¿POR QUÉ?
Hace tres meses que le había dejado, tres malditos meses que había sido su calvario, no era fácil olvidar a aquel "primer amor" de su vida, de amor no había nada, de ser el primero si, pues aún conservaba ese bello recuerdo de esos encuentros íntimos con él. A pesar de esos meses transcurridos no había logrado olvidarlo por completo, aun había ese recuerdo cada mañana, de sus cabellos cenizos, esos juegos vespertinos traviesos y esas noches de calor en la cama, Iván era una dura decepción, una que no lograba digerir del todo, no iba a negarlo, todavía había noches que le lloraba en silencio, lo único que tenía eran esos recuerdos pequeños de un amor tan grande que le profesó.
Ese día, era la prueba de fuego, ya que después de su inevitable separación, era la primera vez que lo vería, vaya cosa, ¿Por qué demonios tenía que haber una reunión?, ¿Por qué diablos tenía que ir?, sobre todo, ¿Por qué carajo tenía que amarle aun? , vaya que no estaba listo, tenía las manos temblando y ese pequeño dolor en el pecho se hacía cada vez más fuerte a cada segundo.
Entonces, como si de un trinar de los pájaros se tratase, oyó esa suave voz eslava recorrer por el pasillo principal de la sala de reuniones, los demás parecían ir como si nada ocurriese, mientras tanto Alfred se quebraba por dentro. Todos pasaron primero a la sala y cerraron la puerta, sin embargo Iván antes de entrar quería hablar con Alfred, preguntarle como esta, saber cómo le había ido esos meses. Con ello en mente se acercó, Jones deseaba desaparecer al ver que el ruso se acercaba, anhelaba que desviara su camino y se fuera a otra parte, sin embargo, no era así, pues Iván estaba ya cerca de él y sin nadie cerca.
-Hola, ¿cómo estás?- soltó su pregunta.
El estadounidense alzo su vista para ver los ojos de Iván, vaya dulzura, al verle de nuevo tan cerca su corazón latió fuerte, pero, aquella pregunta era demasiado cruel, "¿Qué cómo me siento?, ¡¿Cómo debería sentirme después de que me dejaste?!, ¿Cómo debería estar después de lo insuficiente que me dijiste que soy?, ¿Cómo estar si cada día no amanezco a tu lado?, ¿Cómo estar cuando aún te amo y sé que no volverás?, ¿Cómo te atreves a preguntarme eso Iván?, ¿Cómo eres tan capaz de hacerlo?, ¿Cómo puedes hacerme sentir tan mal?"
Quiso llorar en ese momento, sin embargo Iván parecía de lo más normal, haciendo una pregunta de lo más ordinario para una persona ordinaria, no debía ser débil, no debía verse así. Con esa idea sonrió, esa sonrisa como las que siempre expresaba, debieron haberle dado un aplauso al gran actor, fijo su vista en él, no pasaba nada, el amor siempre venía acompañado de dolor, así era la ley de la vida, y aunque amase a Iván toda la suya, debía darle a entender que no le importaba ya no estar con él.
-¡Excelente!- exclamó el neoyorkino mientras le daba la espalda al ruso, en aquella posición cambio su rostro a uno triste y desolado, le había costado mucho esa sonrisa.
Brangiski se quedó mirándolo un par de segundos, alzó sus hombros y le siguió por detrás, Alfred a su parecer, se veía bien.
Ambos entraron al gran salón, para dar inicio a la junta.
