Mi primer pequeño fic, una serie de mini one shots.

Aclaración: Pensamientos.

Disclamier: Detective Conan es propiedad de Gosho Aoyama.


El corazón de Ran

Ran deambulaba por las calles de Londres sin decidirse a ir al hotel. Estaba cansada, algo turbada, sus manos temblaban y sudaban intensamente, una palidez de ultratumba maquillaba su rostro. Como temía perder las pocas fuerzas que poseía y estampillarse contra el pavimento de la acera, de vez en cuando se detenía para recobrar el aliento.

— ¿Se encuentra bien señorita?

En una de sus paradas, un hombre regordete y de gabardina color beige se le había acercado algo preocupado al verla sola siendo de noche, este pudo distinguirla porque la muchacha se había posado en el sector mejor iluminado de la calle.

— ¿Eh?, ah sí, no se preocupe señor — respondió ella tratando de sonar convincente, sorprendida por recordar el inglés en aquel momento.

Con un veloz ademán se despidió del sujeto que la miraba algo extrañado y retomó la marcha, esta vez, definitivamente hacia el hotel.

Ya en su cuarto llenó la tina con agua caliente y se sumergió intentando obtener algo de calma, pero su cabeza iba a mil por hora y no paraba. Ahora compadecía a Shinichi, quien vivía dándole vuelta a todo.

— Shinichi — suspiró mientras recordaba lo ocurrido dos horas atrás...


— Es, es justo como dijo esa persona, el amor es cero, no importa cuanto lo agrandes, siempre te llevara a la miseria — los ojos de la Karateca empezaban a cubrirse con finas lágrimas.

— ¿De… de que hablas? — Shinichi se mostraba realmente confundido, no comprendía el reproche.

— ¡Minerva Glass-San lo dijo! — aquel grito repentino realmente logró intimidar al detective del este que cada vez entendía menos, aunque también le había dado la clave para algo más…

— ¿Minerva Glass?, ¿has conocido a la reina de las canchas?

¿Realmente acaba de preguntar lo que creo que acaba de preguntar?

La mente de Ran no daba crédito a lo que sus oídos transmitían

— ¡Sí! ¡En Baker Street! — respondió furiosa — ¿Pasa algo?

— ¿Baker Street? ¿Había un niño con ella?

Aquello tenía que ser una broma, una broma de muy mal gusto, ¿le estaba tomando el pelo?

— Sí, ella dijo que era su hermano pequeño — su llanto aumentaba y se le tornaba difícil hablar con propiedad.

Esta charla es de locos, toda la situación es de locos

— ¿Ese niño dijo algo?, ¿algo como que tenía volver porque había recordado algo? — aquello fue demasiado, tanto que Ran se vio incapaz de responder. Amaba a ese tonto de los misterios, pero los acontecimientos en desarrollo superaban su límite de tolerancia, y el cielo era testigo de cuan amplio era.

— ¡Hey, cálmate!

Ups, frase incorrecta Shinichi

— ¿Qué me calme? — ahora iba a escuchar lo que tenía que decir — ¿Es que no lo entiendes?, ¿no eres detective acaso? Si de verdad eres un detective, deberías ser capaz de deducir lo que hay en mi corazón, ¡idiota!

El escándalo atrajo la atención de varios peatones curiosos que pululaban por los alrededores, de repente parecía que todas las miradas estaban sobre ambos jóvenes. Entre medio de esa multitud se abrió paso Ran, que entró a correr como si el mas sanguinario asesino estuviese tras ella. Quería desaparecer, sumirse en una oscuridad profunda e infinita, no quería saber nada del amor.

— ¡He dicho espera!

Un agarre firme detuvo su carrera.

— ¡No, suéltame! — lloró histérica la karateca al tiempo que intentaba librarse de Shinichi, pero este la sujetaba cada vez mas fuerte.

— ¡Eres una chica muy problemática! — la voz del chico sonaba estridente y severa.

— ¿Eh? — ahora sí estaba desconcertada, mientras tanto, más público se agolpaba para presenciar el "espectáculo".

— Eres tú la que hace el caso tan difícil, con todas esas emociones que distraen, aunque yo fuera Holmes me sería imposible resolverlo! ¿Cómo pretendes que se pueda deducir lo que hay en el corazón de la persona que amas?

Silencio, todo fue silencio entonces, ninguno pudo moverse, solo se miraron a los ojos, en los de él había pasión, determinación. En los ella ternura, confusión.

— Y eso de que el amor es cero, ¡no me hagas reír! — añadió con convicción — Le puedes decir también a la reina de la pista esto; cero es dónde todo inicia, nada podría nacer si no empezáramos primero desde ahí, no se podría conseguir nada, ¡dile eso!


Después se habían separado, no podían siquiera mirarse, mucho menos conversar.

Con la típica excusa de "tengo un caso que resolver" su amigo, su amor, había dado por concluida la reunión alejándose de ella por enésima vez. Pero ahora ya no tenía esa sensación de angustia y temor como las otras veces que lo vio partir. No. Ahora un sabor dulce la invadía, sin embargo, debía dejar de pensar en ella un instante y darle el mensaje a Minerva, esas palabras cambiarían su vida y su forma de pensar acerca del amor, de eso estaba segura.

Con esas ideas en mente, Ran salió de la bañera. Se secó, vistió y acomodó para dormir, dejando antes entreabierta una de las cortinas del ventanal de la habitación para contemplar la majestuosidad de Londres al tiempo que, ruborizada, pensaba en el significado que dicha ciudad tendría para ella desde ese momento.

— Ya no es solamente tu lugar especial Shinichi — se dijo risueña cerrando los ojos, preguntándose que le deparaba el futuro, y con el presentimiento de que había olvidado algo.


¿Pero dónde estará Ran?, ¿piensa dejarme aquí tirado para siempre?, ¡prometio buscar al mocoso y regresar!

Kogoro rezongaba mentalmente ante un nuevo pedido de trucos de judo por parte de Diana y sus amistades.

— ¡Vamos, vamos detective Mouri! — alentaban todos

¡Estos tipos no se cansan con nada!