio. Tenía pesadillas después de eso, sin embargo. Papá instaló algo de seguridad en las ventanas y todo. No podíamos pagar un sistema de alarma adecuado, con los ingresos de mecánico de mi papá, sabes.

—Fue entonces cuando decidiste…

—Convertirme en policía, í –Dean interrumpió a Castiel. —Para ayudar a la gente, así no le pasaría a nadie más.

Castiel asintió y siguió garabateando en el cuaderno.

— ¿Cuándo te uniste a la academia?

—Cuando tenía veinticuatro… o veinticinco, algo así.

— ¿Qué hiciste antes de unirte?

—Tuve pequeños trabajos, aquí y allá, ayudé a mi papá en el garaje. Eso ayudó a pagar las cuentas… la universidad de Sam…

— ¿No querías otra carrera? ¿Tal vez ir a la universidad? –preguntó Castiel, mirando de reojo a Dean que reía entre dientes.

— ¡Nah! ¡Eso no es para mí! ¡No soy el típico tipo universitario-académico-diplomático! –sonrió.

— ¿No te molesta? –preguntó Castiel.

La sonrisa de Dean cayó. Abrió la boca, pero nada salió. Función el ceño.

—Nunca lo he pensado –admitió. —, pero supongo que soy más bien un tipo practico –miró al hombre que estaba escribiendo frente a él. — ¿Seguro que no eres un loquero?

—Todavía no un psiquiatra, ni un doctor, Dean.

—Tus preguntas son psiquiátricas –Dean observó.

—Ese es mi trabajo, hacer preguntas, analizar la respuesta, detectar las mentiras –Castiel aclaró con lo que Dean pensó era una sonrisa.

— ¿Así como un mentalista?

—Más o menos.

— ¿Quieres decir que sabes cuándo… si miento? –preguntó Dean, un poco vacilante.

—Sí, Dean.

—Genial… -soltó automáticamente. Castiel empezaba a impresionarlo. Realmente debía ser algo si la fuerza lo comisionó para testificar sobre su rehabilitación civil. Debería ser más cuidadoso con sus respuestas. Sin embargo, la sesión de hoy estaba yendo bien. No había tensión palpable como la semana pasada. Castiel parecía más relajado y él también. Benny estaría feliz de saber que las cosas se estaban moviendo finalmente en la dirección correcta. ¿Tal vez podría preguntar por el documento? ¿O era demasiado pronto?

Castiel comenzó a hablar, regresando a Dean a la realidad.

— ¿Entiendo que aún estas bajo protección?

Eso es correcto.

— ¿Cómo pasas tus días?

Dean se encogió de hombros.

—Depende. Desde la semana pasada estamos revisando todos los archivos, comprobando si perdimos algo. Es mucho trabajo, pero es necesario.

—Si pudieras hacer algo, ahora mismo, sin consecuencias, ¿Qué harías?

Dean soltó una carcajada, haciendo que la cabeza de Castiel se disparara hacia arriba, con los ojos abiertos de par en par.

— ¿Qué con esa pregunta? ¿Qué harías si fueras millonario? –continuó riéndose. ¡Eso es inesperado de ti!

Castiel inclinó la cabeza hacia un lado, entrecerrando los ojos hacia Dean.

—Todas las preguntas son importantes, Dean.

— ¡Está bien, está bien! ¡Estoy bromeando, no te molestes, responderé! –contestó, todavía sonriendo ante la extraña pregunta. Respiró hondo y pensó su respuesta. Sabía exactamente lo que quería hacer, pero admitirlo en voz alta era inaceptable. Una vez más, era un tema doloroso que quería evitar a cualquier costo. —Iría por una hamburguesa en el Roadhouse, luego iría a ver una película. Y si estoy en racha, me gustaría tener un six-pack, iría a casa y vería repeticiones de Dr. Sexy M.D. –sacudió la cabeza, sonriendo. —Sí, eso sería genial.

Dean se dio cuenta alegremente de que Castiel había escrito todo, sin mostrar algún signo de incredulidad.

— ¿No deberías usar una grabadora o algo? –sugirió Dean. —Sería más fácil que escribir.

Castiel miró a Dean.

— ¿Estás intentado sugerir que estoy haciendo mi trabajo incorrectamente? –preguntó.

— ¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no! Geez, ¡Era sólo una pequeña charla!

—Lo sé, Dean, fue una broma –Castiel explicó con una media sonrisa en los labios.

Dean permaneció mudo por el segundo que le llevó a recoger su habitual extravagante ego.

