Entre dos colmillos.

Existen esos tipos de noches obscuras en las que tu único acompañante es la ausencia de luz y la soledad misma. Caminar bajo aquella lúgubre penumbra suele llevar consigo una sensación de inquietud que va de la mano con ese inaceptable deseo.

Aquellas noches en las que el viento cruje y no se apiada de ningún ser que camine bajo su sombra. Apresuras tu paso y tedas cuenta de que no tienes escapatoria a ese ser de belleza incomparable y afilados colmillos sedientos de ese néctar celestial que deleita su paladar con tan solo percibir el olor de tu… sangre.

Él no puede detener sus instintos, no tienes ventaja, terminas entregándote voluntariamente. Todos sabemos que no te resistirás a su generosa oferta.

Succionan de ti hasta el último aliento que te queda mientras sigues con vida; tratas de jadear pero tus intentos son inútiles, sabes que no se detendrá. Después de todo, su presa, es tu cuello.

¿Cómo describir mi experiencia? ¿Cómo describirla? Si soy el objeto que satisface la sed del hematófago que esta frente a mí.

Si ambos estamos hundidos y entregados el uno al otro, debo admitir que es una situación dolorosamente placentera.

Como toda una súper fan de Vampire Knight, en unos de mis momentos de locura e inspiración salió este texto que… espero disfruten.