I - Dear diary


-¿Sabes?-preguntó la mujer que sostenía el volante entre sus manos.- El objetivo de llevarte cada mañana al instituto es tener un rato para nosotras dos, a solas, en un espacio pequeño y cómodo, en el que podamos hablar de nuestras vidas, nuestras cosas de mujeres y poder llegar a estimular el lazo de afecto entre madre e hija que no parece que tengamos.-confesó, mirando de reojo a su progenie en el asiento del copiloto.

Como cada mañana, Roxy Lalonde movía su cabeza, más bien la sacudía, al son del compás de la canción que sonaba a través de dos blancos y largos cables, ligeramente doblados en varios puntos por su manía de enrollarlos alrededor del iPhone. Sus cabellos cortos, de una tonalidad de rubio bastante clara pero lejana del rubio oxigenado, apenas se movían con ella, no como sus labios pintados de color negro, que no paraban de moverse formando la letra de la canción que no llegaba a cantar.

-Muy bien.-suspiró la mayor volviendo a centrar la mirada al frente.- Si es lo que quieres, no hablar nunca de estos temas, no pasa nada. Solo quiero que sepas, que si algún día necesitas algo, tienes a tu madre aquí lista para ayudarte, comprenderte y guiarte.-dijo con voz serena, despacio y con mucha calma.

La menor la escuchaba por encima de la música, sin embargo hacía como quién no se daba cuenta de que su madre le hablaba, esperando que el trayecto en el coche terminara antes de que intentara de nuevo entablar una conversación. No era como si no quisiera a su madre, la quería mucho de hecho, pero no se sentía cómoda con ese rollo madre hija super mejores amigas del alma que se lo cuentan todo. Además, el campo sobre el que la mayor quería hablar era uno que tenía vetado para todos y que no se sentía capaz de hablar con nadie, incluso con su mejor amiga de su edad.

¿Qué le iba a decir? "Mamá, estoy enamoradísima de mi mejor amigo, que no solo no se fija en mí, sino que es maricón perdido, me atraen algunas chicas, una de ellas mi mejor amiga, y estoy teniendo una especie de relación ficticia con otra chica por internet, aunque es solo rol, no te preocupes, me gustan más los penes. Ah, y tengo un problema de adicción al alcohol, pero intento controlarme ahora, no hace falta que llames un experto." ¿Cómo diablos iba a decirle eso a su madre? De entre todas las personas a ella. Seguramente ni siquiera se habría dado de como de marica era Dirk, aun cuando era evidente a años luz. Lo mejor era ignorarla, dejar que se montara sus propias películas sobre su vida y tratar de solucionar sola sus problemas, porque nadie podía ayudarla en esos momentos.

El hecho de estar pensar en como sería la reacción de su madre al enterarse de que Dirk era gay y ella no se había dado cuenta le hizo esbozar una ligera sonrisa divertida. Eso la descuadraría por completo, seguro. El Strider podía pasar por hetero en cuanto a físico, pero su forma de actuar, hablar y caminar le delataban. Bueno, y la decoración de su cuarto que era más bien preocupante con tanto peluche culón por doquier y esa obsesión por protagonistas mazados de sexualidad dudosa de sus animes o RPGs.

Justo en ese momento el coche giró una esquina para entrar en una calle de un sentido, algo más estrecha, en la que tuvo que ir más despacio debido a la falta de espacio para circular. Y a través de la ventana vio a su mejor amigo caminando despreocupado por la acera, con las manos en los pantalones y con la mochila colgando de un hombro en su espalda. Llevaba el uniforme mal colocado, como de costumbre, con la chaqueta abierta y los pantalones algo caídos ya que usaba una o dos tallas más de las que le tocaban. Además de que la camisa estaba algo arrugada, culpa de que en su casa solamente estaban él y su hermano y ninguno de los dos tenían idea de como funcionaba una plancha. Además llevaba un par de gafas puntiagudas aunque siempre se las tuviera que quitar al entrar en el edificio.

-Allí está Dirk. Me bajo, ¡nos vemos a la noche!-exclamó, abriendo la puerta y obligando a su madre a frenar el coche para que no se cayera al bajar en marcha.

-¡Pero, Roxy...!-exclamó ella mientras la veía coger su mochila de entre sus piernas e internarse entre el hueco de dos coches para reunirse con su mejor amigo.- Esta niña no tiene solución...-suspiró.

-¡Diiiiiiiiiiiirk!-gritó ella, entrando en la acera y cogiéndose del brazo del otro antes de que se diera cuenta de su presencia, ya que llevaba los cascos puestos.- Me acabas de salvar de una conversación extraña con mi madre.

-Salvar mujeres en peligro es mi profesión.-comentó a broma, después de quitarse uno de sus cascos para escuchar a su mejor amiga.-¿Qué quería saber esta vez?