—Oh… Correcto. Bueno, ¡No cambies de carrera, Cas! ¡Nunca te conviertas en humorista!

—Me lo han dicho –contestó Castiel, todavía riendo.

La respuesta sorprendió a Dean. No había pensado en ello porque Castiel parecía frío, lejano y excesivamente serio, pero seguramente debía tener una familia, amigos, tal vez una esposa e hijos.

De pronto le pareció menos intimidante, más humano que el robot de escritura que parecía ser.

—Una última pregunta antes de dejarte ir –dijo Castiel. — Aparte de tus familiares directos, padres y hermano, ¿Tienes a alguien a quien llames amigo? ¿O tal vez familia?

Dean vaciló, la pregunta demasiado cerca a ese tema tabú otra vez. Decidió decir la verdad, evitando sólo una pequeña parte.

—Bueno, está Benny. Realmente consigue respaldarme más veces de las que puedo contar. Y el Capitán Singer que es como ese tío extraño que no ves a menudo, pero sabes que te ayudará a enterrar un cuerpo. ¡Figurativamente por supuesto!

—Por supuesto –Castiel repitió mientras escribía en la libreta.

Ese era el tipo de oficina que Dean imaginaba existía en Nueva York todo de clase alta y celestial, donde el menor detalle se pensaba durante un mes. ¿Debe la orquídea quedarse así o girar 45° hacia la derecha? Simplemente no podía imaginar a Castiel haciendo todo el trabajo. Sencillamente no parecía su estilo. Así que alguien tenía que hacerlo. Lo que significaba que Castiel tenía que pagarle a la persona. ¡Lo que significaba que era jodidamente rico! Así que no sólo debía tener un diploma de La Ciudad Paraíso con Honores (¡Por supuesto!), hacer un trabajo de Dios-sabe-qué tan complicado no hay ni siquiera un nombre para eso, y debía ser asquerosamente rico.

De pronto, Dean se sintió inadecuado. Siendo el centro de atención de tal persona, montando su caballo y siendo un idiota la semana pasada, eso no le sentaba bien.

Estaba siendo juzgado por alguien que no solo tuvo éxito en su vida, sino que era rico y tenía las manos limpias, todo lo contrario de lo que Dean era. ¿Cómo alguien así podía juzgar a Dean? ¿Decidir si estaba preparado para volver a la vida civil?

Dean inmediatamente se dio cuenta de a dónde iban sus pensamientos y llegó a una conclusión. Estaba desesperado. De ninguna jodida manera conseguiría ese maldito papel firmado. Avergonzado, comenzó a agitarse en su asiento, deseando irse lo antes posible.

Castiel debió sentir el cambio en su corazón. Dirigió una mirada interrogante hacia Dean. Dean permaneció en silencio.

—Supongo que llegamos al final de la sesión hoy –dijo Castiel, recibiendo el mensaje. Nos veremos la próxima semana.

— ¡Claro! –Respondió Dean mientras se levantaba de su sillón- — ¡Te veo la próxima semana!

Antes de que Castiel pudiera añadir otra palabra, Dean salió disparado de la oficina, Benny lo siguió poco después.


Dean miró a Benny desde la ventana de su apartamento. Lo escondían en lo que parecía más un pequeño estudio que un apartamento de verdad. Su cama estaba a un metro de la esquina de la cocina. Pero era suficiente para él.

Si amigo justo se dejó caer el lunes por la tarde y ahora estaban de camino al trabajo. Dean le observó cruzar la calle, entrar en su coche y luego alejarse. Apretó el puño. En su mano derecha, un pequeño pedazo de papel con números escritos en él. Benny había intentado encontrar una manera de alegrarlo y se le ocurrió esto. Dean no estaba seguro de que pudiera mejorar su estado de ánimo, pero lo ocuparía ahora que la mayor parte del trabajo administrativo estaba terminado.

Caminó hacia su mana y se sentó. Reunió sus pensamientos e intentó permanecer lo más calmado posible mientras marcaba los números en su teléfono celular.

En cuanto oyó el tono de marcado, sintió que su corazón latía más y más fuerte. De pronto sintió que era una idea estúpida y estaba a punto de colgar cuando escuchó su voz.

— ¿Hola?

Su boca se secó, sus manos sudorosas. No había oído esa voz en más de cinco años.

— ¿Hola? ¿Quién es?

—Hola Sammy –logró articular después de aclarar su garganta.

Varios segundos pasaron antes de que Sam volviera a hablar.

— ¿Dean?

