Hallo :D
Ahhh... ¿qué puedo decir sobre esto? Halloween está cerca y la ocasión lo amerita. O lo que en mi lenguaje significa: Estoy aburrida de nuevo y voy a dejar que aflore mi psicópata interna :3
Cabe mencionar primero que nada que tengo una ligera obsesión con los asesinos seriales. Sep... ¡Pero eso no me hace una mala persona! ¡Bajad las antorchas y los tridentes!
Sólo quiero mezclar el amor de estos dos hermosos seres humanos, el odio por esos 3 hijos de... pink floyd, halloween y parte de mi obsesión.
No sé si esto vaya a gustar, pero si es así, les agradecería que me dejasen un comentario que siempre aprecio mucho.
Etiquetas: Halloween / Alternative Universe - Serial Killers / Age Difference / POV Sherlock / Twink Sherlock / Sugar Baby Sherlock / BAMF John / Sugar Daddy John / John Has A Beard / Emotional & Psychological Abuse / Explicit Language / Other Additional Tags to Be Added.
Fear
- O - O -
Todo empezó como en un día más de escuela. Las clases transcurrían lentas y largas como siempre, volviéndose incluso tediosas para mí que me encantaba estudiar y me encantaba complacer a mi amado Doctor con mis mejores calificaciones. No sabía realmente si es que la prolongación de las clases era lo mejor para mí, pues sinceramente ya no quería escuchar la voz del profesor, mucho menos la de los otros estudiantes que no dejaban de hablar y de hablar, obligándome a enterarme de cosas que a mí no podrían importarme menos. Para el fin de semana, me había enterado ya que, Janine, una de las animadoras más atractivas de la escuadra, había aprobado varias de sus materias al brindar ciertos favores a varios de los profesores. Me había enterado también que, Billy, con quien había compartido proyectos de química, había sido encontrado en uno de los baños del instituto usando cocaína. Jamás estuve más feliz de haber roto mi amistad con él.
Estaba ya un poco cansado de repasar el mismo tema sobre álgebra. Me resultaba incluso increíble cómo es que algo tan sencillo resultaba ser tan complicado para los demás, pero claro, a veces simplemente olvidaba que, tal como Mummy me decía todo el tiempo: no todo el mundo tiene una inteligencia como la tuya, Sherly. Otros pueden mostrar algunas dificultades en su entendimiento. Y ahora comprendía perfectamente a qué se refería con esas palabras que después de ocho años aún recordaba como si me las repitiese cada mañana. Pero eso no significaba que yo tuviese que sufrir por su lentitud. Sin embargo, aquel sufrimiento traía algo bueno para mí. Habían sido las tres horas más tranquilas que había tenido en todo el día, y eso tenía una razón más que justificada.
Mis días en el instituto no eran como las de todos, pero sí como las de muchos otros estudiantes que se enfrentaban día a día a ser una de esas siluetas a las que los policías disparan. Yo lamentablemente me había convertido fácilmente en uno de los que conformaban ese montón. Al principio, como casi todo chico nuevo, había pasado desapercibido de la mirada de todos. Pero debido a la palidez de mi piel y pronunciados pómulos, además de mi llamativa forma de vestir con camisas costosas de seda, además de mi sobresaliente inteligencia, poco había tardado en convertirme en el objetivo favorito de tres de los seres más despreciables que alguien como yo podría conocer. James era un tipo mucho más bajo en estatura que yo, pero era increíblemente inteligente, aunque era una lástima que fuese un completo idiota. Moran era su compinche, su mano derecha o su compañero en las fechorías que tanto gustaban de cometer. Él era de mí misma estatura, de cabellos rubios y una cara que no querías ver al caminar a solas por la calle. Y Sebastian, el niño rico hijo de famosos empresarios, era quien le lamía las bolas a ambos. No podía valerse por sí mismo, pero al tener dinero, podía contar con la "amistad" del mismísimo director si le apetecía. Él era un poco más bajo que yo y tenía el rostro infestado de acné. Fue gracias a él que todo empezó. Debía admitir que parte de la culpa había sido mía, pues era completamente consiente de que al niño rico no le haría gracia alguna que ventilase lo mucho que le gustaba practicarles sexo oral a varios del equipo de rugby en los vestidores.