-Creo que si me ha bajado la regla, el ou el.-respondió ella, riendo después.- Dijo algo de cosas de mujeres y de la confianza y lazos y...

-Quizás solo esté tratando de tener una relación más cercana contigo para no acabar como ella y su madre, ¿no crees?-dijo él, sin interesarse mucho por el tema tampoco. Cada mujer era un mundo y solamente entender a una era un puzzle a completar sin la mayor parte de las piezas.

-¿Por qué a veces parece que habláis igual?-protestó ella.- Da grima.

El Strider rodó los ojos a medida que se acercaban a la puerta por la que podrían atravesar la gran valla de color verde oscuro que separaba los terrenos de la institución de la calle. Asistían a un colegio concertado, no muy caro pero con algunas normas de ética y de vestuario, además de una mejor educación de la que podía proporcionar un instituto público. Debían vestir una chaqueta uniforme roja con los bordes y los botones blancos, una camisa blanca, una corbata roja con el escudo de la escuela en ella y unos zapatos rojos. Además, los chicos llevaban unos pantalones blancos y las chicas una falda blanca con el borde inferior rojo. No era un uniforme bonito, todos se quejaban de él, pero al menos no era tan espantoso como los de otros colegios.

En la entrada ya había gente, como de costumbre, aunque no había nadie de su curso, ellos siempre se encontraban en el patio inferior en vez de en la puerta ya que, al ser de último año, habían adquirido ese lugar que les pertenecía a los más mayores. La razón por la que les pertenecía no tenía mucho sentido, solo era una de las costumbres del instituto que se seguían manteniendo con el paso del tiempo y nadie las cuestionaba al parecer evidentes.

Atravesaron el poco gentío acumulado en la entrada y en silencio, aun estando Roxy cogida de su brazo, caminaron hasta las escaleras de la entrada que daba a un pequeño jardín con varias plantas y una pequeña charca que no tenía ningún pez. La rodearon por la derecha y siguieron recto hasta encontrar un segundo patio, pequeño y rodeado de los edificios de la academia, con cuatro arboles enormes y frondosos que tenían un banco a sus pies.

Allí estaba la gente de su curso, más bien las chicas, que se sentaban en el banco del nordeste según por donde se entraba y empezaban a cuchichear sobre sus cosas de mujeres. Por algún motivo que el chico desconocía, tanto Roxy como su mejor amiga, Jane, nunca se habían sentado con ellas aunque no se llevaran mal. El banco del sudoeste solía ser ocupado por Rufioh, el tío más popular de la clase, y sus amigos. Mientras que el del sudeste solía estar ocupado por ellos dos y sus mejores amigos Jake y Jane. El otro banco no tenía mucho uso, no era para ningún grupo en concreto como el resto.

-¿Habéis oído que Rufioh dejó a Damara por Horuss?-cotilleó la chica de cabellos castaños, atrayendo la atención de las otras dos chicas sentadas en aquel banco.

-Bien merecido lo tiene esa zorra asiática.-comentó con rudeza la de las dos largas trenzas castañas oscuras a cada lado de su cuello, llegando casi al suelo del banco.

-Me da un poco de pena, aunque me sorprende que saliera con Horuss. No me lo esperaba de ninguna de las maneras. Yo pensaba que estaban bien juntos.-comentó la otra, de cabellos dorados.

-Seguro que esa perra ni se abre de piernas aunque se la pase diciendo guarradas.-añadió Meenah, colocando ambos brazos en el banco con una sonrisa satisfactoria en el rostro.

-Tanto odio no es bueno.-comentó la primera que habló, reprimiendo a la que se encontraba en medio de las tres por ser tan cruel con su archirival.- Aparte, ¿habéis visto como han llegado la Lalonde y el friki? ¿Creéis que tienen algo?

-¿Tener algo?-preguntó sorprendida Meenah, soltando una sonora carcajada después de eso.- ¡Pero si él es un puto maricón!-exclamó, estallando en nuevas risas.

-¿Quién es maricón?-preguntó Latula acercándose a ellas.

Las tres eran distintas entre si, aunque bastante parecidas. La de la derecha tenía el pelo castaño algo largo y la piel más blanca que el resto, pero destacaba más bien por la cantidad de piercings que llevaba en la cara: dos en cada ceja y uno en su labio inferior. Además de que llevaba varios tatuajes recorriendo su cuerpo, como lineas negras que se curvaban y se enroscaban pareciendo serpientes y que el uniforme cubría. Las otras dos llevaban gafas, Meenah de montura gruesa y Aranea de montura fina. La del medio tenía el cabello largo, pero en la base del cuello se recogía en dos largas trenzas que casi llegaban al suelo. Mientras que el de a otra era corto y rubio curvado hacía delante en su final a la altura de la base del cuello. Ella misma tenía una larga melena pelirroja y lisa, que caía por detrás de sus hombros y acababa a la altura de las axilas. Las cuatro llevaban el uniforme de la escuela bien colocado.

