Antes de empezar, quiero disculparme con todos ustedes de antemano.

¿Porque? Bueno... seria bueno aclarar que, no esperen gran cosa de esta historia, sobretodo considerando que el genero que me toco fue humor.

Así es, esta historia participa del reto de Halloween "No todo es lo que parece" del foro Proyecto 1-8; cabe destacar que es mi primera vez participando allí y si, probablemente también sea la ultima porque tal vez me prohíban de volver a hacerlo luego de publicar esto, lo cual es entendible. Ya verán porque...~

Antes de dejarlos que lean tranquilos, quiero destacar que es una historia basada en un "universo" ¿que cree? No se como clarificarlo, es una mezcla de digimons y humanos que en conjunto trabajan en un centro comercial, en el Digimundo...sip, supe que seria una mala idea darle oportunidad de nuevo a esta historia.

En fiiiiin, espero lo disfruten y si desean una ficha sobre los personajes para que sean mas entendibles, lo dejare en los próximos capítulos que mañana terminare de subir, ¡nos vemos y disfruten la lectura!

Idea N° 3:

Es Halloween, son ya mayores para pedir dulces por las calles asi que ven peliculas viejas de terror. En medio de una de ellas, taichi cuenta una vieja leyenda de esas de "si dices tal nombre tres veces ante el espejo, aparece". El grupo se divide entre quienes creen la leyenda y quienes no, y discuten tanto que alguno decide probaro. El resultado es sorprendente...

Sinopsis:

Halloween esta cerca, y en el Digimon Central Max, todo era una ridícula y enorme celebración. Historia participante para la actividad Halloween: No todo es lo que parece del foro Proyecto 1-8.

Disclaimer: los personajes utilizados en esta historia, les pertenecen a sus creadores: Bandai, Toei Animation y demás. Este fanfiction fue escrito para la actividad Halloween "No todo es lo que parece" del foro Proyecto 1-8.

Contenido: carencia de sentido, argumento pobre, uso moderado de insultos, abuso intelectual de digimons y niños elegidos, uso indiscriminado de OC's y, sobretodo, poca inspiración. Algunos hechos han sido cambiados (?).


Se acercaba Halloween y en el Digimon Central Max, todo era una ridícula y enorme celebración.

Telarañas y fantasmas, brujas y grotescos duendes colgaban de los techos, guirnaldas con borlas naranjas, violetas y negras descendían en brillosas cortinas que prácticamente podían tocar tu cabeza. Cadenas de siluetas creaban arcos en las barandillas de cristal de los niveles, y cada empleado que trabajase allí, debía estar vestido acorde a la festividad.

Cuernos de diablillos, sombreros de punta, algunos con alas y otros con diademas, eso no importaba, cual accesorio fuese, el aire se contagiaba de una vibra tenebrosa que erizaba los vellos de la nuca. Halloween estaba muy presente este año pero nadie, se imaginaba cuan presente lo estaría.

Pero no perdamos más tiempo y conozcamos a nuestros protagonistas…

—…De acuerdo, como no tengo pensado pasar lista porque la verdad no me importa, pretenderé que están todos y daré los anuncios de hoy —informo en tono tajante una digimon de pelaje amarillo, cuyas manos cubiertas por guantes morados y el símbolo del ying-yang se cruzaron bajo su mentón mientras su mirada escaneaba en la sala a cada uno de sus empleados. Era conocida como Renamon, la suprema gerente del Digimon Central Max, quien sentada tras su escritorio daba órdenes a diestra y siniestra y con mano de acero —. Ogremon.

Llamo a su fiel secretaria Ogremon, que de pie detrás de ella, le entrego una carpeta con papeles y Renamon los examino por un momento.

—Narrador, para la próxima, soy un asistente personal, no secretaria.

