No necesito
-No necesito que me cuiden como si fuera una niña pequeña -protestó Lily, exasperada.
-Me alegro, porque yo sería espantoso. Como niñera -repuso él, al tiempo que posaba las manos sobre los hombros de Lily-. Relájate -añadió.
-Estoy relajada.
-Chorradas: estás muy tensa.
Era verdad. Sentir el calor de james tan próximo a su cuerpo le producía un cosquilleo electrizante en el estómago.
Un relámpago surcó el cielo y, en algún lugar lejano, explotó el ruido de un trueno. El viento, cargado con olor a lluvia, ahuecó el cabello de Lily. La tormenta estaba cerca, muy cerca; tanto que casi podía palparla...
Debía pedirle que se fuera, entrar en casa y analizar sus sentimientos con calma; pero resultaba difícil seguir los consejos de aquella vocecilla interior cuando james le estaba aflojando los músculos de los hombros y del cuello.
Finalmente, en vez de poner distancia entre los dos, accedió a cerrar los ojos y se abandonó al placer de aquellas caricias. -Así está mejor -comentó james
. -Sí... -ronroneó Lily mientras él le masajeaba con fuerza y delicadeza al mismo tiempo.
Cuando james comenzó a acariciarle circularmente el pelo y las sienes, un nuevo rayo incendió el cielo. Entonces notó la boca de james, posándosele en el cuello, y el deseo disparó la temperatura de su sangre hasta hacerla hervir.
-Lily... -murmuró él mientras deslizaba las manos por los flancos de sus senos. Lily notó la firme y cálida erección de james, se mordió el labio inferior y deseó que éste le hiciera el amor sin más dilación-. Lily... -repitió él con voz ronca. Luego desplazó las manos hacia su estómago, las introdujo bajo su camiseta y ascendió hasta detenerlas en la base de los pechos.
Lily contuvo el aliento, deseosa de que la tocara y aliviase el dolor de su piel. Entonces, como si hubiera escuchado su súplica silenciosa, james abarcó sus pechos, le rozó los pezones, los pellizcó...
-Deberíamos parar -susurró ella, en medio de aquella marea de sensaciones placenteras.
-Cierto -musitó james.