—Sí.

— ¿Eres tú? ¿De verdad eres tú?

— ¡El único! –Dean se echó a reír.

— ¡Wow! Es sólo que… ¡Wow! Yo… -Sam vaciló. —No esperaba oír de ti nunca más.

Eso duele, pensó Dean.

—Sí… -suspiró. —Me imaginé eso.

—Espera, ¡Me alegró de que estés llamando! ¡De verdad! –exclamó Sam.

Dean comenzó a lamentar la llamada. La conversación era incómoda. Debería haber pensado en ello antes de llamar a su hermano, ¡Preparar su discurso! Pero no, por supuesto que no, él era el jodido Dean Winchester, actuando por instinto, ¡Nunca pensando dos veces!

—Tú, err… -continuó Sam. — ¿Estás de vuelta en los . o todavía en Ucrania?

—Pensé que era rusa –decía Dean con una carcajada, saltando en bromas como si fuera su chaleco salvavidas.

— ¡Así que fue una mentira! –gritó Sam. —No había desnudista, ¿Verdad?

—Sí, ninguna desnudista involucrada –admitió Dean. —No te lo creíste, ¿o sí?

—Nah. No eras tú –Sam respondió.

— ¿Lo creyeron mamá y papá? –preguntó Dean.

—Mamá, no. Pensó que te involucraste con gente mala y tuviste que huir por tu seguridad.

—Haha, ¡Eso es muy James Bond!

— ¡Dímelo a mí! –Sam se rió.

Al oír su risa, Dean se sintió mejor. Lentamente, encontró sus palabras, recordando lo que era hablar con su hermanito nerd, lo agradable que se sentía. ¡Maldición le echaba de menos!

—Pero papá… eso fue otra cosa. Estaba furioso. Pero puedes recordar, él ha tenido momentos así…

Dean asintió, aunque Sam no podía verlo.

—Sí, sí… Lo recuerdo… Lo siento.

—Hum… ¿Dónde estás ahora?

—Ahora… ¡Ahora estoy bien!

—Dean, eso no… eso no es lo que pregunte.

—Lo sé. Te lo contaré todo pronto, lo prometo.

— ¡Eso espero, idiota!

Dean se echó a reír.

— ¡Perra! –continuó de inmediato. — ¿Y tú? –Añadió una vez que se calmó, — ¿Qué has estado haciendo? ¿Cómo estás? ¡Dime!

—Bueno –suspiró Sam. —Hay mucho que contar, ¡Ni siquiera sé por dónde empezar! Tienes que ser más específico, hombre.

— ¡No lo sé! ¿Te casaste o algo?

— ¡Haha! No, en realidad no. Es algo fuera de cuestión por ahora. Pero estuve comprometido por un tiempo.

— ¡Wow! Vale, ¡Grandes noticias! ¿Qué paso?

—No funcionó. Jess y yo éramos muy jóvenes y después de un tiempo nos dimos cuenta de que no debíamos envejecer juntos. Así que sí, eso es todo. Ahora estoy viendo a alguien y las cosas se ven bien.

—Eso es bueno de oír, Sammy. ¡Realmente estoy feliz por ti!

—Gracias Dean.

Pasaron unos segundos sin que ninguno de los dos hablara.

—Hum, ¿Dean? Lo siento, tengo una reunión importante y-…

—No, sí, claro –Dean lo cortó. — ¡Entiendo! ¡No te preocupes! ¡Ve por ellos tigre!

Sam se mofó, lo que hizo sonreír a Dean. Su mente ahora estaba llena de dulces recuerdos de infancia donde hacía reír a su hermano menor, cuando hacían cosas imprudentes y luego eran reprendidos por su mamá.

— ¿Puedo llamarte después? El número está oculto pero si me das tu móvil puedo llamarte más tarde hoy.

—Eso es… No puedo, lo siento. ¡Pero te llamaré pronto! ¡Lo prometo! Es sólo que… yo… sí… no puedo.

—Está bien… -la voz de Sam salió más fría, haciendo que Dean se estremeciera. —No esperes más de cinco años para llamas, entonces.

— ¡Lo prometo! ¡No lo haré! Te llamaré pronto.

—Vale. Adiós Dean.

—Ten cuidado, Sammy –dijo antes de colgar.

