Hola gente bonita que está leyendo esto! Vengo con esta nueva historia que en realidad no tiene nada de nueva; la idea me surgió hace como 7 años ( :O ¿tanto ya? ) y con el paso del tiempo la fui desarrollando poco a poco en mi mente, pero creo que ya es momento de empezar a escribirla propiamente y compartirla con ustedes, a ver qué tal sale. Espero por ahí que por lo menos alguien la encuentre interesante. Esto es tan sólo el inicio y si todo marcha bien creo que será una larga historia. Si les gusta no duden en decírmelo, y sino también. Gracias por leer! :)

Summary: Ellos han sido mejores amigos durante los últimos años creyendo que era la única forma en que podrían estar juntos para siempre. ¿Pero hasta cuándo se pueden mantener las barreras entre el amor y la amistad? ¿Se darán cuenta a tiempo que son el uno para el otro? ¿O cuando abran los ojos ya será demasiado tarde?


Le prometeré la luna

By Aurum Black

Prólogo

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Ginny Weasley se encontraba observando el atardecer por la ventana de su habitación en la madriguera, absorta en el pensamiento de todo lo que había sucedido, como si fuera una historia que alguien más le había contado, aunque en el fondo estaba muy consciente de que le había tocado presenciarlo y vivirlo.

Habían transcurrido tres meses desde la batalla final en Hogwarts en donde Harry Potter había vencido por fin al señor tenebroso. El mundo mágico se encontraba inmerso en ese periodo de tranquilidad después de la terrible tormenta que había sacudido a todo y a todos por completo, dejando innumerables pérdidas, tanto materiales como de seres queridos. Habían sido tres meses en que las personas se apoyaron unos a otros a través de la pena y el dolor, tres meses en que reconstruyeron sus vidas con los trozos que habían quedado deshechos.

Ginny había pasado duros momentos al asimilar una vida donde Fred ya no estaría. Toda su familia, amigos y conocidos habían sufrido por todas y cada una de las pérdidas. Fred, Lupin, Tonks… tantos y tantos seres queridos que habían perdido en esa horrorosa guerra y que nunca volverían a estar con ellos. Los días de luto fueron muy difíciles, sin embargo con el paso de los días el dolor se fue haciendo más soportable y la esperanza de un futuro tranquilo y feliz los fue inundando.

Entonces vio un par de figuras cruzar por su jardín. Al reconocerlas perdió el hilo de sus pensamientos y una sonrisa se formó en su rostro. Eran Ron y Harry, yendo a hacer vaya a saber qué cosa. Últimamente, desde que Ron y Hermione se habían hecho novios de manera oficial, rara la vez podían tener tiempo para ellos, así que le alegraba verlos juntos para variar. Durante los últimos tres meses la relación entre ella y Harry había quedado un poco inconclusa, para su gusto, aunque en realidad no podía quejarse. Harry había pasado por demasiado y no quería presionarlo más de lo que ya lo hacía. Se decía constantemente que tenían una vida por delante, y una vez que las aguas terminaran de calmarse entonces todo se acomodaría. Sin embargo al final siempre terminaba con un mal sabor de boca y un sentimiento de intranquilidad, que el propio Harry se encargaba de transmitirle. Él no le platicaba mucho, pero por lo que percibía aún se encontraba preocupado, como si la guerra todavía no estuviera terminada y el peligro siguiera acechándolos. Aunque no se lo dijera, Ginny podía darse cuenta que Harry tenía miedo y hubiera dado cualquier cosa a cambio de que él acudiera a ella para calmar sus temores, que se apoyara en ella como lo hacían Ron y Hermione, pero no era así. No sabía asegurar si ella y Harry habían vuelto a ser novios o no, puesto que nunca lo habían hablado y habría creído por completo que no lo eran, de no ser porque había momentos en que él se acercaba a ella brindándole gestos de cariño. Como esa vez en el funeral de Fred, que después de abrazar a su madre sintió desfallecer y entonces la mano de Harry tomó la suya y luego sus brazos la envolvieron dándole el soporte que no sentía tener. O todos esos besos en la frente que a veces le daba al desearle buenas noches. O todas las veces que lograban escapar del gentío rondando en la madriguera y conseguían un rato a solas, donde fundían sus sentimientos en besos a escondidas. Muchas veces Ginny había intentado hablar acerca de ellos y de su relación, pero él la callaba poniendo los labios sobre los suyos y aferrándola con fuerza como si el mundo estuviera a punto de terminar y besarla fuera lo último que quisiera hacer en la vida. Y ella cedía, porque dentro de todos esos meses era justo cuando se besaban que creía ver un atisbo del Harry de antes, el simpático y alegre muchacho del que se había enamorado. Todas las demás veces veía en él a un muchacho lúgubre, marcado por un destino infame y con la preocupación de alguien que carga el mundo sobre sus hombros. Ginny no entendía por qué era que se sentía así justo cuando todo ya había terminado y no antes. Parecía que la misión de terminar con Voldemort le había dado motivos para seguir adelante y ahora no tenía nada. Ella suspiró con tristeza… Si tan sólo se diera cuenta de que la tenía a ella…

Se quitó de la ventana y terminó de arreglarse, pues ese día todos irían a la casa de Andrómeda Tonks ya que haría una sencilla comida en celebración a los cuatro meses del pequeño Teddy Lupin. A Ginny se le partía el corazón al pensar en él. Era tan triste que un bebé de esa edad se hubiera quedado sin padres; sin embargo era un hecho que nunca estaría solo y mucho menos le faltaría cariño ya que era la adoración de todas las personas que lo conocían. Cosa que reiteró un par de horas después, cuando se encontraron en la casa de Andrómeda. El pequeño Teddy pasó por los brazos de todas las mujeres en la fiesta y por los brazos de algunos hombres también. Todos le prestaban atención y mimos, y no era para menos puesto que el bebé tenía un carisma único. Con el don de metamorfomago heredado de su madre cambiaba espontáneamente el color de su cabello para sorpresa y gracia de los presentes. Además que era un bebé muy tranquilo y casi nunca lloraba, dejándose consentir y entretener por cualquiera que lo cargara. Tenía una risa que Ginny en lo particular adoraba. Ella creía que era el bebé más hermoso que había visto en su vida.

-Creo que le gustas -dijo Harry sentándose a su lado, mientras ella acunaba en sus brazos a Teddy.

-A Teddy le gusta todo el mundo.

-Pero te he visto cuidarlo, se queda más quieto contigo que con los demás...

-No digas tonterías, Harry -le contestó divertida

-Lo digo en serio, eres buena con él.

-¿Cómo no hacerlo? Teddy es precioso -dijo sonriéndole al bebé y acariciando su carita con un dedo que él muy hábilmente atrapó con su pequeña mano.

-¿Viste ese reflejo? Tenemos a un buscador nato.

Ginny rio ante el comentario de Harry.

-¿Tan pronto vas a empezar a instruirlo en el quidditch?