Ese día, después de que Sebastian fuese la burla de medio instituto, al terminar las clases me encontré aprisionado contra mi casillero y advertido de que mi vida sería un infierno a partir de ese día. Y tras haberme escupido en el rostro, supe que aquello eran más que simples palabras. Las constantes ofensas y golpes de los que fui víctima jamás cesaron, a excepción de los días en los que tenía el lujo de faltar al instituto o que uno de aquellos idiotas faltase a clase, lo cual, muy para mi bien, ocurría bastante. Pero ese fin de semana, mientras escuchaba las explicaciones del profesor, no era uno de esos días de suerte. Debería estar tranquilo, ajeno por completo a cualquier horrible pensamiento, pero me era imposible, era simplemente imposible. Podría pensar solamente en escuchar el sonar de la chicharra al terminar las clases y por fin ir a casa, pero no. No podía porque sabía de sobra que, al salir, tan pronto como cruzase la puerta, me vería nuevamente detenido contra la pared más cercana y ofendido de la peor manera posible por aquel par de cerdos. Me insultarían y muy probablemente me golpearían, pues no sólo su odio hacia mí era por mi boca floja o por ser inteligente. Había descubierto, de la peor manera, que aquellos tres deshechos humanos tenían un especial odio por los homosexuales y yo… yo no tenía culpa alguna de querer expresar mi forma de amar a alguien de mí mismo sexo, pero por supuesto eso no podía importarles menos.
Sabía que una vez que me encontrase fuera del instituto, me cazarían como el par de hienas que eran, y me "darían mi merecido". Después de que terminasen de jugar conmigo, es cuando tendría la oportunidad de volver a casa; destrozado por dentro y con el llanto acallado formando un nudo en mi garganta. Pero entonces, sólo entonces, al llegar a casa, podría ver de nuevo a mi amado. Sí… no todo en mí vida era amargura y abusos. Había esa parte que me hacía sonreír, esa parte que hacía que el latir de mi corazón fuese tan intenso que temiese sufrir un infarto de un momento a otro, esa parte que me hacía sentir realmente vivo. El Doctor John H. Watson era y siempre sería mi calma después de la tormenta. Esa paz que llega al corazón del moribundo cuando la noticia de que mejorará le es dada. John era un hombre maduro, de cuarentaitrés años. Nuestra diferencia de edad era de veintitrés años, y aunque podría escandalizar a medio Londres, yo y mi amado lo encontrábamos inmensamente estimulante y sexy. Él era el único que lograba calmar mi alma atormentada día a día, quien con sus suaves palabras me podía derretir en cuestión de segundos, y con quien por supuesto, tenía una relación ardiente y especial. Nuestra diferencia de edad y alta actividad sexual, habían sido nuestro pase automático a diferentes kinks. Pero del que más disfrutábamos y habíamos adaptado a nuestra vida diaria, era ese en el que él era mi Daddy y yo era su pequeño. Nada nos hacía más feliz que llamarnos con cariño de aquella forma, pero también era algo que nos volvía locos entre nuestros encuentros pasionales.
Mi Daddy era lo único que lograba eliminar un poco de miedo en mí en aquel momento, pues a pesar de lo que pasara, sabía que una vez en casa y en sus brazos, estaría completamente a salvo. Cenaríamos y quizá tomaríamos una ducha juntos. Yo haría mis tareas pendientes y él se ocuparía de sus asuntos de trabajo en la clínica para que, al final, cuando la noche llegase en su totalidad, pudiésemos descansar en nuestra cama, hablar un poco, besarnos en la oscuridad y silencio de la habitación, y quizá, sólo quizá, haríamos el amor acompañados de la melodía que la noche nos ofrecía, jurándonos amor eterno y prometiendo estar juntos por siempre. Mi amado me abrazaría contra su pecho después de hacerme tocar el cielo y me prometería en un bajo susurro, que jamás, nunca jamás permitiría que nada nos separase ni que nadie me hiciera daño. Y sólo en ese momento, podría sentir que todo está simplemente bien…
━ ¡Por fin! ━ escuché exclamar a una voz femenina y chillona a mí lado, que me sacó por completo de mi ensimismamiento. Fue sólo entonces que pude ser consciente de que el profesor hablaba sobre los trabajos pendientes mientras que los estudiantes le ignoraban a favor de tomar sus libros y libretas mientras la chicharra sonaba escandalosa como siempre, anunciando el final de las clases por aquel día. Yo me encontraba aún algo atontado, pero tan pronto como casi media aula se vació, comencé a guardar mis cosas y me dispuse a salir del lugar. Los pasillos estaban llenos de voces, como siempre. Mujeres y hombres compartiendo chismes por igual, hombres dando el paso a seguir al pedir por fin una cita a una chica linda, y las chicas gritando sin vergüenza alguna por aquellas noticias.