—Serás mi secretaria tanto como yo lo quiera —Renamon lo interrumpió aun si quitar la vista de los papeles. Al cabo de un minuto, levanto la mirada hacia el grupo de empelados que aguardaban expectantes por sus palabras. La carpeta se cerró de un golpe y Renamon se inclino sobre el escritorio —, bien, solo tengo un anuncio que dar: en el día de Halloween, todos tendrán la noche libre.

Un perpetuo silencio se hizo oír en la oficina. Confundidos por el callar de los empleados que bien se los conocían por poner protestas a cada decisión de Renamon, la digimon gerente y Ogremon intercambiaron una mirada de incredulidad.

En los rostros de cada uno de los digimons y tres humanos, la sorpresa era absoluta. Varias bocas estaban abiertas y llegaban hasta el suelo y uno que otro casi se desmayo. Entonces, un pequeño digimon androide, se animo a levantar la mano, hablando en voz alta los mismos pensamientos que compartía con sus compañeros de trabajo.

—Renamon, ¿de verdad nos das la noche libre?

—Luego de meditarlo mucho —aseguro Renamon tras un minuto de vacilación —, y considerando que recibí una nota del Ministerio de Comercio, si. Pero eso no significa que los responsables de la explosión en la bodega de reservas N° 6 y 8 estén libres de sus cargos, y si, me refiero a ustedes cuatro.

Sin ningún tipo de vacilación, todos se voltearon a ver a dichos perpetradores que ahora, intentaban mirar a cualquier lugar que no fuese a Renamon.

—Esto… ¿Renamon? —Dijo, Agunimon, uno de los involucrados en tal desastre, un tanto inseguro de sus palabras al por como reaccionaria la gerente —, ¿puedo decir algo?

—No, ya tuviste tu juicio y perdiste.

—Aun sostengo mi teoría de que somos la única institución no militar que tiene corte marcial, además, de que creo que…es ilegal.

—Pues si no estás conforme con mi metodología de trabajo, eres libre de renunciar —espeto Renamon con aspereza, pero luego, una risita soberbia broto de ella —, oh lo olvide, ustedes no pueden renunciar. Sus contratos de por vida no se los deja, así que, ¡están estancados conmigo y harán todo lo que yo diga!

Cualquiera hubiese hecho caso a sus palabras y se hubiese quedado callado temiendo por represalias por parte de Renamon, pero, como de otra manera no podía ser, Lucemon, otro implicado y quien desempeñaba su trabajo como jefe de seguridad, dio un paso adelante y planto su mano sobre el escritorio.

—Jefa—

—Sea lo que sea que digas, de seguro será algo sin sentido —anticipo Renamon, girando los ojos.

— ¿Con quién tengo que acostarme para que me quiten el contrato? —sin pereza o escrúpulos, una comitiva de suspiros resignados se hizo oír en la oficina ante la declaración de Lucemon que considerando tenía el cuerpo de un simple niño, era un tanto perturbador. La gerente suspiro por igual y se pincho el entrecejo.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Es obvio que con la gerente, pero, estoy segura que Beelzemon te matara si tan solo lo piensas! —una figura por detrás, el de una humana de cabello rojizo atado en una cola de caballo, argumento como si las palabras del digimon ángel no la hubiesen afectado. Nova era su nombre y compone al trió de los únicos humanos permitidos de trabajar allí.

— ¡Además de suertudo, celoso! —exclamo Lucemon, indignado al volverse hacia la chica humana.

—No si los mato primero a ustedes por sacar conclusiones inapropiadas —dictamino Renamon y se puso de pie, sus ojos brillando con furia — ¡Todos, largo de mi oficina antes de que cambie de opinión sobre la noche de Halloween!

Aterrorizados de no poder pasar al día siguiente con vida, los empleados literalmente, salieron volando de allí, raudos y despavoridos como gallinas en un gallinero tras la visita de un zorro. Bueno, zorra en este caso.

[…]

— ¿Todos de acuerdo con mi idea? —Inquirió Lucemon, mirando a cada uno de sus compañeros reunidos en torno a la mesa, recibiendo total ignorancia por parte de ellos —oigan, ¿siquiera me escuchan?

