Abriéndose paso entre la multitud Akane salió al jardín, no le gustaba compartir con demasiadas personas pero su padre había olvidado ese detalle al planear su fiesta de cumpleaños número 17.
El ruido de las risas y la música le incomodaban, busco tranquilidad al lado del pequeño estanque que adornaba el patio de su casa, pero se encontró con otra chica en sus mismas circunstancias.
-voy a sentarme, espero no te moleste-Akane le dedico una sutil sonrisa a la muchacha y se acomodó también en el suelo, a una distancia prudente, aun así pudo escuchar un pequeño sollozo proveniente de ella. Se alejó un poco más arrastrando las piernas por el pasto húmedo, pero la chica pelirroja estallo en lágrimas, apoyando su cabeza duramente contra sus rodillas temblorosas. -¿estás bien?- le pregunto a la completa desconocida, no se destacaba por su tacto con las personas pero intento ser lo más amable que su carácter le permitiera.- ¿necesitas algo….? –Se dio cuenta de que no sabía su nombre-¿Cómo te llamas?
-Soy Ranma-le respondió mientras intentaba contenerse, limpiándose las lágrimas con su camisa, rojiza como su cabello-¿Quién eres tú?
-soy Akane Tendo-le respondió la dueña de casa, extrañada.
-lo siento mucho-exclamo Ranma, poniéndose de pie y tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse-feliz cumpleaños.
-no te preocupes-Akane seguía con curiosidad, sin entender que hacia la enigmática chica en la fiesta que su familia había planeado, recordó que su padre menciono a un amigo quien traería a su hijo, las cosas no le cuadraban-¿eres…la hija del tío Genma…verdad?
Algo en el rostro de Ranma pareció haberse descolocado, bajo la mirada hacia el estanque por unos segundos antes de afirmar con la cabeza. Akane se percató de la molestia que causo su pregunta, haciéndole un gesto de despedida con la mano volvió a entrar a la casa.
-pero no te vayas…-dijo Ranma en voz baja, tanto que el ruido opaco las palabras y Akane no le escucho.
Las amigas de la festejada salieron a su encuentro, abrazándola y riendo, pero la mente de la muchacha se encontraba en otro lugar, se encamino hacia el comedor de la casa y se sentó, teniendo la vista completa del paisaje de su jardín a través del ventanal abierto. Ella seguía ahí, la oscuridad no le permitía ver bien pero sus mejillas brillaban húmedas, continuaba llorando.
-¿Qué le ocurre?- Akane jugaba con sus dedos, sin poder despegar la mirada de Ranma, quien ahora jugueteaba a sumergir y sacar su dedo índice del estanque, la luz de la luna creaba un reflejo perfecto de ella en el agua, ondulante por el movimiento de su dedo sobre el. -¿Por qué no puedo dejar de mirarla…? Repentinamente Ranma levanto la vista, topándose una curiosa e inocente mirada.
...
Las cosas iban de mal en peor, ya sin ningún remedio y cuando decidía resignarse a vivir para siempre atrapado en un cuerpo que no le correspondía, algo lo hacía dudar. Esos cálidos ojos cafés y sonrisa orgullosa, estaba seguro de que ella no le recordaba pero su inconsciente si, algo la llamo hasta el extremo más alejado de la casa tan solo para preguntarle si estaba bien, solo podía ser una advertencia para no darse por vencido.
-Me recuerda…-susurro en el instante en que sus ojos de encontraron.
...
Akane seguía inmóvil, con sus dedos enredados en la falda, cuando una voz masculina rompió la magia de aquel momento.
-vamos a bailar, querida Akane.
-claro… Ryoga.-la muchacha dedico otra sonrisa confundida a Ranma antes de darle la mano a su prometido y perderse entre el gentío.