Dejé escapar un largo suspiro y seguí de largo hasta mi casillero, donde guardé parte de mis libros y dejé en mi mochila los que necesitaría para los trabajos a entregar. Pensé en mandar un mensaje a mi amado para avisar que iba de regreso a casa, pero teniendo en cuenta lo que me esperaba y que él seguía probablemente en la clínica como cualquier otro viernes, no tenía caso que le molestase. Miré el interior de mi casillero un momento, observando al fondo una fotografía en la que mi Daddy y yo mostrábamos nuestra felicidad al estar juntos. Sonreí por puro instinto y mordí mi labio inferior, pensando en lo mucho que deseaba ya volver a casa y poder rozar mis mejillas contra la barba de mi Daddy. Pero una vez más mí siempre eterno temor, volvía para atormentarme. Mi sonrisa se borró al instante y dejé escapar un largo y cansado suspiro, a la vez que cerraba los ojos y me decía mentalmente: todo va a estar bien, Sherlock. Siempre es así. Sólo cierra los ojos y todo pasará más rápido. Aquello no era más que una burda mentira, pero por lo menos me ayudaba a engañarme a mí mismo y pensar que de verdad todo pasaría en un abrir y cerrar de ojos.
Cerré mi casillero y coloqué su correspondiente candando mientras afianzaba mi mochila a mi hombro, dispuesto ya a enfrentarme a mi destino, pero entonces, sin que me lo esperase un solo segundo, mi cuerpo dio un violento respingo al sentir un cosquilleo muy brusco en mis costados, mismo que hizo que me estampase de bruces contra el casillero frente a mí.
━ ¡Dulce o travesura! ━ gritó una voz chillona que conocía de sobra. Con un bajo gruñido y un resoplo de molestia, me giré y espeté: ━ ¡Qué diablos te pasa, Irene! Por poco me rompo la nariz contra el casillero ━ me froté dicha zona mientras miraba con reproche a Irene Adler, una de las únicas personas a las que podría llamar amiga; aunque viéndola reírse en aquel momento, me hizo cuestionarme su amistad.
━ ¡Jajajaja, pero si sólo ha sido un par de cosquillas! ━ exclamó entre risas en respuesta mientras volvía a hacerme cosquillas en el vientre, esta vez por lo menos más suaves y gentiles. ━ Eres todo un drama queen, encanto ━ me acusó tras tocarme la nariz con su dedo índice. Yo contraje mis facciones como si una avispa se me hubiese parado en media nariz y quisiese espantarla a toda costa. Le di un suave manotazo en sus manos para que me dejase en paz por fin. No me gustaba que me tocasen tanto, mucho menos cuando estaba tan tenso.
━ No soy un dramático. Me he hecho daño de verdad ━ refuté, aunque sabía que en realidad sólo había sido un rozón. Me reacomodé la mochila mientras Irene desestimaba mis palabras con un elegante movimiento de su mano que a mí me parecía por demás exagerado. ━ ¿Qué es lo que quieres? ━ cuestioné al verle mirarse las uñas en completo silencio, desesperándome ya un poco.
Irene pareció ofenderse por mis palabras tan directas y me miró con el ceño fruncido a la vez que me reprochaba: ━ ¿No vas siquiera a saludarme, grosero? ━. Bufó y se cruzó de brazos, obligándome a rodar los ojos con fastidio. Resoplé y me incliné para darle un beso en la mejilla, como ya era costumbre entre nosotros.