Quizás lo más diferente de todas era el color del iris de sus ojos: el granate de Meenah, el azul claro de Aranea, el verde de Porrim y el turquesa de Latula. Aunque las cinco tenían en común que ellas, junto a Meulin, eran muy amigas desde hacía muchos años y habían pasado incluso las pruebas de haber tenido relaciones entre ellas.

-Strider.-contestó Meenah.

-Tanto que duele a la vista.-corroboró la pelirroja mientras se hacía sitio al lado de Porrim, acomodándose como la Peixes.- ¿Vais a ir a la actuación de los tíos esta noche?

-No me lo perdería por nada.-comentó la del otro extremo, dedicando una pequeña sonrisa divertida.- Me encanta como canta Rufioh.

-Ese tío lo parte.-admitió la castaña de las trenzas.- ¿Habéis visto como Cronus intenta imitarlo? Dice que quiere una banda. ¡Qué patético es!-se mofó, soltando una ligera risotada.

-Me da algo de pena.-admitió la otra castaña.- El pobre solo intenta llamar la atención.

-Es patético.-concluyó hablando de nuevo Meenah.

-¡Chicas!-las llamó la quinta miembro de aquel grupo mientras corría hacía allí, con el uniforme colocado con desastre y abandono y el pelo castaño claro a medio peinar.- ¡Me quedé dormida y por un instante pensé que no llegaba!-anunció, parando después para tomar aire.

-Estás hecha todo un desastre, Meu.-comentó Porrim sonriendo ligeramente.- ¿Kurloz te mantuvo despierta anoche?-preguntó arrancando un leve rubor en las mejillas de la otra.

-¡No!-protestó en seguida, arrancando una serie de leves risas por parte de las otras.- Es que ayer hicieron un challengue de mini comics de mis ships favoritas y estuve esperando hasta muy tarde para que los acabaran y leérmelos y... mereció la pena porque fue todo tan bonito y me dieron muchos feelings y lo fangirlee como nunca.

-Hablando de ships, ¿sabes lo de Rufioh y Damara?-comentó la de los piercings.

-¡Oh, si! Me sabe mal pero no me gustaba nada esa pareja. Llevaba mucho tiempo esperando que se fijara en Horuss, ¡hacen tan buena pareja juntos!-comentó mientras se peinaba el pelo con las manos.

La campana sonó en ese instante y las chicas se levantaron para ir a clase, viendo como el grupo de cuatro del otro banco que recién se había juntado también se dirigía hacía allí mientras que el de los chicos no había hecho aparición aquella mañana. Cruzaron los pasillos en dirección al tercer piso, en el cual se encontraba su clase, nada más se llegaba por las escaleras del patio y siendo la primera según se giraba a la izquierda. Como de costumbre, Cronus se encontraba en la puerta esperando que llegaran y todos ignoraron su presencia, tenía la manía de querer entrar último como si eso le hiciera especial. Y dentro estaba ya sentado y preparado para la clase el delegado del curso y de la clase, Kankri, quién también era el representante de los estudiantes de la escuela.

Cronus Ampora era un chico de cabellos oscuros y piel algo pálida. Por alguna razón que no sabían, el año anterior había cambiado su estilo a lo Harry Potter para parecerse a Danny Zucco, usando una cazadora en vez del uniforme escolar y recibiendo amonestaciones de vez en cuando. Además, se había teñido el flequillo de color grisáceo. No era muy popular, más bien siempre había sido el marginado de la clase por su actitud egolatría y presumida y su forma patética de hablar de si mismo y sus cualidades. Y cuando se intentó suicidar dos años atrás empeoró aún más la imagen que daba al resto de la gente.

En cambio Kankri Vantas era el chico bueno de la clase, el chico perfecto siempre y cuando no abriera la boca, porque una vez lo hacía no había forma humana de hacerlo callar. De cabellos rubios y ojos carmesíes y con tendencia a tratar temas políticos y sociales y a querer liderar y sobresalir en todo campo positivo. Además era de ese tipo de personas que sin esfuerzo aparente sacaba dieces y se llevaba bien con todos los profesores.

Todos se sentaron en sus asientos charlando con muchos ánimos menos aquellos dos, comentando también la ausencia de los cinco chicos que componían el grupo de amigos que eran de la banda de Rufioh: Horuss, el batería, Mituna, el teclado, Kurloz, el bajo y Rufioh, quién empeñaba el papel de cantante además de ser el líder. Aquella noche volverían a actuar así que seguramente ni fueran a clases aquel día y se lo pasarían ensayando.