La llamada le dejo exhausto, feliz y triste al mismo tiempo. Estaba encantado de haber vuelto a hablar con Sam, escuchar su voz después de tanto tiempo era todo lo que necesitaba. Sin embargo, escuchar que se había comprometido, luego término, que tuvo que lidiar con todo eso sin que Dean estuviera allí para ayudarlo… se sentía terrible. A misión había sido su prioridad. Tenía que lidiar con lo que estuviera en su plato, sin ataduras, sin familia de la cual preocuparse. Cuando había aceptado ir encubierto, el trato había sido que ni el capitán Singer ni Benny mencionaran a su familia, nunca. Tuvo que cumplir su parte sabiendo que sus padres y Sam estaban a salvo. Sabía muy bien que no podía concentrarse en el trabajo si se preocupaba por ellos. Así que decidió vivir en una gran mentira donde todos estaban sanos y perfectamente bien sin él en sus vidas. ¡Funciono perfectamente por cinco años!

Se dejó caer sobre su cama, mirando el techo. Bueno, eso era algo que podía discutir el próximo miércoles con el no-doctor Castiel Novak.


— ¿Cómo estás, Dean? –preguntó Castiel.

Dean no había prestado mucha atención a su voz, pero ahora que se daba cuenta, ¿Cómo alguien podía tener una voz tan grave? ¿Era acaso humano? Si su negocio no funcionaba realmente debería considerar el sexo telefónico.

— ¿Dean? –repitió Castiel, frunciendo ligeramente el ceño.

—Uh sí, ¡Bien! ¡Estoy bien! –Dean respondió apresuradamente. — ¡Realmente bien!

— ¿Algo paso?

—Sí. Benny me dijo que hoy estaba autorizado para buscar mi propio alojamiento. Pronto tendré mi propio apartamento. Espero que la próxima semana o eso. Entonces podré recuperar mis cosas.

—Me alegro de escuchar eso, Dean.

—Para hacerlo perfecto, necesitaría una firma tuya –dijo Dean, con una sonrisa en los labios.

Castiel lo miró. Cuando vio la sonrisa de Dean, sus rasgos se suavizaron un poco. Dean juró que cio una sonrisa, pero desapareció casi inmediatamente.

—Casi estás allí, Dean.

— ¡Espero que así sea! –dijo Dean riendo. —Y hay algo más.

— ¿Sí? –preguntó Castiel, con toda su atención en Dean.

—Llamé a mi hermano el lunes pasado –admitió.

Por primera vez, Dean fue testigo de una sonrisa de Castiel, mostrando los dientes, el paquete completo, lo que lo sorprendió un poco. Se aclaró la garganta, tratando de acomodar sus pensamientos.

— ¿Cómo ha ido? –preguntó Castiel mientras Dean guardaba silencio.

—Ha ido bien. Genial en realidad. No hubo ningún grito o insulto, lo cual fue un gran triunfo en mi opinión.

Castiel asintió, animando a Dean a continuar.

—Hablamos un poco, no por mucho tiempo. Lo llamaré de nuevo, tal vez la próxima semana.

— ¿Tal vez? –Castiel preguntó, concentrándose en la libreta.

—Probablemente –Dean corrigió. — ¡Seguramente! –dijo finalmente con seguridad.

—Ponerte en contacto con tu familia y amigos ayudará, Dean –comentó Castiel. —Incluso si las cosas no funciona como planeas, estas avanzando lo cual es importante.

Dean se burló.

—Si tú lo dices.

— ¿Entraras en contacto con tus viejos amigos pronto?

— ¿Mis amigos? ¿Te refieres a los anteriores a la misión?

Castiel asintió.

—No. Mi familia viene primero. Veré cómo van las cosas antes de hacer un movimiento.

— ¿Qué más paso esta semana? –preguntó Castiel, con la cara seria de nuevo.

Dean suspiro.

— ¿No crees que ya paso mucho? –bromeó. —Pero si quieres saberlo, he empezado a buscar un apartamento. No puedo pagar mucho, ¡Pero me las arreglaré más de una semana!

— ¿Te mudaste mucho durante tu misión?

—Al principio, sí. Pero me las arreglé para quedarme en un lugar por un tiempo, lo cual era agradable… supongo –respondió, frotando sus palmas en los muslos. —Sabes que no puedo decirte mucho –explicó. —, debido a la seguridad y eso.

—Por supuesto, Dean –contestó Castiel. —No te preocupes, no te preguntaré dónde te quedaste o con quién te quedaste.

Dean frunció el ceño y estaba a punto de preguntarle a Castiel que quería decir con eso, pero se las arregló para cortarlo.

—Durante tu misión, ¿Hiciste amigos?

Vaciló unos momentos antes de contestar.

