Nota de autora:... mierda, no sé qué decir. Lo sé, lo sé, llevo mucho tiempo sin entrar en la página y les pido disculpas por eso, pero es que sin inspiración no puedo escribir. Solo que finalmente, la luz divina me ilumina y puedo escribir de nuevo. ¡Yay!

Como sea, aquí les traigo un nuevo fic de varios capítulos. Tengo en mente que hasta podría tener una segunda parte. Quién sabe.

Advertencias:Universo alterno. Malas palabras. OC. (Creo que es todo).

Disclaimer:Las PPGZ ni sus personajes me pertenecen. La historia y la OC sí.


Cold Heart

.

-Maldición –murmuro al instante en que la profesora de Francés coloca la prueba reprobada que recién había hecho el día anterior en mi escritorio. Aún no logro entender cómo los revisa tan rápido.

-Module su vocabulario, señor Him –comenta la rubia mujer, sin dejar de repartir los demás exámenes. ¿Acaso no debería de hablar en francés?

Muy bien, supongo que no me he presentado aún. Mi nombre, es Brick Him. Vivo en Nueva Saltadilla, y estudio en una secundaria algo alejada a la ciudad. Además, estoy cursando mi penúltimo año en esta prisión (Sí, mis plegarias están siendo escuchadas). En este lugar mi reputación no es como que la mejor que digamos, ya que no sé qué me deben de ver las chicas que siempre andan detrás de mí; pero a mí eso no me interesa. Aunque parezca algo extraño, no me gusta aprovecharme de esto, por el simple hecho de que no deseo, en lo absoluto, tener novia.

Repentinamente, el timbre de salida al receso suena. Recojo mis pertenencias y salgo del aula para dirigirme hacia mi casillero, en donde me esperan mis mejores y únicos amigos: Butch y Boomer.

-Ey, idiota, ¿por qué nos ignoras? –escucho una voz, la cual me hace salir de mis pensamientos.

-Ando algo distraído –murmuro, sin molestarme para fijarme en probablemente una mueca de fastidio en Butch y una sonrisa traviesa en Boomer.

Verán, sucede que además de ser mis amigos, son mis hermanos. Somos trillizos. Primero nací yo, luego Butch y el menor es Boomer. Pobre criatura.

Butch es el más molesto de los dos. Es jodidamente mujeriego, ya que se aprovecha de que es "extremadamente caliente" (Según las mujeres, aclaro. No vayan a creer que soy gay y tras de eso incestuoso) por su pelo largo y negro, con un flequillo que le cubre un ojo; ojos verde oscuro, muy profundos; su piel pálida y su "extremadamente seductora sonrisa" (Supondré que saben qué voy a decir). Nunca se ha enamorado, solamente se dedica a seducir a las chicas, llevarlas a una habitación y luego hacer como si no las conociera. Pero no es del todo malo, no, sino que cuando lo llegas a conocer bien... es casi soportable. Lo que lo opaca es su orgullo, lo presumido, que logra desesperar a alguien y hacer que quiera tirarse de un río en más o menos tres segundos y mejor no sigo a menos que quiera que todos lo odien (aún más que sus ex's, lo que sería extraño, puesto que ese poco de zorras están más locas que una cabra drogada y son más psicópatas que Jeff the Killer multiplicado por 1000... sí, me asustan).

Luego, está Boomer, "la cosita adorable Him" (De nuevo, les recuerdo que son las chicas las que dicen eso). Suele atraer a las mujeres por, tanto su físico, como su forma de ser. Es rubio, su cabello siempre lo anda despeinado, de ojos celestes, tiene pecas en sus mejillas, es blanco y logra que cualquier mujer muera de la dulzura por solo escuchar su risa. Qué cursi. Ha tenido un par de novias, de las cuales se enamoró profundamente, pero al final terminaron dejándolo por otros (Sí, las muy zorras lo engañaban con varios. ¿Acaso no hay ninguna chica decente en este lugar?). Es amable, atento, comprensivo, "tierno", solidario y aún cree en el amor. Repito, pobre criatura. Además, siempre que le gusta una chica le da vergüenza hablarle y al final se ve obligado a olvidarla ya que siempre terminan con un novio que no es exactamente mi hermano.

Pero en fin, así son mis hermanos, y como mamá no me dejó enviarlos por correo a Afganistán cuando no se podían defender, ahora debo soportarlos.

-¿Cómo te fue en la prueba? –pregunta Boomer, mientras saco mi libro de Inglés. Lo miro alzando una ceja y haciendo una mueca de "¿Cómo crees?". Suspira y niega con la cabeza.

-¿Muy mal?

-Demasiado –respondo y me encamino al aula de Inglés. Mis hermanos me siguen.

-¿Estudiaste para la prueba? –dirijo a mi hermano la misma mirada de hacía un rato y ruedo los ojos. No me gusta ser así con Boomer, pero no ando con ánimos de nada.

