Hace ya bastante tiempo salió una lista de las posibles embarazadas en varias series. Cada semana se iría eliminando a una. Sinceramente, no sé que pasó ni quién resultó ser la embarazada, pero me dio la idea para este fic.
Así que, ¡aquí va el primero! Van a ser dos capitulos ^^
Disclaimer: Lo de siempre. Los personajes de la Fox y tal.
PREGNANT: Capítulo 1
-¿Y de qué querías que hablásemos?
Hacía rato que la campana había sonado. Apenas nadie quedaba en la escuela, solo algunos últimos rezagados que se deban prisa en volver a casa. Por la ventana de su despacho, Emma podía ver cómo el sol comenzaba a esconderse y el cielo se teñía naranja. Sería una vista preciosa de no tener otras preocupaciones en mente.
Había elegido aquel momento para hablar con Will porque era en más íntimo. Nadie les molestaría.
Había ensayado su discurso cientos de veces, pero ahora que lo tenía frente a frente no sentía valor para decir nada.
-Pues… -estaba sentada en el borde de su silla, apoyando los codos sobre la mesa y jugueteando con sus uñas de las que no apartaba la vista- Yo…
¿Y si la rechazaba y le decía que no quería saber absolutamente nada? Seguro que hacía eso. En realidad, no sabía que buscaba en él exactamente. Pero era a la única persona que podía contárselo. Tenía que intentarlo.
-Will, yo… -le echó un rápido vistazo nervioso antes de susurrar- Estoy embarazada.
-¿Qué? –él se inclinó sobre la mesa para poder escucharla mejor. Lo había dicho tan bajito que no la había oído o no estaba seguro de haberla entendido correctamente.
Se aclaró la garganta armándose de valor. Más decidida, le miró a los ojos y se volvió a amedrentar, pero se obligó a sí misma a mantener la calma.
-Estoy embarazada.
Will hizo una mueca y abrió y cerró la boca varias veces como si quisiera decir algo pero no conseguía articularlo.
Oh, seguro que ahora la odiaba.
-Emma… -fue lo único que dijo.
-Déjame contarte lo que ocurrió –pidió. Antes de que a él le diese tiempo de oponerse, comenzó:
"A Carl le encantaba planear nuestras citas. Cada fin de semana me sorprendía con algo genial, divertido e inesperado. A la vez que todo eso me asustaba, me extasiaba a partes iguales. Me llevaba toda la semana preguntándome que estaría preparando, al acabar los viernes deseaba con todas mis fuerzas que fuese lunes de nuevo. Por supuesto que esa vez no fue diferente. Cuando desperté él ya lo había preparado todo. Parecía más entusiasmado que nunca. Me dio la impresión de que hacía tiempo que deseaba hacer aquello.
Sin duda, fue un día increíble. Me había divertido tanto que pensé que nada podría hacerme infeliz de nuevo en toda mi vida. Me sentía feliz y afortunada de tener a un hombre tan espectacular a mi lado. No se olvidaba de nada, y tenía en cuenta todos los detalles, incluso los que yo pasaba por alto.
Seguramente, si aquel día en el campo lo hubiese pasado con otra persona, habría sido bastante horrible. Estar rodeada de bichos e insectos revoloteando, y ramas que arañaban mis tobillos no era precisamente lo que más me gustaba. Siempre he sido una chica de ciudad. Pero él me hacía olvidarme de todo. Incluso consiguió liberarme de mi vergüenza aquella noche cuando me guió a la habitación a base de besos y caricias tiernas e íntimas hasta que finalmente..."
-No es necesario que sigas –la interrumpió Will.
Ella se lo agradeció bastante. Prefería no tener que hablar de esos temas específicamente. Aún se sonrojaba.
Se paró a ver la reacción en su rostro. Sabía perfectamente que no le hacía ninguna gracia que le estuviese contando todo aquello, que le dolía. Pero era absolutamente necesario que conociese la historia desde el principio para que pudiese juzgarla.
-Enhorabuena. Es... genial –suspiró por cortesía tratando sin éxito de sonreírle mientras hacía el ademán de levantarse. Quería irse a casas y desahogarse tranquilo. Se sentaría en el sofá, pondría el canal de deportes y posiblemente lloraría mientras en la pantalla cantaban los goles que a él no le interesaban en absoluto.
-¡Espera! –estiró su brazo hacia él para que se quedase donde estaba- Déjame terminar, Will.
Dudó. No quería oír nada más, pero tampoco podía negarse a aquella mirada. Se maldijo a sí mismo mentalmente por volverse a sentar, y se preparó para sentir sangrar su corazón en silencio.
Emma se inclinó hacia delante, aunque no quedaba nadie que les pudiese oír.