—No.

Fue la respuesta colectiva que recibió Lucemon, una que no esperaba oír.

—Púdranse, chicos, púdranse.

Y a cada uno le regalo un vistazo de su dedo medio, logrando esta vez captar su atención y alejarla de sus teléfonos celulares, el motivo por el cual ignoraban al digimon ángel.

—Bien, Lucemon, dinos ¿Qué eso taaan importante que quieres que hagamos? —pregunto Nova, dándole una mirada aburrida a Lucemon.

—Digo que como es Halloween, deberíamos hacer algo.

— ¿Cómo que, salir a pedir dulces? —Cuestiono Datamon —, estamos medio grandecitos para eso.

—Ese es el problema, al menos el mío —dijo Agunimon.

— ¿Por qué? ¿Apollomon te pedirá que lleves a Coronamon a pedir dulces? —se mofo Lucemon, ganándose una fiera mirada por parte del digimon de fuego.

—Al menos vele el lado bueno —intervino con voz de la razón el otro joven humano de cabello rubio atado en una coleta y de ojos violetas, Xian era tal vez el único sensato del grupo —, tienes excusa para ir y tener todos los dulces que quieres sin parecer un retrasado mental.

—No es eso —Agunimon sacudió la cabeza —, no me quejaría si al menos fuese soltero, los niños son imanes para las mujeres. Claro, cuando no son tuyos.

—Ahora, déjame preguntarte algo —indago Nova —, ¿Qué piensa Kazemon de todo esto?

—Dice que encuentra hilarante que yo piense que soy un Casanova y creo que es por eso que decide irse tranquila a una fiesta de disfraces con sus amigas para Halloween.

—Aun no puedo creer que este contigo —Floramon sumo su opinión a la conversación.

—La planta demente tiene razón, hay tantos buenos peces en el mar —dijo Lucemon con una sonrisa confianzuda en su rostro —, digimons mas geniales, atractivos, con un gran porte, como yo.

—Y es por esa razón que no te dejo estar cerca de ella —el digimon de fuego resoplo dejando ver sus colmillos, en un intento de intimidación.

—Eso no hace falta —desestimo Nova —, Lucemon prácticamente la estalkea con las cámaras de seguridad.

— ¡Podríamos concentrarnos en la conversación original, por favor! —rogo Datamon al ver que Agunimon tenía más que intenciones de lanzarse al cuello de Lucemon. El digimon ángel le devolvió una mirada felina de burla al ver que no concretaría sus deseos. —. Si no vamos a pedir dulces, ¿Qué quieren hacer?

—Esta la opción tradicional —expuso Floramon y agrego con su usual entusiasmo — ¡películas de terror!

Por un momento, los seis empleados se vieron inmersos en sus pensamientos.

—…No es una mala idea —asintió Xian.

—Me da igual, de todas maneras no podre ir —sostuvo Agunimon su ya anterior argumento.

—Nadie pidió tu opinión —devolvió Lucemon un comentario áspero.

— ¿Sabes? No le deseo el mal a la gente por lo general, pero a ustedes, se los deseo con toda mi alma.

—Eso es porque no requiere el uso de un cerebro, que claramente tú no tienes.

Agunimon abrió la boca para decir algo pero lo cerró de inmediato, limitándose a entrecerrar los ojos e inhalar con fuerza. Sin más, se levanto y se marcho, dando largos pasos. Un poco de tensión quedo en la mesa del Patio de comidas.

—Viejo, lo hiciste enfadar —dijo Datamon a Lucemon, claramente a modo de reproche.

—Es un cabeza de cerillo, el se enfada hasta por ver una mosca pasar —mascullo el digimon ángel, intentando actuar como que no le importaba.

Datamon suspiro agobiado —Bien, entonces, ¿todos en el castillo de Lucemon a las 8:30?