-Oigan, ¿escucharon lo de las chicas nuevas?

-¿Qué chicas?

-Dicen que son nuevas en la secundaria, y que están buenas –dice lo último con esa clásica sonrisa suya.

-Pervertido –dice entre dientes el menor de mis hermanos, poniendo los ojos en blanco.

Entonces, llegamos al aula, en donde la profesora nos está esperando. Mierda, no me había percatado de lo tarde que habíamos llegado.

-Pasen –masculla, evidentemente molesta.

Me dirijo a mi asiento y saco mi cuaderno para comenzar a dibujar. Es una de mis pasiones, pero solo mis amigos lo saben.

Escucho que la profesora está hablando algo sobre las nuevas alumnas, mas no le tomo importancia y me dedico a seguir dibujando un paisaje. Es una playa en el atardecer, donde ella y yo solíamos frecuentar. Pero no quiero hablar de eso.

De repente, siento que alguien está picando mi hombro con su dedo, así que me volteo con lentitud para observar a la persona responsable. Es una chica. Es delgada, de cabello rojizo (De hecho, no parece teñido. Más bien parece natural), lentes al estilo hipster y ojos color verde limón Trae puesto un gorro tejido naranja, un vestido que en la parte de arriba es una blusa blanca y abajo como una enagua con estampado de flores anaranjadas con un cinturón café en la cintura y botas vaqueras.

-¡Hola! –saluda, entusiasmada.

-Hola –murmuro y me volteo para seguir en mis cosas, pero al momento siento el mismo dedo picando en mi hombro, lo que me obliga a volverla a ver, nuevamente.

-¿Cómo te llamas? –pregunta.

-¿Para qué quieres saber?

-No sé. Cosas mías –la miro a los ojos, buscando algún indicio de ironía o sarcasmo, mas solo encuentro una chispa de curiosidad.

-Brick –respondo y de nuevo vuelvo a mis asuntos. Pero entonces, otra vez toca mi hombro. ¿Acaso esta chica no tiene nada más que hacer?

-Yo soy Summer –¿Cuándo se lo pregunté?

-Me alegra por ti.

-¿Qué edad tienes? –entonces decido resignarme a que no me dejará en paz y rendirme. Me volteo y la miro con aburrimiento, mas ella no quita esa sonrisa tonta de su rostro.

-16 –respondo.

-Eres joven.

-Lo sé.

-Yo tengo 15.

-Me alegra por ti, chica hipster –entonces, frunce el ceño.

-No soy hipster.

-Pues parece.

-No.

-Sí.

-Que no.

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-Que no.

-Que no –trato de engañarla.

-Me alegra que lleguemos a un acuerdo –Mierda.

-Esa no era la idea.

-Lo sé.

-No me agradas.

-Pero tú a mí sí.

-¿Por qué? –cuestiono.

-Eres gracioso.

-No es cierto.

-Sí lo es.

-No empecemos.

-Okie dokie lokie –y entonces, comienza a escribir lo de la pizarra y me ignora. Rara.

Con el sueño de que por fin me deje en paz, me volteo para seguir dibujando, mas no había siquiera agarrado el lápiz cuando volví a sentir cómo me picaba con el dedo.

-¡¿Qué?! –cuestiono, desesperado.

-Hola.

-Ya me saludaste.

-¿En serio? Si no me dices no te creo –ruedo los ojos. Creo que ni Butch es tan desesperante como esta mujer.

-¿Qué quieres de mí, mujer? –pregunto, harto de que siga perturbando mi dicha.

-¿Tienes audífonos? Es que quiero escuchar música pero no puedo sin audífonos.

-¿Si te los doy me dejas en paz?

-Es un trato.

Entonces, rebusco lo más rápido posible entre mi bolso, esperando encontrar los audífonos blancos que siempre traigo a la secundaria, mas no logro encontrarlos. Miro a mi alrededor, y entonces lo veo: el idiota de Butch tiene mis audífonos, uno lo usa él y el otro una chica castaña con cara de legítima puta. Maldigo a Butch para mis adentros y a su seria obsesión por las zorras.

-No los tengo –mascullo.

-No importa, ya encontré los míos.

Mi alegría en ese momento rebasaba los límites humanos, al ver cómo se acomodaba sus lentes, colocaba los audífonos en sus oídos y se ponía a escuchar música. El mundo me ama. Entonces, es cuando me doy cuenta de que la pizarra está llena de materia nueva que yo en mi puta vida había visto.

-Borro en cinco minutos. Ah, y no se olviden de la tarea para mañana.

El mundo me odia. Sí, sí me odia.


-¿Entonces vamos los tres a ver el partido de esta noche? –pregunta Boomer, levantando su bandeja de comida.

