"En cada uno de nosotros duerme un extranjero con cara desconocida.
Nos mantiene por el intermedio del sueño y nos hace saber cuánto
la visión que tiene de nosotros difiere de la en que nosotros nos complacemos".
Carl Jung
Prólogo 1.- Chris Browndrick
Era un día soleado, como esos típicos días de primavera, donde las flores caían sobre las aguas y los niños pequeños corrían por las calles. Un día tranquilo en el centro de Münich. En esta ciudad, en el antiguo barrio de Laim, existía el famoso orfanato "Liebe zu den Kindern", conocido simplemente como "Kindern" por sus habitantes. La cantidad de niños era impresionante, pero lo era más la infraestructura del lugar, y, aunque sólo le llegaba a los talones a la archiconocida Catedral de la Virgen, el edificio era conocido por todo el país, y gente de todas partes del mundo acudía para adoptar a un niño…
- Tocarás en el próximo evento del orfanato –dijo la señora Rumsfield-
- Si, señora –dijo Chris-
- Tocarás la Sonata de luz de Luna de Beethoven –sentenció la rectora-
- Si, señora.
Chris era un músico excepcional, podía hacer cualquier partitura con sólo verla, sin duda sería una leyenda del arte, reconocido en todo el mundo. Era un chico alegre y carismático, popular, tenía empatía y solía ser solidario, la Sra. Rumsfield no había querido dejarlo ir porque sin duda alguna era su orgullo, la pieza maestra, la atracción principal del lugar. Para cada recepción de padres, cada mes, Chris Browndrick era el centro, lo más grande, lo mejor. Pero algo pasaba, el chico estaba perdiendo el brillo de su rostro, la expresión de alegría se estaba borrando, tocar el piano ya no le daba la alegría de antes, y eso le daba pavor.
- Señora…-dijo Chris-
- ¿Si hijo? -dijo Rumsfield, quien lo llamaba así por inercia-
- Tengo algo que decirle… es que… ya no quiero tocar el piano…
Prólogo 2.- Elise Carlwhite
Ya era de mañana, y Elise, como todas las mañanas, asistió al estadio olímpico de Munich para correr sus 4 horas diarias regulares. Elise era una niña muy linda, pelirroja de pelo largo, ojos azules y varias pecas en la cara. Tenia un gran sueño: Representar a su país en las olimpiadas, corriendo los cien metros planos femeninos, y su debut estaba cerca, ya que la semana siguiente comenzaría el campeonato nacional olímpico para las niñas como ella, chicas de todo el país irían a competir, y la competencia no estaba para nada fácil.
Elise se detuvo a tomar un poco de agua y estirar los músculos para seguir corriendo luego, cuando de repente escuchó una voz femenina detrás…
- ¿Así que tú eres Elise Carlwhite verdad?
Nuestra protagonista dio la vuelta, y se encontró con una chica rubia, más alta que ella, quizás mayor en edad, de ojos verdes y de mirada penetrante, Elise fue hacia ella para saludarle, ya que la chica blonda iba con ropa de competencia.
- Si, soy yo, mucho gusto –en ese momento le extendió la mano con una tierna sonrisa en el rostro-
La chica rubia la miró hacia abajo, y al ver que Elise tenía su mano estirada, puso una cara de extrañeza y le dijo:
- No me interesa saludar a un niñato como tú…
Y la chica rubia se fue, no sin antes amenazarla con humillarla en la competencia mientras se alejaba. Y entonces fue como la pobre Elise, con lágrimas en los ojos, vio alejarse aún con la mano estirada, a la que había creído -en un primer instante- podía ser su primer gran amiga en el certamen…
Capítulo I.- Mi nombre es NiGHTS!
