Hola, aqui estoy de otra vez con una nueva historia. Tenía ganas de comenzar una nueva y por soltar desde un principio, de algún modo, todo lo que tengo dentro.
A las que ya me han leído, espero que les gustase mi anterior historia y mi final, espero sus opiniones. Las que aún no lo han leído, animo a que lo hagan. Siempre fuiste tú, así se llama.
Bueno esta historia es un poco más... como decirlo, más de todo, más intensa. O por lo menos a mi me lo parece.
Espero que les guste.
Cap1: Cambios.
POV Renesmee
Son las cuatro de la mañana, aún quedan unas horas para que amanezca. Estoy en mi habitación. Sus paredes son de color verde lima. Las pinté hace años, un día que decidí que si esto no cambiaba mi vida, nada lo haría. Estaba segura de que era un color extraordinario, animaba solo con verlo y eso era lo que pretendía cuando lo pinté. Quería que mi vida cambiase, estaba harta de esta vida solitaria y antisocial que mi familia me obligaba a llevar por el bien de todos, por el bien de nuestra naturaleza. HARTA. Lo mejor de todo esto es que creí que funcionaría, ¿eso cambió mi vida? Claro que no. A veces, simplemente, soy así de idiota. Ahora me duele la cabeza solo de ver algo tan chillón rodeándome.
Estoy tendida sobre mi cama, tapada hasta el cuello con la colcha de mamá. La abuela le había hecho una colcha con camisetas de lugares a los que habían ido, donde había disfrutado de una vida normal, donde podía relacionarse con gente, habían viajado y andado entre las calles. Envidio eso de la vida de mi madre, bueno, mas bien de su anterior vida, y me odio por desear que jamás hubiera conocido a mi padre. Puede que yo, aunque sin ser yo, pudiera tener ahora una vida así de haber conocido a un humano, de haberse enamorado de alguien normal.
Miro al techo sin mirar ningún punto concreto. Me siento como un mounstro por pensar y desear algo tan horrible y más sabiendo que mi padre ha podido escucharlo. Pido perdón de forma alta y contundente en mi mente. Espero que eso lo haya oído.
Pertenecer a una familia de vampiros cuando eres más pequeño es maravilloso, te diviertes de formas que ningún niño podría. No envidias nada porque lo puedes tener todo, juguetes, libros, carreras a una velocidad pasmante sin que nadie te eche la bronca, trepar a los árboles; claro, todo lo que en ese momento consideras importante.
Recuerdo que en algún momento de mi vida corría con lobos, literalmente. De alguna manera ellos eran mis dos mejores amigos. Eran enormes, más grande que cualquier otro animal que haya visto. Eran seres fantásticos, bellos. Quería tanto a ambos, que ahora al pensarlo me resulta enfermizo, eran animales.
Mi predilecto era el de pelaje rojizo, el más grande de los dos. Recuerdo subirme a su lomo, y agarrarme con mis manitas a su pelo duro y a la vez suave, y correr, no parar de correr. Sentir la velocidad encima de él era lo que más me gustaba, sentir cada músculo de su cuerpo tensarse a cada zancada que daba, que de los ojos me derramasen lágrimas por el azote del viento frío. A veces, simplemente enterraba el rostro en su largo pelaje y me sentía en casa, sentía que por fin encajaba en este mundo.
Mi madre me contó que se trataban de hombres lobo, aunque hago memoria una y otra vez y no recuerdo haberlos visto en su forma de hombres jamás. Y sinceramente, no tenían nada de humano a excepción de sus ojos. Cálidos y llenos de amor. Eso sí es algo humano, tanto que puede que por eso los quisiera de esa manera No eran imaginaciones mías cuando mi miraban así, con tanta devoción.
Adoraba que fuesen tan distintos el uno del otro. Nunca me dijo nadie como se llamaban, así que les puse mis propios nombres, Titán para mi pelirrojo amigo, y Blue para mi pequeñín, aunque lo de pequeñín no sea algo real, era el más pequeño de los dos.
De Titán me gustaba que fuese tan salvaje, a veces insensato a la hora de cazar, impredecible, animal al fin y al cabo. Y de Blue su parte más tierna, lo cariñoso que siempre era, frotando desde su hocico hasta la punta de su cola por todo mi cuerpo, me hacía sonreír siempre que lo hacía.
Los extraño, hace muchos años que no los veo, desde que cumplí los 9 años. Ahora tengo 17 y en todo este tiempo he cambiado demasiado, me pregunto si ellos también. A lo mejor no nos reconoceríamos.
Aún me pongo triste pensando en esa etapa de mi vida y viendo que ya no están conmigo. A veces me descubro pensando en ellos, en ellos como humanos. Me intento imaginar como serían, pero no soy capaz. Se que no serían tan pálidos como yo o mi familia, pero no consigo mas que eso.
