– ¡Eren, Mar…co…!

Gruesa.

Su voz había pasado de ser dulce y melodiosa a tonos completamente graves. Demasiado como para ser de mujer.

– ¡Isabel…! ¡Isabel, vuelve…!

– Eren, tranquilízate. La alcanzaremos por acá.

– ¡Isabel…! – A falta de un raciocinio acertado, Eren se vio envuelto en un par de fuertes brazos que lo levantaban del suelo para ser llevado a donde su llamada hermana se iba envuelta en un espeluznante halo azulado.

Ninguno sabía cómo es que había terminado transformada en bruja... Pero así era y, por ahora, ambos chicos tenían la responsabilidad de encontrarla

Marco, corriendo con el otro en brazos, tardó en darle alcance a aquella "bola de fuego" pero, cuando lo logró, pudo retenerla entre sus largos brazos.

– Agh… Eren, ayúdame a sujetarla…– La chica, ahora más fea que un sapo viejo, luchaba por su libere, retorciéndose fuertemente. Eren, que había acabado tumbado en suelo selvático, observaba la escena asustado.

– ¡Eren...! ¡Si no deshacemos esto, tal vez Isabel no logre regresar a su forma normal…! Así que… ¡Ayúdame…!

Reaccionó después de algunos segundos más de observar el forcejeo para ir a sujetar a la que suponía seguía siendo su hermana pequeña.

– Isabel, ¿me escuchas? – El ser amorfo rugió sepulcralmente. ¿Habrá sido eso un "Sí"? – Isabel, vamos a sacarte de esto. Si nos escuchas, no luches…

Recostaron a la chica en el lodo mientras su cuerpo se torcía asquerosamente. La ataron con lo que encontraron al alcance; cuerdas maltrechas y una parte del pantalón de Marco.

– Bien… Y ahora, ¿qué hacemos? – Los chicos se miraron entre sí. Ninguno había pensado en ello…

– Podríamos echarle agua… Como en las películas…

– ¿Pero qué no eso es para que se deshagan? A menos que quieras matarla no creo que sirva… – El tiempo se agotaba.

Isabel, dotada ahora de fuerzas sobrehumanas gracias a su metamorfosis, rompió sus ataduras para acto seguido abalanzarse contra Eren, mordiéndolo en partes al azar y llegando a destazarle mientras que Marco intentaba detenerla…

– ¡Eren…! ¡Isabel, suéltalo…! ¡Eren!

. . . . . . . .

– I-Isabel…

– Perdón, perdón…: no pude evitarlo, es que sus caras…

La nombrada, atacada de la risa, observaba a Marco tratando de regular el color de sus mejillas – ¿Pero qué…? Isabel… estás…

– Solo reúno información, hermano. No sé nada de sexo gay…– entendiéndolo, Eren cubrió su intimidad, avergonzado.

… y supo entonces que lo "sucedido" no fue más que una pesadilla en su noche pasional Halloweenesca