Chris se encontraba en su habitación, recordando las crudas palabras que la Sra. Rumsfield le había dicho cuando se le ocurrió cometer el fatal error de revelarle que no tenía intenciones de seguir con su pasión, su querido piano…
- ¡De qué hablas mocoso!, ¡Si sigues aquí es porque tus conciertos le traen fama a este lugar, si sigo estando en este antro de niñatos es porque gano dinero a costa tuya y de los niños que viven a costa mía!, el día en que puedas escapar de aquí será cuando yo muera de vieja, y hasta entonces, tendrás que aguantarlo si no te gusta, así que te recomiendo que vayas a tu habitación a practicar esa partitura, si no quieres quedarte sin comida por hoy…
Claro, la Sra. Rumsfield nunca quiso de verdad a Chris, si no que sólo aparentaba que éste era su protegido por la extraordinaria y precoz habilidad musical del niño, pero, por alguna razón, Chris lo ignoraba, o hasta hoy no lo había querido ver...
- ¿Por qué?, ¿por qué?
Esa pregunta se repetía infinitamente en la cabeza del chico prodigio, ¿cuál era la razón de semejante desgracia?, imagina, amigo lector, que tu propia madre te diga que el único motivo por el cual sigues viviendo en su casa es por la subvención que el estado le entrega a ella por tenerte como hijo. Ese sentimiento es el que Chris estaba viviendo en ese instante, esa noche no comió, así que trató de dormir un poco para pasar el trago amargo que su única imagen maternal -hasta ese momento- le había dado.
Se vio en la recepción de padres de aquel mes, sentado enfrente de su piano, con la partitura de Beethoven y el orfanato atestado de gente, al frente de su mini-escenario se encontraban varios asientos dispuestos para ver el espectáculo, y los asientos estaban llenos, nadie más podría sentarse, toda la gente estaba esperando verlo a él, a su talento con el piano, al prodigio alemán Chris Browndrick, el chico que estaría en los libros de historia como una leyenda de la música mundial…
Chris se sentía extraño, las partituras eran borrosas y las teclas de su piano también, todo alrededor del lugar lo mareaba, de repente todo se hizo oscuro, y la gente comenzó a transformarse en seres terroríficos, todos eran monstruos de humo, un humo oscuro, con unos penetrantes ojos rojos que no dejaban de mirarlo, y de un momento a otro, se vio corriendo, corriendo a toda la velocidad que daban sus pies, mientras que esas horrorosas sombras lo perseguían. Chris no recordaba cuanto corrió esa noche, pero no le importaba, sólo quería escapar de aquellos malvados seres.
De repente, a lo lejos, Chris vio una luz, una luz encandilante, el chico corrió aún con más fuerza, mientras que aquellas sombras no dejaban de atormentarlo para que se detuviera, y se lanzó a esa luz, como un penitente buscando su absolución.
El chico abrió los ojos, no supo cuanto tiempo estuvo desmayado, pero al abrirlos se halló en un lugar hermoso, maravilloso, más bello que ningún otro paisaje que sus sueños hayan sido capaces de crear, y todo aquello era suyo, no veía a nadie más en aquel increíble sitio. El chico se levantó y comenzó a caminar, el cielo era de un azul intenso, muy despejado, el sol no se veía por ningún lado pero claramente era de día, a lo lejos había una cordillera que rodeaba todo ese espacio, y estaba llena de colinas de las que caían unas hermosas cascadas. Mientras iba explorando se daba cuenta de que del verde pasto del piso salían unos géiseres de agua líquida, Chris se atrevió a tocarlos y se sorprendió al ver que era agua fría, que salía en grandes chorros de varios agujeros que había en el suelo.
El chico, ya más tranquilo, iba confiado caminando por el hermoso sector. Plataformas circulares de tierra flotaban mágicamente en el aire, donde pinos nevados por el rocío se hallaban en cada una. A lo lejos, Chris vio un bosque, hubiera querido verlo desde lo alto para estudiar su extensión, pero lamentablemente ya se había dado cuenta de que, a pesar que era un sueño, no podía elevarse del suelo, sólo podía saltar y hacer las cosas normales que un humano común y corriente podía hacer. No podía volar.
