PRÓLOGO


Estaba al borde de mis posibilidades humanas.

Sentía como las piernas estaban a punto de decidir dejar de sostenerme y creí que me iba a desvanecer en cualquier momento.

Había estado a punto de morir ahogada. Había vivido la emoción de reencontrarme con Alice, había soportado la tensión de nuestro viaje contrarreloj hacia Volterra y el dolor de volver a ver a Edward sabiendo que no me amaba.

Ahora me encontraba en una sala extraña, rodeada por los vampiros más poderosos del mundo, temiendo por nuestras vidas y era el límite de todo lo que podía aguantar. Por un momento temí que nuestro fin hubiera llegado cuando Jane intentó usar sus poderes contra mí, y Edward se enfrentó a ella, pero ahora todo parecía estarse desarrollando calmadamente e incluso albergaba alguna esperanza de que todo saliera bien. Como mínimo en lo referente a nuestras vidas. Yo sabía que nada podría revivir mi corazón muerto desde que Edward dijo que no me amaba, pero saber que él no tendría que dejar de existir me consolaba.

- Podéis iros.
Aro habló tan bajo que estuve a punto de perderme el veredicto.

Podíamos irnos. Todo había acabado, al menos por ahora.

Edward, obcecado en su papel protector, mantenía su brazo rodeando mi cintura y agradecí tenerlo tan cerca y poder abandonar mi peso en su cuerpo durante los segundos que yo no fui capaz de sostenerme.

- Gracias
Dijo Alice con una sonrisa de cortesía y se giró hacia la puerta para dirigirse rápidamente a la salida.

Me sentía torpe, todo el cansancio amenazaba con devorarme y mi cabeza se negaba a cooperar. Edward me apretó más contra él y empezó a caminar, por los dos, detrás de Alice.
Cuando no quedaban más que unos pocos pasos para salir de la estancia, Alice se paró en seco justo delante nuestro y la oímos exclamar de horror.

Lo siguiente ni siquiera sé si pasó a cámara lenta o mi cerebro lo registró así.

Edward se giró con un gruñido hacia los Vulturi colocándose en posición de ataque y apartándome de ellos mientras Aro añadió:

- Pero ella no.

Ella. ¿Se refería a mí? ¿Qué podía querer de mí el vampiro más poderoso de todos los tiempos?

- Ni lo sueñes.
Edward, en un gruñido irreconocible, se enfrentaba abiertamente a Aro y en menos de un segundo todos los presentes cambiaron de posición para defender al líder.

- Edward, sé razonable. -Aro hablaba como un profesor lo hace a un niño pequeño- Ella es humana y conoce nuestro secreto. La ley me obliga a actuar pero por el afecto que siento hacia Carlise voy a dejar que, por esta vez, vosotros volváis con él. Ella es otra historia.

Todo mi cuerpo estaba en alerta por el terror. Me giré hacia Alice que seguía detrás de mí y la vi con los ojos desenfocados. Imaginé que buscando en el futuro nuestras opciones.

- No la voy a dejar aquí. -siseó Edward.
- Sois un clan verdaderamente complejo. Lo que podéis llegar a hacer por vuestros vínculos es extraordinario. Sin embargo, la decisión está tomada. Bella se quedará aquí. Quiero conocer más a fondo cómo funciona su habilidad para bloquearnos, puede ser significativo. -y añadió ligeramente- Algún día me lo agradecerás. Vivirás más feliz sin sufrir tanto por tenerla cerca ya que has decidido no probar su sangre.

En cuanto concluyó la frase y sin que, aparentemente, dijera nada más, cuatro Vulturis, entre los que se incluía Jane, se acercaron en formación hacia nosotros. Estaba claro que Aro había hablado y era el momento de acatar sus órdenes.

Edward se agazapó para enfrentarse a ellos.

No había nada que hacer. Habíamos tenido la libertad tan cerca y ahora todos íbamos a morir. En cierto modo, me sentía aliviada por mí misma. Los últimos meses habían sido un infierno sin Edward y la posibilidad de acabar con todo por fin, me reconfortaba. Jamás me habría quitado la vida yo misma, no podría haberlo hecho por Charlie o por Renné. Pero esto era diferente. Yo había luchado por sobrevivir, había hecho cuanto había podido pero ya no era mi decisión.

Me sentí triste por mis padres y también por Carlise y toda la familia. Perder a Alice y a Edward de esta manera los iba a destruir. Jasper iba a quedar destrozado y no creo que ninguno de ellos lo llegara a superar nunca. Los visualicé a todos y cada uno de ellos, y pude sentir el dolor que iban a experimentar porque era el mismo tipo de dolor que teñía mi vida.

