Tengo inseguridad de publicar esto en FF al principio así que empecé poniéndolo en facebook. Varias amigas me han dicho que está bien así que me atreví a publicarla aquí... Espero que les guste.

Advertencias: Este fic puede que sea yaoi (chicoXchico) así que si no te gusta no leas.

Disclaimer: Bleach no me pertenece, es propiedad de Tite Kubo.


Todos los niños de la clase de primaria estaba en silencio y muy concentrados en su trabajo. El día de la madre era muy especial para ellos, se estaban esforzando mucho para hacer sus dibujos y colorearlos sin salirse de la línea. La profesora los vigilaba y observaba como sus alumnos ponían su amor en el papel. Pasó por las mesas, animando a los niños, diciéndoles que estaban haciendo un bonito dibujo. Pero en la última fila, había un niño que aún tenía la hoja en blanco. Estaba de brazos cruzados en la mesa y la barbilla apoyada sobre ellos.

–¿No sabes que dibujar? –Acarició su brillante cabello naranja y se agachó para estar a su altura– ¿Eh, Ichigo-kun?

El niño negó con la cabeza–. No quiero dibujar nada.

La profesora sabía que le pasaba a su alumno, así que trataría de entretenerlo– ¿Qué te parece si me ayudas con unos recortes? –se fue hasta su escritorio al principio de la clase y de allí trajo unas láminas con recortes de animales–. Son muchos para recortarlos yo sola –le tendió unas tijeras y él las cogió.

Cogió la primera lámina, pero no sabía de qué animal se trataba, aunque era uno que le llamaba la atención.

–Es un lobo ártico–dijo la profesora recortando un conejo.

–Es bonito–metió las tijeras en el papel y empezó a recortar– ¿Qué es el ártico?

–Es un lugar dónde hay mucha nieve y que está al norte.

–¿Algún día podré ver uno?

–Viven muy lejos de aquí. Pero seguro que algún día podrás– le revolvió el cabello y por primera vez desde hace tiempo, Ichigo sonrió.

–Eso sería genial –levantó el recortable y lo miró, contento.

–Puedes quedártelo si te gusta mucho –cuando terminó de recortar el conejito, se llevó las cosas de vuelta hacia su mesa, ya que casi era la hora de que todos se fueran a casa. El timbre sonó y todos recogieron sus cosas para marcharse –Ichigo, ¿puedes quedarte un momento?

–Sí. ¿Necesita algo?

–¿Me lo dejas un momento? –preguntó refiriéndose al lobo.

Sin titubear se lo dejó. La señorita sacó algo de su bolso y un kit de costura. Después de que hiciera varios movimientos de muñeca, que Ichigo no veía, le devolvió el papel, pero cosido a un pañuelo. Se veía más bonito que antes– ¿Te gusta?

–Sí. ¡Gracias!

–Hasta mañana, Ichigo.

–¡Adiós, sensei! –se marchó del colegio y caminó de vuelta a casa. Pero antes, sintió la necesidad de pasar cerca de la ribera del río. Ichigo, guardó el pañuelo en su cartera, se sentó en la pendiente y se perdió en sus pensamientos. Ni siquiera se dio cuenta cuando empezó a llover. Se percató de ello cuando sintió que tenía frío –Cuando fue que empezó a llover… ¡Estoy empapado! –se levantó y miró la ropa con disgusto.

Más importante que su ropa en ese momento, fue aquel quejido lastimero que escuchó. Corrió por la pendiente y se paró al borde del río. ¿De dónde venía ese sonido? Miró al agua embravecida por el viento que de repente se había levantado. Allá pudo ver la procedencia del sonido.

–¡Se lo llevará la corriente! –sin pensarlo siquiera soltó la cartera y se lanzó al agua a rescatar a la criatura que pedía socorro. Logró alcanzarlo y sujetarlo con fuerza con un brazo, pero entonces nadar con uno solo contra corriente era demasiado para él. Y el animal, no es que fuera precisamente pequeño. No lograba alcanzar la orilla. En un último instante de desesperación, agarró al animal con ambos brazos –Acaso es que… ¿No puedo proteger a nadie?


Abrió despacio los ojos. ¿No estaba muerto? Se sentó de repente, sobresaltado. ¿Dónde estaba? Trató de calmar el ritmo de las preguntas que asomaban a su mente y miró alrededor. Se ubicó rápidamente, estaba bajo el puente. ¿Cómo llegó ahí? ¿Alguien lo salvó?

Algo que rozó con su espalda hizo que se asustara y se alejara de lo qué quiera que hubiera sido eso.

Entonces vio a aquel animal, aparentemente de color blanco ya que estaba bastante sucio.

–¿Un lobo?–lo miró con curiosidad y el animal también se fue acercando a él. Cuando vio que el niño ya no le tenía miedo, se aproximó del todo y le lamió la cara–. Para… ¡Me haces cosquillas! ¿Tú me salvaste? –el lobo apoyó su cabeza en el regazo de Ichigo y este lo acarició–.Gracias entonces –se quedó así durante unos instantes hasta que algo hizo clic en su cabeza. ¿No había dicho su sensei que el ártico estaba lejos?– ¿De dónde eres tú, eh?