De repente, un grupo de seis criaturas voladoras se le puso en frente, el chico se detuvo. Estos seres eran personitas muy pequeñas, que medían poco más que la cabeza de Chris. Eran unas criaturas con alas rosadas, y tenían una aureola y una muy alargada cabeza, también tenían orejas puntiagudas y unos ojos muy abiertos, sus mejillas eran muy coloradas lo que les daba un aspecto extremadamente tierno, y no tenían nariz.
- ¿Quiénes son ustedes? –les dijo Chris tiernamente-
Las personitas no respondieron a lo que el chico les preguntó, sólo le miraban el rostro con sus abiertos ojos, y movían su cabeza de un lado a otro como estudiándolo, una de estas personitas tenía una caña de pescar verde con un pastel en el hilo, Chris quiso sacar el dulce postre para probarlo, pero las criaturas salieron volando. Simplemente ya habían visto quien era aquel visitante.
Chris siguió su camino lentamente, estudiando el lugar y maravillándose con todo lo que veía. De repente, al poco tiempo de comenzar a andar, se sintió observado. Miró hacia atrás varias veces, pero al creer que era otra de las personitas que recién había visto, siguió con su exploración. Sintió que le tocaron el hombro con el índice, el chico se dio la vuelta y nuevamente no vio nada, y al intentar retomar su excursión, se encontró con una gran criatura enfrente de sus ojos que le estaba sacando la lengua.
Nuestro amigo Chris se asustó y salió corriendo despavorido, pero no alcanzaron a pasar unos segundos para que el chico se diera cuenta que aquel ser iba volando a su lado.
- ¿Por qué corres? –le preguntó la criatura con voz dulce, casi como de una joven mujer-
El chico se detuvo, algo había en aquella criatura que ya no le daba miedo. De todas maneras se puso a mirar con cautela a aquel ser, era un ente de aspecto alargado, sus piernas parecían cubiertas por unos pantalones muy ajustados de color morado, con unas decoraciones de arte barroco a los costados. Sus dos pies estaban cubiertos por una especie de zapatos también ajustados, rosados desde los tobillos hasta la parte media de los pies, y con una franja dorada en aquella parte. Sus brazos y manos estaban cubiertos por una tela blanca, con decoraciones parecidas a las de sus piernas. La parte media de su cuerpo también era blanca, pero estaba cubierta por una chaqueta rosada con franjas doradas, con pequeñas estrellas decorando la ropa. Tenía una blonda dorada en la parte debajo de su cabeza y un diamante en su pecho, y en su cabeza tenía una especie de sombrero de arlequín que tenía una parte ovalada cubriéndole la frente. También, el sombrero tenía dos puntas hacia atrás con franjas que variaban entre el morado y un morado más claro, y aunque Chris no lo notara muy bien, la criatura no tenía muñecas ni cuello, y si los tenía, eran completamente invisibles.
Cuando Chris notó estas características, se dio cuenta que aquel ser era maravilloso. Su nuevo amigo volador tenía unos grandes y azules ojos, que miraban al niño con una mirada de comprensión y curiosidad.
- ¿Quién eres tú? –Dijo Chris, maravillado por el ser volador-
- ¡Mi nombre es NiGHTS!, y vengo por aquí bastante seguido, tú eres el pianista, ¿No es así? –Decía el ser mientras daba vueltas alrededor del chico-
- ¡Si!, pero, ¿Cómo lo sabes? –Preguntó Chris, con extrañeza-
- Suelo pasar regularmente por aquí –Dijo NiGHTS-
- ¿Y cómo jamás te había visto? –Dijo Chris, con más extrañeza aún-
- Quizás no le has prestado la suficiente atención a tus sueños, chico pianista… –dijo NiGHTS con dulzura-
Chris examinó a su nuevo amigo mientras éste volaba a su alrededor, y por más que trató de examinarlo, no pudo determinar si era hombre o mujer, y no pudo evitar preguntárselo.