━ ¡Buen chico, Sherly! Ahora dame la patita ━ se burló mientras me extendía la mano, a lo que yo sólo le respondí con un gruñido, haciendo amago de seguir con mi camino hacia la salida, pero pronto me vi de nuevo siendo detenido por el agarre de Irene en mi muñeca a la vez que repetía una y otra vez: ━ Espera, espera, espera. Era una broma. Quería preguntarte si irás conmigo y con Molly a hacer travesuras el domingo. Pediremos dulces y después iremos a casa de Víctor para la fiesta que hará por Halloween.
Yo arrugué la nariz al instante por aquellas palabras. El sólo pensar en una fiesta me hacía querer salir huyendo del lugar. No tenía ni por asomo un poco de interés por ello, y así se lo expresé a Irene al responderle: ━ ¿No crees que ya estamos algo mayores como para salir a pedir dulces y ofrecer un trato tan burdo e injusto como lo de dulce o travesura? Además, sabes que no me gusta asistir a fiestas a menos de que sea con John.
Irene rodó los ojos y dejó escapar un suspiro de notorio fastidio mientras me decía: ━ No seas tonto, Sherlock. Nunca se es lo suficientemente mayor para pedir dulces. Y sí… ya sé que no vas a ningún lugar sin tu lobo, perrita ━ se mofó haciendo énfasis al decir esa última palabra. Me invadió una súbita ira por aquel mote, pero también y sin poder evitarlo, mis mejillas se tiñeron de un ligero carmín pues, aunque Irene no lo supiera, aquellas y muchas otras frases habían resonado ya en varias ocasiones entre las cuatro paredes que nos resguardaban a mi amado y a mí en nuestra habitación y durante uno de nuestros encuentros. Pero Irene no tenía que saber eso, por lo menos no de mis labios. Así que, haciendo todo lo posible por mostrarme ajeno a sus palabras, le terminé por responder: ━ Eso no es verdad. Simplemente no me gusta ir a ese tipo de fiestas en las que seguro más de alguien termina en coma por una alta ingesta de alcohol.
━ ¡Aish! A veces no sé si eres más aburrido que insoportable, niño listo ━ bufó, haciendo un puchero digno de una niña de la mitad de años que tenía en realidad. ━ ¡No se trata de pensar en las cosas negativas, tonto! Se trata de pasarla bien en un día especial. Eso es todo. Molly no bebe y yo lo hago muy limitadamente, así que estamos fuera de peligro. Además, yo preparo mis propias bebidas y no pruebo nada raro. Nosotras te cuidamos, encanto. No tengas miedo ━ intentó tranquilizarme, hasta que al final, después de rodar los ojos y dejar escapar un largo suspiro, terminé por aceptar: ━ Está bien… Iré a pedir dulces con ustedes, pero no les aseguro que vaya también a la fiesta.
Irene dio un saltito y aplaudió un par de veces, festejando por su victoria obtenida al convencerme de tal tontería, pero yo ya no tenía animo alguno siquiera para poder quejarme por su actitud. ━ ¿Ya has pensado qué usarás de disfrazas? Porque debe ser algo muy, muy sexy ━ murmuró con lo que me pareció una seducción por demás reprobable para mí. La observé llevarse un dedo a la barbilla mientras entrecerraba los ojos y zumbaba, como si estuviese pensando en algo, y de un momento a otro me espetó: ━ ¡Ya sé! ¿Qué tal si te vistes de uno de esos sexys marineros con tatuajes en todo el cuerpo? ━ me sugirió, pero para cuando pronunció la última palabra, yo ya tenía las facciones completamente contraídas, mostrando mi desapruebo. No tenía nada en contra de los marineros, incluso me parecían atractivos, pero no era algo que yo iba a usar, ni en sueños. Negué al instante con la cabeza para después pedir: ━ Mejor déjamelo a mí… Ya buscaré qué ponerme para ese día… Ahora debo irme. John me espera en casa… ━ mentí pues, aunque en verdad no quería marcharme y seguir en la salvedad del instituto, no tenía caso que siguiese prolongando más lo inevitable.