"Al principio ni siquiera me lo planteé. Lo último que pensaba es que acabaría así, Will. Tardé tanto en darme cuenta. Creí que era un simple retraso y no le di más vueltas. Nunca en mi vida había tenido antes esa preocupación, aunque he tenido muchas más que no han parado de agobiarme. Incluso le he dado importancia a asuntos que la mayoría de la gente, y no solo mujeres, no prestarían ni la más mínima atención. Carl me hacía sentirme bien conmigo misma y me ayudaba a ahuyentar los miedos que me aterrorizaban. No era milagroso, pero era mejor que nada. Con él nada podía salir mal. Por primera vez, no estaba sola, sino que tenía a alguien a mi lado que tomaba decisiones por mí, que además, sólo me supondrían bien. Pero las pruebas cada día se hacían más y más evidentes, y me empecé a asustar. No supe que hacer. No me atrevía a contárselo. ¿Qué pensaría de mí? ¿Y si no le gustaba? A lo mejor no quería a una mujer encinta tan pronto...
Así que decidí enfrentarme yo sola hasta asegurarme.
Por mucho que lo desease, la maldita prueba siempre daba positivo.
-No, no... –gemí agitando el palito para que cambiase. Lo tiré al suelo con energía y se rompió con el golpe, pero no varió.
¡Maldita sea! Ahora, ¿qué iba a hacer? No me sentía para nada preparada. Cuando estaba saliendo de mis problemas, me metía en otro peor. ¿Por qué demonios no podía haber terminado de hacerlo bien? Tantos años de espera, e iba y metía la pata hasta el fondo. Era una tonta, ¡necia! Me había quedado embarazada en mi primera vez. ¡Yo! Yo, que le decía a los adolescentes que tenían que tener cuidado. Yo, que me sabía los folletos de memoria. Me avergonzaba de mí misma.
¿Y ahora que iba a hacer? Era mucha responsabilidad. Bueno, nunca había tenido un bebé antes, pero lo sabía. Y lo peor, ¿qué iba a pensar Carl sobre todo esto? Seguro que tampoco esperaba aquello, ¿o sí? Quizá lo había hecho a posta. Algunas veces hacía cosas como esas. Es decir, tomar decisiones sin consultarme porque yo nunca habría aceptado de haberme preguntado pero que luego siempre terminaban gustándome. Así que no sabía que pensar.
Lo mejor era hablarlo con él. Seguro que aliviaría mi preocupación. El problema es que no me atrevía. Durante meses no fui capaz. Me callé y traté de disimularlo.
Creo que me notó extraña. Y así era. No dejaba que me tocase más de lo necesario. Es decir, casi para nada. Me ponía nerviosa. Me recordaba a... aquel día. Y si me acordaba de aquel día me acordaba de la pequeña cosa que crecía dentro de mí. Entonces tenía una recaída y me tenía que poner a limpiar como loca. Es más, me estaba volviendo loca de verdad.
-Emma, para –me pidió, y yo le ignoré.- ¡Para! –me quitó el trapo de las manos y antes de que pudiese volver a cogerlo se lo llevó lejos. Me cogió de los hombros y me miró.
-¿Qué te pasa?
-Nada –dije rápidamente evitando mirarle. Quise escabullirme pero me agarró con fuerza y no pude moverme- Nada, de verdad.
-Emma, mírame –me pidió con su voz dulce que tantas veces me encandilaba. Obedecí con la culpabilidad pintada en los ojos- Vamos a hablar, ¿de acuerdo?
Asentí y me dejé llevar hasta el sofá, donde se sentó a mi lado.
-Estás muy nerviosa, Em. Me preocupas. Sé que hay algo que te reconcome por dentro –yo no podría haberlo dicho mejor- Cuéntame.
Me mordí el labio, nerviosa, y volví a bajar la mirada.
-Nada, Carl. Estoy bien –aparté las manos de entre las suyas donde las había atrapado.
-Emma –dijo en tono de reproche y me obligó a mirarle a los ojos.
Era el momento, ¿no? Ahora o nunca. Me lo había pedido él y así no tendría porque volver a iniciar ninguna conversación. Sólo soltarlo y se acabó, así de fácil. Venga, ¡yo podía! No era tan difícil, sólo dos palabras. Ya no lo pensaba más.
-Estoy embarazada.
Aguanté la respiración esperando su reacción."
Will se revolvía incómodo en su silla. Emma conocía esa sensación. La había vivido muchas veces cuando le había contado sus asuntos con Terri. Lo sentía por él, pero lo necesitaba mucho. Ahora le tocaba a él devolverle el favor.
-¿A dónde quieres llegar? –preguntó pasándose la mano por el pelo- Si quieres que te diga que me alegro por ti, te lo digo, o... no sé, Emma, no sé qué quieres. Pero no creo que todo esto sea necesario. Si quieres que comparta tu felicidad... lo siento. No puedo. Te mentiría si te dijese que lo hago.
-No, es que... –se le hizo un nudo en la garganta. Se llevó la mano a la boca para acallar sus sollozos. Le daba vergüenza que la viese llorar.
