Si existía una palabra que todos los estudiantes odiaban, esa palabra era tarea. Si existía un profesor odiado por todos los estudiantes de Hogwarts ese era Severus Snape ¿Qué pasaba cuando esas dos cosas se juntaban? La respuesta era fácil, todo el alumnado estaba de malas ¿Acaso ese murciélago no los iba a dejar descansar aunque fuera navidad? Una cosa era que él no tuviera con quien pasar las fiestas y otra muy diferente era que de "regalo" compartiera esa amargura con ellos.
-Joder, esto es mucho solo para un par de días-reclamó Ron dejando caer su cabeza en la mesa de Gryffindor del gran comedor -Transformaciones, Encantamientos, DCAO, Herbologia...Sin olvidar el dichoso trabajo que el murciélago nos dio-
-Si hubieras empezado antes…nada de esto estaría pasando Ron-repuso Hermione sin apartar sus ojos del libro de astronomía que estaba leyendo-A Harry y a mí solo nos queda hacer la tarea del profesor Snape ¿Acaso aquel partido de quidditch es más importante que tu educación?-
-En esos momentos…si-repuso el pelirrojo-Oye…Hermione, me preguntaba si tú…-
-Olvídalo Ronald Weasley, ya tengo suficiente con lo mío, no pienso hacer tus tareas-dijo la castaña levantándose de la mesa del comedor-Será mejor que aproveches bien el tiempo en tu casa, este año no iré-
-¿Por qué?-
-Me quedaré en el colegio para terminar todo, ya le avisé a mis padres-Hermione le sonrió a su amigo-Y ni se te ocurra pedirle la tarea a Harry yo misma la hechicé para que tu no la copies-
-Pero Hermione…-repuso Ron
-Ya es hora de que aprendas Ron-
El chico volvió a dejar caer su cabeza en la mesa, esta vez con un audible quejido de derrota, Hermione dejó escapar una pequeña risa mientras se dirigía al baño de Myrtle la Llorona a ver su pequeño trabajo de pociones, llevaba cerca de 3 semanas trabajando en ella porque era la única alumna que sabía cuánto se demoraba esa poción en prepararse. Cada vez se sorprendía más por aquel brebaje de color anaranjado que el profesor Snape les había encargado hacer
-Amortentia…-susurró Hermione-Un filtro de amor-
Indudablemente, luego de que Snape diera a conocer cuáles eran los efectos de aquella poción, el aula de clases se llenó de bromas hacia su maestro "De seguro se la dará de beber a alguien" "Chicas cuidado, el murciélago quiere cuello nuevo para morder" era lo que más comentaban sus compañeros de clase.
Miró para todos los lados antes de adentrarse a aquel baño de la escuela, Myrtle ya la estaba esperando, con el ceño fruncido y con lágrimas en su fantasmal rostro
-Myrtle ¿Qué pasó?-
-Yo…yo lo siento Hermione…pero vino ese hombre y…y…-
-¿Alguien vino?-dijo asustada Hermione-Myrtle ¿Quién fue?-
-Fui yo-dijo una voz a sus espaldas
No era necesario preguntar quién era, Hermione conocía perfectamente la voz de su profesor de pociones, cerrando los ojos y mordiéndose el labio se dio media vuelta para poder encararlo, mala idea, aquel tipo tenía escrito con tinta brillante en su frente la frase "Estas muerto" ¿Por qué no fue al aula de pociones como cualquier estudiante normal a realizar aquella poción? O si ya lo recordaba, Snape la ponía nerviosa, no quería tenerlo cerca mientras realizaba tan complicada poción
-Bien señorita Granger, veo que, aunque pasen los años, usted sigue siendo tan predecible-dijo Snape mirándola con la caja alzada
-Señor yo…-
-¿Usted que, Granger?-
-Solo estaba haciendo mi tarea-dijo Hermione bajando sus ojos-Yo solo estaba…-
-¿Y por qué no fue al aula de pociones como los demás estudiantes?-preguntó él con ironía-O ya sé, aquello es muy pequeño para la gran sabelotodo-
Ella lo maldijo entre dientes, pero aun así, aquel bastardo logró escucharla aunque estuviera a una buena distancia de ella
-Castigada por todas las vacaciones Granger, a las nueve en mi despacho-repuso Snape cerca de la puerta –Iba a darle una semana, pero creo que debe recapacitar sobre su vocabulario-Hermione creía que en cualquier momento le iba a lanzar un Avada por ser tan petulante y desgraciado-Y antes que me olvide, 10 puntos menos para Gryffindor-dijo antes de voltearse completamente y desaparecer por la puerta
-Maldición-repuso Hermione pateando el piso-¿Por qué justo a mí?-
Myrtle se le acercó e intentando ser amable con ella le señaló el pequeño caldero de plata que estaba a fuego lento
-No le ha hecho nada, solo se quedó quieto y con los ojos cerrados-Myrtle se acercó a la poción-Respiraba muy despacio-
Hermione rió ante aquel comentario ¿Qué olería Snape en su Amortentia? ¿O solo se quedó quieto allí para intentar encontrar algún olor que identificar?