Irene, completamente ajena a la preocupación que me carcomía por dentro, aceptó mis palabras y se paró de puntillas para besar mi mejilla a modo de despedida, no sin antes recordarme: ━ Será el domingo, no lo olvides. Nos veremos en Regent's park y comenzaremos con nuestro recorrido desde ese punto. A las siete, ¿de acuerdo? ━. Yo asentí con una forzada sonrisa y sin más la vi marcharse en dirección a la salida. Nuestra charla se había extendido hasta el punto en el que el instituto estaba casi vacío. Con un largo suspiro de resignación, me encaminé en dirección a la salida, hacia la oscuridad que se mostraba por completo ya en el exterior, iluminado únicamente por la tenue luz de las lámparas.
Bajé las escaleras con la cabeza baja y continué con mi camino por entre los autos en el estacionamiento, con el corazón martillándome el pecho como si en cualquier momento fuese a tener un infarto. Las manos me habían comenzado a sudar por los nervios del momento, mientras que, de soslayo, podía observar cómo varios chicos y chicas seguían despidiéndose de otros. Estaba completamente nervioso y mis palpitaciones resonaban en mis oídos. Por un momento, por un simple y pequeño instante, pensé en que aquel al final no sería uno de aquellos días, pero vaya iluso y tonto que era pues, estando casi a medio camino entre el estacionamiento, sentí el ya conocido empujón que me hizo caer sobre mis rodillas y manos sobre el pavimento. Cerré los ojos con fuerza, sintiendo que todo mi cuerpo había comenzado ya a temblar de pavor.
━ ¿A dónde vas, maricón? ━ me preguntó con desprecio aquella voz que con asco reconocía ya como la de Moran. Yo guardé silencio y tomé mi mochila que había resbalado de mi hombro, a la vez que comenzaba a ponerme de nuevo de pie, pero no tuve oportunidad siquiera de enderezarme cuando sentí de nuevo otro empujón en mi pecho a la vez que un fuerte dolor me recorría la espalda al estamparme contra la puerta de un auto. Dejé escapar un sollozo de dolor, pero fue acallado al instante por la voz de Jim. ━ Te han hecho una pregunta, princesa. No seas maleducado y contesta. ¿O es que mami no te enseñó que las niñas educadas siempre deben responder?
Yo continué en silencio, estando a punto de romper a llorar, pero de nuevo esa sensación de un nudo en la garganta me tenía completamente mudo y sin poder hacer nada. Tenía aún la mirada baja, pero poco tiempo duré así pues, sin tomarse a bien mi silencio, Moran me empujó con mayor fuerza contra la puerta del auto, haciendo que soltase otro chillido mientras me gritaba: ━ ¡Mírame cuando te hablo, asqueroso maricón!
Con mis labios temblando y mi mirada ya cristalizada por las lágrimas, alcé la mirada, pero no los miré, sólo fijé mis ojos al punto a los lejos por sobre el hombro de Moran, pero aun así podía sentir la mirada de los tres en mí, con todo aquel repudio que profesaban por mí. Escuché la asquerosa risa de Sebastian a mi izquierda y sin quererlo miré de soslayo cómo mostraba esa horrenda y pútrida sonrisa que siempre llevaba. Sentí la necesidad de vomitar en aquel momento, pero toda sensación de aquel tipo fue remplazada de nuevo por la del miedo cuando Moran me preguntó de nuevo con un grito: ━ ¡¿A dónde vas, maricón?! ━. Cerré los ojos por puro miedo ante aquel grito, y con un hilo de voz respondí: ━ A mí casa… Voy a mi casa…
━ Oh… la princesa se va ya a su castillo… ━ se burló Jim, mientras hacía que mi repudio aumentase al sentir cómo me acariciaba la mejilla y se reía sonoramente. Ya aparté el rostro y cerré los ojos, con mis labios temblando aún más y sintiendo cómo una lágrima fría emergía y se deslizaba por mi mejilla. ━ ¿Así que vas a tu casa? Tengo entendido que vives con un hombre mayor, ¿cierto? ¿Él es el que te la mete en tu coñito de maricón? ¿Te hace gritar como a una perra en celo? Jajajaja, apuesto a que sí… ━ dijo Moran con repudio mientras me miraba de la cabeza a los pies, mostrando su asco por mí en todo momento, hasta que, para mi completo desconcierto y mayor temor, le escuché decir: ━ Muy bien… Muy bien… Entonces será mejor que no te retrasemos un segundo más. Jim, Seb; ya escucharon, Sherlock se tiene que ir a casa, y nosotros no queremos que llegue tarde, ¿cierto? Hay muchos peligros ahí afuera a esta hora… ━ murmuró mientras comenzaba a retroceder, siendo imitado por los otros dos, que le miraban igual de confundidos, pero sin objetar palabra alguna. Yo seguía paralizado, pero cuando vi que Moran se metía las manos a los bolsillos del pantalón, creí que por fin podría marcharme. Lo miré a los ojos y mientras me afianzaba la mochila al hombro, me aparté del auto e hice amago de seguir con mi camino, pero antes de que diese dos pasos, Moran me interrumpió de nuevo al decir: ━ ¡Oh, espera! Se te olvida algo, Sherlock… ━ sentí que me tomó con fuerza por la camisa y me giró para después golpearme al centro del vientre. La sensación de sofoco en mí no se hizo esperar y sin poder respirar, con el dolor inundándome, no pude hacer más que caer al suelo y sujetarme el vientre, rompiendo a llorar en completo silencio.
