Juju! Molestando otra vez por aquí, otra de mis bien cortas ideas, que, para variar, contiene un poco del sufrimiento de mi preciosa cerecita ^o^ Y Yuushi malo otra vez es la cuasa... u.u XD Ojalá le guste y si dejan su review automáticamente participan en el sorteo por un microhondas (n.n mentira ó.ó)
Chicle
No necesitó ni tres segundos para asimilar la situación. Parpadeó una, dos, tres veces luego de oír un sonido parecido al de algo reventarse. Y después se rió. No podía de otra manera, el verlo así, con su típica mueca de descontento y el pelo todo pegajoso, era para el tensai un verdadero deleite.
-¡Te divertiste ya lo suficiente!- le gritó enojado el pelicereza.
-¿Quieres que te sea sincero? No- respondió riéndose aún el peliazul.
-¡¡¡!!!- el más pequeño le lanzó una mirada furibunda, dándole luego la espalda y dirigiéndose hacia la puerta murmuró algo como fracaso de novio. Sin embargo, antes de que pudiera salirse del salón, su pareja lo detuvo, agarrándolo por la muñeca y obligándolo a volver a sentarse en su sitio. El acróbata soltó indignado un bufido, sin dejar de mirar de manera asesina al de lentes.
-¿Qué?-
-¿Cómo que qué?- Yuushi se sentó en la mesa continua. –Por más que te molestes conmigo, nuestro castigo no acabó aún-
-Al diablo con el castigo, al fin y acabo todo es tu culpa-
-¿Mi culpa?- respondió fingiendo estar ofendido el tensai.
-¿De quién más?- le espetó mordazmente el más pequeño.
-Déjame recordarte que no fui yo quien se la pasó durante toda la clase tirándole papelitos a todo aquel que estuviese a su alcance- y esquivó un dichoso papelito que fue disparado en su dirección –…hasta que el profesor lo agarrara- sonrió.
-¿A sí? ¿Y entonces, qué hace aquí el inocente tensai?- la sonrisa de dicho tensai desapareció. No le agradaba para nada el hecho de que Gakuto se burlase de esa manera. Primero, porque lo ofendía (aunque obviamente no lo demostraba), y segundo, porque significaba a la vez que el pelicereza quería pelear. Y pelear con un Mukahi no siempre era divertido…
-¡Ja! Y ya no respondes na…-
-Gakuto, por favor, no empieces. Si te digo por qué estoy aquí, te vas a enojar- cosa que de todas maneras va a suceder, añadió en su mente el más grande.
-Claro… Cómo quieras- contestó sin poder ocultar su irritación el acróbata.
Por un largo rato ninguno de los dos dijo nada. A excepción de algunas exclamaciones en voz baja de parte del pelicereza, había silencio. El tensai no pudo evitar mirar de reojo a su novio y, mentalmente, sonreír. A pesar del mal humor del otro, seguía pensando que se veía tierno con esa carita de concentración, mientras que trataba de sacarse el chicle del pelo. O, hasta cierto punto, tentador…
Y con ese pensamiento se levantó de su sitio y, con una macabra sonrisa, se acercó a prestarle ayuda a su cerecita.