Abrió el primer cajón y entre todos sus papeles ordenados había unos que sobresalían, precisamente los que ella sacó. Y empujó sobre la mesa para que Will los leyese. Él se inclinó para echar un vistazo y a medida que avanzaba en la lectura se le cambiaba la expresión.
Aguardó a que terminara y diese su opinión.
-¿Te ha dejado? –aunque estaba bastante claro, quería terminar de asegurarse.
Asintió y se aclaró un poco la garganta para que su voz no sanase tan rota.
-Me llegaron esta mañana. Cuando... cuando se lo dije... bueno, no era en absoluto lo que él esperaba. Se fue dando un portazo. No le he visto desde entonces –suspiró bajando la mirada.
Desde el día en que se enteró que ambos estaban saliendo deseaba que llegase el momento en el que cortasen. Pero no así. Ese capullo no la había dejado solo a ella, sino también a aquella pequeñita responsabilidad que era la que más terminaría sufriendo a largo plazo sin tener culpa alguna. ¿Cómo había podido llegar a pensar que al fin y al cabo Carl estaba siendo un buen tipo? Ahora le entraban ganas de estrangularlo. Es más, si le veía... no respondía a sus actos.
Apretó los puños sobre las rodillas, tan fuerte que los nidillos se le volvieron blancos.
¡Y ella! Tenía las manos apoyadas en su regazo donde fijaba la mirada mientras sus mejillas se humedecían cada vez más por las lágrimas.
-¿Le vas a...? –preguntó devolviéndole los papeles del divorcio.
-Sí, no quiero saber nada más de él en mi vida –contestó con tal firmeza que le asustó- Y... también a él –se puso las manos sobre el bajo vientre- Esto me viene muy grande.
-¿Qué quieres decir? –preguntó levantándose y rodeando la mesa.
Estaba aterrada, no podía tener un bebé. Era demasiado lío. Muchas preocupaciones. Excesiva responsabilidad. Y ella no se veía capaz. Sus problemas, su misofobia en la que había recaído las últimas tres semanas desde la partida de Carl. Si no podía cuidar de sí misma, ¿cómo lo iba a hacer de otro ser más indefenso y necesitado que ella?
-¡Emma! Pero, ¿tú te oyes? ¿Cómo vas a hacer eso?
-No puedo, Will.
La abrazó fuerte entre sus brazos.
-Tranquila... –susurró mientras sus lágrimas le mojaban el hombro de su camisa- Yo sé que puedes.
-No, no, no... –ella negaba enérgicamente con la cabeza- Esta tarde llamaré a la clínica, y...
-¡Emma!-exclamó cogiéndola por los hombros y poniéndola frente a él- ¡Deja de decir tonterías ya! Dime, ¿de cuánto estás?
-De... cuatro meses –susurró casi avergonzada. Eso era mucho tiempo desde su descubrimiento hasta haber sido capaz de admitirlo en voz alta.
-¿Estás loca? ¿Sabes lo peligroso que es eso? –las palabras de Will la hicieron llorar con aún más fuerza. Estaba desesperada. Lo único que deseaba era salir de ese gran lio donde se había metido. Antes de casarse con Carl, antes incluso de conocerle, antes de los tonteos con April y Shelby. Esas pocas semanas si que habían sido buenas. Muchas veces soñaba con despertar de esa pesadilla y continuar viviendo esos días.
-Yo sola no puedo... yo sola... –balbuceó de forma que a Will le costó entenderlo
-Escúchame –ella seguía gimoteando así que tuvo que repetírselo- Escúchame, Emma. ¿Me estás escuchando? –asintió un poco más calmada- No estás sola. ¿Qué te hace pensar eso? Él puede que te haya abandonado (ese cabrón), pero yo no. Somos amigos, ¿recuerdas? Voy a ayudarte en todo lo que te haga falta, si tú me dejas –hizo el ademán de interrumpirle para decir que no iba a permitir que hiciese tal cosa, pero se le adelantó- Para mí será maravilloso ayudarte a sacar a tu hijo adelante -le acarició tiernamente le vientre, y recordó cómo Terri nunca se lo había permitido- No dejaré que lo paséis mal. Estaré siempre que me necesites. ¿Me dejarás?
Emma, cuyos sollozos se habían ido apagando a medida que hablaba, ahora le miraba en silencio con los ojos acuosos. ¿Le estaba proponiendo lo que ella creía? Realmente, no había esperado que le diese esa contestación y ahora no sabía que responder. Las hormonas daban vueltas por su cuerpo y no podía pensar bien.
-Will... Oh, Will, Will... –cayó de la silla de rodillas frente a él y le aferró volviendo a llorar son poder parar de repetir su nombre una y otra vez. Sintió como sus fuertes brazos la rodearon, dándole la seguridad que necesitaba en aquellos momentos.
