Las cartas
de Marron
Se había citado en la cafetería con Trunks, de modo que en un banco fumaba distraída un cigarrillo y de vez en cuando llevaba a los labios la cerveza.
El lugar le era familiar. Cuando dejaba el estudio, solía comer allí mismo un plato frío y después salir hacia el estacionamiento donde siempre dejaba su automóvil, en el cual se iba hacia su casa a leer, oír la radio o ver las tonterías que pasaban por la televisión.
Pero Trunks la había citado y era un buen amigo, tal vez algo más que amigo, aunque ella no estaba convencida de quererlo.
Era viernes y los sábados no trabajaba, ni tenía obra alguna que visitar, lo cual le daba oportunidad de un fin de semana para ella sola, salvo que Trunks se empeñara en invitarla a salir.
—¡Vaya! Pensé si te habrías ido. Tú no esperas demasiado.
Marron volteó y pudo ver a su amigo Trunks sentarse en un banco.
—Lo siento. Gohan me envió a visitar una obra. Casi reviento de rabia cuando al salir me dio el encarguito. ¿También pudo ir él, no?
—Pues no —sonrió Marron—. Gohan es el dueño del estudio y lo lógico es que nos mande a nosotros a visitar obras.
—¿Qué te parece si nos vamos a comer por ahí, nos metemos después en un bar y lo pasamos bien?
Marron prefería una ópera o una obra de teatro.
Pero se alzó de hombros. Era una chica seria, de semblante bellísimo. Cabellos rubios, ojos como el cielo, la tez un tanto blanca, aunque tomara el sol.
—No me gusta la idea. Tengo un libro pendiente y deseo leerlo precisamente este fin de semana.
—¿Y qué haré yo?
Trunks pensaba que ella era algo de su pertenencia. Y no era así. Después de un silencio, decidió acercarse un poco hacia ella.
—El edificio que tú has diseñado —elogiaba Trunks— está quedando precioso. ¿No te ha pedido Gohan que pasaras a verlo?
—Yo hago los planos que le piden y rara vez superviso los edificios —tiro el cigarrillo y se acomodó el cabello—. Para eso están tú y él, que es, a fin de cuentas, el responsable. Yo, de momento, soy una arquitecta a sueldo.
—Un soberbio sueldo.
Marron alzó vivamente el rostro y fijó su mirada en la de Trunks.
—¿Por qué dices eso?
—Porque yo gano la mitad de la mitad.
—Es lo lógico —dijo Marron con naturalidad—. Yo he trabajado en varios estudios antes de ser contratada por el señor Ox Satán.
—A propósito de eso. ¿Te vas a quedar en la empresa?
—¿Y por qué no?
—Muerto el señor Ox Satán, Gohan, su primer nieto, será el dueño absoluto.
—Gohan es un arquitecto de mucho prestigio, como también un científico; además, el estudio Ox con o sin el viejo marcha divinamente.
El mesero acudía preguntando qué tomaba el recién llegado.
—Una cerveza —dijo Trunks Brief y volteándose de nuevo hacia su amiga—, oye, Marron, ¿no has pensado un poco en lo que te dije?
—No.
—Pero quedamos…
—Yo no quedé en nada —enfrento su mirada azul—. Somos amigos. No tengo interés alguno en ser algo más, de momento. A tu lado estoy cómoda. Tú lo estás a mi lado —dejo de verlo—. ¿Qué importa todo lo demás?
—¿Y la relación amorosa?
—Pues mira… es que yo…
Un chico alto, delgado, de cabello negro y lacio y ojos marrones miraba a Marron insistentemente, y acercándose a ellos exclamó:
—¡Vaya! ¿Me equivoco al preguntarte si eres Marron Jinzo?
—Pues sí. Pero…
—No me recuerdas.
—No, realmente no.
—¿Cuántos años sin vernos? Veamos… —contaba con los dedos—, uno, seis… diez… Justamente diez. Tú aquel año te ibas a la Capital del Este o tal vez al Norte.
Marron alzaba una ceja. El chico que se hallaba de pie ante ellos era de muy buena facha. Muy arrogante, muy bien vestido.
—Si no me dices quién eres, apuntó Marron alzándose de hombros.
—Aquel año se había casado tu padre y a ti no te había gustado nada. Te daré más pistas. Tu padre, un famoso luchador de artes marciales, tenía una pasante… Se casó con ella después de quedar viudo. Tú tenías quince o dieciséis años. Yo había terminado el bachillerato y estaba en la ciudad costera pasando unas vacaciones. Nos conocimos en la playa. Tenía una moto y te llevaba en ella.
Marron emitió una risita.
—Ya, ya sé. Eres Uub…
—Nijam. Uub Nijam. Tenía en aquella época dieciocho años y empezaba mis estudios empresariales.
—¿Y… terminaste?
—Pues no. Comencé a trabajar en una empresa cuando iba por la mitad. Pero he prosperado. Hoy soy un buen ejecutivo.
—Me alegro —dijo Marron sin entusiasmo, como si no recordara demasiado de aquella época—. Te presento a Trunks Brief.
Los dos hombres se dieron la mano y se enfrentaron con la mirada, para quitar la tensión que crecía, Uub dijo:
—Les invito una copa, pero no aquí. Allí hay una mesa libre.
Marron y Trunks se levantaron, y él por inercia, puso una mano en la cintura de Marron. Ella no se inmuto. Caminaron junto al recién llegado hacia la mesa que él indicaba.
—¡Qué casualidad!, ¿verdad? Tienen razón al decir que el mundo es muy pequeño. Toparme así, de buenas a primeras, contigo… —se quedó observando esos ojos celestes— ¿Qué has hecho al fin, Marron?
—Arquitectura. Ya llevo trabajando cuatro años —dijo indiferente.
—Eso es mucho, ¿eh? Has terminado la carrera y además trabajas. ¿Qué tal Inés Contreras? —preguntó Uub—. ¿Qué toman?
—Cerveza, dijo Marron.
—¿Te acuerdas de Inés? —insistía, luego de pedir tres cervezas—.
—Pues no mucho. Pero lo suficiente. No sé qué fue de ella. En realidad, yo dejé la provincia y no volví —volteo con Trunks y él con ella—. Lo hice en contadas ocasiones. Fui cuando nació mi hermano Iván y cuando después nació Teté.
Por las veces que se miraban. Parecía que Marron le platicaba eso a Trunks, en un momento íntimo, en vez de Uub.
—Seguro que terminaste por aceptar la boda de tu padre.
Trunks estaba en silencio. Lo que Marron contaba, lo desconocía de ella.
—Tenía poca edad. Después comprendí que era lo mejor para él.
—Yo no volví por la ciudad, pero aquel verano fue maravilloso —la miro fijamente.
Marron no tenía un recuerdo concreto de aquel verano. Pero cuando Uub hablaba lo asociaba a un compañero de su grupo de amigos. No recordaba con quién había ligado, con ella no, por supuesto.
Mi fanfic es una pequeña adaptación.
Disclaimer: Historia original de Corín Tellado. Inolvidables historias de amor.
