Para muchos el amanecer es lo más esplendido del mundo, el calentarse con la luz solar definitivamente deja invadir a tu cuerpo una sensación de calidez. Sin embargo, no me agrada el sol pero tampoco lo odio. No es nada personal, simplemente que el verlo me mataría, mientras que la noche me consuela, me hace recordar un poco a mi hogar. Creo que es por eso que me agrada, bueno hay muchas cosas que amo de la oscuridad, como hacer que las personas de cuchelandia exploten y así. El día iniciaba y como buena reina vampiro solo decidí ignorarlo y volver a dormir en un lugar un poco más oscuro. El dormir tampoco me agradaba del todo, generalmente antes de dormir recordaba aquel dulce aroma que tanto me abrumaba, al igual que a su dueña. Me pregunto qué demonios estará haciendo Bonnie. De seguro algo que requiera mucho tiempo.
Dormí demasiado tiempo después de eso. Al abrir los ojos encontré que Hambo me veía sonriente como siempre. Lo abrase.
–Debo arreglarme, amigo. Iré al palacio.
Deje a Hambo sobre la cama dirigiéndome al baño, me alistaría para partir al dulce reino, no es la idea más genial, pero deseo verla. La vestimenta seria la usual, no porque sea una princesa usare mis mejores galas. Con unos pantalones de mezclilla, una blusa negra y la franela roja bastará. No suelo hacer nada con mi cabello más que cepillarlo, eso si es que no me da pereza el hacerlo. Odio esas niñerías de las princesas de pasarse horas arreglando el cabello, ese tiempo lo puedes emplear de mejor manera como comiendo, molestar a Jake, no lo sé, existen miles de cosas que puedes hacer.
–Vuelvo al amanecer. Hambo cuida de la casa.
La luna aun no se alzaba, no faltaría mucho para que lo hiciera. Es por eso que debí tomar el sombrero más amplio que encontré, aun el sol podía dañarme. Como caminar era de mortales, la reina de los vampiros claro que no andaría, volaría hasta chuche donde el árbol significaba lo primero que se topaba a la vista. Seguido por los muros de lo que yo creo que es pastel, el lugar favorito para hacer la pose del pensador de los guardias de chicle. Siempre me sorprendió el hecho de que siendo yo la grande y poderosa Marceline la reina de los vampiros hija del rey de la nochosfera fuese considerada como una presencia no maligna, incluso me suena a ofensa. Aunque la idea de tener que enfrentarme a los guardias de chicle incluidos los inútiles banana–guardias cada vez que vengo me da pereza. Pero me da mucha más pereza e incluso molestia él nunca encontrar a Bonnie por ningún lado, bueno, si se donde se encuentra, sumida en las tinieblas de su condenado laboratorio. Incluso creo que prefiere ese lugar a mí. Es decepcionante que incluso nos pongamos de acuerdo para vernos que ella lo olvide o que se encierre en esa cosa ignorándome totalmente. Llevamos saliendo desde antes de salir en gira con las Reinas del Grito, por Glob. Claro que en ese tiempo tenía tiempo para mí. Vamos, conozco a la señorita ¨tengo 18 años¨ desde hace poco menos de 820 años, prácticamente le pude haber cambiado sus pañales de oro. Para los que se preguntan, tenemos alrededor de 200 años de diferencia y si, realmente es divertido hacerle enojar con su edad.
–¿Qué hay Bonnie?
–Ah Marcelina – me dio un tubo de ensayo – me alegro que hayas llegado.
Al menos le alegra mi presencia. Sonreí dispuesta a contestarle con alguna broma pero la boca no le paro.
–Necesito que me ayudes a conseguir sangre de demonio.
–¿Eh? ¿Para qué quieres eso?
–Quiero comprender que es lo que tienen que prolonga su vida a casi la inmortalidad, si pusiera eso en una botella, no tendría por qué preocuparme por el reino con la posibilidad de morir. Goliad no fue la mejor de las ideas.
Se suponía que iríamos a las ruinas a las afueras de Ooo a explorar, un lugar misterioso que yo conocía a la perfección. 1020 años es demasiado tiempo para explorar todo el mundo incluido su cráter, ¿no lo creen? Prácticamente conozco Ooo y más allá de las tierras conocidas o reinos. Inclusive he estado en otra dimensión, la nochosfera. La princesita lo sabía, pero a diferencia de mi, ella a pesar de que ha vivido demasiado tiempo se la ha vivido posando su trasero real en el palacio. Rara la vez que sale de chuchelandia y gracias su benevolente vampira.