—Tenía que hacerlo. Para que esas personas confiaran en mí, tuve que hacerme valioso y confiable. No pasó de la noche a la mañana, sabes. Tomó tiempo.

— ¿Alguna vez alguien sospechó de que fueras parte de la Fuerza Policial?

Dean soltó una risa de nuevo.

— ¡Si alguien hubiese tenido sospechas, ahora estaría en una caja seis metros bajo tierra!

—Por supuesto –Castiel tenía una sonrisa de disculpa. —Durante tu misión, ¿Alguna vez tuviste que actuar en contra de tu voluntad?

Dean frunció el ceño y guardó silencio. Sus manos dejaron de moverse, pero permanecieron sobre sus muslos. Examino el rostro de Castiel, pero no vio nada más que interés profesional. No parecía crítico tampoco lo cual sería un factor decisivo para él.

—Tienes informes –le dijo finalmente a Castiel. —Estoy seguro de que todo lo que he hecho está claramente detallado allí.

Castiel negó.

—No puedo decirte el contenido de los informes que me fueron entregados, pero puedo asegurarte de que ninguna de tus emociones o pensamientos fue proporcionada –levantó la vista hacia Dean. —Es como si guardaras tus pensamientos personales…

Dean miró fijamente a Castiel.

—Eso fue… -hizo una pausa. — ¿Fue una broma? –preguntó.

—Sí, Dean –respondió él, sonriendo con una esquina de su boca. —O mejor dicho, un pobre intento.

—Bueno… No es comedia de oro, ¡Pero mejor que la última vez! –Dean sonrío. —Sigue intentándolo, ¡Lo conseguirás!

Castiel se rió entre dientes.

—Gracias, Dean.

— ¡Podría ocurrir incluso antes de que mi maldito documento sea firmado! –continuó Dean.

—Dean –Castiel comenzó rodando los ojos antes de que Dean lo interrumpiera.

—Oye, si puedes usar el sarcasmo como alivio cómico, ¡Yo también! –replicó.

Castiel se rió, para sorpresa y posiblemente maravilla de Dean.

— ¡Bastante justo! –recuperó su fachada severa. —Todavía necesito una respuesta tuya, Dean.

Sintió, serio de nuevo.

—Eso paso más de lo que puedes imaginar. Tenía que lastimar gente. A veces incluso matar. Para mantener mi cubierta, tuve que mostrarles que podía hacerlo –miró hacia abajo a la alfombra. —No son mis momentos de mayor orgullo –añadió antes de mirar a Castiel. — ¿Podemos cambiar el tema?

— ¿Te gustaría?

—Sí –Dean respondió de inmediato con voz grave.

—Está bien –contestó Castiel. — ¿Qué haces para aclarar tu cabeza?

—Wow, ¡Eso es un cambio radical de dirección! –dijo, sorprendido.

Castiel miró a Dean.

—No quiero hacerte sentir incómodo. Bueno, más de lo necesario.

—Sí, ¡Gracias! –Dean replicó sarcásticamente. Miró a Castiel, que no parecía divertido. —Muy bien, por lo general veo una película, un clásico como Star Wars o Indiana Jones. O ir a un bar, jugar billar, comer algo. Nada sofisticado.

— ¿Has podido hacer alguna de estas actividades desde que terminaste tu misión?

—No, no he tenido tiempo. Veo algunos programas de TV en el escondite. ¿Conoces Dr. Sexy M.D?

—Ya has mencionado ese programa –respondió Castiel. —Pero no estoy familiarizado con él, lo siento. ¿Realmente lo disfrutas?

—No sé… -Dean inclinó un poco la cabeza. —Es atractivo.

—Cuéntame más sobre eso –Castiel pidió, tomando por sorpresa a Dean.

— ¿De verdad? Quiero decir, ¿Estás seguro? ¿Forma parte de la terapia? –pregunto Dean, vacilante.

—Esto no es una terapia, Dean. No soy psiquiatra, ni un doctor –explicó Castiel. —Esto es una discusión entre tú y yo, lo que me permitirá evaluar mejor tu reintegración en la Fuerza Policial y la sociedad civil.

— ¿Y eso será hablando de Dr. Sexy M.D? –preguntó Dean, un poco sarcástico.

—Como ese programa te ayuda a relajarte, entonces sí.

Dean se echó a reír, sentándose un poco más recto.

— ¡Prepárate, entonces!

Explicó, con gran detalle, las complicadas relaciones entre los diferentes personajes y lo que hacía sexy al Dr. Sexy. Después de diez minutos de monologo, Castiel finalmente lo interrumpió.