Supongo que fue justamente la claridad de este pensamiento lo que hizo que no me sorprendiera cuando me oí a mí misma decir:

- Está bien, me quedaré si prometes que ellos volverán sanos y salvos a casa.

Absolutamente todos los seres que me rodeaban me miraron con incredulidad. Me pareció ver que la pequeña y encantadora Jane sonreía maliciosamente pero no aparté la vista de Aro por si acaso.

- Por supuesto, mi preciosa Bella. Eso es lo que he prometido. -y añadió directamente mirando a Edward- siempre y cuando ellos se marchen sin provocar más incidentes.

A nadie le pasó por alto la amenaza implícita en la voz de Aro, e incluso yo, en mi simpleza humana, fui capaz de ver el futuro. Sabía que Edward no iba a acceder a dejarme ahí.

Él se sentía responsable de mí, pero no me amaba y lo había dejado claro en el bosque. Desde ese día ya no tenía motivos para sentirse obligado conmigo.

Entendía que se sintiera culpable porque yo había ido hasta ahí para salvarlo y ahora iba a morir, pero mi vida era insignificante de por sí y sin él no valía para nada, de manera que era completamente despreciable.

Pero incluso así, sabía que jamás podría desprenderse de su necesidad de protegerme.

- Vámonos Edward.

La voz de Alice sonó triste y vacía. Tuve que repetir sus palabras en mi mente hasta cinco veces antes de entender lo que había dicho. Edward tuvo la misma reacción que yo, pues la miró con incredulidad.

Después su expresión cambió y la miró con atención. Podía ver como ella le estaba hablando sólo a él con sus pensamientos pero era incapaz de aventurar qué era lo que podía estar diciéndole.
Alice no me abandonaría, ella no lo haría. Y aunque yo me había ofrecido voluntariamente a quedarme para salvarlos y lo habría hecho de verdad, no quería pensar que me estaban dejando para morir. No. Había algo más aunque yo, en mi estupidez, no fuera capaz de entenderlo.

- Es la única manera.

La única manera.

Eso era. Alice había visto el futuro. Sabía que yo estaba condenada pero que ellos no tenían por qué morir también. Ella debía haber visto que si aceptaban sin oposición, cabía la posibilidad real de seguir con su existencia. Alice lo sabía y por eso intentaba convencer a Edward.

Edward no reaccionó a las palabras de Alice de inmediato.

Todo el mundo seguía inmóvil esperando a que explotara de un momento a otro y empezara la batalla. Pero no lo hizo.

Pasado lo que me pareció una eternidad en silencio, Edward se incorporó abandonando toda postura hostil. Intentaba parecer calmado e inofensivo pero algo no estaba bien. Él no estaba bien. Tenía los puños cerrados y la mandíbula crispada en un esfuerzo por aceptar el destino.

Lo conocía bien y sabía que para él tenía que ser lo más difícil que había hecho en su vida, incluso más que cuando no me mató en clase de biología. Aunque no me amara, él era bueno y yo lo amaba aún más por ello.

Jamás hubiera permitido que me hicieran daño, pero las perspectivas que le había mostrado Alice en su mente debían ser aterradoras. No sólo lo afectaban a él, sinó que a toda la familia y seguramente eso lo hizo recapacitar.

Se movió lentamente como si todo su ser pesara toneladas y se acercó a mí. Me estrechó entre sus brazos y por un segundo pude sentir todo el amor del mundo atravesándome desde su cuerpo y envolviéndome en una calidez casi olvidada. Me sentí imbécil por ello pero agradecí que mi capacidad de autoengaño fuera tan enorme que me permitiera llevarme un recuerdo tan bonito a mi muerte.

Hundió su nariz en mi pelo y yo aproveché para grabar cada sensación: el olor que me transportaba a momentos de felicidad, la temperatura fría perfecta para mí, el tacto suave como el algodón y duro como la piedra, la energía que me recorría cuando estaba con él.

- Demetri por favor. Y sin hacerle daño.

Unas manos heladas me agarraron por los brazos y tiraron suavemente de mí hacia atrás para separarme de él.

No. Por favor. No. Todavía no. Tengo tanto por recordar. Sólo soy humana, mis recuerdos son imperfectos y necesito más tiempo para guardarlo todo. Por favor.

Y lo perdí.

Él no se movió pero yo ya no estaba en su abrazo. El vampiro llamado Demetri me sostenía y me alejaba de mi familia.

Quería mirarle, verlo por última vez. Deseaba marcar a fuego la belleza de sus ojos en los míos pero las lágrimas me impedían ver con claridad. Y lo más prodigioso de todo fue que incluso así y a pesar de mí, sus ojos seguían siendo lo más maravilloso del mundo.

Había sido la persona más feliz del universo. Había conocido el dolor más profundo. Había llorado, había amado, había reído y había perdido.

Ahora iba a morir, al fin.