━ ¡Puñado de cerdos asquerosos! ━ escuché a Irene gritar a mis espaldas a lo lejos, mientras que escuchaba a la vez un resoplido burlón de aquel grupo de inmundos seres. Saboreé por un momento ese sabor metálico de la sangre y escupí sobre el pavimento mientras veía de soslayo cómo aquellos cerdos se marchaban entre burlas. Permanecí así un momento más, hasta que Irene llegó a mi lado e intentó ayudarme a ponerme de pie mientras murmuraba con la voz rota: ━ Dios Santo, Sherlock… Esos tres son un maldito asco… ━ me tomó cómo pudo por la cintura hasta que logró que pudiese sostenerme del auto, cosa que yo agradecí sin poder siquiera expresarlo. Sollocé un par de veces más y sin poder evitarlo me abracé a ella y comencé a llorar de forma audible, con todo mi cuerpo agitándose mientras sentía cómo me rodeaba con sus brazos y acariciaba una y otra vez mi espalda para calmarme.
No supe por cuánto tiempo lloré contra su hombro, pero cuando ya no quedó una sola lagrima de mi por derramar, me aparté poco a poco de ella, notando que sus ojos estaban ligeramente enrojecidos porque en un momento en el que no me percaté, me acompañó en mi dolor con sus propias lágrimas. Abrió su bolso y extrajo un pañuelo de seda que me extendió para enjugarme las lágrimas mientras me preguntaba: ━ ¿Quieres que llame a John? ━. Al escuchar aquellas palabras yo me negué de inmediato, negando una y otra vez con la cabeza. ━ No… No es necesario, estoy bien… ━ me terminé de enjugar las lágrimas y me guardé el pañuelo en el bolsillo para regresárselo una vez que lo lavara. Ella me miró con pesar y me preguntó: ━ ¿Quieres que te acompañe a casa? Puedo tomar después un taxi para regresar a la mía… ━. Pero yo de nuevo me negué, aunque igual se lo agradecí con un bajo: ━ Estoy bien, no te preocupes… Gracias, pero no… No es necesario que hagas tal cosa… ━ pasé saliva como si esa simple acción me fuese lo más difícil del mundo y me incliné un poco para besar de nuevo su mejilla mientras tenía mis manos en sus hombros. ━ Les veré mañana o para Halloween, ¿de acuerdo? ━ murmuré con una débil sonrisa, sólo para dejarle más tranquila, pero sabía que no sería así. Sin más palabras, me di la vuelta y comencé de nuevo a caminar en dirección a mi destino. El dolor en mi vientre era aún notorio, por lo que, a pesar de las limitaciones de dinero, llamé a un taxista para poder llegar antes a casa.