–¿Algo más que se le ofrezca, su alteza serenísima?
Pregunté sarcásticamente, el pedirme sangre de demonio… Mi padre es un demonio, no es que lo estime mucho es sólo que no puedo evitar sentirme como ciencia, aquella rata simpática que se encuentra entre cuatro cristales. Observada y esperando a que requiera mi ayuda. Además, yo soy medio demonio, y no daría mi sangre sin pelear. Realmente ese líquido demoniaco es poderoso, ella no sabe con qué se está metiendo.
–Vamos Marcy, no actúes como niña.
–Princesa boba – mencione algo molesta – ¿Qué no se suponía que iríamos a las ruinas?
–Me encuentro en medio de una investigación importante, no tengo el tiempo para andar correteando contigo.
Su voz era dulce, amable, notoriamente no estaba fastidiada, incluso creo que usaba su tono de ¨seré comprensible porque no sabe nada¨ que solía emplear con Fin. Que detestable y sin embargo, sigo aquí atada al recuerdo de cuando nos divertíamos y nos abrazábamos. Algo muy romántico y no hablo del sentido en que todos se aman, sino en que es algo demasiado agradable. Salir con una estúpida princesa no tiene sentido, nunca tendrá el tiempo para ti. Incluso dudo que los príncipes tengan tantas labores y si las tienen ¿Cómo demonios un príncipe se consigue a una princesa si ninguno de los dos tiene tiempo? A pero eso si, a dejar descendencia inmediatamente. Incluso las pobres almas plebeyas que desean ser llamadas ¨princesa¨ realmente no saben en el enfrasque que representa el serlo.
–¿Entonces solo me esperabas para pedirme la maldita sangre de demonio! ¡Soy un demonio Bonnie! ¡Un demonio que no quiere volver a la Nochosfera! ¿Qué se supone que haga? ¿Que diga ¨Padre dame tu sangre¨? Mejor pídeselo a tu heroesucho y su perro parlante.
Únicamente giro su rostro ojeroso hacía mi, con esa expresión hipócrita de de ¨¿En serio?¨. ¡Sí mi vida, en serio! ¿Acaso creía que no tenia dignidad? Ni que estuviese tan desesperada. Su siguiente acto fue negar sonriendo ligeramente, como si repensara las cosas. El silencio molesto que siempre azota llego, cansada me senté en una silla de caramelo con mi cara de molestia mientras absorbía el color rojo de lo que parecía una pluma hecha de dulce navideño. el color rojo de lo que parecía una pluma hecha de dulce navideño. Y sin más seguía ahí. Estoy completamente segura que ni por Ash hubiese pasado esto. Esa condenada Bonnibel tiene algo que me hace actuar impropiamente, como si fuera otra persona, como si incluso dependiera un poco de ella. ¡Arrg! Esta estúpida cosa del ¨amor¨.
–Entonces se lo pediré a Fin – dijo – Siempre te has visto linda con tus pucheros de niña.
No respondí, el orgullo no me lo permitió. No porque ¨endulza¨ sus palabras voy a ceder. Ella sonrió un poco más ampliamente quitándome el tubo de ensaye. No sé si porque le parecía ¨linda¨ o simplemente porque tenía razón. Aparte de estar enojada estaba levemente sonrojada. Siempre pasaba cuando decía algo así. Un pequeño cumplido como ese, hacia que me alegrara. Claro que no se lo haría saber, se supone que estaba molesta, haciendo puchero y con el orgullo por los cielos.
Bonnie continúo con sus experimentos, pero ahora con la ayuda de Ciencia. Se olvido pronto que me encontraba ahí. Yo representaba su compañía en la soledad de su cuarto blanco. El explorar el laboratorio había dejado de ser divertido hace ya una eternidad, incluso podía andar con los ojos cerrados sin romper nada así que decidí comprobarlo. Me estrelle en el primer muro que encontré. Al no recibir regaño, vi que tanto tenía entretenida a Bonnie, se había quedado dormida. Si, estaba agotada. ¿Qué más se le podía hacer? La cargue cuidadosamente, ah… su rostro dormido se veía tan lleno de paz, tan hermoso, tan delicado, es una diosa. La lleve a su dormitorio para recostarle en la cama. Por más que busque la camisa que le había dado, la que según ella usaba de pijama, no la encontré. No tenía ropa que luciera como pijama. Estoy segura que el dormir con una bata de laboratorio y vestido no son del todo cómodos. Le prestaría la franela sólo esta noche, al igual tengo varias en casa.