-Soy su padrino, algo debo de hacer...

-¿Por qué no empiezas por cambiarle los pañales y ya que crezca te preocupas por el quidditch?

Harry hizo una mueca de asco y Ginny sólo atinó a reír. Se quedaron observándolo por varios minutos, atentos a cualquier movimiento o gesto que él hiciera. De pronto la pequeña mano atrapó un mechón pelirrojo de Ginny haciéndola dar un quejido de dolor.

-Ouch, ayúdame…

-¿Qué hago? -preguntó contrariado

-Cárgalo

Pero Harry no hizo movimiento alguno y se quedó petrificado mirándola como si le hubiera pedido algo imposible. Afortunadamente no hizo falta su ayuda ya que enseguida Teddy la soltó. Ginny se quedó observándolo con curiosidad por unos segundos mientras él fruncía el ceño

-¿Qué?

-¿Alguna vez has cargado a un bebé, Harry?

-No

-¿Quieres cargar a Teddy?

-No...no creo que sea buena idea

-¿Por qué no?

-No sé cómo hacerlo- contestó titubeante -Me da miedo tirarlo y que todos me culpen si se rompe la cabeza… y luego tus hermanos se reirán de mí.

Ginny lo observó con ternura y no pudo evitar soltar una risita. A pesar de todo era el mismo muchacho torpe e inseguro que había conocido muchos años atrás.

-Nadie va a reírse de ti, aparte de mí-Le dijo ante la cara de reproche que le había puesto- Ven, acércate.

Él hizo lo que le pedía y con ayuda suya tomó a Teddy entre sus brazos con mucho cuidado, sosteniéndolo con suma precaución.

-Es un bebé, no una bomba -replicó ante la forma tan rígida en la que había colocado sus brazos -Pégalo a tu cuerpo... Así. ¿Lo ves? No es tan difícil.

-Es tan pequeño -susurró Harry sonriendo ampliamente, observando con atención al niño que cargaba, como si lo viera por primera vez, demostrando un cariño infinito hacia él.

La imagen del muchacho acunando a su ahijado la hizo sonreír. Por un instante Ginny se permitió fantasear con la idea de un futuro en que Harry cargara a un bebé de ambos. Los ojos se le aguaron de felicidad. Entonces se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

-Serás un buen padrino

Él le sonrió lleno de agradecimiento y de cariño. La miró a los ojos con profundidad y anhelo como si adivinara el pensamiento que acababa de tener y lo compartiera con ella.

-Tú serás una buena madre... -dijo sorprendiéndola y haciendo latir su corazón de forma más intensa. La miró con ternura y le dedicó una sonrisa nerviosa. Ginny se dio cuenta que tenía esa expresión que indicaba que estaba debatiéndose internamente, sin embargo al final se aventuró a seguir hablando -Serás... tu serás buena con nues—

De pronto una explosión interrumpió todas las conversaciones, inundando el jardín de la casa donde se encontraban todos los invitados dispersos, provocando el caos en el lugar. Hubo un sonido ensordecedor y un ligero temblor en el suelo. De inmediato Harry le entregó el bebé a Ginny.

-Entren a la casa –dijo en tono autoritario y sacando su varita fue hacia la zona de la explosión. En un segundo Harry había cambiado de ser el chico torpe y tímido a el hombre que había tenido que crecer antes de tiempo, rodeado siempre por el peligro.

Ginny se levantó de la mesa y enseguida se encontró con Andrómeda que le extendió los brazos para que le entregara a su nieto, cosa que ella hizo. Unos pocos segundos después el sonido de otra explosión estalló muy cerca de donde se había encontrado sentada junto a Harry minutos antes. Observó a personas correr hacia el interior de la casa y observó a personas atravesar el jardín con varita en mano. Casi por instinto ella también sacó su varita aunque corría con dirección a la casa y no al lado contrario. En un instante el caos se multiplicó. Comenzaron a aparecer personas enmascaradas lanzando hechizos por doquier. Ginny jadeó angustiada. Tras meses de la batalla final la gente ya no se preocupaba por realizar hechizos protectores a sus hogares, por lo que en ese momento eran completamente vulnerables. No tenían nada que les diera un poco de ventaja sobre sus atacantes. ¿Serían mortífagos?

Cuando estuvo a unos cuantos pasos de la entrada a la casa, algo en su cerebro la hizo reaccionar con miedo. Si eran mortífagos que habían librado a los aurores, si estaban allí después de tantos meses, lo único por lo que podían estar atacándolos era Harry. Debían querer venganza.

No. No. Harry no, por favor.

Entonces dio media vuelta y abriéndose paso entre el humo y los rayos corrió hacia donde Harry había ido. Lanzó un hechizo tras otro, mientras escuchaba la voz de su madre llamarla a gritos pero ella no podía regresar. Necesitaba ayudar a Harry. Tres meses atrás creyó haberlo perdido y no quería volver a pasar por algo así. Hubo gritos, hubo más ruidos, y cientos de luces en todas direcciones. Cuando logró encontrarlo supo que se había dejado llevar sin razón. Harry se encontraba al lado de Kingsley sometiendo a tres de los enmascarados, con la situación bajo control. Había exagerado al creer que él necesitaba su ayuda, pero cuando estaba a punto de regresar a la casa, oyó gritos a su espalda.

-¡Toma a la novia! ¡A la novia!

Ginny no tuvo tiempo de reaccionar pues enseguida tuvo el brazo de un hombre enmascarado rodeándole el cuello, apuntándole con su varita a la sien. Ginny intentó zafarse, pero el hombre era más fuerte y terminó por torcerle la mano haciendo que soltara su varita. Escuchó a lo lejos que gritaban su nombre. El terror la inundó haciendo que su rostro se cubriera de lágrimas. Por más que quiso liberarse de su opresor sus intentos fueron en vano y cuando creyó que todo estaba perdido, vio un destello de luz acercándose, un gran ruido y entonces perdió el conocimiento.

Cuando despertó se encontraba en su habitación de la madriguera, completamente sola. Bajó las escaleras y fue hacia la cocina de donde provenían voces. Al entrar el abrazo de su madre la envolvió de forma instantánea y luego los de George, Percy y Ron. Todos tenían expresiones de preocupación en el rostro.

-¿Estás bien? –le preguntó Ron

Ella asintió recorriendo con la mirada la cocina, buscando a Harry pero él no estaba ahí.

-¿Harry? –preguntó en un susurro

-Está bien. Está con Kingsley en el ministerio –añadió Hermione en voz baja, rodeándola también

Ginny suspiró aliviada pero a la vez triste de no poder abrazarlo.

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde están los demás?

Ron y Hermione intercambiaron una mirada triste y luego se acercaron entre sí. Él le rodeó los hombros con un brazo de forma protectora.

-Nos atacaron mortífagos fugitivos –dijo Ron con frustración- Nadie creía que después de tantos meses irían a hacer algo así… Todos pensaban que los que habían logrado escapar habían huido… pero ¿atacar?

