Círculo
Disclaimer: Todo es propiedad de J.K. Rowling y compañía.
Summary: Rose no sabe que pensar acerca de Scorpius. Y eso es malo, porque Rose siempre tiene una respuesta para todo. Y Scorpius...Scorpius tiene dinero para todo, excepto para comprar unos apellidos nuevos.
Nota de Autora: No me gusta nada aconsejar música para leer pero por una vez aconsejo muy encarecidamente escuchar "Claro de Luna" de Debussy. Porque este fic fue escrito bajo el influjo mágico de esa pieza musical y por lo tanto aconsejo leerlo también bajo el influjo mágico de esa obra maestra de la música. Aquí os pongo el link (sin espacios):
h t t p : / / w w w . y o u t u b e . c o m / w a t c h ? v = K K P B t Z 0 Z z o k
Círculo
"Pero no te hagas demasiado amiga suya, Rosie. El abuelo Weasley nunca te perdonaría que te casaras con un sangre limpia".Las palabras resuenan en sus oídos, prolongándose mediante un eco que perdura hasta lo que ella juzga como infinito. Han pasado años desde que su padre las pronunció, pero ahora vuelven hacia ella con más intensidad que nunca. Y le extraña, le extraña porque ella, la prudente, estudiosa Rose nunca hace nada que se salga del límite permitido. Y ahora ¿O quizás fue antes, mucho antes? lo ha hecho y eso se ha llevado por delante todo lo que ella conocía. Ha cometido la excepción, la que confirma la regla y ahora lo sabe, sabe que Scorpius Malfoy es su excepción. Y lo más extraño: no le importa. Y se mira en el espejo y no se reconoce. ¿Dónde queda la apasionada Rose, que saltaba cada vez que alguien intentaba dañar a su familia? No lo sabe. Y no le importa. Lo único que sabe es que será ella quien cause dolor a su familia. Y sin embargo, a pesar de saberlo, ella seguirá causándoselo, porque seguirá acudiendo a Scorpius. Porque él es lo único que importa, lo único que merece la pena. Lo único capaz de sacarla de su mundo opaco, donde ellos son diferentes, lo único que tiene relieve, profundidad en un mundo de siluetas pintadas sobre papel.
A veces, solo a veces, se siente tan extremadamente tonta. ¿Cómo una mirada, un roce, pudieron sacarla de su mundo perfectamente esquematizado? Y el caso es que ya no importa el por qué, sino sus consecuencias. ¿Qué pensarán sus padres, su familia, la sociedad mágica? ¿Se horrorizarán o aplaudirán el valiente y constante amor que les ha obligado a enfrentarse a tantos prejuicios? Y Rose prefiere engañarse, cerrar los ojos y seguir disfrutando de sus besos, porque sabe que probablemente no existan tales consecuencias. Él nunca dirá nada y esperara poder seguir disfrutando de sus besos furtivos a escondidas, como criminales que están cometiendo un delito. Y Rose callará y accederá porque de lo contrario sería una hipócrita; al fin y al cabo, ella tampoco querrá jamás dañar a su familia, pero tampoco querrá dejar a Scorpius jamás. Y saber que los encuentros furtivos serán su futuro no la anima en absoluto.
Otras veces está dispuesta a luchar, a imponer su voluntad, porque sabe que es la correcta. De darle un beso de esos de mucha lengua y mucha saliva a Scorpius, en medio del Gran Comedor, y de anunciar que se van a casar. Sabe que es imposible. Eso nuca sucederá, ellos serán dos cobardes que vagabundeen de armario en armario, de aula vacía a aula vacía. Y comprende que lo suyo será solo un error que nunca debió suceder.
Él se casará con alguna sangre limpia de alta alcurnia y cámaras repletas en Gringotts. Ella con algún mago que la quiera y esté dispuesto a defenderla y a dar la cara por ella siempre. Ella no amará a su cónyuge. Él (espera que) tampoco.
Y súbitamente, toma una decisión. No más besos en aulas vacías. No más manoseos en armarios destartalados. No más miradas insinuantes. No más roces a escondidas.
Ella le seguirá amando, por supuesto. Pero no dejará que nadie lo sepa. No dejará que nadie sepa que está malgastando sus sentimientos en alguien que jamás será legítimamente suyo. En alguien que jamás irá a ver el Quiddich con su padre. En alguien que jamás adulará a su madre. En alguien que por mucho que la ame jamás lo demostrará. Ella le quiere. Pero para ella el amor no es suficiente. Por lo visto, para él tampoco. Él nunca la llevará a las lujosas y opulentas galas que su familia frecuenta, y sujeta del brazo él nunca dirá:
- Permítanme presentarles a Rose Weasley, la futura Señora Malfoy.