Mi padre siempre me cuenta historias de la vida humana de mi madre, me fascina. A pesar de que a veces siento el deseo de que los dos fuesen normales, realmente no los cambiaría por nada ni nadie. Son, sencillamente, perfectos.
Cuando mi padre, por primera vez, me cuenta como le atraía la sangre de mi madre, por poco no me lo creo. A mi, cuando paso demasiado tiempo sin sangre animal se me nubla la realidad. Intento imaginar lo duro que tuvo que ser para él soportarlo, mas sabiendo que ellos son distintos a mi y que su necesidad por la sangre es mayor. Más difícil tuvo que ser a la hora de besarla, saborear tan cerca la tentación y aún así refrenarte. Mi padre es el ser más fuerte que jamás encontraré. A día de hoy, cuando le pido que me cuente su romance una y otra vez, aún me sorprendo.
Me entra un cosquilleo cuando llega a la parte en la que él se cuela por su ventana cada noche, fantaseo con encontrar a alguien así en mi vida, pero se que no será posible. Que nadie tendrá la necesidad de colarse por mi ventana solo para verme dormir, que nadie sentirá esa atracción que sienten mis padres, es algo tan real, se palpa en el aire. De verdad creo que no fue casualidad que mi madre fuese a Forks, y que mi familia vampira volviesen allí después de tantos años. No, estoy segura de que se atrajeron el uno al otro como si fuesen dos imanes. A mi nunca me pasará nada de esto porque nunca conoceré a nadie especial, porque estando viviendo en un sitio tan solitario rodeada siempre de los mismo vampiros, es imposible. Y lo deseo fervientemente.
Se que de algún modo conseguiré cambiar mi vida, tendré amigos que no sean vampiros, aunque no me molestaría que lo fuesen si hubiera alguien a mi alrededor de mi edad, pero no es así. Tendré un novio, iré a la universidad, viajaré, pasearé por las calles de cualquier ciudad mezclándome con todo ser, me bañaré en el mar de una playa que no sea propiedad de mi familia. Haré todo eso, sí. Lo tengo muy claro, eso es lo que quiero y eso es lo que tendré.
Ya ha amanecido y yo paso una noche mas despierta como un búho. Últimamente no consigo conciliar el sueño, Morfeo me ha abandonado, y ha cambio se ve que me ha dejado un sin fin de pensamientos que cada vez me hunden mas y más.
Mis padres ya estarán en la cocina esperándome. Cada mañana me tienen el desayuno preparado, dejan lo que estén haciendo y se sientan conmigo. Es el mejor momento del día.
Bajo de la cama como un zombie y me planto delante del espejo. Observo el reflejo, empiezo por la punta de los pies y voy levantando poco a poco la mirada. Llego a los ojos, esos ojos color chocolate que mi padre tanto ama. Mi madre los tenía igual antes de ser vampira.
No reconozco a la mujer que veo en el espejo.
Es alguien dulce, correcta, toda una señorita. Con sus rizos bien moldeados hasta la cintura y esas mejillas sonrosadas. Yo no me siento así, hubo una época en la que sí, pero ya no. Me siento salvaje, rebelde, me siento de una manera que mi cuerpo no refleja. Ahora estoy aquí parada y por dentro, sin embargo, no paro de saltar y gritar, como si estuviera desahogándome, liberándome.
Voy hacia mi baño, me quito el pijama y me quedo desnuda ante el espejo. Supongo que en este momento mi padre habrá apartado su mente de la mía dándome intimidad. Cojo unas tijeras, suspiro y cierro mis ojos. Cuando soy consciente me vuelvo a mirar más detenidamente. Tengo el pelo corto, una melenita que me llega a medio cuello, más corto por detrás que por delante, unas ondas salvajes me rodean mi rostro. Ahora parece que me hallo un poco más con la chica del espejo.
Ni si quiera me paro a recoger los pelos de mi ex larga melena. Me meto en la ducha con el agua hirviendo. Esa temperatura me reconforta, aunque no entiendo como puede el calor hacerme sentir completa cuando mi familia es lo más frío que he sentido nunca, en cuanto a exterior se refiere, porque luego es la familia más cálida que existe sobre la faz de la tierra. A veces siento que no encajo del todo entre ellos, pero supongo que cualquier persona en algún momento de su vida ha sentido eso.
Salgo de la ducha y todo el baño está repleto de humedad y vapor, a un humano le costaría ver en estas circunstancias. Me acerco al espejo, estoy empapada y el agua forma charcos a mis pies pero no me importa. Me siento como en trance, aunque soy consciente de lo que hago en algún rincón de mi cerebro. Como si no manejase mi cuerpo levanto el brazo, y escribo sin saber muy por qué FORKS.