-Iban por Harry… -dijo Ginny con completa seguridad

-Idiotas –asintió Ron –como si pudieran contra el que acabó con Voldemort. Además estaban muchos aurores en la fiesta de Teddy, hasta el mismo ministro estaba allí… No contaban con eso.

-Kingsley dice que fue un acto desesperado –añadió Hermione –No tenían ningún tipo de plan, sólo buscaban una venganza tonta… Seguramente ni siquiera contaban con atrapar a Harry, sólo querían causar daño, lo que fuera…

-Pero no lo consiguieron ¿verdad? –dijo Ginny con voz nerviosa, creyendo saber la respuesta.

-Hubo unos cuantos heridos, tu entre ellos. Papá dice que estuvieron a punto de llevarte, si no hubiera llegado a tiempo quién sabe que hubiera pasado –le dijo Ron haciéndola sentir un escalofrío.

-¿Pero entonces todos están bien?

Hermione negó con la cabeza con los ojos aguados.

-Fleur… -dijo y entonces se le quebró la voz.

Ginny se llevó una mano a la boca, tapándosela sin poder creerlo. Fleur estaba esperando un bebé, un hijo de Bill.

-¿Ella está…?

-Está viva –añadió Ron estrechando con fuerza a Hermione –Pero entre todo el caos del ataque resbaló y se golpeó fuertemente. Mamá dice que perdió a su bebé… -Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de Ginny de forma automática, pensando en ese bebé que nunca conocería, pensando en el dolor que debían sentir Fleur y Bill que habían estado muy emocionados ante la perspectiva de ser padres – Ya ves que su embarazo era de alto riesgo, y había pasado por mucho estrés…

Ginny no dijo nada más, simplemente se quedó con los demás en la cocina, acompañándose en silencio a esperar noticias de la salud de Fleur. Un par de horas después regresó su papá informándoles que su nuera se encontraba estable, pero efectivamente había perdido a su bebé. Bill no se había querido separar de ella y Charlie lo estaba acompañando, pues estaría en el hospital un par de días más. Poco a poco fueron abandonando la cocina y subieron a dormir, sin embargo Ginny no podría conciliar el sueño, no sin antes saber algo de Harry.

-Está bien –le dijo Hermione para reconfortarla –No te preocupes…

-No puedo evitarlo –le dijo con tristeza –Sé que no le pasó nada pero también sé que debe sentirse…

-¿Culpable?

Ginny asintió. Tanto Hermione como ella lo conocían muy bien.

-Ya sabes cómo es.

-Ya se le pasará. Vamos a dormir, ha sido un día muy largo.

-Ve tu –dijo negando con la cabeza –Yo lo esperaré un rato.

Entonces Hermione subió a la habitación de Ginny que era donde siempre se quedaba cuando estaba en la madriguera, dejándola sola. Ella fue hacia la sala y se sentó en uno de los sillones, con la mirada perdida, esperando a que Harry llegara. Sin embargo el sueño fue más fuerte y casi enseguida se quedó dormida.

Se despertó al sentir algo sobre su frente. Se sacudió aún entre sueños y de inmediato abrió los ojos con miedo.

-Shhh –susurró Harry –soy yo, no quería asustarte…

-Harry- dijo ella con alivio, enderezándose. Y entonces lo pudo ver bien. Él se encontraba a un costado del sillón con una mochila en el hombro y una chamarra gruesa puesta. Le tomó tan sólo un par de segundos darse cuenta de lo que sucedía –Vas a irte… -Dijo con incredulidad, aunque era una afirmación y no una pregunta. Él no dijo nada y entonces ella se levantó y se puso frente a él- Harry, por favor. Nada de esto es culpa tuya…

-Claro que lo es.

-No empieces otra vez con el mismo cuento, sabes que nada de lo que ha pasado—

-Sí, todo ha sido por mí –la interrumpió él con el rostro lleno de angustia -¿Crees que quiero seguir viendo cómo la gente sufre?

-Harry a todos nos duele, pero no por eso queremos que te vayas…

Ginny vio como sus ojos verdes se aguaban de repente.

-Ya no puedo, Ginny. Ya no puedo ver a todas estas personas a la cara sabiendo que han perdido a sus seres queridos por mi culpa…

-¡No es tu culpa! –dijo ella con frustración

-¿Cómo diablos voy a volver a ver a Bill y a Fleur después que…? –entonces se le quebró la voz.

-Sabes que ellos nunca te culparían por lo que pasó. Fue un accidente, Harry. Los accidentes pasan. No teníamos idea de que aún habría mortífagos esperando atacar…

-Ellos iban por mí…

-Kingsley dijo que lo único que querían era causar daño…

-A mí. Si no me atrapaban, querían causarme daño a mí…

-Eso no lo sabemos…

-¡Estuvieron a punto de llevarte! Y todo porque pensaron que eras mi novia…

-¿Pensaron? –musitó Ginny de pronto con molestia que no pudo ocultar

Harry soltó un bufido.

-No me digas que eso es lo único que te importa ahora, saber si somos novios o no.

-Pues es que ni siquiera tengo idea de lo que sucede entre nosotros…

-¡Olvídalo, Ginny! Qué más da eso… ¡Estuvieron a punto de llevarte por causa mía! Estoy harto de exponer a la gente por estar cerca de mí -Ella no pudo evitar sentir un nudo en el pecho, oprimiendo hasta llegar a su garganta –Lo mejor será que me vaya por un tiempo…

-No…

-Hasta que se calme todo.

-¡Pero ya todo está calmado!

-Eso era lo que creíamos y ve lo que sucedió. Ya lo platiqué con Kingsley y esto es lo mejor... Lo siento mucho, Ginny.

Y entonces caminó hacia la cocina mientras ella se quedaba estática por un segundo y luego lo siguió.

-Espera –le dijo cuando él ya estaba en la puerta –No te vayas, no vuelvas a dejarme… -entonces la voz se le quebró sin poder evitarlo ni prevenirlo y los ojos se le llenaron de lágrimas. Él la miró con tristeza y tras dudarlo un momento, cortó la distancia entre ellos y la abrazó

-Por favor, Ginny. Trata de entenderme…

-Eso quiero, pero tú te alejas. Yo sólo quiero ayudarte.

-Lo sé…

-Entonces no te vayas, por favor…

-Tengo que hacerlo.

-Entonces me iré contigo -Harry la soltó de repente, sorprendido por completo ante su resolución. La miró a los ojos, contrariado, pero ella estaba completamente segura de lo que decía –Ya me dejaste hace un año, no volveré a dejar que pase. Llévame contigo… -Harry siguió observándola como si quisiera encontrar la debilidad en ella, pero ella ya estaba decidida –Juntos podemos ir a dónde sea… no tienes por qué estar solo –Él pareció meditarlo pero no dijo nada y entonces sólo se limitó a abrazarla nuevamente. Ginny suspiró aliviada, sintiendo que estaba convenciéndolo.