Caminó muy lentamente hasta que percibió un aroma un tanto amargo pero liviano, aquello era muérdago, como el de su poción. Hasta el momento , Hermione había podido percibir dos aromas en su Amortentia , dos aromas que, tal vez por separados pasaban desapercibidos, pero que juntos hacían que el sistema nervioso de Hermione colapsara por el solo hecho se sobre estimularla, pero aquel aroma era más intenso, más real y no una vaga ilusión creada por los humos de una poción. Aquel olor era de muérdago verdadero, el fresco olor a muérdago que recién hace aparecer sus bayas blancas.
Pero aquello era ilógico, solamente ella había estado en aquel cuarto…bueno, ella y Snape…pero era navidad, así que los muérdagos tenían que estar por todas partes ¿No es así? Era imposible que él, justamente él, tuviera una fragancia a aquellas bayas. Aunque iban perfectas con su personalidad, amargas, como él lo era, pero por alguna extraña razón a Hermione le agradaba aquel olor, ese aroma amargo que se cuela por tu garganta hasta dejarla con una sensación rasposa, aroma que es precuela de algo más delicioso, los besos, y los besos nunca son amargos, los besos siempre son dulces, como una baya en su estado más maduro, como los muérdagos cuando están floreciendo en plena nevazón, si, aquellas diminutas frutas también podían ser dulces…¿Acaso Snape también podía? Sacudiendo la cabeza Hermione intentó quitar aquel pensamiento idiota de su mente.
Bueno, su profesor podía tener uno de los olores de su Amortentia, pero obviamente no podía tener el otro, aquel aroma era demasiado obvio para ocultar.
Suspirando embotelló su poción y decidió que era tiempo de subir a la torre de Gryffindor para tener tiempo de arreglar sus cosas antes de ir a morir a la cueva del murciélago.
-¿Estas enojada conmigo?-preguntó el fantasma
-Claro que no Myrtle-
-¿Vendrás a visitarme aunque te hayan castigado por mi culpa?-
-No fue tu culpa, con esa enorme nariz, Snape debió reconocer mi poción a kilómetros-dijo la castaña antes de tomar su bolso de la escuela-Vendré en cuanto me libre de las garras del murciélago-el fantasma le sonrió
-¿Te diste cuenta de que olía como tu poción?-dijo Myrtle ya más alegre
-Solo a muérdago-repuso Hermione un tanto roja de vergüenza-No a lo otro-
-Yo creo que sí-la chica soltó una risita
-Merlín no lo permita-dijo la castaña antes de salir
Pero una fantasmita ya conocía la respuesta, a fin de cuentas, aquel hombre iba muchas veces a su baño para poder saciar su pequeño vicio. Myrtle volvió a su retrete ¡Que ganas tenia de estar viva y que aquello le pasara con Harry! Lástima que tenía que conformarse con verlo desnudo cada vez que iba al baño de los chicos.
Mientras que de camino a la torre de Gryffindor, una castaña se quedaba pensando sobre lo que le acababa de pasar, Snape olía a muérdago…su Amortentia olía a muérdago…aquello debía ser un chiste.