—Creo que entendí la historia principal, gracias Dean.

—Espera, ¡Debes saber sobre la historia de la Dra. Piccolo!

Castiel soltó una pequeña risa.

—Para la próxima semana, entonces.

Dean sonrió, asintiendo.

— ¡Bien!

Se dieron la mano, se despidieron y luego Dean se fue a buscar a Benny, que lo esperaba en el vestíbulo en su asiento habitual. Antes de que Dean pudiera decir algo, Benny lo miró y después sonrió. Sí, soy tan obvio, pensó Dean.


Dean firmó la última página del contrato y la devolvió al agente inmobiliario. Le dio las gracias, comprobó si los papeles estaban en orden, le devolvió una copia a Dean y guardo el resto en su maleta. Estrechó la mano de Dean y le dio las gracias una vez más.

Una vez solo en su apartamento, Dean echó un vistazo a su alrededor, ya planeando cómo iba a arreglar el lugar con sus muebles. Recordaba haber almacenado una cama, posiblemente algunos estantes, libros y CDs, pero no podía pensar en otra cosa. Todo había sido encerrado en una unidad de almacenamiento bajo una identidad falsa y ahora ni siquiera estaba seguro de lo que encontraría.

Posiblemente necesitaría la ayuda de Benny para mover sus cosas en el apartamento. Benny podría maldecir un montón sabiendo que Dean ahora vivía en el cuarto piso, pero en última instancia, él estaría de acuerdo y ayudaría.

Afortunadamente, el lugar era bastante pequeño. Sólo un dormitorio, un pequeño pero funcional baño y una cocina, un pequeña sala de estar, Dean no pasaría mucho tiempo arreglando. Sólo las necesidades serían suficientes.

Ahora que había completado su primera tarea importante de la semana, necesitaba completar la segunda: conseguir su propio teléfono personal.

Cerró con llave la puerta principal y se guardó las llaves con una sensación de éxito que no había sentido en mucho tiempo. Era como si el tren hubiera salido de la estación y por primera vez estuviera a bordo, sentado junto a la ventana y disfrutando de la vista. ¡Definitivamente tenía que decirle al no-doctor Castiel de sus avances!

Dean se apresuró a bajar la calle hasta llegar a una pequeña tienda de electrónica. Compró un teléfono desechable que usaría por el momento. Una vez que todo estuviera calmado, compraría un mejor teléfono y cobertura. Pero por ahora, era suficiente.

Se dirigió al supermercado más cercano, que afortunadamente estaba a unos cientos de metros de su edificio. Compró lo mínimo: pizza congelada, queso, papas fritas y un six-pack. Una vez terminadas sus compras, se dirigió de regreso a su nueva casa.

Puso la pizza en el congelador, la cerveza y el queso en la nevera y las patatas fritas en la despensa donde, viendo todo el polvo, se dio cuenta de que olvidó comprar una esponja y productos de limpieza. Pero eso podía esperar, tenía otra misión que no podía esperar para completar.

Tomó el móvil fuera de su caja, añadió la tarjeta SIM, lo conecto para recargar y se sentó en el suelo mientras buscaba el número de Sam. Una vez que lo encontró, marcó y puso el teléfono en su oreja. No esperó mucho tiempo antes de que Sam contestara.

— ¡Hey, Sammy! –dijo alegremente.

— ¡Dean! ¡En realidad llamaste de nuevo! –Sam respondió, con una sonrisa en su voz.

— ¡Por supuesto que lo hice! ¿Cómo estás?

—Bien, bien, ¿Y tú?

— ¡Bien! ¡Excelente en realidad! –Dean respondió, entusiasmado. No podía esperar a contarle a Sam todo lo que pasaban, pero era un poco pronto. —En realidad conseguí mi propio lugar hace sólo… qué… ¿Quince minutos?

—Woah, ¡¿Compraste una casa?! –preguntó Sam.

— ¿Qué? ¡No! ¡Alquilo un apartamento! ¿Cómo voy a encontrar dinero para comprar una casa? –Dean se echó a reír. —Es un pequeño apartamento que alquilo.

—Oh… -Sam sonó un poco decepcionado. —Bueno, ¡Eso es grandioso Dean! ¿Puedes decirme más?

Dean se dio cuenta de lo tonto que debía sonar para su hermano después de tanto tiempo. No sabía que conseguir su propio lugar era un gran logro. Decidió dirigir la conversación al tema importante que quería discutir con Sam.