-Pero tus padres…

-Lo entenderán. Será por el bien de ellos, también. Si los mortífagos vienen detrás de mí, yo también los estoy exponiendo ¿no crees? -Harry pareció inseguro y sólo la estrechó con más fuerza –Podemos irnos ahora mismo.

-No –dijo él de pronto –Mejor esperemos a mañana, sólo por si acaso –añadió dedicándole una sonrisa y luego se inclinó para besarla.

Poco a poco el beso se fue intensificando, y ambos se dejaron llevar durante varios minutos, hasta que con mucho esfuerzo decidieron parar, a sabiendas de que si continuaban en cualquier momento alguien de su familia podría bajar y encontrarlos. Entonces regresaron al sillón donde Ginny había estado durmiendo minutos antes. Ella sonrió cuando se recostaron abrazados. A pesar de todo lo malo que sucedía, ella se sintió ansiosa por huir con Harry. Se sentía emocionada por finalmente poder compartir la vida con él, por poder ser su soporte y ayudarlo a salir de su inminente depresión. Emocionado porque podrían continuar con su relación amorosa. Poco a poco sus pensamientos fueron perdiendo el sentido y sin darse cuenta volvía a quedarse dormida, sólo que esta vez rodeada por los brazos de Harry.

Cuando despertó al otro día, él ya se había ido. Y no volvió.

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Harry se apareció en un callejón cercano a la estación de King's Cross. Era 1° de Septiembre, el día en que el tren a Hogwarts partía y por primera vez en un mes volvería a ver a Ginny. Se sentía completamente nervioso e intranquilo por el encuentro, pero necesitaba hacerlo.

Había pasado un mes desde que había abandonado la madriguera, dejándola dormida en aquel sillón. Merlín sabía todo lo que se había debatido internamente para no tomarle la palabra y llevársela con él, pero al final la razón le había ganado al corazón y había decidido que no podía arrebatarle a Ginny a su madre en esos momentos. Además de que al llevarla consigo no la ponía a salvo sino que la ponía en el ojo del huracán. Si tan sólo él fuera mejor mago podría asegurarle protección y seguridad, pero tan sólo era un chiquillo que se había librado tantas veces de la muerte por pura suerte. No quería dejar la vida de Ginny a la suerte. Así que había hecho acopio de todo su autocontrol para salir de ese lugar sin siquiera voltear a verla. La primera vez que intentó irse no había podido resistir darle un beso en la frente y de esa forma la había terminado despertando. La segunda vez ya no quiso arriesgarse.

En ese larguísimo y angustioso mes, él no volvió a poner un pie en la madriguera ni en ningún otro lugar donde sus seres queridos llegasen a estar. Sin embargo el día más difícil de todos había sido el 11 de agosto, el día del cumpleaños número diecisiete de Ginny. Cuánto habría querido aparecerse en su casa y estar con ella para felicitarla, para abrazarla y besarla, decirle que nunca más la volvería a dejar… pero tuvo que mantener la mente fría y decidió mantenerse alejado. Si los mortífagos se habían enterado de la fiesta de Teddy, seguramente sabrían del cumpleaños de Ginny. Así que decidido a mantenerla fuera de peligro, ese mismo día había acudido a un evento público, para que fuera sabido que él no se encontraría con ella. Además de orquestar con algunos aurores del ministerio un escuadrón de protección a toda la familia Weasley. Para sorpresa de muchos, aunque no de él, hubo un pequeño grupo de mortífagos restantes que sí intentaron atacar la madriguera, pero fueron rápidamente interceptados y finalmente atrapados. Como había sido Harry el del plan, recibió muchos halagos, además de la oferta formal de entrar a ser parte de los aurores, a pesar de que no había concluido sus estudios en Hogwarts. Era una ventaja de ser el salvador del mundo mágico.

Después de aquello Harry se fue sintiendo cada vez un poco más tranquilo, aunque aún seguía sin sentirse bien del todo y no sabía por qué. A pesar de que sentía que el peligro ya había pasado por completo, no se había animado a regresar a la madriguera y enfrentar a su familia adoptiva. A Ginny. Por más que lo pensaba no sabía cómo hacer para presentarse ante ella después de haberla abandonado de esa forma. Ella debía entenderlo, tenía que. Lo que más lo ponía nervioso era que Ginny se había enterado de que él aún mantenía contacto con Ron y Hermione y por lo que ellos le habían dicho, se había puesto furiosa. Sobre todo porque ella le había mandado cartas y cartas preguntando por él, pero él había sido demasiado tonto y no había contestado ninguna. Se arrepentía de aquello en demasía pero no había sabido encontrar las palabras correctas para disculparse, era un completo inútil para describir sus sentimientos.

Era por eso que había decidido verla, porque si no era capaz de hablar de lo que sentía entonces tendría que demostrárselo. Caminó hacia la estación con paso apresurado sintiendo en su bolsillo el pequeño paquete que había comprado para ella en su cumpleaños pero que no le había dado. Era un regalo que no podría mandarse por correo, era algo que debía entregarle personalmente.

De pronto la vio a lo lejos, caminando hacia el muro entre los andenes 9 y 10; entonces echó a correr arrollando y empujando a todos a su paso, hasta que estuvo junto a ella. Sus padres ya habían atravesado hacia la plataform sólo quedaban Ron, Ginny y Hermione. Sus dos amigos lo saludaron brevemente y luego los dejaron solos.

-El tren sale en 15 minutos –les recordó Hermione con una sonrisa antes de atravesar la pared de ladrillos.

Y entonces se quedaron solos. Relativamente solos, puesto que estaban rodeados de cientos de personas caminando por la estación.

Ginny se había quedado mirándolo con sorpresa desde el instante en que lo había visto llegar, pero no fue hasta ese momento que pareció recordar que se había desaparecido por un mes y entonces su expresión de asombro cambió a una máscara impasible que no sabía descifrar.

-¿Podemos hablar? –Ante el silencio de Ginny, su voz sonó angustiada –Por favor… -Ella sólo se encogió de hombros, pero asintió. Él se preguntó si lo habría condenado a la ley del hielo-¿Podemos ir a otro lugar?

-El tren de Hogwarts está a punto de irse –le dijo ella con voz fría, de la forma más impersonal con la que le había hablado en toda su vida. Sintió un hueco en el estómago al reconocer lo molesta que estaba con él.

-Claro… -dijo él y entonces sólo dio un par de pasos lejos de la entrada a la plataforma 9 ¾ para dejar pasar a los alumnos del colegio y a sus familias. Antes de que pudiera suceder otra cosa, la miró con arrepentimiento –Ginny por favor perdóname, no debí dejarte de esa forma pero no tenía otra opción…

Ella soltó una carcajada cargada de desdén y entonces su supuestas calma e indiferencia se fueron por la borda, perdiendo el control de inmediato como si hubiera esperado cada minuto de ese último mes para poder desahogarse.