Durante el trayecto, mientras el dolor cesaba por completo, me encontré pensando en lo mucho que me alegraría de ver a Daddy. Había noches en las que me sorprendía con una deliciosa cena y un exquisito vino; mientras que, en otras, simplemente nos quedábamos en el sofá para ver películas y reírnos o terminar yo abrazado a él porque la película era demasiado terrorífica para mí. Al final, Daddy siempre me atraía contra su pecho y una simple caricia de su barba contra mis mejillas me derretía por completo. Nos íbamos a la cama a dormir abrazados, o si a ambos nos apetecía, teníamos el mejor sexo del mundo. Aquellos recuerdos me hicieron sonreír como un tonto mientras miraba las calles oscuras de Londres, con tan poca gente que era incluso extraño. Las lámparas eran lo único que aluzaba ya la calle en aquel momento y de alguna manera hacia lucir todo más tranquilo. Me acerqué más a la ventana y miré hacia arriba, en el cielo, notando que las estrellas brillaban más que nunca. Otra sonrisa suave surcó mis labios, pero no era solo por apreciar la belleza del cielo lleno de estrellas, sino porque aquella imagen siempre me recordaba a la mirada de mi amado; a esos ojos azules y profundos, tan hermosos, pero tan intimidantes al mismo tiempo. Sentí que los vellos de los brazos se me erizaban de sólo pensarlo, pues había tantas cosas que Daddy me hacía sentir, pero su mirada era un punto totalmente aparte.
━ Muchacho, ya llegamos a la dirección… ━ me indicó el conductor, sacándome completamente de otra de esas fantasías en las que ya era tan común que me sumergiera. Espabilé un poco lento, pero de inmediato tomé el dinero y se lo entregué. El hombre me deseó buena noche y yo hice lo mismo. Al bajar del auto y estando ya frente a la casa que Daddy compartía conmigo, me sentí por mucho más tranquilo. Estaba en mi hogar, pero no lo decía solo en un sentido literal; estaba realmente en mi resguardo, en ese refugio en el que nada ni nadie podría dañarme. Busqué la llave de la puerta porque estaba más que claro que la oscuridad en el lugar significaba que mi amado aún no llegaba a casa, pero al tener las llaves en mano e introducirlas en la cerradura, fruncí el ceño por completo, pues noté enseguida que la puerta no estaba cerrada con llave. No me habría importado siquiera un poco ese mínimo detalle, de no ser porque yo me había encargado personalmente de cerrar la puerta antes de partir a la universidad. De un momento a otro, las manos se me enfriaron como si estuviese a una temperatura bajo cero. Extraje la llave con cuidado y con el miedo apoderándose poco a poco de mí, giré la perilla y abrí la puerta con cuidado, escuchando de nuevo el propio latir de mi corazón en mis oídos, hasta que me adentré y alucé un poco con el flash de mi celular. A simple vista, entre tanta oscuridad, no parecía haber absolutamente nada, y confiado de ello, cerré la puerta a mis espaldas y busqué el interruptor de la luz. Pero antes siquiera de que lo tentase con mis dedos, escuché un ruido sórdido que no podía venir más que del sótano. Había sido un sonido metálico, pero también de un objeto muy pesado.
Me acerqué a ciegas hasta la chimenea que adornaba la sala de estar y con las manos aún frías tomé una varilla y la empuñé con firmeza. Tragué saliva con algo de dificultad y, cuidando mis pasos, me dirigí hacia la puerta que se encontraba en la cocina, esa que daba al sótano. Tenía miedo, como nunca antes lo había tenido, ni siquiera el miedo de enfrentarme a aquel par de cerdos en el instituto se podía comparar. Al llegar a la cocina, me encontré con que, en efecto, alguien se encontraba en ese lugar, y con todo descaro pues había incluso encendido la luz en el interior. Abrí con cuidado la puerta y a pesar de que escuchaba pasos al llegar al final de las escaleras, avancé y tomando la varilla con ambas manos, bajé el tramo de escaleras lo más rápido y seguro que pude hasta tocar el suelo y estar dispuesto a golpear a quien fuese que estuviese ahí abajo. Pero grande fue mi sorpresa cuando, mientras me encontraba de espaldas a la pared, contemplando y habiendo atrapado a aquel invasor, me encontré con una imagen que jamás en mi vida pensé ver.
━ Escucha, amor… No te asustes, esto… esto no es lo que parece…
Bueno... ese ha sido el primer capítulo n.n
Espero que les haya gustado, y si ha sido así, me lo hagan saber con un comentario o un favorito que siempre agradezco :3
Espero que tenga un muy buen día ^u^
━ Blue