— ¡Sí! No es grande… pequeño en realidad. ¡Pero estoy seguro que mi hermanito encajaría!

Sam guardó silencio durante unos segundos antes de llegar a articular.

—Errrr… ¿Vale?

Inmediatamente, Dean sintió un nudo en el estómago.

— ¿Demasiado pronto? –preguntó Dean, preocupado por el rechazo inevitable que seguiría.

—Sí… no… quiero decir, ni siquiera tengo tu número de teléfono y-…

— ¡Tengo uno! –Dean interrumpió. — ¿Tienes la opción de identificador de llamadas? ¿Ves un número?

—Huh… déjame comprobar… -Dean escuchó unos roces. —Está bien, lo tengo. –dijo Sam.

— ¡Estupendo! Ese es mi número de teléfono por ahora. Probablemente cambiará en unas pocas semanas, pero siempre puedes llamarme.

—De acuerdo, gracias Dean, pero ni siquiera sé dónde vives.

—Chicago. Pero si es demasiado lejos para ti, ¿Puedo bajar y verte? ¿Qué dices? Todavía estás en Stanford, ¿No?

—San José en realidad, pero… ¿Estás seguro de que es buena idea? Quiero decir, ¿Podemos hablar por teléfono y ver cómo van las cosas?

Dean suspiró.

—Mira, realmente lo estoy intentando aquí.

Sin querer golpeó la parte posterior de su cabeza contra la pared. Maldijo entre dientes.

—Mira Sammy, quiero verte y… y contarte todo lo que pasó, pero no puedo hacerlo por móvil. Llevará mucho tiempo y… ¡Vamos, han pasado cinco años! ¿Puedes culparme de querer ver a mi hermanito?

—Dean, esto es… tengo una vida aquí. No puedo simplemente irme y dejar todo atrás.

— ¡Sólo por unos días! –dijo rogó. — ¡Un fin de semana! ¿Y sabes qué? ¿Por qué no traes a alguien especial contigo, para qué no te sientas solo si me golpeas en la cara y vuelves a San José?

— ¿Por qué te golpearía en la cara?

— ¡Venga! ¡Hipotéticamente!

Sam soltó un largo suspiro.

—Veré lo que puedo hacer. Pero iré solo. No creo que sea un buen momento para presentarte a… bueno, aun es un poco rápido.

—En caso de que desaparezca por otros cinco años, ¿Eso es lo que quieres decir? –preguntó Dean, Sam no respondió y comprendió claramente lo que significaba. —Sí, no puedo culparte. –admitió. — ¿Cuándo puedes venir? ¡Sin presión ni nada!

—Sí, por supuesto. No sé… ¿Quizás dentro de dos semanas? Voy a tratar de tomar mi lunes y un vuelo nocturno.

— ¡Eso sería genial! –Dean se sintió más feliz que nunca. —¡Sería malditamente increíble! ¡Sólo házmelo saber y te recogeré en el aeropuerto! ¡Voy a conseguir un buen y cómodo sofá para ti! ¡Me aseguraré que te sientas como en casa!

Sam rió.

— ¿Desde cuándo e as convertido en una perfecta pequeña ama de casa'

— ¡Hey, no te rías! ¡Puedo cocinar hamburguesa si quieres intentarlo! –Dean bromeo.

— ¡Claro, por qué no!

— ¡Increíble! Hey err… ¿Sammy? Otra cosa, ¿Le dijiste a mamá y papá que te llamé?

Sam se quedó en silencio.

—No, no lo he hecho –admitió finalmente. —No estaba seguro si querías llamarlos o algo así… ¿Así que supongo que no les has dicho nada?

—No, aún no. ¿Cuento contigo?

—Dean.. Eso, no puedo. No tienes idea de lo difíciles que fueron estos años. Me refiero… mamá revisaba regularmente por John Does en la morgue.

—Ella… ¿Y ahora? –Dean no podía creer lo que oía.

—Sí… así de jodido nos tuvo. Al cabo de un tiempo, el tipo de la morgue en Lawrence sólo llamó a mamá cuando consiguió un cuerpo que coincidiera con tú descripción.

—Wow… eso es…

—Sí, Dean –continuó Sam con un tono duro. —Como dije, estos años fueron difíciles para nosotros.

—Lo siento, Sam. Realmente lo…

—Estoy seguro que lo estás –el sarcasmo se escapó de la voz de Sam, haciendo que Dean estuviera extremadamente nervioso.