-¡Yo te di otra opción! ¡Estaba dispuesta a irme contigo!

-Lo sé, pero no podía llevarte. Era demasiado peligroso.

-¡Por favor! ¿Qué hay de peligroso?

-Aún había unos cuántos mortífagos…

-Que no representan nada. No me digas que has pasado cada instante de este mes en constante peligro.

-No quería a exponerte…

-¡Eres un maldito paranoico! –le espetó furiosa –Me abandonaste, cortaste todo contacto conmigo ¿y para qué?

-Para protege—

-¡No necesito que me protejas! –la gente comenzaba a verlos con extrañeza -¡No soy una inútil que no sabe cuidarse!

-Yo nunca dije eso

-¿Y entonces por qué hacer tanto drama tan sólo para "protegerme"? ¿Por qué no tienes los pantalones para decirme la verdad?

-¿De qué hablas? Me alejé por tu bien, por el de tu familia...

-Mentira. Te alejaste sólo de mí. Has estado viendo a todos los demás, has visto a mis padres...

-Fueron sólo un par de veces... y en el ministerio.

-Y a Ron y a Hermione los has frecuentado mucho.

-Es diferente, ellos son...

-Importantes, lo sé. No como yo que no lo soy.

-No digas eso...

-¡Pero si es la verdad! Creéme que me costó mucho entenderlo, pero por fin lo acepté - le dijo con la mirada llena de dolor pero claramente decidida a no derramar ni una sola lágrima -Siento mucho que hayas tenido que armar tanto drama para mantenerme lejos de ti...

-No tienes idea de lo que dices... -comenzó a decir pero ella lo ignoró

-Si tan sólo me hubieras dicho que ya no tenías interés en mí y que me querías lejos, todo hubiera sido más fácil. Pudimos haber evitado todo esto.

Él suspiró con frustración. No era así como había imaginado que sería su encuentro, no era así como debía ser. Entonces se aventuró a dar el paso importante, confiando en que todo saldría bien al final. Sacó el pequeño paquete de su bolsillo con cuidado

-Tengo algo para ti...

-No te preocupes, no quiero tu lástima.

-Escúchame, quiero decirte algo importante.

-No -lo refutó ella de forma testaruda -Ya sé lo que vas a decir. Pero voy a ponértelo fácil...

-Ginny, por favor... -dijo extendiéndole la pequeña cajita negra

-No quiero nada de ti...

Él se acercó y quiso abrazarla pero ella fue más rápida y se zafó antes que él pudiera alcanzarla.

-Si me quieres lejos, lejos me tendrás - y entonces giró dispuesta a irse pero Harry la tomó del brazo mirándola con súplica. -Déjame en paz. No quiero volver a verte en mi vida -y entonces de un jalón se soltó de su agarre y salió corriendo, para luego atravesar el muro entre los andenes 9 y 10, dejándolo con el corazón destrozado, sin poder creer lo que había sucedido, sin querer aceptar todo el odio que había visto en los ojos de Ginny antes de que se fuera. Odio. Ella nunca antes le había dedicado ningún sentimiento tan hiriente. Nunca antes lo había tratado así.

Para cuando reaccionó el tren de Hogwarts ya había partido. Abrió con cuidado la caja en sus manos y observó el anillo de compromiso que yacía dentro, brillante, esperando una mano en la que no estaría. No iba a saber si a Ginny le habría gustado. Sin poder evitarlo las lágrimas salieron con fuerza y entonces caminó abatido hasta encontrar un lugar desierto y luego desapareció.

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La nieve cubría los jardines y alrededores de la madriguera, dando una maravillosa vista al lugar. El espíritu navideño llenaba el ambiente y a pesar de que el frío le helaba todo el cuerpo, ver la pequeña casa en la que había crecido le infundía una calidez indescriptible. Sin embargo Ginny se sentía muy nerviosa de volver a su casa y por más que hubiera querido retrasarlo sabía que era momento de enfrentar la realidad.

¿Estaría él ahí? Se preguntó con ansiedad al irse acercando a la puerta de la cocina. Esperaba que sí. No había vuelto a verlo ni a tener ningún tipo de comunicación directa con él en todos esos meses desde que habían peleado en la estación de King's Cross y sin embargo sentía que no había dejado de pensar en él ni un solo día. Aunque si era honesta, la verdad es que no habían peleado, sino que ella se había comportado como una chiquilla estúpida e inmadura, gritándole y tratándolo de la peor manera posible. Se decía constantemente que había tenido razones para actuar así, pero a final de cuentas el remordimiento no la dejaba en paz. En el fondo había esperado que él la buscara pero no lo había hecho. Aunque sabía que era culpa suya. Nadie en su sano juicio volvería a buscar a alguien que le había gritado con tanta furia que no volviera a hacerlo. Sabía que Harry tan sólo había respetado su decisión.

Sin embargo no pudo evitar esperarlo. Esperó y esperó, y de esa forma los días fueron pasando, transformándose en meses. Su mente se fue aclarando y lentamente fue reconociendo que había reaccionado mal y que había mandado al carajo a una de las personas que más le importaban en el mundo. Después el enojo fue siendo reemplazado por la culpa y el arrepentimiento, pero para ese entonces ya era demasiado tarde, o eso le había parecido. Había pensado miles de veces en pedirle perdón, había escrito miles de cartas pero al final todas las palabras habían terminado en la basura. Se sentía la persona más horrible del planeta.

Hermione, que había regresado a Hogwarts con ella le había comentado muy poco de él y de cómo se encontraba. Sabía que ella se encontraba molesta por la forma en que lo había tratado y sabía también que se merecía su frialdad. Lo único que había sabido de él en meses era que rápidamente se había convertido en uno de los mejores principiantes aurores y que su profesión iba en ascenso. Se alegraba demasiado por él, en verdad lo hacía. Hubiera dado cualquier cosa por poder compartir con él sus logros y no enterarse de ellos por terceros.

Entonces llegó a la puerta y se quedó parada ante ella con ganas de correr en dirección contraria. Si él estaba ahí ¿qué le diría? ¿La odiaría? ¿La voltearía a ver por lo menos? Estaba dispuesta a rogarle que la perdonara, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, lo que fuera necesario, pero no podía vivir más tiempo sin saber de él y sin tenerlo presente en su vida. No le importaba las circunstancias, lo único que quería era que él no la odiara.