Ella se tendría que conformar con una sonrisa furtiva, y alguna cena fría en el apartamento que él alquilará para sus encuentros a escondidas.
Y Rose prefiere sufrir antes que sacrificar su orgullo. Ella nunca será segundo plato de nadie. No de alguien que se avergüenza de ella y de sus sentimientos. De nadie.
De repente se da cuenta. Ella también es una hipócrita. Ella tampoco está dispuesta a defender su amor, si su familia se interpone entre ellos. Oh, malditos los dos. Malditos ella, Rose Weasley y él, Scorpius Malfoy. Weasley. Malfoy. Allí está el problema. Doce letras se interponen entre ellos. Dos palabras que nunca irán juntas en una misma frase. Rose sabe que Scorpius tiene dinero para todo, excepto para cambiar sus apellidos y comprar unos nuevos.
Pero definitivamente lo suyo debe terminar. No habrá más. Ni besos ocultos ni miradas incitantes. Nada. Solo una fría cortesía. Lo único que debió haber desde el principio. Lo suficiente para enmendar su error, el de los dos. El que nunca debieron cometer. El que los condujo a la locura y a rozar el paraíso. Al infierno y al optimismo. El que los llevó a construir castillos en el aire que se deshacían inmediatamente después de construirlos. Nunca sabrá como empezó lo suyo, pero si como terminará. Ella misma le pondrá fin a esa locura. Y es una promesa. Nunca más. Nada más.
Y de repente nota algo. Familiar. Sabe lo que es. Está acostumbrada a ello. No obstante eso va a cambiar. Va a terminar. Ha hecho una promesa.
- Rose- Susurra él. El causante de todos sus males, Scorpius Malfoy. Ella siempre ha odiado su nombre, Rose. No le correspondía, no iba con ella. Pero cuando el lo pronuncia todo cambia. Entonces sabe que Rose es su nombre. Esta hecho para ella. Igual que ella esta hecha para Scorpius.
- Rose- Repite él. Quizá sea la manera en que lo pronuncia. Ronco, envolvente y burbujeante. Suave como la seda y áspero como la lija. Arrastrando la "s". Sea lo que sea ese es su nombre.
Él se queda estático, mirándola. Está de espaldas a él, y sin embargo, sabe perfectamente como es la escena. Sabe cuál es el siguiente paso. Ella se levanta y se da la vuelta y se queda mirando a Scorpius. Y lo hace. Se levanta, se da la vuelta y lo mira. Error. Craso error. Ha hecho una promesa. Debe cumplirla.
Él la mira. La mira de una manera que debería ser ilegal. Que clama "eres mía". Que la traspasa y mira dentro de su alma. Una mirada que la hace sentir desnuda física y psíquicamente, como si la ropa, los músculos y los huesos no fueran un impedimento. Esa mirada que hace que cada vello de su piel se erice. Que sus piernas tiemblen ligeramente. Que todo a su alrededor, excepto ella y él, se congele.
La vuelve a mirar. La recorre con la vista de arriba abajo. Sin dejar de mirar en ningún sitio, ni en su alma ni en su corazón. Esa mirada que la hace sentir vulnerable y, a la vez, más protegida que nunca. La mira y todo, excepto el palpitar de sus corazones y el brillo acerado de su mirada, permanece congelado, atrapado, parado.
Ella debería huir antes de que él se acercase y la locura acechara en la oscuridad de la biblioteca desierta. Ha hecho una promesa. Debería cumplirla.
Pero no se mueve y se queda quieta. Esperando que él haga su próximo movimiento.
Quieta, con todo el vello del cuerpo erizado y temblando. Dudando. Quieta, mientras él la mira como una serpiente a punto de darse un festín.
- No has venido a nuestra cita – Dice tan bajo que casi no le oye. Pero él sabe que lo ha hecho, que ella le ha oído. Su voz encierra un matiz peligroso, desesperado. Le conoce. Está enfadado.
Ella le mira. Le suplica. Le dice con la mirada que ha hecho una promesa. A él, implacable, eso le da igual. Viene a coger lo que le pertenece.
Se acerca y casi sin darse cuenta, él posa las yemas de sus dedos, frías, sobre su muñeca. Acaricia su cuello. Pasa su brazo por su cintura. No es un abrazo protector, o cariñoso, Rose lo sabe bien. Es un abrazo posesivo, de la marca Malfoy. De esos que te hacen desear ser un Malfoy. Que te hacen sentir una Malfoy. Humm, Rose Malfoy, suena bien.
Ella, de repente, se da cuenta. Ha hecho una promesa. Las promesas se hacen para cumplirlas.
