YAS BABES.
I DID IT.
En realidad esto tenía otra trama.
Beckendorf estaba leyendo un libro. Básicamente el libro era el objeto central. Aquí apenas lo mencioné al final... porque casi olvido ponerlo. -Memoria lvl. Ravie-, creo que olvidaría mi cabeza de no ser porque la tengo pegada al resto de mi cuerpo.
Ay.
Cosa graciosa: Me inspiré en una imagen de Free! (L).


No puedo soportar ese spoiler de BOO que tiene que ver con mi neño. Me dan ganas de borrar todas sus imágenes y llorar en el rincón dramáticamente.


Disclaimer: Percy Jackson no es mío, es de Tío Rick :'c

Advertencias: Charles/Silena. Insinuación al Percy/Annabeth. Posible OoC. Situado unas horas después de Percy Jackson y el Dragón de Bronce en Demigod Files.

Nota adicional: Al equipo azul nos correspondió escribir sobre Silena y Beckendorf, con la palabra libro y género romance. ¡El equipo azul manda y es muy genial, daze~! Este fic participa del desafío de Octubre de "Captura la bandera" del foro El Monte Olimpo.


Siempre —o al menos desde que estos existen— se ha dicho que los fuegos artificiales son el suceso más romántico de todo el campamento.

Charles es apenas consciente de Silena rodeándole ligeramente con los brazos, estrechándolo contra ella.
Esboza una pequeña y sutil sonrisa. A lo lejos, Percy y Annabeth observan el espectáculo atentamente, incómodos.
Imagina que quizás él era similar al hijo de Poseidón, enamorado de una chica casi imposible, tratando de reunir el valor suficiente para invitarla a salir. Al parecer, ser impulsivo funciona a veces — ¿acaso no es culpa del TDDA?—, aunque no está seguro de querer repetir la experiencia.

El hecho de haber perdido un juego de Captura la Bandera no fue suficiente; esa tarde también tuvo que soportar los chistes y las bromas de sus compañeros de cabaña y los Stoll. Al menos vale la pena por estar con esa joven tan especial.
La escucha reír ligeramente, soltándolo para señalar al cielo estrellado. Ve sus labios moverse; no escucha nada. Está absorto con su belleza.

Quizás los hijos e hijas de Afrodita sean reconocidos por ser crueles y algo quisquillosos respecto a las relaciones, pero aunque ella es hermosa a cada momento del día, en cualquier época del año, también posee una chispeante personalidad que fascina a cualquiera.
Silena se gira, quedando frente a él, sus ojos cafés brillan con algo que Beckendorf no puede reconocer al instante.
Algo hace clic en su cabeza, un engranaje comienza a moverse al recibir la orden.

¿Tiene que hacerlo?

¿Es el momento?

—Charlie, no pienses tanto —musita, burlona. Charles la admira desde su posición, unos centímetros más arriba; su cabello negro y largo, la nariz perfilada, le basta mirar las comisuras de su boca tirar hacia arriba para agacharse un poco y besarla.
Los fuegos artificiales no son suficientes para describir lo que siente.

El corazón le martilla en el pecho y puede percibir el latido acelerado del de ella, insistente, como para recordarle que se encuentra allí y lo hace: está besando a Silena Beauregard, una hija de la diosa del amor.

La deja ir y suelta un suspiro avergonzado. Había leído del romance antes en esos libros que le prestaban los de la cabaña de Atena —a veces, la recreación no está de más— sin embargo, jamás imaginó que la sensación sería más gratificante que derrotar a un dragón de alta tecnología.


Esa última parte de la última línea la saqué de Demigod Files porque me encanta. I mean, es perfecta.

~Ravie.