Su padre, que había ido a recogerla a la estación de tren fue quien abrió la puerta y la invitó a pasar con una sonrisa. La cocina se encontraba vacía pues aún no era hora de la comida. Caminó con paso cauteloso hacia la sala y entonces lo vio. Con las manos en las bolsas del pantalón y una expresión tímida en su rostro. Tenía el cabello igual de despeinado que siempre. Su corazón latió muy fuerte. Entonces las miradas de ambos se conectaron por un instante, diciendo todo lo que no habían dicho en todo ese tiempo sin verse y antes de que sucediera algo más, sin pensarlo mucho, sin haberlo planeado, ambos corrieron a encontrarse y fundirse en un abrazo. Ahora realmente se sentía en casa, pensó ella. Cerró los ojos con un alivio que no había sentido en muchísimo tiempo, tal vez un poco parecido al alivio que sintió al ver que Harry entre los brazos de Hagrid no había muerto. No supo cuánto tiempo habían permanecido abrazados, pero cuando se soltaron fue como si nada malo hubiera sucedido entre ellos. Volvieron a convivir junto con toda su familia como muchísimas veces lo habían hecho a través de los años. Por un momento le pareció que todo era como antes. Rieron, platicaron, contaron historias, devoraron la deliciosa comida de su madre y finalmente habían recordado a Fred. Fue cuando Ginny supo que se encontraban en una época diferente y el tiempo sí había pasado.

Antes de que el sol se pusiera por completo Harry dejó a un Ron que lucía un poco abatido y se acercó a ella.

-¿Quieres ir al estanque?

-Seguro –le dijo con una sonrisa tímida. Había tenido tanto miedo de volver a verlo y todo había resultado sencillo. Cruzó los dedos esperando que esa plática que estaba por llevarse a cabo fuera igual de fácil. Salieron de su casa y caminaron lentamente en absoluto silencio. Con temor a que aquella conversación se tornara incómoda, Ginny comenzó a armarse de valor. Se había quedado con miles de perdones pegados en los labios durante tanto tiempo y era hora de gritarlos –Harry yo…

-Oye Ginny…

Ambos habían hablado al mismo tiempo, y entonces los dos se callaron.

-Quería pedirte…

-Yo sólo…

Volvieron a hablar al mismo tiempo y volvieron a quedarse en silencio.

-¡Perdón!

-¡Perdón!

Gritaron los dos al unísono y entonces comenzaron a reír al principio por lo bajo y luego a carcajadas. Ginny entonces echó a correr hacia el estanque. Casi enseguida Harry estuvo a su lado y cuando comenzó a rebasarla, ella lo jaló de su chamarra para detenerlo. Juntó todas sus fuerzas y le dio un empujón que muy apenas lo tambaleó y sin voltear a verlo siguió corriendo. En un par de segundos Harry volvió a estar a su lado y entonces él le dio un empujón amistoso con el cuerpo, pero justo en ese momento ella pisaba una superficie llena de nieve y entonces resbaló. El golpe fue duro, pero la nieve lo amortiguó. Se quedó un par de segundos en el piso mientras Harry se reía de ella.

-No te rías –musitó frunciendo el ceño pero lo único que logró fue que él riera más fuerte. Entonces ella formó una bola con la nieve y la arrojó hacia Harry pero pasó a un lado de él sin acertarle.

-Aplausos para la cazadora estrella de Gryffindor –dijo entre risas, contagiándola también.

-Gracioso –musitó entre dientes mientras la ayudaba a levantarse.

-Lo sé –le dijo con una amplia sonrisa

Caminaron un par de pasos más hasta llegar al estanque y entonces Ginny lo observó detenidamente. Se veía más alegre, ligero, como si se hubiera quitado un peso de encima.

-Te ves diferente

-Me siento diferente…

Ginny siguió observándolo y sin poder aguantar más, decidió hablar.

-Harry... yo...

-Espera -la interrumpió -Yo te pedí venir. Quiero ser sincero contigo, contarte cosas importantes... ¿Podemos prometernos ser honestos?

-Sí -dijo ella esperanzada -Lo mejor es que seamos sinceros. Pero antes de que me digas cualquier cosa quiero pedirte perdón. No debí haberte tratado así ese día en King's Cross, no te lo merecías… -Él le sonrió.

-Me lo merecía un poco…

-Pero no debí portarme así, tan grosera y… y… tan inmadura… No estuvo bien –Se quedaron mirando fijamente por unos segundos. Ginny sentía un nudo en el pecho, esperando a que Harry le respondiera algo.

-Te perdono –le dijo con ternura. Ella sintió ganas de llorar. Había pasado tantos meses aterrada ante la posibilidad de que él no quisiera perdonarla nunca. Pero era él. Tan noble y bondadoso, como siempre –Ahora quiero pedirte perdón a ti. Perdón por no buscarte…

-No tenías por qué hacerlo… -dijo ella en voz baja

-Pero sé que esperabas que lo hiciera, te conozco. –le dijo mirándola con suspicacia -Y pensé hacerlo, pero ese día en la estación me hiciste darme cuenta de algo –Ginny abrió los ojos sorprendida y preocupada a la vez –Ese día me gritaste: "Maldito paranoico" –dijo imitando con dramatismo su voz. Ella no pudo evitar reír pero a la vez le dio un puñetazo en el brazo –¡Oye!

-No me imites…

-No me imites… - repitió él replicando su expresión de forma exagerada.

-Bueno ¿y qué tiene que ver que te haya gritado eso? –preguntó ella lanzando otro golpe que él esquivó.

-Que consideré la paranoia como algo posible.

-¿De verdad? –Él asintió.

-Estuve meditándolo por unas semanas y tras comentarlo con Ron, él me contactó con el padre de Audrey –Audrey era la nueva novia de Percy. Sus padres eran muggles –Él es psicólogo.

-¿Psico-qué?

-Un doctor muggle que se dedica a tratar los trastornos y traumas de las personas.

-¿Fuiste con él?-preguntó sorprendida

-Sí. He estado en terapia durante todos estos meses… -Ginny se quedó boquiabierta –Resulta que sufrí estrés postraumático. Ya sabes, por todo eso de ser el salvador del mundo mágico, el de la profecía, un propio horrocrux de Voldemort y el que acabó por fin con él –Ginny no pudo decir nada. De la famosa profecía sabía muy poco, sólo que habían ido al ministerio de magia en su cuarto año a causa de ella. Y no tenía idea de lo que era un horrocrux. Además claro de la sorpresa que le causaba que Harry hubiera tenido que ir a terapia durante todo ese tiempo –Se te van a meter las moscas –le dijo él pasando un dedo cerca de su boca. Ginny la hizo a un lado con la mano.

-Es que... -de pronto se detuvo. Nunca había insistido mucho en los temas concernientes a Voldemort y su misión para terminar con él, pero ahora que estaba muerto tal vez se animara a hablar del tema.

-¿Sí?

Ginny lo dudó por un segundo y luego recordó que habían prometido ser sinceros.

-Que yo no sé de lo que trata la dichosa profecía... y tampoco tengo idea de lo que es un horricrux.

-Horrocrux -la corrigió y luego dio un suspiro- Esa es una historia muy larga y no es de lo que venimos a hablar ahora... pero prometo contártela algún día.

-¿De verdad?

-Sí -dijo sonriéndole -Te responderé todo lo que preguntes.