–Mi bella Bonnie…
Aquel suave beso que le entregue, me hizo recordar cuando correteábamos por ahí, antes de que tuviese que hacerse responsable del reino, sin duda el tiempo era demasiado valioso. Lo malo de mi inmortalidad hace que el tiempo no importe, sin embargo, ella no es inmortal aunque su tiempo de vida lo parezca. Se preocupa demasiado por su reino, tanto que creó una esfinge por si algún día moría. ¿Qué pasaría conmigo? ¿Nunca se lo había preguntado? Yo no deseo un ¨clon¨ o una ¨princesa–bot¨ como lo había hecho con aquel chico que deseaba su compañía. No, yo quiero la real.
–Descansa – bese su frente y partí.
No tenía ganas de volver a la casa, vagaría un poco por Ooo. Tal vez a las ruinas. Mientras volaba, contemple una extraña caverna, investigaría. Si existían monstruos lucharía, un poco de ejercicio no me vendría mal. Me decepciono el no encontrar ni un solo lobo apapacho al cual patear, por el contrario, llegue a un cuarto de espejos. Eran 5 en total, todos me reflejaban pero conforme iba cerca de cada uno el reflejo cambiaba. El primero me reflejaba exactamente como me encontraba sobre él, se encontraba grabado ¨Eee¨. Pero el segundo…
–Hola sexy vampiro ¿Vienes mucho por aquí?
En el segundo era un chico vestido idénticamente a mí, y sobre el mismo espejo se leía ¨Aaa¨. El tercero mostraba un lugar demasiado similar a las ruinas, pero sin ser ruinas, los edificios no estaban destruidos, por el contrario, se encontraban en buen estado pero ahí portaba ropa jodidamente genial sumado del bajo, como si revivieran mis días de roquera, lo curioso fue que tenía una de esas batas como las de Bonnie atada a mi cintura. ¨T¨ se encontraba grabado ahí. La cuarta representaba a ¨Iii¨, en el me veía con un vestido de corsé negro lleno de toques rojos, como toda una vampiresa. Cuando las personas dicen ¨reina vampira¨ seguramente, se imaginan a una chica de cabello negro, hermosa, con un vestido que diga el titulo por todos lados. Cuando llegue al cristal con ¨Uuu¨, casi morí de risa. Esa chica claro que no era yo, su piel mucho más pálida que la mía tenía el aspecto de ser digna de un residente del reino de dulce, además su cabello parecía algo gelatinoso, como si fuera dulce. Ah pero el vestido estaba para matar, como el de Bonnie pero en rojo. Dudo que ponga algo así. Hice varios movimientos para ver si cambiaba la imagen, pero no lo hizo. Trate de tocar el espejo. No entendí lo que ocurrió, fue como si me hubiese caído de narices, frotando mi nariz salí de la caverna. No volé esta vez ya que el golpe me había dejado desorientada.
–¡Princesa!
Escuche a lo lejos, ignore completamente ya que yo no soy una princesa, soy una Reyna. De pronto, sentí como alguien jalaba mi ropa y baje la vista.
–¿Mentita, que haces aquí?
La menta me vio sorprendida, como si hubiese perdido la cabeza.
–He venido a buscarle. No regresaba al palacio y me asuste, lo único que recuerdo es que salió volando por el balcón con esa vándala de Bonnibel.
–Señor usted me confunde.
Incluso imite el asentó de Jake. Seguía riendo, no podía evitarlo. ¿Acaso me creía la dulce princesa? Incluso me revolqué en el piso de la risa por su ¨vándala de Bonnibel¨. ¿Pueden imaginarla de vándala? Realmente era cómica la visión de ella que me llegaba, como si se hubiese disfrazado de motociclista, cholo o un bandido. Y luego con su leguaje tan refinado que mantenía su alteza, el imaginarla hablando al estilo callejero. Prácticamente lloré.
–¿Qué es lo que le hace tanta gracia?
Reclamó molesto y con las manos en la cintura.
–Pues, que me crees la princesa de chucheandia.
–¿Se golpeo la cabeza majestad? ¡Usted es la princesa de chuchelandia! – me tomó de la mano y comenzó a arrastrar – ¡Debemos volver al palacio! ¡Sus súbditos están preocupados!