Gracias a Dios, ya me encontraba en el almuerzo con mis hermanos, pidiendo la comida que ese día era puré de papas y carne en salsa con una Coca Cola en lata. Oh, sí, aquí sí hay buena comida (Me envidian, lo sé). Acto seguido, fuimos a sentarnos en la mesa de siempre, la típica mesa en donde se sientan los "deportistas".

Sucede que los Him tenemos por tradición que cada uno practique (y sea muy bueno) en determinado deporte en la secundaria. Butch es el capitán del equipo de fútbol, Boomer es genial en baseball y dicen que soy bueno practicando básquet. Y, siendo honesto, realmente me gusta.

Esa misma noche había una presentación del equipo de fútbol americano (Mis hermanos y yo hacía un par de años también lo practicábamos, pero terminamos decidiendo que mejor cada uno tuviera su propio deporte para no causar disturbios por quién era el mejor). Jugaban contra el equipo rival: el de la secundaria del Oeste, contra el cual desde hacía un buen rato no ganábamos.

-Mmm... tengo una cita con Débora hoy, pero esa zorra puede esperar.

Débora; la única exnovia de Butch que en verdad lo amaba y no estaba con él por su físico o popularidad. No entiendo cómo mi hermano puede ser tan maldito con una chica como ella. No es del instituto, estudia en la del Oeste, pero es una gran chica y, al contrario de lo que piensa Butch, para nada zorra. Nunca vi a alguien sufrir tanto por una ruptura. Y mírenla, aún sigue enamorada del imbécil de mi hermano, aun sabiendo que él jamás la amará.

-Eres un idiota –mascullo entre dientes, para luego echarme en la boca una cucharada con puré.

-¿La estás defendiendo? –pregunta, frunciendo el ceño. Limpio mi boca con una servilleta y lo miro a los ojos.

-Ella no te merece.

-¿Acaso es que te gusta?

-Para nada.

-Admítelo, está buena. Es una idiota, pero tiene buen culo –y esto harta mi paciencia.

Me levanto de un salto de la mesa y sin preocuparme por mi hermano, boto de un manotazo su refresco, logrando que caiga en esa camiseta que él tanto adora.

-Brick...

-Después hablamos, Boomer –digo, tomando mi almuerzo y yéndome de allí.

Cómo me gustaría que alguien le diera una lección a ese estúpido.

Busco un lugar para sentarme, mas solo veo mesas repletas de mujeres que me ven con la cara que una leona hambrienta hace cuando ve a su presa. Malditas acosadoras.

Pero justo al final, veo una mesa con unas chicas que no me prestan atención en lo absoluto.

Una de ellas es blanca pero no pálida, de ojos verdes, cabello corto y negro, es algo bajita, delgada, se nota que es bastante atlética. Trae puesta una sudadera negra con detalles a los lados color verde, una camiseta sin mangas verde esmeralda por debajo, jeans y converse negras con cordones verdes.

La otra es blanca, de ojos celestes, cabello rubio y amarrado en dos colas de caballo, pequeña, flaca y tiene "carita de angelito". Trae puesto un vestido celeste con una cinta turquesa en el medio y zapatos blancos.

Evaluando las estadísticas (o ser devorado por las leonas o ir con ellas), decido dirigirme a esa mesa, ignorando a las acosadoras.

-Hola –saludo, solo por cortesía.

-Quítate de ahí. Ese no es tu lugar –vaya, qué dulzura de mujer.

-¿Entonces dónde pretendes que me siente, enana? –pregunto encarando a la morena, la cual me mira molesta.

-¿Qué te parece si te vas para la mier...?

-Kaoru, solo busca dónde sentarse. Sé amable –le dice la rubia sonriendo. Me sorprende que alguien como esa tal Kaoru sea amiga de una chica así. Entonces se dirige a mí–. Si quieres puedes venir a mi lado. A mí no me molesta.

-Gracias –murmuro, tomando asiento junto a ella.

-Soy Miyako –se presenta la rubia.

-Mucho gusto. Soy Brick –creo que hace tiempo que no soy tan amable con alguien.

-Igual. Ella es Kaoru, también es un gusto para ella.

-No es cierto...

-¡Kaoru! Ya te he dicho que...

-No importa, yo soy aún peor cuando tengo un mal día –la interrumpo, mirando directo a los ojos esmeralda de la otra.

-¡Al fin! ¡Mi príncipe azul me comprende! –dramatiza. Luego rueda los ojos y devuelve la vista a su celular. Sonrío. Es divertido molestarla.

-¡Dios! ¡Casi muero haciendo fila! ¡No tienen idea de lo salvajes que son solo por una Coca-cola! –escucho una vocecita chillar que cada vez se acerca más a mí.

Mierda.

-Gracias, Summer –dice Miyako, tomando su bandeja con comida y la de Kaoru.