Se quedaron en silencio mientras Ginny asimilaba la sorpresa de conocer todos los secretos de Harry Potter y su vínculo con el señor tenebroso. Años antes había creído que el tiempo pasaría y él nunca podría hablarle de eso. Se había hecho a la idea de que esas cosas sólo las compartiría con Ron y Hermione. Pero ahora le estaba dando la oportunidad de entrar a su círculo íntimo. Le costaba creerlo. De pronto recordó lo que le había dicho de su estrés postraumático.

-Entonces tu fuiste a terapia porque...

-Tenía pesadillas casi todos los días después de la batalla de Hogwarts…Y estaba en constante ansiedad, creyendo que en cualquier momento volverían a atacarnos. Creo que en el fondo esperaba que Voldemort no estuviera en verdad muerto. Había días en que despertaba pensando que todavía no había acabado con él…

-Harry ¿por qué nunca me dijiste?

-Porque tenía miedo de que te pasara algo. No tienes idea de lo mucho que me importas… -Ginny bajó la vista, sonrojada –Tenía miedo de exponerte… El ataque en la fiesta de Teddy para mí fue como un ultimátum. Estaba completamente seguro de que irían tras de ti… Por eso me fui, por eso te alejé. Esperaba que lo entendieras pero estabas furiosa…

-Es que nunca me explicaste –le dijo con tristeza –Yo sólo te vi evitándome. Intenté entenderte por un tiempo pero…

-¿Pero qué?-ella negó con la cabeza y se quedó en silencio-Prometimos ser sinceros -le recordó y entonces ella suspiró con fuerza.

-Te olvidaste de mi cumpleaños –dijo bajando la cabeza

-No lo olvidé

-Pero eso pareció. No esperaba demasiado, pero no tienes idea de lo mucho que me dolió que no te aparecieras. Me quedé esperándote y no obtuve ni siquiera un mensaje tuyo…

-Perdóname –le dijo levantándole la barbilla –No pensaba claramente… Creía que cualquier mensaje que pudiera enviarte sería interceptado, moría de terror creyendo que ese día vendrían por ti… Y tenía razón, lo hicieron…

-¿Lo hicieron?

-Los últimos mortífagos fugitivos fueron capturados intentando atacar aquí, pero como yo lo había anticipado los atraparon antes de que pudieran hacer algo.

-No lo sabía –confesó ella con completo asombro. -¿Por qué nadie me informa de nada? –dijo con repentino enfado –Estoy harta de que me traten como a una tonta indefensa y que me dejen fuera de todo ¡Ya tengo diecisiete años!–Harry comenzó a reír -¿De qué mierda te ríes Potter?

-Te extrañé mucho –le dijo dándole un abrazo que la tomó por sorpresa –A ti y a tus berrinches…

Ginny lo empujó del pecho con ambas manos y luego le enseñó la lengua, molesta con él, aunque en realidad no lo estaba.

-No se vale que todos ustedes hayan hecho un montón de cosas cuando eran más chicos que yo, y yo nunca pueda hacer nada.

-Es que siempre serás la pequeña Weasley…

-Estoy harta de serlo… -dijo testaruda mientras se sentaba en un tronco. Se quedó observando la quietud del agua congelada del estanque a la vez que Harry se sentaba junto a ella. Se mantuvieron en silencio, absortos en sus propios pensamientos, hasta que él sacó una caja de su bolsa y se la ofreció.

-¿Esta vez sí me aceptarás el regalo? –Ginny asintió sonrojándose. Tomó la caja entre sus manos y la miró con curiosidad.

-No es el mismo paquete que ibas a darme en la estación… -la caja era negra y no azul como la que tenía en ese momento. Además que la que le daba era alargada y la que había intentado darle la primera vez era cuadrada y pequeña. Harry sacudió la cabeza y la miró entrecerrando los ojos.

-Eres demasiado lista para mi gusto…

Ginny abrió el paquete y encontró un par de pulseras delgadas de cuero negro con figuras de plata en forma de snitchs incrustadas en todo lo largo. Las dos eran idénticas.

-Son hermosas –dijo sacando una de ellas y observándola –Muchas gracias

-Feliz cumpleaños atrasado –le dijo él con una sonrisa.

-¿Por qué dos? ¿Por si pierdo la primera?

-No tontita –dijo riendo

-¿Y entonces para qué, 'tontito'?

-Porque una es para mí

Ginny frunció el ceño con extrañeza.

-¿Te das cuenta de lo raro que es tu regalo?

Harry suspiró y de pronto se puso serio.

-Todo este tiempo que pasamos separados me ha servido para pensar…

-Harry Potter pensando, eso es novedad –dijo ella de pronto intentando romper la tensión que creía sentir venir. Él la miró frunciendo el ceño de forma exagerada y ella soltó una risa.

-Sí. He pensado mucho aunque no lo creas –entonces le enseñó la lengua como ella solía hacerlo. Después hubo un momento de silencio y él siguió hablando –Todo ha sido muy difícil para mí… desde la batalla de Hogwarts. Siempre pensé que muerto Voldemort, todo sería mejor… pero no lo ha sido.

-Harry…

-Déjame hablar, por favor. –Ella asintió –Creí que sería fácil y que por fin dejaría de ser el centro de atención, pero resulta que siguió siendo lo mismo, si no es que peor. De pronto todo el mundo quería algo de mí. Absolutamente todos se acercaban exigiéndome cosas…

-Yo no—

-Tú fuiste la peor de todas –Ginny se quedó estupefacta ante su comentario –Es verdad… tu querías que volviéramos a ser novios, cada vez que estábamos juntos me presionabas para que habláramos… pero yo no me sentía del todo bien… -Ella se sonrojó avergonzada –Yo sólo quería tranquilidad, quería que todo fuera fluyendo normal. Quería que por una vez en tantos años las personas a mi alrededor dejaran de esperar algo de mí… Súmale a eso lo del estrés postraumático y que Ron y Hermione se la pasaban abandonándome, dejándome solo para ir a besuquearse… Sentía que las únicas personas que sabían todo por lo que había pasado estaban formando su vida dejándome fuera... Al final me terminé aislando de todos y todo. Me quedé solo… y… estuve a punto de cometer algo… un acto precipitado… algo que no me había parado a pensar bien… y todo porque tenía miedo de quedarme solo para siempre… -Ginny lo miró entrecerrando los ojos sin comprender. El suspiró –Luego tú me mandaste al demonio y entonces me dediqué a recomponer mi vida, poco a poco…

Entonces se quedó callado mirando el horizonte. Ginny lo miró de reojo con tristeza. Sintiéndose tonta, sintiéndose inútil. Ella pudo haberlo ayudado y eligió la forma incorrecta, sus decisiones y su manera de actuar sólo habían logrado alejarlo. Él pareció adivinar lo que ella pensaba porque entonces le dijo:

-Pero te he extrañado como no tienes idea…

-Yo te he extrañado igual… no sabes cuánto me arrepentí de haber hecho que quedáramos así de mal.