- Oye, NiGHTS, ¿puedo hacerte una pregunta? –Dijo, Chris-
- ¡Por supuesto! – Dijo NiGHTS-
- ¿Qué eres? –Dijo Chris-
NiGHTS lo miró con dulzura y no dudó en responderle.
- Eso depende de ti, chico pianista, puedo ser desde el ser volador que ves ahora, ¡hasta la motocicleta más rápida del mundo! –Dijo NiGHTS, empuñando su mano al cielo con gesto ganador, mientras no dejaba de flotar en el aire-
Chris rió con el gesto del ser flotante, era la primera risa que tenía en mucho tiempo, pero lamentaba que sólo fuera en sueños. NiGHTS, adivinando sus pensamientos, lo compadeció:
- No pienses eso Chris, pronto comprenderás que los sueños pueden hacerse realidad…-dijo el arlequín mirando al piso-
El "chico pianista" se perdió en su autocompasión por un momento, hasta que ese pensamiento se disipó cuando el ser volador le propuso algo:
- ¿Quieres volar? –Dijo NiGHTS-
- ¡Claro! –Gritó Chris, con gran alegría-
- ¡Entonces qué estamos esperando! –Dijo el ser volador-
Y tomando NiGHTS a Chris de las manos, los dos nuevos amigos se elevaron en el aire y comenzaron a volar. Chris se sintió vivo ese día, como pocas veces en su vida. Siempre había pasado los días encerrado en el orfanato, practicando con su querido piano, y sólo en contadas ocasiones había salido de ahí para tomar aire puro. La Sra. Rumsfield lo tenía aprisionado engañándolo con la idea de que ella se ponía muy triste cada vez que se alejaba de su instrumento, pero en realidad era simplemente porque entre más partituras aprendiera Chris, más dinamismo tenían sus conciertos, y más llamaban la atención los días de adopción, por lo que más padres venían a adoptar niños, y, por consecuencia, más dinero ganaba la rectora. NiGHTS, sabiendo esta situación, tenía claro que el chico necesitaba libertad, y lo mejor que podía hacer la amigable criatura era entregarle esa sensación a través del vuelo.
NiGHTS siempre miraba al frente, volar era para el como el piano lo era para Chris, después de todo, NiGHTS había sido creado casi para ese propósito. Volar era lo que le daba sentido a su existencia, y se sentía feliz de hacerlo cuanto pudiera, porque si fuera por él, volaría por siempre.
El tiempo se hizo nada cuando llegaron al bosque. Chris pudo percatarse mientras estaban en el aire de que, tal como había pensado, el bosque era inmenso. Pequeños pajarillos pasaban a su lado, y si no fuera porque estos eran muy asustadizos, perfectamente hubiera podido tocarlos.
El chico sentía curiosidad por saber qué secretos escondía el bosque de este nuevo mundo al que había llegado, así que no dudó en bajar.
- NiGHTS, quiero ver el bosque… -Dijo Chris-
El amigo volador de Chris sonrió, y juntos bajaron hacia aquel lugar de ese mágico mundo.
Elise pensaba en su cuarto sobre el acontecimiento de esa tarde, era obvio que tendría que competir con ella en la carrera, pero en su inocencia se preguntaba el porqué de la mala actitud de la chica de cabello dorado. A Elise siempre le habían enseñado que en todas las competencias existía un término llamado "Fair Play" que había sido creado para el juego limpio, y si era así, ¿porqué la rubia la atormentaba de esa manera? Pensaba que eso era ilegal, que debían sacarla de competencia. ¿Y si la denunciaba?, no, mala idea, pensaba que a pesar de que "la rubia" –de quien ni siquiera sabía el nombre- la había molestado, no tenía que pagarle con la misma moneda. Así, reflexionando, cayó la noche y Elise decidió que al día siguiente pensaría mejor las cosas, y quizás iría a hablar con esa chica rubia…