-¿Y Momoko? –pregunta Kaoru, echándose a la boca un pedazo de su filete.

-Ya viene para acá. Fue por un post... ¡Brick! ¿Qué estás haciendo aquí? –exclama al verme. El mundo me odia. Sí, sí me odia.

-Peleé con mi hermano y esta era la única mesa disponible para comer que no fuera con él –murmuro, recordando al idiota de Butch.

Echo un vistazo a mi alrededor y ahí lo veo, quejándose por su camiseta perdida. Boomer está intentado no reírse, ya que sabe que si se burla, Butch aprovechará que no estoy para defenderlo y lo dejará hecho mierda.

-¿Por qué pelearon? –pregunta Summer.

-Porque es un imbécil –me limito a contestar, para luego tomar un sorbo de Coca Cola. Oh, líquido del paraíso.

-¡Lo tengo! –escucho un grito a varios metros de mí, el cual provoca que todos los que nos encontramos en el comedor volvamos a ver a la emisora.

Es una chica blanca, algo pequeña, delgada, pelirroja, de cabello liso y muy largo y de ojos rosados. Trae un enorme moño en su cabeza. Usa una blusa de manga por el codo rosada con estampado de flores, una falda rosado oscuro y zapatos negros

Puedo notar cómo se sonroja violentamente y corre hacia la mesa en la que me encuentro.

-Qué vergüenza –susurra, mirando el suelo, para luego tomar asiento junto a mí y comenzar a devorar un postre de chocolate.

-¿Hay más de esos? –pregunto, haciendo referencia al postre. Siendo sincero, me encantan los pasteles, caramelos, helados, confites, paletas, etc. Todo lo que sea dulce. Es una obsesión que tengo desde pequeño.

Ella desvía la mirada de su comida un instante y la dirige a mí. Se queda unos segundos en silencio, como inspeccionándome. Luego me muestra una pequeña sonrisa y asiente.

-Creo que quedaba uno –responde. Le iba a agradecer, pero entonces agrega– y luego llegué yo.

Frunzo el ceño. Mi molestia es evidente.

-Estoy bromeando, toma –añade entregándome otro postre de chocolate, justo como el de ella.

-Gracias –digo, probando mi postre.

Quizá, solo quizá, siga comiendo aquí.


-¿Brick? –Susurra Boomer, asomando su cabeza por el umbral de la puerta.

-¿Qué? –pregunto, quitándome los audífonos para escucharlo bien.

-¿Vas a ir al juego? Comienza en diez minutos.

-No creo. Si voy, tendría que ver a Butch –se encoge de hombros y sonríe.

-Bueno. Pero por cualquier cosa lo voy a grabar –y se retira sin más.

Coloco de nuevo mis audífonos en mis oídos para seguir escuchando Patience de Guns n Roses, una de mis canciones favoritas. Mas el sonido del timbre de la casa interrumpe mi tranquilidad.

Sin quitarme los audífonos, salgo de mi habitación. Camino por el pasillo que conecta todos los cuartos y bajo por las escaleras hasta llegar a la puerta principal y abrirla con las llaves en la mesita de al lado.

No puede ser mi vida tan triste.

-¡Hola!

-Hola, Summer.

-¿Me puedes ayudar con la tarea de Inglés? Es que no sé cómo hacerla –dudé unos instantes, pero entonces se me ocurrió que si la ayudaba, tal vez por fin me dejaría en paz.

-Está bien, ¿pero cómo sabes dónde vivo?

-Daah. Te seguí.

Sin palabras.

-... mejor solo pasa.

Inmediatamente, entra en mi casa y mira a su alrededor, como una niña pequeña ilusionada que acaba de llegar a Disneyland por primera vez. Dejo las llaves en el lugar en que estaban y camino hasta llegar junto a ella. Desliza una de sus manos por mi hombro izquierdo hasta llegar a mi oreja. Me quita mis audífonos y se los coloca ella. No tarda mucho en mostrarme una sonrisa sincera.

-All we need is just a little patience –canta. Siendo honesto, no canta para nada mal –. Es muy bonita. Es de mis favoritas –comenta, devolviéndome mis audífonos.

-¿En serio? También es de mis favoritas.

-Entonces tienes muy buen gusto.

Acto seguido, se dirige a la sala y se sienta en una silla. Me limito a seguirla. Saca de su bolso un par de hojas y un lapicero negro.

-Mira, no entiendo qué hay que hacer aquí –miro la actividad unos segundos y luego respondo.

-Debes escribir una canción que te guste y traducirla sin utilizar ninguna especie de traductor. A lo que entiendas –sonríe.

-En ese caso, Todo lo que necesitamos es un poco de paciencia –no puedo evitar sonreír.

Tal vez, en realidad eso sea todo lo que yo necesite para llevarme bien con ella. Solo un poco de paciencia.