-Fue culpa de los dos… -Ella sólo se encogió de hombros no muy convencida -Por eso compré las pulseras

Ginny lo miró contrariada

-¿Y qué tienen que ver las pulseras con todo esto?

-Que me di cuenta lo mucho que me haces falta –Ginny se quedó sin comprender pero sintiéndose muy feliz de pronto – En todo ese tiempo solo, me di cuenta que tu siempre me has entendido en una forma diferente. Eres tú quien me ha comprendido como nadie más... Sí, también me presionaste como nadie más pero esa fue tu forma de superar el trauma... todos reaccionamos diferente ante el estrés de la guerra.

-Unas cuantas sesiones de terapia y ya te crees experto ¿verdad Potter?

-Tonta, estoy hablándote en serio.

-Lo siento -dijo un poco apenada y lo dejó continuar

-Créeme que pensé en buscarte, pero con el tiempo comencé a pensar… yo… me di cuenta que tal vez lo mejor sería que...

-¿Ajá?

-Si te lo digo ¿prometes no tomármelo a mal?

Ella se puso nerviosa de repente.

-¿Es algo malo?

-No -contestó con firmeza -Yo pensaría que es completamente lo contrario. Es algo bueno, es algo que he pensado demasiado... sólo que es cuestión de perspectiva.

-Dime

Harry tomó aire como para darse valor

-Creo que lo mejor para nosotros... es que... no volviéramos a ser novios- Ginny se quedó en silencio intentando sostenerle la mirada pero falló y entonces se quedó viendo el suelo a sus pies cubierto de una fina capa de nieve. Intentó controlar sus emociones pero a fin de cuentas sus palabras le dolieron. –No me mal entiendas, fuiste una novia fantástica y los momentos que pasamos juntos fueron de los más felices que he tenido -Ella seguía sin emitir palabra alguna -Pero antes de ser mi novia fuiste mi amiga... y extraño esos tiempos en los que nos apoyábamos... en los que nos hicimos cercanos porque Ron y Hermione eran prefectos. Extraño platicar contigo y que me escuches. Cuando éramos amigos...

-No peleábamos tanto... -completó Ginny reaccionando ante el punto que él quería hacerle notar. A pesar de que le costaba aceptarlo, en el fondo comprendía lo que él quería decirle. Cuando eran amigos, ellos nunca se habían mantenido tanto tiempo peleados o sin hablarse, a pesar de que llegasen a discutir.

Volvieron a quedarse en silencio como por milésima vez esa tarde mirando el horizonte. Sin embargo a Ginny no le parecía incómodo estar así con él, sino que más bien era un silencio agradable, tranquilo, en donde no había necesidad de decir algo, simplemente acompañarse.

-¿Realmente vale la pena una relación?-preguntó de pronto mirándola -Ve a tu hermano y a Hermione ¿Cuántas veces se han peleado durante estos meses?

-Millones –dijo ella sacudiendo la cabeza

-Y según Ron esta vez es la definitiva

-¿De verdad?

-Se pelearon muy feo… y por una tontería. Hermione está muy ofendida, y no vendrá ni una sola vez en todas las vacaciones.

-¿Crees que no regresen?

-Es lo que ellos dicen –añadió encogiéndose de hombros.

-Vaya…

-Lo sé… Y no quiero que eso nos pase. No quiero que todos estos meses sin hablarnos vuelvan a repetirse. Prefiero que sigamos siendo amigos toda la vida y no que seamos novios por un tiempo -Ella se quedó en silencio asimilando sus palabras con lentitud -Ginny -le dijo haciendo que volteara a verlo -Me importas demasiado y no quiero perderte -Ginny sintió su corazón latir alocadamente - Te quiero muchísimo.

Nunca en todos los años de conocerlo, Harry le había dicho algo tan especial. Nunca antes le había dicho que la quería. A ella no le había importado mucho, puesto que sabía lo torpe que era en ciertos aspectos. Había tardado varios años en darse cuenta que ella estaba ahí a su lado y había creído que tenían que pasar varios más para que él le confesara sus sentimientos de forma tan directa. Y sin embargo ahí estaba, diciéndoselo. No sabía si debía atribuirlo a la terapia o al tiempo que habían pasado separados, pero lo agradecía demasiado. Si iba a comportarse de esa forma con ella de ahora en adelante, entonces prefería mil veces no ser su novia.

-Yo también te quiero… -le dijo en un susurro -como no he querido a nadie más en mi vida. Estos meses sin saber de ti han sido horribles, peores que cuando te fuiste tras Voldemort, porque ahora estábamos lejos por una pelea tonta y no por tu deber de héroe.

Su comentario lo hizo reír.

-Mi terapeuta dice que tengo complejo de héroe.

-No se necesita ser terapeuta para deducirlo…

-Cállate –musitó –Dame eso –dijo quitándole la caja y tomando una de las pulseras –El día que todo lo cambió fue cuando decidí devolver el primer regalo que te había comprado. Después de lo de Kings Cross estaba convencido de que cualquier cosa entre tú y yo había terminado definitivamente, pero entonces vi en el mostrador de la tienda este par de pulseras. El vendedor me dijo que eran pulseras de la amistad y que en tiempos antiguos solían llevar un hechizo que estrechaba el apego entre las personas que la usaran. En algunos lugares se usaron en reemplazo de los anillos de bodas porque se creía que la amistad era el punto más importante en una unión, pero el hechizo sólo funcionaba cuando las personas eran compatibles. Entonces el vendedor me dijo "los amores van y vienen, pero las amistades son para siempre". Fue ahí cuando supe que me había equivocado de regalo… -se detuvo de golpe de forma extraña, carraspeó un poco y luego prosiguió –Fue cuando supe lo que tenía que hacer para no perderte. Estas pulseras sirven para recordar que hay alguien en el mundo que siempre va estar ahí para ti, a pesar del tiempo y la distancia y cualquier problema –Entonces tomó la pulsera y se la colocó a Ginny en la muñeca. Enseguida tomó la otra y se la ofreció para que se la colocara a él –Significan una promesa de que pase lo que pase nunca más volveremos a separarnos y de que siempre seremos amigos.

Ginny observó las pulseras en las manos de ambos, sumamente conmovida. Era lo más especial y tierno que alguien había hecho por ella en toda su vida. Era un momento mágico, inusual. Lo miró a los ojos a través de un par de lágrimas que se le escaparon, pero de forma inmediata él se las limpió para después abrazarla.

-Te quiero –dijo él de pronto, haciéndola sentir increíblemente feliz

-Y yo a ti –contestó recargándose en su pecho, sonriendo ante la idea de nunca separarse de él. Cerró los ojos y aspiró su perfume –Y yo a ti.


Bueno ¿qué les pareció?

Apenas estamos estableciendo las bases de lo que va a suceder en los capítulos siguientes.

Saludos a todos los que leyeron esto! Muchas gracias! :) OPINEN!