La semana siguiente paso con un ritmo tranquilo y hasta aburrido, nada interesante ocurrió y eso preocupaba a Renamon. Tal vez la gente la consideraba una dictadora sin alma por como aplicaba las normas en el centro comercial, pero la gente banal desconocía el martirio diario que soportaba al tener una cuadrilla de empleados que parecían disfrutar hacerla sufrir con sus estupideces y desastres. Sin embargo, el caso puntual era que no temía por algo causado por sus empleados, se guardaba para sí misma que esta época del año la tenía mucho mas paranoica de lo usual, lo consideraba un sexto sentido debido a que, en parte, era un digimon del tipo sagrado, podía percibir espíritus y fuerzas sobrenaturales que pasaban desapercibidos para el gentío.

Por eso, al llegar a sus oídos sobre la reunión en el castillo del antiguo Demon Lord, no pudo evitar sentirse turbada.

—Está preocupada, jefa —señalo Ogremon al depositar una taza de té frente a la digimon.

— ¿Y cómo no estarlo? —respondió sombría y con movimientos gráciles, tomo la taza de té y le dio un sorbo. Saboreo el dulce líquido por unos instantes en silencio mientras Ogremon aguardaba por su respuesta —Las almas están inquietas alrededor de esos seis.

El digimon goblin asintió comprendiendo a quienes Renamon se refería — ¿No sería algo bueno que alguien los vigilara? En caso de que algo malo—

—Ya tengo un agente en el caso —ella lo irrumpió, una significativa sonrisa surcó su rostro y aquello dejo pensativo a Ogremon.

— ¿Se refiere a…Beelzemon, no es así? —Enarco una ceja y se llevo los puños a las caderas — ¿Qué le prometió para que aceptara?

—Al amor de su vida —vacilo Renamon.

— ¿Le prometió alcohol?

—Es lo único que parece contentarlo.

—Al menos, no fueron prostitutas esta vez.

Renamon dejo escapar un gutural sonido desde su garganta. Pronto, podía versea Ogremon sentado en su escritorio, con lo que parecía ser un cuchillo insertado en su cabeza, cada tanto algunos de los músculos en su rostro se estremecían en espasmos y perdía la habilidad de escribir palabras que acababan con mamarrachos en la pantalla. Algunos digimons pasaban por ahí y se quedan absortos al ver al asistente con el cuchillo en la cabeza sin animarse a decirle por temor a cualquier cosa, Ogremon podía tornarse muy malhumorado si hacían comentarios sobre su apariencia, hasta que Nova llego con algunos archivos bajo el brazo, sin notar el extraño accesorio en cabeza de Ogremon.

—Juro por el amor de dios que matare a esos Minomons y… ¡Jodida mierda, que diablos tienes en la cabeza! —soltó un chillido y apunto sin disimulo al cuchillo justo a tiempo para que un chorro de sangre brotara y se deslizara por la cabeza del digimon.

—Cacahuate, cacahuate, ¡cacahuate!

—… ¿Qué pedo estás diciendo Ogremon?

Ogremon continuo gritando palabras sin sentido, ahora sumado a que realizaba una danza antigua desconocida para la chica humana, la situación no podía ser más bizarra. Inclusive Renamon se asomo desde su oficina al oír el escándalo pero no conseguía hallar palabras que detuvieran lo que sucedía, en parte, porque aun seguía molesta con su asistente personal.

—… ¡El nacho, el nacho! ¡Denle el nacho! ¡Ay, ay, ay!

—Esto…jefa…—Nova miro a Renamon y esta llevaba una expresión de suma seriedad.

—No voy a quitarle el cuchillo de la cabeza —declaro, cruzándose de brazos.

—Ni modo —la chica suspiro y se batió el cabello —, ¿Quién soy yo para cuestionar el asesinato de alguien que se lo merece? ¡Ogremon, si sobrevives hasta el domingo, te devolveré tus mangas de Fairy Tail!

— ¡El naaaachooooooooooo…!

Y así, Ogremon continuo con su delirio, hasta nuevo aviso.