Pero es tarde. Demasiado tarde. Ella ha caído. Él la ha atrapado en su telaraña de sabanas de seda verdes. De besos sublimes y promesas irrealizables. Ahora todo es fácil. Extremadamente fácil. Solo tiene que repetir la escena, como si la toma de una película se tratase. Es tan fácil. Ella lo espera, lo ansía. Desea apasionadamente ese beso que marcará el comienzo. Se sabe de memoria la película, donde todo comienza con un beso o una mirada, y donde finaliza cuando ella le pone fin, cuando la lucidez se hace un hueco en medio de tanta locura. Él tarda y ella pronto se da cuenta de que su mirada ha cambiado, que ahora tiene un deje divertido. Ella se da cuenta que va a añadir algo más antes de besarla. Le conoce demasiado bien. Y ella se exaspera, ¿Por qué tarda tanto?, que se de prisa, por favor, que no la haga esperar más.
- De todas maneras, ahora hay tiempo para expiarse- Le susurra acariciadoramente, junto a la oreja. Aun así se transluce que su intención es mezquina, cruel. Rose sabe que se enamoró del chico malo, de aquel que en un cuento de hadas no sería el príncipe sino el malvado hechicero. Tal vez sea lo mejor. Ella tampoco es una princesa. No de esas frívolas, bellas y superficiales. Un príncipe la querría pero no la entendería. Por lo menos, no de la misma manera que el malvado hechicero. El malvado hechicero la ama desesperadamente y la entiende a la perfección, pero nunca lo demostrará. Es mejor así. De manera que lo esencial sea invisible a los ojos curiosos del gentío, y que solo ellos lo puedan ver.
Se acerca el final del comienzo. Sus alientos chocan y pronto, sus labios también. La batalla deja de centrarse en sus labios y pasa a centrarse en sus lenguas. Los besos de Scorpius no son generosos, exigen y luego dan. Los besos de Rose son todo lo contrario. Lo opuesto. Quizás los besos que Scorpius le da a Rose no sean tan egoístas como los que les daba a otras muchas que pasaron por sus brazos. Quizás sean algo más tiernos y dulces. Quizás. En todo caso son diferentes a todos los demás besos que Rose ha probado nunca. Extraños. Únicos. Propios de Scorpius. Propios de un Malfoy. Propios del chico malo.
Scorpius no acostumbra a meter mano por aquí y por allá, por debajo de la ropa, indiscretamente, como los demás chicos suelen hacer. No. Él la abraza de manera poderosa y posesiva, de la misma manera que los héroes de algunas novelas muggles que Rose lee. Igual que Rhett Butler, en Lo Que El Viento Se Llevó, cuando besa a Scarlett O´Hara, antes de dejarla y abandonarla. Y por fin ella comprende. Él siempre sabe todo. Sabe que ella ha hecho una promesa. Una promesa que no tendrá que cumplir. Él la cumplirá por ella. Esa vez será la última.
Scorpius sonríe. Sonríe mientras muerde el cuello de Rose. Puede que Rose sea la que saque mejores notas de todo el curso, y sepa mucho más que todos los demás Gryffindors juntos, pero definitivamente no sabe más que él. Mientras Rose se desquicia buscando una respuesta a la pregunta de cuando empezó lo suyo, él hace tiempo que la encontró. Lo suyo es un círculo, que no tiene principio y por lo tanto jamás tendrá final.
Jamás. Él no contempla otra perspectiva que pasar la eternidad besándola. Exactamente como ahora.
Nota de Autora: Me ha llevado tres días escribir esto. He dudado borrado y vuelto a empezar, por eso tal vez haya alguna diferencia de estilos entre las diferentes partes de la historia. Los Rose/Scorpius son una de mis parejas preferidas, en parte porque sus apellidos son una herencia cuantiosa que les determina algo su carácter y en parte porque dejan mucho espacio libre a la imaginación.
Yo me imagino a Scorpius mucho más duro que su padre, porque él ha crecido en una sociedad que les rechazaba por el pasado de su familia como mortífagos (al contrario que su padre, que creció en una sociedad donde casi todo el mundo les lamía el culo), y eso le ha obligado a endurecerse; además al ser un Malfoy es frío, orgulloso, posesivo, egocéntrico, misterioso y déspota. ¡Pesada herencia es ser un Malfoy!
A Rose me la imagino casi igual que su madre, pero mucho más masoquista y melodramática, porque va ella y se enamora del chico malo y del amor imposible.
Respecto a la duración del fic, dudo si será un ONE-SHOT o un TWO-SHOT.
Si es un TWO-SHOT, el segundo capítulo será de la perspectiva de Scorpius Malfoy, aunque aun no tengo decidido si será esta escena u otra completamente diferente.
Si has aguantado leyendo hasta aquí te felicito.
"Una review al año, no hace daño" "Y más de una tampoco"
Islian