—No pensé que te haría tano daño…

— ¿No PENSASTE? –Sam gritó. —Geez Dean, desapareciendo durante cinco años, ¡Me pregunto qué pensabas! ¡Ciertamente no en tu familia, eso es seguro!

Cuando Sam dejó de gritas, Dean sólo pudo oír una respiración irregular. De pronto se sintió terriblemente culpable y estúpido. ¿Cómo si quiera podía pensar que su relación con Sam sería tan fácil de reparar? ¿Qué le perdonaría en un abrir y cerrar de ojos? Por supuesto que no. Dean necesitaba reparar y asumir la responsabilidad por sus acciones. Él había herido a los que más amaba.

—Lo siento… -fue todo lo que pudo decir.

El silencio cayó entre ellos. Grueso y pesado. Ninguno habló durante largos segundos hasta que Dean finalmente lo rompió.

—Realmente lo hago, Sammy. Tienes todo el derecho a estar enojado conmigo. Pero te lo prometo, arreglaré esto.

—Lo que sea, Dean… -respondió Sam en voz baja.

— ¿Todavía intentaras venir? –preguntó. —Sé que estoy pidiendo mucho, pero sólo esta vez, ¡Da un salto de fe y vamos a encontrarnos! ¿Puedes hacer eso?

Escuchó a su hermano suspira.

—Lo intentaré. Te lo haré saber, ¿Vale?

— ¡Sí! ¡Genial! ¡Gracias Sammy!

— ¿De verdad tienes que llamarme así? Sammy es un gordito de doce años. Ahora tengo veintisiete.

— ¡Los viejos hábitos nunca mueren! –respondió Dean, un poco más alegre de lo que realmente se sentía.

—Biiien… Vale

—Dean, me tengo que ir. Te dejare saber –repitió. —Adiós Dean.

—Adiós Sammy.

La línea se quedó en silencio.

Dean pasó una mano por su corto cabello rubio. Sentía nauseas. Realmente había calculado mal los riegos que su ausencia causaría a su propia familia. Había estado tan condenadamente seguro de que habrían estado mejor sin él.

¿Cómo podría haber sabido que había sido difícil para ellos? Después de todo, Sam era el genio de la familia, el mejor hermano y más inteligente. Su padre, John Winchester, había dejado muy claro que estaba decepcionado con Dean cuando les dijo que se uniría a la Policía. John pensaba que sólo las personas inútiles se inscribían. Muchas veces trato de persuadir a Dean para que eligiera un camino diferente, como unirse al Ejercito, o trabajar en el garaje con él, o incluso intentar la ingeniería.

Pero Dean había hecho su elección y quería enorgullecer a sus padres. Se mató trabajando, obtuvo las mejores puntuaciones, lo que llevó a ser notado por el Capitán de la comisaria a la que se iba a integrar.

En ese momento, pensó que Sam haría todo lo que sus padre siempre habían soñado, él los haría sentirse orgullosos de una manera que Dean sabía nunca podría.

Y ahora…

Se golpeó la cabeza contra la pared hasta que le dolió tanto que tuvo que parar.

— ¡Estúpido, estúpido, estúpido! –siguió repitiendo.

Tenía su móvil a la altura de sus ojos. Quería llamar al no-doctor y decirle todo lo que había sucedido, pero no tenía su número de teléfono. Tendría que esperar hasta el próximo miércoles y seguramente marinarse en un guiso de autocompasión.

Pensó que tal vez debería salir y emborracharse.

En su lugar, se levantó, tomó una cerveza de la nevera, se sentó en el mismo lugar, abrió la botella y empezó a beber, con los ojos fijos en la pared delante de él.


Últimamente he decidido mejorar mi inglés y que mejor manera de hacerlo que traduciendo fanfiction.

Este fanfiction me llamó mucho la atención, de hecho fue de los primeros que leí en inglés [de Supernatural], y que me animé a pedir permiso para traducir. Y bueno, el Destiel es de mis OTP¿s supremas, so, era obvio que tenía que hacerlo.

Btw, espero disfruten leyendo así como yo lo hice al traducir, aunque admito que me llevó más de lo que esperaba. Gracias por leer.

Por cierto, este fanfic como otros que traduco y publico también puedes encontrarlos en Ao3 bajo una cuenta con el nombre AnBouwer, así que no es un déjà vu. Y actualizaré un día después que actualicé en Ao3.

No duden en pasar a la historia original para dejarle un comentario o apoyo a la autora. Pueden encontrarla como Hermineuh en Ao3 o en FanFiction bajo el mismo seudonimo.