El lobo restregó su cabeza contra el pecho de Ichigo–. Supongo que no importa. No sé cuánto llevamos aquí, pero tengo que volver a casa –dijo apenado de tener que volver.

El animal dio media vuelta y recogió algo que estaba cerca de la pared– ¡Mi cartera! ¡Gracias! –le acarició de nuevo la cabeza y sonrió– Ojala volvamos a vernos. Yo soy Ichigo.

Se puso en pie y emprendió su camino de vuelta a casa. El lobo se quedó sentado debajo del puente, moviendo la cola lentamente de un lado a otro. Después se levantó y siguió el camino del niño.

–Aún me pregunto cómo ese lobo me salvó. No puede haber sido él, entonces me hubiera lanzado al agua para nada –de pronto escuchó unos pasos tras él, volteó la cabeza y vio al lobo siguiéndolo– ¡Ey! ¡No puedes venir conmigo!

El lobo lo miró, triste.

–Mi papá no me deja llevar animales a casa. Además, no podría esconderte, eres grande.

Dejó las orejas caídas y la cabeza agachada. Ichigo no soportó eso– ¡De acuerdo! ¡Haré lo que pueda! –en ese momento se percató de la extraña mirada del lobo. Aquellos ojos dorados tan profundos, lo atrapaban como si fueran la cosa más increíble que hubiera visto en su vida.–Qué tal si te doy un nombre, ¿tienes uno? –el lobo movió las orejas feliz –Vale… ¿Qué tal Shirosaki?

El animal se tiró sobre él y digamos que lo llenó de baba –¡P-para! –rió cuando este estaba lamiendo su cuello causándole cosquillas.

–Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? –dijo una voz tras de ellos.

El lobo se giró y se quitó inmediatamente de encima de Ichigo y gruñó al hombre que apareció.

–¿Qué ocurre?

–Refugiándote tras un humano, ¿eh? ¿Cuán cobarde puedes ser, hollow?

–Qui-quiénes son...-el peli naranjo estaba temblando en el suelo cuando vio como aquel hombre vestido con unas ropas parecidas a las de un samurái, sacaba una katana.

¡Corre, Ichigo!

–Qué… –estaba aturdido, ¿quién le dijo eso?

¿Qué esperas? ¡Corre! –el lobo volteó la cabeza para repetirle lo que había dicho.

–H-ha… ¡Hablas! –exclamó mientras se ponía en pie torpemente.

–Tu huida llegó a su fin, hollow –varios hombres como el de antes rodearon al lobo y lo atacaron.

Ichigo observó paralizado y aterrado como herían a la criatura– ¡Ya basta! ¡Deténganse! –gritó con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

Los agresores se detuvieron y miraron sorprendidos al niño, como claramente este podía verlos a todos.

Ichigo corrió hacia el lobo blanco y acostó su cabeza sobre sus piernas –¡Shirosaki! ¡Shirosaki! ¡Despierta por favor! –puso sus manos sobre él y lo sacudió levemente, importándole poco que estas acabaran manchadas de sangre– ¡No! ¡Por qué le hicieron esto!

Se miraron entre ellos y se encogieron de hombros, uno se atrevió a contestar–. Eso no un lobo, niño. Es un monstruo.

–Mentís… ¡Shirosaki me salvó la vida! –más lágrimas siguieron cayendo de su rostro mientras trataba de hacer que su amigo despertara.

–Él no puede haberte sal-

–Lo hizo… ¡Y quería que fuéramos amigos! Pero ustedes han… -se aferró al pelaje del animal y agachó la cabeza.

–Vámonos, no hay nada más que hacer aquí –fue todo lo que dijeron antes de desaparecer.

El niño siguió llorando en el sitio hasta que vio una de las orejas del lobo moverse– ¡Shirosaki!

Ichigo…

–No te preocupes… Ya se han ido –se abrazó a él y sollozó.

Me salvaste. Si no los hubieras detenido yo…

–Ahora eres mi amigo Shirosaki. No dejaré que mueras –agarró su cartera y sacó un pañuelo con el que el que presionó alrededor de la pata herida –No sé mucho de curas en animales…

Está bien así, gracias –le lamió la mejilla suavemente y se acostó de nuevo en sus piernas.

–Ey, ¿por qué hiciste eso? –sonrió.

¿El qué? –preguntó a la vez que movía las orejas, feliz.

–Me has dado un beso –rió Ichigo.

N-no es verdad… -protestó un poco nervioso-. Y eso lo hacen los perros. No soy un perro -gruñó.

–¡Sí lo hiciste! Soy pequeño, pero no tonto.

Lo sé. Gracias por darme un nombre. Era lo que más deseaba de todo. ¡Y tener un amigo! Eso era impensable para mí…

–¡No tienes que agradecerme! Tú también me salvaste a mí. Te llevaré a mi casa y allí podré curarte mejor. Mi papá lleva una clínica.

Shirosaki se apartó del regazo de Ichigo para que este pudiera levantarse y aunque aún ritmo lento, siguieron el camino hacia la casa de Ichigo.


No tengo mucho que decir, es una idea extraña... En el siguiente capítulo un salto en el tiempo. ¡Por favor dejen reviews para saber si debo seguir! Aunque los tres primeros ya los tengo, a partir de entonces me dicen, ¿vale?