Mira sus ojos y espera ver que la reconozca. Su mirada verde, la atraviesa se sentía tan ausente y distante. Brillaba de tristeza y de inseguridad, resplandeciendo de temor y soledad.

Dudando quien estaba en su piel. Vacilando quien era ella, frunce el ceño, hace un gesto de confusión, niega con la cabeza como si le causara dolor tratar de recordar, algo que no estaba en su cabeza.

Que había desaparecido. Él mira hacia arriba y ella se acerca a él y por un segundo, jura que todavía puede ver el reconocimiento en sus pupilas, pero de inmediato, se recuerda que no era así.

Ahí estaba. Sin embargo, él estaba preso de ese maldito mal, quien apago la luz de su ser, arraso con sus recuerdos que nunca van a volver. Su memoria no tiene tiempo ni lugar.

La enfermedad le está robando todos sus recuerdos y pronto ella será otra persona, otra cara que no reconoce y los pequeños momentos de lucidez se disolverán para siempre.

Se fue tan de a poco que nunca dijo adiós y aunque, sabe que su nombre no pronunciara. No le dolía oírle contar como fue su primer beso.

—¿Cómo te llamas?

Y en medio de esa guerra de rabia y desconcierto. Adrien se va perdiendo. Su enfermedad recién ahora empezaba a decaer. Sentía que todavía la amaba, que reconocía que ella era importante en su vida, aun si nombre se le escapaba.

—Marinette...

Fue tan difícil para ella, pronunciarlo. Siente una punzada en su corazón, al ver como la miraba fijamente, con esos hermosos, pero frustrados ojos, que no recuerdan, ni idea de quién era ni de lo que decía.

—Marinette...

El siente el nombre en sus labios y lo prueba. Pero ahí queda.

Ella continúa la conversación con él, pero es difícil de seguir, no tiene sentido hablar al azar, sus momentos lúcidos son cada vez menos frecuentes. Al menos no se frustraba al saber que estaba olvidando cosas, caras, nombres. No sentía miedo, furia, al no poder encontrar esos recuerdos que se fueron. Simplemente, ahora olvida que olvida.

Los años se están borrando lentamente y ella casi está llorando mientras él le habla. El silencio cae entre ellos por unos minutos. La mujer cree que ha olvidado que ella ha estado ahí por un buen rato.

Un brillo aparece en sus ojos y pronuncia su nombre, mientras estira su brazo para que se acerque, ella lo hace con emoción, lágrimas se escapan. (¡Adrien!)

—Te extraño—La mira profundamente a los ojos—Te amo, Marinette.

Apoya las dos palmas en sus mejillas y la besa suavemente en sus labios.

Solo minutos de lucidez, antes de que se olvide que la llamó, la besó. Luego vuelve a su pequeño mundo, vuelve a preguntarle su nombre.