.. Título: El Otro Lado del Espejo ..
.. Autora: Annie-chan Diethel ..
.. Categoría: Angst/Horror ..
.. Summary: En Rizembul se ha cometido un asesinato. El culpable se ha entregado. ¿Qué ha pasado?
.. Notas de Autora (leer, por favor): Este es un fic de varios capis (no taaan largo como deshonra pero al menos tendrá unos cuantos capis que no están escritos, por lo que quizá tarde un poco en actualizar. Esto pasa por asistir a clases de sociología con un profesor que se cree la Barbie y habla con la pared (verídico). Es otro de mis experimentos personales con la mente humana. El título no tiene nada que ver con el fic pero a quien se le ocurra uno mejor que lo diga xD Ah, y quiero aclarar desde un principio el lindo no-pairing. Es decir, que para las mentes a las que le gusta trasgiversar las cosas, adelante piensen lo que les de la gana xD pero no hay un pairing especifico porque, mas que nada, esto va mas de drama y sangre que no de romance y florecitas. Añadir que sean amables y dejen review con criticas constructivas y que los flames se los metan por el... Arigato! n.n
Toda la región estaba alborotada y no era para menos: acababa de conocerse la noticia de un asesinato.
Ya de por sí el hecho se calificaba de horrible, pero lo que mantenía el caso en boca de todos los vecinos era, más bien, los nombres de los protagonistas. Ni mucho menos esperados.
En un momento todo se hubo llenado de militares, encabezados por el Führer, seguido de un Roy Mustang visiblemente consternado. Rodearon la casa Rockbell y establecieron un perímetro por el que ninguna persona no autorizada pudiese pasar. Montones de curiosos se comenzaron a agolpar entonces sobre el cordón policial, entre ellos un joven muchacho de ojos pardos.
El día estaba nublado y se manifestaban ya los primeros relámpagos de la gran tormenta que se avecinaba. El panorama era de un gris oscuro que parecía resentir los hechos sucedidos en el interior de la casa.
La sirena de la ambulancia causó un escalofrío general al llegar y una oleada de nervios invadió el cuerpo del joven de mirada atemorizada que se rezagaba tras la multitud, asustado. La casa que el cuerpo militar cercaba era donde vivía su mejor amiga, y miles de imágenes del pasado se agolpaban de pronto en su cabeza, martillando su mente, sin saber qué estaba ocurriendo en su interior pero temiéndolo.
Su pánico se hizo perceptible cuando dos militares sacaron a empujones de la casa a un muchacho de cabellos y ojos dorados, de mirada perdida y ropas impregnadas en sangre. Avanzó a trompicones, tropezando con el cordón policial debido al miedo, gritando su parentesco con todo el aire de sus pulmones.
- ¡Niisan!
Pero el mayor, al oírlo, le dedicó una triste y forzada sonrisa, sintiendo el dolor de las esposas que le apretaban en las muñecas a sus espaldas. El pequeño quiso acercarse a él, rompiendo la cinta e ignorando las consecuencias, pero a pocos metros de distancia Riza lo sostuvo de los hombros y lo obligó a detenerse. Sus ojos se humedecieron mientras metían a su hermano en el furgón.
- Ya todo está bien, Al.- le oyó decir, usando las palabras como resorte que impulsó a las lágrimas a deslizarse por sus mejillas y a los sollozos romper en su garganta.
Las puertas del vehículo se cerraron tras él y arrancó. Pronto se puso en marcha hacia la prisión de Ciudad Central. Alphonse sintió los brazos de Hawkeye rodearle maternalmente, y entre sollozos se refugió en su abrazo. Pocos minutos después los médicos sacaron una camilla cubierta por sábanas blancas manchadas de sangre. Alphonse miró por el rabillo del ojo, sin atreverse realmente. Un mechón de cabello rubio caía disimuladamente por bajo la tela, revelando la identidad de la víctima. Murmuró el nombre de su amiga de la infancia, antes de desplomarse en el suelo inconsciente oír las desbordadas emociones.
Despertar no le hizo ningún bien. Abrió los ojos lentamente, tratando de enfocar su visión borrosa. Percibió un penetrante olor a humedad y escuchó las gotas caer: la tormenta había comenzado. Oyó a los militares hablar en murmullos ahogados y distantes. La cabeza le daba vueltas.
"- ¿Dónde estoy?"- se preguntó mentalmente.
Los recuerdos se agolparon en su cabeza, peleándose por entrar todos a la vez: su hermano esposado saliendo de la casa, la sangre, la sonrisa, la camilla, el mechón de pelo, "Ya todo está bien". No.
Gritó, gimoteó, lloró, hasta que Riza volvió a su lado y lo acunó como a un bebé. Se dio cuenta entonces de que había estado tendido en el pequeño asiento trasero de uno de los coches que habían traído y, a causa de ello y a la par de la lluvia, le dolía la espalda y sentía los músculos entumecidos. La cabeza le parecía querer estallar mientras él berreaba incoherencias en brazos de una paciente Hawkeye, que susurraba y lo mecía para calmar lo inconsolable.
- No puedo creerlo...- murmuraba- Debe ser un error...
- Se ha entregado.- afirmó la mujer rubia, ante la mirada incrédula y llorosa del menor de los Elric, que sólo guardó silencio mientras continuaba llorando calladamente.