Giro la cabeza como para verlo mejor y sonrío, me siento bien. Decido seguir escribiendo. VIDA. ATRACCIÓN. LIBERTAD. AMOR. No encuentro ninguna relación entre todas estas palabras, pero se que van unidas de alguna manera.
Toc, toc.
El sonido de los nudillos en la puerta me sobresaltan, y borro a gran velocidad lo escrito en el espejo. No entiendo muy bien por qué lo hago, me parece ridículo, pero aún así lo hago.
¿Estás bien, Renesmee?- Mi madre. Supongo que me habían escuchado despertarme y he tardado mucho más de la cuenta. Seguramente, porque no se cuánto tiempo llevo aquí metida, con mi calor rodeándome.
Está todo bien mamá. Enseguida bajo. Un minuto.- Contesto mientras cojo una toalla y me seco con rapidez. Cojo un papel y limpio lo máximo posible el pelo del suelo.
Te esperamos abajo, cielo.- Aunque no esté viendo a mi madre, se que sonríe. Yo también lo hago.
Cuando me cercioro de que se ha marchado salgo del baño disparada como una bala. Abro mi armario. Unos vaqueros ajustados, mi opción predilecta. Una camiseta ancha negra y mis Converse negras. Me he dejado el pelo mojado, quiero comprobar como se me queda dejándolo al aire libre, espero no haberme hecho un estropicio, aunque en el fondo me da un poco igual.
Tengo un toque roquero y, me encanta.
Salgo de mi habitación directa a la cocina. Allí estás los seres más hermosos y perfectos del universo, en todos los sentidos.
Mi madre me mira asombrada, mueve los ojos de un lado a otro de mi cuerpo, buscando el pelo que me falta supongo, algo que me hace un poco de gracia, no se donde se espera encontrarlo. Mi padre por el contrario, parece divertido, no se si sigue satisfecho por mi comentario anterior haciendo referencia a lo maravillosos que son o porque le hace gracia ver a mi madre tan confundida.
¿Qué les parece?- Miro a mi madre que es a la que más he sorprendido, evidentemente.
Bueno, verás hija, estás muy guapa, no le voy a negar porque estás bellísima. Pero no entiendo, ¿por qué? Pensé que te encantaba tus largos rizos.- Hace una especie de puchero y siento un pinchazo de culpabilidad, me doy cuenta de que le gustaban más a ella que a mi.
Sí mamá, me gustaban. Pero sentía que necesitaba un cambio. Y además creo que no me ha quedado nada mal.- Me giro sobre mi misma como intentando mirarme.- ¿Papá?
Viene como un rayo hasta mi y me besa la coronilla.
Estás incluso mas hermosa que antes, si es que eso es posible.- Siempre tan exagerado. Sonríe ante mi comentario.
Eh! Yo también lo pienso.- Mamá también se acerca a mi y nos abraza a los dos.
Se que debería sentirme llena y completa con esta vida pero por alguna razón no es así.
¿Qué pasa, cielo?- Mamá siempre se da cuenta de todo, a veces creo que tiene más de un don y que solo hace un paripé para que los demás no nos sintamos mal. Papá vuelve a sonreír, pero no tiene alegría en sus ojos porque como es natural para él, ha escuchado lo que pienso.
¿Forks? ¿POR QUÉ?- No sabía ni siquiera que era eso lo que quería, aunque ahora veo la lógica a haberlo escrito en el espejo. Gracias papá por decirme lo que quiero.
Sí.- Miro a mamá para dirigirme a ella.- Tú fuiste muy feliz allí mamá.- Ahora miro a papá.- Y tú también. Ahora yo deseo serlo también. No quiero decir que aquí no lo sea porque saben que sí lo soy, pero puedo vivir con el abuelo, se que estará encantado porque hace mucho que no lo veo, y puedo ir al instituto que ustedes fueron. Hacer amigos. A mi no me brilla la piel de forma sobrenatural y encima allí casi siempre está nublado.- Hablaba tan deprisa que ni si quiera me daba tiempo a pensar todo con coherencia, pero se que no decía ninguna chorrada.- Mamá, papá, saben que soy felices con ustedes, los tíos y demás, pero también saben que necesito y deseo esto. Que necesito amigos. Se que siempre han deseado una vida normal para mi y que yo nunca les he pedido nada. Bien, pues ahora les pido esto, y encima es lo que quieren para mí. Déjenme ir a Forks.
¿Qué les ha parecido? ¿Se han aburrido?, ¿les ha gustado? Espero opiniones.
Un gran abrazo, y que sean muy felices!