La profesora no tardó en entrar en la clase logrando que el barullo de la clase se acallara y los pocos que no se encontraban bien sentados se colocaran bien. La mujer de cabellos rubios cortos, de tonalidad casi oxigenada, y ojos rosáceos miró a la clase antes de dejar su bolso en la mesa. Llevaba los labios pintados de negro como cada día y una banda rosácea en su pelo. Aquel día vestía con una camisa blanca y una falda morada, además de unos tacones negros de no muchos centimetros de altura.

-Buenos días.-saludó.

-Buenos días, Miss Lalonde.-dijo la clase a coro.

La mujer metió la mano en el bolso y de el sacó un pequeño libro morado, más bien parecido a una agenda o similar ya que también colgaba un cordón para saber en qué pagina se había dejado. Después de aquel, sacó otros muchos ejemplares y los cogió en brazos, antes de volver hacía la gente de la clase.

-La tarea de esta segunda evaluación será escribir un diario personal.-anunció.- Sé que este es vuestro último año y tenéis encima los nervios del examen de acceso a la universidad y, aunque muchos de vosotros ya sepáis que vais a estudiar y dónde queréis hacerlo, los nervios os juegan malas pasadas. No olvidar vuestros problemas personales que también influyen en los estudios y las notas. Seguramente no tengáis un confidente a quién le podáis contar todo acerca de vosotros. El diario serviría para este rol. Para desahogaros y poder relajaos. Podéis añadir fotos, envases de cualquier chuchería, dibujos, lo que queráis, siempre y cuando sea personal.

Dejó el primero en la mesa de Kankri y después empezó a repartir más entre los presentes. Todos estaban vacíos y en la primera pagina habían dos lineas en las que poner el nombre y la fecha en la que se empezó a escribir. Más que un diario, parecía un cuaderno de trabajo.

-Este diario será testigo de vuestro inminente crecimiento mental y de vuestros cambios de parecer o de amistad durante lo que queda de curso. De vuestros miedos e inseguridades. De lo que realmente os gusta o no. Va a ser una prolongación de vosotros mismos en la que descargar todo y poder seguir adelante más seguros de vosotros mismos y sabiendo realmente quién sois.-añadió, entregando el último a Meenah, que se encontraba más al fondo que el resto de chicas junto con Aranea.

-Pero, Mi...-empezó a decir Jane, incomoda con el hecho de entregar algo tan personal como un trabajo.

-Tranquila, señorita Crocker, no leeré el diario ni juzgaré a la persona que lo escribió.-aseguró, averiguando lo que ocurría por la mente de la chica.- Al final de la evaluación lo ojearé por encima mirando si está escrito o no. Espero que ninguno haga trampa escribiendo textos sin sentido, ya que esta tarea es más bien para ayudaros a vosotros mismos.-dijo antes de sonreír y volver a su posición frente a la pizarra.- ¿Algún voluntario para entregarle los diarios a los alumnos restantes?-preguntó, recibiendo la respuesta de Meulin, quién levantó la mano inmediatamente puesto que los vería como el resto de chicas al salir de clase.- Entonces podemos comenzar la clase, abrid los libros por la pagina ciento catorce...

Un papelito golpeó la mesa de Dirk llamando su atención. El rubio separó la vista del libro que acababa de abrir para mirar una nota muy arrugada que había acabado al lado de su estuche. Curioso lo desplegó con cuidado de que la madre de su amiga, que también era su profesora de lengua, no le descubriera.

"¿Unas partidas después de clases?"

Alzó la mirada encontrándose con la mirada su mejor amigo, Jake, quién le miraba de reojo a través del hombro y le guiñó un ojo para que supiera que había sido él el de la notita. Volvió la mirada a la profesora para comprobar que estaba de espaldas escribiendo en la pizarra un esquema del contenido de las cuatro paginas que tratarían aquel día. Una vez se aseguró de que no le viera, escribió un "HECHO" en la palma de su mano izquierda y la colocó al lado de la mesa estirada para que el otro la pudiera leer. En cuanto este le sonrío y se giró para tender de nuevo, bajó la mano e intentó atender de nuevo a la clase, aunque no podía mucho.

La mitad de la clase estaba demasiado emocionada con lo que iba a ocurrir aquella tarde como para atender al cien por cien, por lo que aquella fue de las clases más inservibles que habían tenido en lo que llevaban de curso. Mientras que otros estaban más pendientes de la tarea que le había mandado, entre ellos Roxy. ¿Qué pasaría si su madre hacía aquello solamente para leer el diario después? ¿Podía escribir allí todo lo que pensaba o hacía a sabiendas que su madre podría leerlo cuando quisiera? Lo peor de que lo hiciera no sería el que lo supiera o el castigo, sino saber si la decepcionaba por su comportamiento o sus dudas sobre su sexualidad.

El mundo entero parecía reducirse en aquel instante a un simple inicio. Un "Querido diario...".